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lunes, 30 de marzo de 2020

Mujercitas (2019) y las exigencias editoriales

Hace unos meses se estrenaba la última versión cinematográfica de Mujercitas, el clásico de Louisa May Alcott, dirigido por Greta Gerwig. La película contaba con un elenco de actrices de primera fila, y buscaba ofrecer una versión con un cierto toque de modernidad de este clásico de la literatura. El resultado final he de reconocer que me resultó un poco confuso debido a los saltos temporales, ya que si bien en otras adaptaciones han resuelto el paso del tiempo utilizando a diferentes actrices según las edades, en esta ocasión Gerwig ha decidido utilizar a las mismas todo el tiempo, indicando la época con otras pistas visuales... Aunque esto por otro lado tiene la ventaja de mantener en todo momento el alto nivel interpretativo.

Sin embargo, lo más curioso de la adaptación y de lo que quería hablar en esta entrada es sobre el metacomentario que he percibido en ella sobre el rol de las mujeres en la sociedad, y las exigencias que sobre ellas a veces se ejerce; en la peli centrándonos concretamente en el mundo editorial, pero sin que cueste nada extrapolarlo al cine, e incluso a la propia película.

Me explico: la trama de Jo, protagonista principal de la peli, y claro trasunto de la propia Louisa May Alcott, gira en torno a su deseo de convertirse en escritora y publicar. Tiene una subtrama romántica, sí, pero esta queda bastante en segundo plano comparada con sus aspiraciones artísticas. Sin embargo, hacia el final del metraje, su editor le pone una condición muy concreta: la protagonista femenina de su historia debe acabar el relato casa. Es lo que el público pide.

Finalmente Jo cede e incluye la escena requerida. Curiosamente, en un montaje paralelo, ella misma es convencida por su familia para ir corriendo a por Bhaer y confesarle sus sentimientos antes de que este tome el tren y se vaya. La escena me llamó mucho la atención, porque, de manera muy abrupta, me sentí transportado a una de esas comedias románticas en las que los personajes, en el tramo final de la historia, corren hacia el aeropuerto a confesar al chico/a de turno sus sentimientos, antes de que vaya a ese sitio, acepte ese trabajo en otra ciudad, etc. Solo que aquí, como entonces no había aeropuertos, tenemos un Race For Your Love (¡sí, el cliché tiene nombre propio y lista de ejemplos en TV Tropes!) de época en la estación de tren. ¡Incluso cae una romántica lluvia en medio de la confesión!



La escena me chirrió, pero no por ser un deliz de Gerwig, sino todo lo contrario: mi teoría es que el montaje paralelo está hecho así, y la escena está filmada de esa manera obvia y chirriante, con un objetivo muy claro. Creo que la directora está haciendo un metacomentario sobre las imposiciones de la ficción sobre las mujeres; sobre cómo estas pueden tener trabajos, autonomía y un arco argumental propio, pero al final tienen que ser la esposa/novia de alguien. Esta interpretación cobra más sentido si analizamos la figura de Louisa May Alcott, que como ya se ha dicho siempre, es básicamente quien está detrás del personaje de Jo. La autora, en la vida real, nunca se casó, y era una comprometida feminista, defendiendo por ejemplo el sufragio universal. Mujercitas es en cierto modo una anomalía en su obra, pues al parecer lo que de verdad le gustan eran las novelas de espionaje y obras de estilo más pulp, de las cuales escribió varias bajo seudónimo. El caso es que leyendo un poco sobre la vida de Alcott, no es muy rebuscado pensar que en realidad era lesbiana Como ella misma dijo en una entrevista:

"I am more than half-persuaded that I am a man's soul put by some freak of nature into a woman's body. … because I have fallen in love with so many pretty girls and never once the least bit with any man.” ("Estoy bastante convencida de que soy un alma de hombre introducida por algún error de la naturaleza en el cuerpo de una mujer... porque me he enamorado de muchas chicas guapas y nunca, ni remotamente, de un hombre"). 

A modo de curiosidad creo que también vale la pena señalar que, para el personaje femenino que la representa, eligió un apodo que es básicamente un nombre masculino, y no creo que fuera mera coincidencia. Irónicamente, en la versión americana del cartel se incluye el lema "Own your own story", "Sé dueña de tu propia historia", que en español han traducido como "Ten tu propia voz". Y es que si algo no le dejaron a Alcott es ser dueña (completamente) de su propia historia, imponiéndole ese detalle romántico final... cuando está claro que el final feliz de Jo, y de la propia autora, fue publicar su libro.

Para terminar la entrada, solo quiero señalar que, si bien esta idea de que las mujeres deben acabar las historias casadas puede parecer ya muy arcaica y superada, se puede observar que a día de hoy sigue presente solo que de otras maneras más sutiles. Sólo hay que pensar en el test de Bechdel y su vigencia a día de hoy...

viernes, 21 de febrero de 2020

Aves de Presa, o cómo combatir el machismo con... ¿misandria?

Antes de ir al meollo de la cuestión, quisiera hacer un pequeño disclaimer: no he venido aquí a hacer leña del árbol caído. Aunque en este artículo voy a examinar por qué la peli no me ha convencido y a ratos incluso me ha molestado, el relativo fracaso de taquilla de Aves de Presa no me alegra, ni creo que vaya a traer ninguna consecuencia positiva. Es genial que se hagan películas como esta, en las que el equipo creativo principal es femenino, porque esto solo puede significar abrir más espacio para que entren un montón de mujeres con cosas nuevas que aportar, y eso solo puede redundar en un panorama cinematográfico más rico y variado, mejor para todo el mundo y que dé más oportunidades a voces nuevas. Pero dicho esto, tengo que confesar que Aves de Presa no me pareció muy buena película, y me dejó un sabor de boca un tanto enrarecido.
La cosa pintaba bien: la Harley Quinn que interpretaba Margot Robbie era, por goleada, de las mejores cosas que ofrecía ese artefacto llamado Escuadrón Suicida, que formaba parte del cada vez más estrambótico DCEU. Hago un inciso para declarar que me fascina cada nuevo movimiento que hacen porque, en este sentido, son mucho más imprevisibles que el MCU, y ahora que las pelis en solitario en general están funcionando mejor que las de grupo, da curiosidad ver por dónde seguirán los tiros... ¿Un reboot de Batman? ¿Un reboot de Superman? ¿Ambos reboots se seguirán ambientando en el universo de los personajes que sí han funcionado, como Wonder Woman, Shazam o Aquaman? ¿Es verdad esa teoría de que la peli de Flash va a servir de excusa para hacer ese reboot parcial? Sí, puedes criticarle muchas cosas al DCEU, pero nunca le podrás acusar de ser poco dinámico.

En fin, volviendo a Aves de Presa, como decía, todo era muy prometedor al principio. Margot Robbie es una actriz con un talento y un carisma tremendos, y el papel de Harley le va como un guante (y en esta peli vuelve a demostrarlo). Las imágenes promocionales tenían una pinta fantástica, llenas de colorido y creatividad; en particular me fascinaban esas paletas de colores ácidas y la predominancia del amarillo, el rosa y el azul en algunas de ellas. Se acababa el rollo "oscuro" de Escuadrón Suicida.

No me digas que este cartel no es maravilloso

Pero llega la peli, y resulta que todos esos colorines envolvían un producto bastante más oscuro de lo que parecía: la peli es extremadamente violenta, y lo es de una forma bastante explícita y "sucia". Hay escenas que huesos crujiendo y caras siendo despellejadas que a una parte del público le revolverán en su silla, y a otra directamente le impedirán el paso: la película se gana su calificacón de R en EEUU, para mayores de 16 en España, y personalmente creo que es aquí donde se encuentra uno de los motivos de que no haya tenido mejor taquilla. Con un marketing tan divertido y colorista, que podía atraer a una buena parte del público infantil, es una lástima y parece contradictorio revelar después un contenido tan cafre.

Pero no he venido aquí a hablar de eso, sino del contenido "ideológico" de la peli, y es aquí donde pienso que ha patinado más. La película lleva por bandera el feminismo, desde el momento en que está dirigida, guionizada, protagonizada, y producida por mujeres, y su contenido es, en definitiva, una lucha de mujeres contra hombres. En algún momento, alguien del equipo (¿todo el mundo?) se han creído esa idea tan de VOX y similares de que el feminismo pretender destruir al hombre, el cual es malo por naturaleza, y por tanto, una peli "feminista" debe consistir en dos horas de tías machacando a tíos. TODOS y cada uno de los personajes masculinos de la peli son malvados, corruptos, tontos y/o traidores (si no recuerdo mal, ¿con la posible y única excepción del cocinero que hace los bocatas favoritos de Harley?). Todo empieza muy bien con la decisión de Harley de romper sus ataduras emocionales con el Joker (¡bien por ti! ¿Quién querría en su vida a ese engendro grimoso que encarnó Jared Leto?), pero lamentablemente la peli ipso facto se olvida de las sutilezas y los matices, y mete decididademente a todo el equipo XY en el saco de lo despreciable.

Párrafo aparte merecen los dos malos principales, que nos traen de vuelta a un viejo conocido: ese antiguo y casi olvidado cliché del cual con gusto me habría despedido para siempre, que es el mariquita malvado.  Hoy en día parece mentira, pero hubo un tiempo (¡no hace tanto!) en que, en el mundo de la ficción, uno de los atajos para indicarle al público que un personaje era misógino, antisocial y malvado, era ponerle mucha pluma y sugerir que era gay. Hay tantos ejemplos que podríamos estar mucho rato nombrándolos, pero así a bote pronto, tenemos a Hades de Hércules, Xerxes de 300, Scar de El rey león, Frank-N-Further de The Rocky Horror Picture Show, a Freezer de Dragon Ball... Este viejo cliché hunde sus raíces en el mito de que un hombre, por ser gay, tiene que necesariamente sentir "asco" de las mujeres (porque no valen las medias tintas, y lo contrario de la atracción, por lo visto, tiene que ser la repulsión, en vez de, simplemente, la no-atracción). Por otra arte, alguien que desafía un pilar tan básico de la masculinidad como es la atracción por las mujeres, pero que se comporta de manera femenina, tiene que estar muy mal mentalmente, ¿no? Y eso solo puede significar que es perverso y, por extensión, misántropo. En fin, en resumen, el cliché parte de supuestos obviamente homófobos, y es por eso que era de esperar que según la sociedad fuera avanzando, lo fuésemos desterrando al panteón de las cosas que hoy día da apuro ver, como los viejos anuncios de mujeres fregando suelos mientras el marido lee el periódico.

"¿Yo, malvado? Pero si soy divino..."

En la peli que nos ocupa, Ewan McGregor (¿¡por qué nos haces esto, Ewan!? Con lo que tú has sido) se dedica a hacer gestitos, chilliditos y mohínes junto con su novio pareja en el crimen durante media peli, componiendo a un villano, Roman Sionis, cuyos principales rasgos son su misoginia y su pluma. Odia a Harley por ser mujer, y, suponemos, odia a las mujeres por ser gay. Sí, lamentable. Su compi no sale mejor parado, y ambos retratan algo que si bien nunca se explicita en la peli, esrá bastante claro que es una pareja sentimental. Existe la teoría de que, en el montaje original de la peli, el hecho de que sean pareja era mucho más explícito que después de que se hicieran los reshoots (¿regrabaciones? ¿rodaje adicional? ¿alguien sabe cómo se traduce esa palabra?). Pero dado que los test con público iniciales no arrojaron opiniones favorables, se decidió enmascarar un poco este dato, entre otros retoques. Una pista que avalaría esta teoría es que, según avanza la peli, el personaje de Ewan parece ir teniendo menos pluma, y al parecer en las entrevistas iniciales el actor parecía aludir a la relación entre su personaje y Victor Zsasz de una forma más explícita.

La peli compensa en parte este, en mi opinión, patinazo, con el personaje de Renée Montoya, la cual al principio se explica que es lesbiana y la ex de otra investigadora de la policía. Así como en el caso de Roman Sionis el personaje es bastante plano y su sexualidad parece "definir" su maldad, en el de Montoya el personaje tiene más matices y el hecho de ser lesbiana es tratado como un dato anecdótico más del personaje, que ni la define ni la encasilla en ningún rol determinado.


Y es aquí donde personalmente creo que estaría la clave para hacer un film verdaderamente feminista, y no una fantasía misándrica como esta peli, donde las autoras parecen pensar que tener a un grupo de tipas duras dándoles hostias a un ejército de hombres uniformemente tontos, corruptos y malvados es el punto culminante del feminismo. No se trata de idealizar a ningún sexo ni caricaturizar al otro, sino de analizar las estructuras de poder que funcionan en la sociedad y que impiden que exista la igualdad real, y sobre todo cómo esas estructuras influyen de formas sutiles y no tan sutiles en cada persona dependiendo no solo de su sexo, sino también de sus características personales. Podemos ver alguna pincelada de esto en cómo sus superiores boicotean a Renée Montoya para atribuirse el mérito de sus logros (¿cuántas veces en la historia ha ocurrido esto? ¿conoces el caso de la ex de Einstein, Mileva Maric, la cual tuvo que ocultar sus importantes aportes a la teoría de la relatividad para que únicamente se llevara la fama él?), o en cómo cuando Harley decide cortar con el Joker se viene a bajo toda la protección virtual que tenía frente al resto de malhechores de Gotham. Pero la peli deja todo esto bastante en segundo plano y decide tirar por la vía simplista del "buenos vs. malas" que hemos comentado.

Dadas las cifras que está cosechando, el futuro de la franquicia parece peligrar bastante... Pero, pese a todo, ojalá Margot Robbie obtenga la oportunidad de enfundarse en la colorida ropa de Harley una tercera vez, y pueda ahondar más en la complicada psique de este personaje lleno de potencial, capaz de hacer las mayores burradas mientras sonríe como una loca, y, a medio camino, ponerse seria y hacer un acertado diagnóstico psicológico de los que la rodean. No todos los días las pelis de acción nos sorprenden con alguien tan inusual, y sería una pena que todo se terminara aquí.

lunes, 4 de marzo de 2019

Queridos haters de Capitana Marvel: ¿queréis esperar a ver la p*ta película?




Esta semana se estrena por fin la última película del Universo Cinematográfico Marvel o UCM, y cierto sector del público no se lo está tomando muy bien. Una visita a YouTube te descubrirá varios vídeos analizando por qué la peli tiene toda la pinta de que va a ser "un panfleto feminista". Otros hacen cábalas de cómo va a fracasar. En Rotten Tomatoes la peli tenía un porcentaje de "intención de verla" bajísimo, antes de que la web retirara este absurdo parámetro. El cabreo de estos "fans" parece centrarse en varios puntos, que desgloso y comento a continuación.

La primera polémica surgió con el trailer. Muchos lo consideraron poco impactante, y le veían cara de aburrida y seria a Brie Larson en el papel. Pues oye, sobre esto poco puedo decir, porque finalmente es una cuestión de gustos. A mí mismo no me ha parecido un gran trailer, y es cierto que Larson no transmite mucha intensidad. Además tengo el problema de que las space operas no me gustan nada (las dos entregas de Guardianes de la Galaxia y Thor: Ragnarok han sido mis dos pelis menos favoritas del UCM), y me temo que en esta ocasión los tiros van a ir por ahí. En definitiva a lo que voy es que criticar un trailer me parece legítimo: lo has visto y no te ha gustado, perfecto. Ahora bien, no nos olvidemos de que los trailers engañan, y de muchas maneras: con un montaje que puede dar a entender muchas cosas que luego no son ciertas, con una música que puede ni tan siquiera aparecer en la peli, con unas escenas que asimismo quizás ni salgan en el montaje final... Hay trailers maravillosos de pelis que son pésimas, y a la inversa. Si quieres ver el poder del montaje y la música, te recomiendo que entres en YouTube y veas los trailers recut. Y descubrirás que Mary Poppins puede parecer una peli de terror gótico, Top Gun un romance gay, El resplandor una alegre comedia familiar... Conclusión: espera a ver la peli y no le des demasiada importancia al trailer.

Respecto a la "seriedad" de Larson, la cosa es más espinosa, y una serie de fans tuvo la idea de retocar los carteles para poner a la Capitana sonriendo. Lo irónico del caso es que cuando se enteró de esto, la actriz comentó que este tipo de críticas ya se las esperaban, y al parecer la peli incluye una escena en la que un hombre le pide a Carol Danvers que sonría, una experiencia que las mujeres a menudo viven. Y en esta ocasión, la misma campaña de plantarle una sonrisa en la cara a Danvers es en sí misma un ejemplo perfecto de esto y una muestra del doble rasero con que se la juzga porque... ¿en alguno de los carteles de las otras pelis del MCU ves a algún tío sonreír? ¿Dónde estaba esa gente tan ansiosa de ver sonrisas todos estos años?



Pero luego vino lo chungo de verdad. En una entrega de premios (los Women In Films Crystal + Lucy Awards, los premios con el nombre más largo y complejo de la historia), Brie Larson dijo que sería necesario que el perfil de los críticos de cine fuese más variado. En su propia experiencia en las ruedas de prensa, estos suelen ser varones blancos. Una parte del público reaccionó con furia ante este comentario. ¡Otra vez atacando al varón blanco heterosexual! Este pobre colectivo, tan oprimido y ausente en las anteriores veinte películas del UCM, así como en el resto de pelis, series, libros, cómics y cualquier otra cosa, reclama su huequito en el mundo. ¿Es tanto pedir? MODO IRONÍA OFF.

Ahora me pongo serio. En primer lugar, es obvio que el UCM está copado por hombres blancos heterosexuales, así que francamente, esta actitud de ponerse a la defensiva por la ÚNICA Y PRIMERA peli del UCM después de diez años protagonizada por una mujer es absurda. A nivel más sociológico, el comentario de Brie Larson tiene mucho sentido. Las películas evidentemente pueden (y deben) se disfrutadas por cualquier persona, independientemente de si sus protagonistas son de la misma raza, sexo, orientación y signo del zodíaco que tú. Pero como todo el mundo sabe, hay experiencias vitales que resuenan más intensamente con ciertos colectivos porque las han vivido. Seguramente no es lo mismo que yo vea una película bélica a que lo haga un veterano de guerra que lo ha sufrido en sus carnes. De igual manera, si en una peli se trata el racismo o la homofobia, es más fácil empatizar si por tus circunstancias has vivido esas cosas (y si no las has vivido, una peli, o cualquier obra de ficción bien hecha, es una oportunidad perfecta de ponerte en la piel de otra persona. ¡Pruébalo! ¡No te preocupes, los gays llevamos décadas viendo comedias románticas de parejas heteros y no nos ha pasado nada!). Y es por ello por lo que es importante que entre los críticos de una peli haya variedad, porque en definitiva ellos son los que nos dan a los demás un primer sesgo a la hora de valorar una peli. Si el colectivo que hace esta primera, y en ocasiones crucial,valoración, es homogéneo, cabe la posibilidad de que en sus críticas se pierdan matices que otras personas distintas con otros bagajes distintos sí iban a apreciar. Y por último: Larson no ha pedido que se vete la entrada a nadie, así que menos dramas.

Poco después, Rotten Tomatoes cambió su diseño y retiró el medidor de "intención de ver", y ahí se armó otra buena.  ¡Las feminazis otra vez tratando de censurar a los hombres! Bien, ¿pues sabéis lo que opino? Que ese parámetro era absurdo, y el bajo porcentaje con que contaba la peli era un obvio intento de troleo por parte de la tribu de los Odiadores Unidos. Las ganas que tú o un millón de personas puedan tener de ver una peli es algo completamente irrelevante y no tiene ninguna relación con su calidad. Y si efectivamente quitaron el medidor por eso, me parece perfecto, porque solo le veo utilidad para fomentar ataques malintencionados en masa de este estilo. Al hilo de esto, me gustaría recordar a la gente que Marvel es una empresa, no una ONG, y su intención última es ganar dinero; y para hacer eso uno no intenta sabotear, ofender ni ahuyentar al público, sino ampliarlo. Así que quitaos ya de la cabeza la idea de que esto es un ataque contra los hombres, o que la presencia de un superheroína poderosa os amenaza de alguna manera.


La cosa se ha ido tanto de las manos en esta estúpida campaña de odio, que al actor de Shazam!, Zachary Levy, han empezado también a acosarlo por las redes por haber quitado la razón a los trolls que decían que su personaje era el único que podía llamarse Capitán Marvel, y haberse negado a participar en un estúpido enfrentamiento entre las dos pelis (¿podemos ver ambas y dejarnos de idioteces, por favor?). Resumiendo, en efecto el nombre de su personaje fue originalmente el mismo que el de la Capitana Marvel, y fue creado antes que esta; pero Marvel lo registró legalmente en una época en la que dicho personaje no se estaba publicando y por ello DC lo renombró como Shazam, así que el asunto es puramente de índole legal y no ideológica.

En cuatro días se estrenará por fin la película, y ya podremos juzgar si es buena, mala o regular. Y por supuesto el juicio será independiente del sexo de su protagonista, lo cual espero que sea capaz de hacer cualquier persona con un criterio mayor que el de un niño de diez años gritando en el patio del colegio "¡niños contra niñas!". Hasta entonces, habrá que aguantar unos días más de rabietas chorras.

sábado, 29 de diciembre de 2018

La importancia de sentirte representado




 La entrada de hoy va a ser un poco más personal que de costumbre, pero mi intención es que, partiendo de esa reflexión personal, cualquiera que la lea pueda sacar unas conclusiones más universales. El riesgo de un blog como este (de cualquier medio de comunicación, en realidad) es que termine siendo leído por un grupo de gente "endogámico", de gente con un pensamiento afín. Y en general, y sobre todo en entradas como esta, desearía que también gente con un pensamiento completamente diferente diera un pequeño salto de fe y trataran de ponerse en el lugar de lo que digo. Así que, si eres de los que piensa que introducir diversidad en la ficción, y sobre todo en la infantil, es "inapropiado" o culpa de la "corrección política", o si piensas que los chistes de mariquitas son algo inofensivo que sólo molesta a los "ofendiditos", esta entrada también va dirigida a ti, y te voy a pedir que trates de entenderme antes de ponerme el aspa roja. Vamos allá.

De pequeño, uno puede llegar a sentirse un poco solo. Si tienes suerte, tendrás una familia que te cuidará y te acompañará, y también tendrás un cole al que ir y amiguitos a los que ver. Tu entorno puede tener las mejores intenciones respecto a ti. Pero sin embargo, la infancia es de alguna manera una época de cierta soledad, y es por eso que siempre se dice que es tan vulnerable. Porque los niños tienen un problema básico: su falta de experiencia en todo, y sus insuficientes herramientas para comunicarse. Cuando a un niño le ocurre algo más o menos infrecuente, es muy posible que piense que esto sólo le pasa a él. Puede ser incluso que piense que es culpa suya. A lo mejor piensa que vino mal de fábrica, y pocas cosas hay más dañinas que este tipo de ideas.

A mí desde pequeño me gustaban los cómics. Empecé, como tanta gente, con los tebeos de Zipi y Zape o Mortadelo y Filemón. Aquellas historias eran en general bastante infantiles y evitaban cualquier tema adulto como la sexualidad... pero de vez en cuando resquicios del mundo real se colaban por entre las páginas. Por ejemplo, recuerdo claramente un personaje secundario que aparecía en Mortadelo y Filemón, un tipo musculoso con el que el profesor Bacterio experimentaba. El giro de guión era que pese a ser musculoso era débil, y, sobre todo, tenía muchísima pluma. Al descubrirlo, los dos agentes se carcajeaban de él, haciendo claramente de avatares de los lectores (hablando en plata: tú también te tenías que reir, porque ¡resultaba que el fortachón era mariquita!). Recuerdo que se llamaba "Margarito", por si el chiste no era lo bastante obvio, y Google me informa de que su apellido era "Mariposillo", vamos, que Ibáñez no escatimó en señales. Algunos ya estarán empezando a indignarse al leerme, y dirán "¡es que eran otros tiempos!". Sí, lo eran, pero también eran los tiempos en los que yo tenía ocho, nueve o diez años, y esta una de las mil maneras en que el mundo me empezaba a decir que si yo resultaba ser mariquita, lo que me esperaba era un destino chungo; quizá en el mejor de los casos ser el blanco de las risas, como Margarito.



La otra manera eran los chistes de mariquitas que contaban mis primos o veía por la tele, en los que siempre, siempre, siempre, el mariquita en cuestión hace un papel de ridículo, tonto o ambas cosas a la vez. O quizás esas pelis en las que salía un secundario mariquita ridículo (lamento la repetición el adjetivo, pero es que esa característica era la definitoria) como para que a su lado pudiera destacar la virilidad del héroe. Espero que quien lea esto entienda que estoy usando la palabra "mariquita" porque me estoy poniendo en la piel de las personas que creaban este tipo de chistes e historias, y si algo está claro es que en sus cabezas esos personajes no eran "homosexuales" ni muchísimos menos "gays", sino mariquitas. Como mariquitas eran también los hombres que estaban en el bar La ostra azul, de las pelis de Loca academia de policía, y que a la primera de cambio trataban de bailar con los protagonistas cuando entraban al bar por accidente. El mensaje claro era esa idea aún viva en la mente de determinados hombres heterosexuales de que los gays solo piensan en violar a todo aquel que se les ponga delante, porque obviamente "bailar" era una forma de representar otros verbos acabados en "ar". Mariquita era aquel peluquero de la peli La roca que se ponía a hablar de tratamientos para el cabello mientras los machos de la peli hablaban de cosas serias, y luego le suplicaba en un ascensor a Sean Connery, tan estoico y viril él, que le dejara vivir. En fin, "mariquitas" de los que reírse había unos cuantos.

 Todas estas cosas se me quedaban grabadas porque yo por dentro empezaba a sospechar (a temerme, más bien) mi realidad, y estos personajes patéticos y ridiculizados eran mis únicos "referentes". Si los únicos espejos en los que puedes mirarte son así de chungos, ¿qué esperas que sienta un niño que aún no sabe casi nada de la vida? El mundo, simplemente, no paraba de repetirme que ser homosexual era lo peor que podías ser, una cosa indigna cuyo destino es como mucho servir de payaso, o de vara de medir para que los machotes puedan validar su virilidad.

Con el paso de los años, según iba entrando en la adolescencia, empecé a desear encontrar un tipo de identificación distinta en esas historias que consumía. Con la edad empiezan a entrarte inquietudes sexuales y románticas, y de nuevo las obras de ficción son una de las principales fuentes donde uno trata de encontrar referentes. Quieres leer un libro o un cómic, o ver una película, donde a los personajes les pase lo mismo que a ti. Todos podemos empatizar con una peli romántica con personajes de cualquier tipo, porque en definitiva el amor es el amor, pero las particularidades de ese amor cambian cuando cambian las características de los interesados, como por ejemplo su orientación sexual o su raza. Quizá algunos se molesten leyendo esto, y digan "¡Es pensando de esa manera como creáis un gueto! ¡Las personas somos todas iguales!". Y yo digo, muy bien, lo somos, pero nuestras circunstancias no lo son. ¿Sabe una pareja heterosexual lo que es arriesgar su integridad física cuando se besa o se coge de la mano en un lugar público? ¿En algún país del mundo se ven obligados a coger camas de hotel separadas y fingir que son amigos? ¿Alguna vez ha estado prohibido el matrimonio entre un chico y una chica blancos? ¿Alguna vez, al ver a una chica y un chico blancos besándose en un coche, la policía ha supuesto que ella era prostituta? (Como curiosidad, mientras buscaba información para esta entrada, he encontrado páginas y páginas de noticias en las que a personas negras les ocurrían cosas absurdas porque alguien sospechaba de ellos automáticamente, sin haber hecho nada).

Y es por esta diferencia de circunstancias, y por un puro de deseo de no sentirte como un perro verde (o invisible), que uno deseaba verse alguna vez reflejado en esas obras de ficción. Una y otra vez, al ver a ese personaje que parecía "muy amigo" de otro, me ilusionaba pensando que quizás esta vez iba a ser que sí, que no se iba a quedar todo en una insinuación y efectivamente los dos iban a tener una relación romántica. En este sentido recuerdo muy claramente lo que ocurrió en el cómic de Marvel X-Force durante los 90 con el personaje de Estrella Rota. Su guionista por aquel entonces, Jeph Loeb, comenzó a introducir insinuaciones de que Estrella Rota estaba enamorado de su amigo Ríctor. Todo empezó de manera muy sutil: Estrella Rota acudía al rescate de un chico que estaba recibiendo una paliza a manos de una pandilla, a la salida de un bar. En ningún momento se pronunciaba la palabra "maricón", pero se daban suficientes pistas como para imaginar lo que ocurría, y la escena evidentemente no era gratuita. Durante los siguientes números Loeb continuó dejando indirectas más o menos claras... hasta que el cómic cambió de guionista y toda esta subtrama fue abandonada. (Años después, el guionista Peter David volvió a coger el toro por los cuernos y ¡por fin! permitió que la relación de Estrella y Ríctor tuviese lugar. La lástima es que ya me pilló en la treintena, y aunque me alegró mucho y mi yo adolescente se sintió reivindicado, para entonces no lo necesitaba tanto como cuando tenía 16...).




Y termino ya. Ojalá esta entrada haya hecho reflexionar a alguien, aunque solo sea una persona, y por un momento haya podido ponerse en mi piel y en la de tantas otras personas que han vivido lo mismo. Como nota positiva, el panorama ha cambiado y está cambiando muchísimo, y sin duda los niños de hoy tienen la suerte de contar con un montón de productos audiovisuales donde los personajes LGBT empiezan a ser mucho más visibles, y sobre todo representados de maneras positivas. Como muestra, termino la entrada con este bonito vídeo procedente de la serie Steven Universe (¡gracias a Valle san por hacerme saber de ella!).

martes, 27 de noviembre de 2018

Dumbledore y Grindelwald: un romance en la sombra



Durante los últimos años, J.K. Rowling, la autora de la saga Harry Potter, se ha ido encontrando cada vez con más frecuencia envuelta en controversias sobre el contenido de su obra más famosa. El mundo ha cambiado muchísimo en la última década, y como suele suceder, la nueva lupa con la que observamos las obras del pasado revela detalles y perspectivas nuevos, que no siempre dejan a los clásicos bien parados. En general se la ha acusado de falta de diversidad, por la escasez de alumnos no caucásicos en Hogwarts, que siendo un colegio situado en la Inglaterra de los años 90, parece de sentido común que debiera albergar más variedad de razas (o quizás personajes de otras razas en roles más centrales). Curiosamente esto pudo haber ocurrido con el personaje de Dean Thomas, que en los primeros esbozos de la saga iba a jugar un papel mucho más importante que el que finalmente le tocó, pero la autora descartó la idea. Cuántos quebraderos de cabeza se hubiese ahorrado quizá, de haberlo hecho...

El otro ojo del huracán de las polémicas lo encontramos en el tema de la homosexualidad de Albus Dumbledore y su relación sentimental con Grindelwald, el mago populista de oscuras intenciones que causó numerosas muertes hasta su derrota a manos del propio Albus. La revelación de que Dumbledore era gay fue muy sonada, y provocó un intenso debate en su momento. Por un lado, estaban los que ya habían notado cierto subtexto amoroso en la descripción que Dumbledore hacía de Gellert. Esto, unido al aparente celibato de Albus en la actualidad y a un no-sé-qué que los más perceptivos ya notaron en los libros a través de la voz literaria y la caracterización de Dumbledore. (Porque si hay un aspecto sobre todo en el que J.K. Rowling brilla como escritora, y esto es opinión personal, es en su portentosa capacidad de crear personajes vívidos y dotados de voz propia, más allá de su rica imaginación. Siempre digo que en Harry Potter prácticamente puedes saber quién habla sólo con leer los diálogos, sin necesidad de ningún "Snape dijo"). Para toda esa gente, el anuncio de Rowling no hizo sino confirmar su pálpito.



Otro grupo sin embargo afirmó que este tipo de anuncios era "innecesario", porque esto era una saga infantil y no había necesidad de tratar temas "adultos", como la homosexualidad. Porque, como ya sabemos (me pongo en modo irónico), la homosexualidad es un tema "adulto", y se debe ocultar a los niños, no sea que se hagan ideas raras. Porque también sabemos (sigo en modo irónico) que hablar de homosexualidad equivale a hablar explícitamente de sexo. ¿Verdad?

Pues no, obviamente. En primer lugar en las obras infantiles se está hablando de sexualidad constantemente, y desde siempre. Lo que pasa es que, en concreto, se se está hablando de heterosexualidad. A Blancanieves la despierta el beso de un príncipe: sexualidad. A la Bella durmiente, ídem: sexualidad. La sirenita desea tener piernas para estar con el príncipe: sexualidad. Incluso la aparentemente inocente Caperucita Roja es una clara metáfora de los riesgos que corren las niñas de ser violadas si se salen del camino con su cestita de miel. Los cuentos infantiles rebosan sexualidad heterosexual, y hasta en Peppa Pig la protagonista tiene a su papá y a su mamá, los cuales obviamente tienen una relación amorosa sin que esto suponga problemas para nadie. Ni nadie piense que se está aludiendo al sexo, aunque todos sabemos que Mamá y Papá se han tenido que acostar varias veces, porque si no, ¿de dónde salieron Peppa y su hermano?

De Cenicienta y su príncipe no, desde luego

Sin embargo, cuando se trata de homosexualidad, mucha gente piensa que el mero hecho de explicitar que un personaje es gay es inapropiado para niños, y que al hablar de homosexualidad también se está hablando de sexo. El doble rasero es evidente, y es algo sobre lo que creo que merece la pena reflexionar y pensar a qué se debe. Por no decir que la representación de las orientaciones no heterosexuales en la ficción es algo muy necesario para los niños, que a esas edades pueden llegar a sentirse muy solos cuando creen que lo que les pasa sólo les pasa a ellos... pero de eso hablaré otro día.

Total, que Rowling sacó a Dumbledore del armario, y cual mago que grita alohomora, abrió la caja de Pandora. Surgió también una crítica que tenía más sentido que aquello de que era un tema para adultos: estaba genial eso de saber que un personaje bueno y poderoso como el director de Hogwarts era gay, pero J.K.: ¿no podías haberlo incluido en los libros de una manera directa? ¿Quizás una escena de Albus y Gellert besándose en el pensadero? La lástima es que la saga ya estaba concluida, así que ya no se podía hacer nada. El texto era el que era.

Hete aquí que surge la idea de hacer las precuelas centradas en la figura de Newt Scamander, y su papel en el conflicto del mundo mago que enfrentó a Dumbledore con su ex, Grindelwald. Y aquí, me puedo imaginar cómo los directivos de Warner Bros. y la propia J.K. Rowling se llevaron las manos a la cabeza al darse cuenta de la patata caliente que les caía en las manos: ahora sí podían mostrar de forma textual la naturaleza de la relación entre ambos personajes, y para más inri, dicha relación es un aspecto fundamental de todo el conflicto. Si Dumbledore no hubiese estado enamorado de Grindelwald, sus sentimientos no le hubiesen obstaculizado a la hora de frenar su descenso a la maldad. Así que, ¿qué hacemos? ¿Nos tiramos al agua de lleno? ¿Quizás podemos contentar a los fans que pedían que nos dejáramos de indirectas y a la vez a los fans que creen que esto es un tema "demasiado adulto"? Algo así debieron preguntarse.

"Pues lo tenéis chungo, ¿eh?"
La respuesta la tenemos por fin en esta segunda película de la pentalogía, donde se profundiza bastante más en la figura de Gellert Grindelwald, una especie de político populista de vastísimas habilidades mágicas, que suma adeptos mostrando una cara amable y apelando a los deseos de libertad de muchos de sus congéneres magos, mientras en secreto desprecia a los muggles y oculta su megalomanía. El Gellert que nos muestra la peli ya es un hombre hecho y derecho, y su relación con Albus queda en el pasado. La cuestión es que las fuerzas políticas, ante el temor de que Grindelwald provoque un derramamiento de sangre, solicitan a Dumbledore, el único mago que rivaliza con él en cuanto a poderes, que se enfrente a él. Pero no puede. ¿Por qué?

Y llegamos al meollo. En la primera escena donde se trata este tema, aparece en el espejo de Oesed, que muestra tu más profundo deseo, que el mayor anhelo de Dumbledore es Grindelwald. Jude Law hace una matizada interpretación, y la cara de sentimientos encontrados que pone es muy significativa. Se hace el silencio, y el empleado del gobierno se marcha exasperado. Sí, el mensaje está clarísimo: no puede matarlo porque le quiere. Pero nadie ha dicho ni una palabra.

En la segunda escena relevante, descubrimos que Albus y Gellert, de jóvenes, sellaron un pacto mágico de sangre, y este al parecer les impide enfrentarse. ¿Entonces el motivo de la reticencia de Dumbledore de derrotar a este asesino es de naturaleza mágica y no sentimental?



Mi opinión es que este pacto, y la joya de metal que lo contiene, es una clarísima metáfora del amor que ambos magos sentían el uno por el otro. Y este ha sido el recurso empleado por J.K Rowling para que la película se pueda ver en Rusia y China contente a todos los bandos. Debo reconocer que me parece muy inteligente por su parte. Si tienes dos dedos de frente, entenderás perfectamente que los personajes interpretados por Johnny Depp y Jude Law tuvieron una relación sentimental; y si quieres mantener tu cabeza metida bajo la tierra y seguir pensando que los niños no deben saber que existe la homosexualidad, probablemente te alegres de ver que aquí nadie se besa ni se dice te quiero, y posiblemente a los más pequeños el trasfondo de estas escenas les pase muy por encima de sus cabecitas. Si es que hay algún nene tan pequeño viendo esta peli tan siniestra, dicho sea de paso.

Personalmente pienso que es una lástima. Esta era la oportunidad de oro para que J.K. Rowling se reafirmara en su compromiso y pusiera por fin en el texto de manera explícita sus intenciones. Muchos fans se lo habríamos agradecido muchísimo, y pienso que gran parte de la sociedad ya está preparada para que estos temas se traten abiertamente en el cine infantil. No puedo evitar pensar que gran parte de la culpa la tiene el que la franquicia de los magos se ha convertido en un monstruo empresarial de implicaciones económicas masivas, y ya sabemos que cuando se trata de grandes estudios, grandes franquicias y grandes fajos de dólares, la consigna es jugar seguro y hacer un producto que no moleste a nadie.

Estamos en la segunda peli y quedan tres. ¿Es posible que en las siguientes el guión abandonde por fn las metáforas y el subtexto y entre por fin en el terreno de la explicitud? ¿Que esto sea solo una preparación del terreno? Me temo que voy a ser pesimista, y que el plano de Albus y Gellert juntando sus manos y mezclando dos gotas de sangre es lo más concreto que vamos a ver sobre su relación. Esperaremos a ver qué pasa.

jueves, 5 de julio de 2018

¿Quién debería hacer los papeles de transexual en el cine?



Estos días la actriz Scarlett Johansson provocaba la polémica al anunciarse que había sido elegida para hacer el papel de Dante Gill, un hombre transexual, en la futura película Rub & Tug. Numerosos miembros de la comunidad transexual se han quejado de que este papel se lo quede ella, una mujer cisgénero (a todas estas carente del menor parecido con la persona real, pero no es nada raro en Hollywood). Esta polémica no le pilla exactamente de nuevas, porque ya hace unos años tuvo que enfrentarse a críticas similares cuando interpretó a la Teniente Kusanagi, una cíborg japonesa, en Ghost In The Shell. ¿Qué hacía una mujer caucásica haciendo el papel de una japonesa? En aquella ocasión el asunto de ser básicamente un robot le vino como anillo al dedo, ya que tenía la excusa perfecta para justificar su apariencia... Más incongruente si cabe teniendo en cuenta que la peli estaba ambientada en Japón, y parece de lógica que los creadores de la cíborg harían un cuerpo parecido a lo que abunda en su país es decir, una mujer asiática. (Como efectivamente hacen ya: busca en Google imágenes "robot japonesa"). El caso es que la respuesta de Scarlett Johansson fue bastante desafortunada: que les preguntaran a los representantes de Jeffrey Tambor, Jared Leto y Felicity Huffman (todos ellos actores cis que han interpretado a personajes transexuales).

No hace mucho el actor Paco León se veía en una polémica similar en el mundo hispanohablante, cuando la saltó la noticia de que haría el papel de transexual en la serie para Netflix La casa de las flores. Igual que ha ocurrido esta vez, en esa ocasión las secciones de comentarios de gran parte de los medios, incluso de algunos en teoría dirigido a un sector más progresista, se llenaron de variantes del mismo comentario. Básicamente: Si los actores interpretan papeles de cosas que no son realmente, ¿por qué una persona cisgénero no puede interpretar a una transexual? Esta pregunta, según el grado de conservadurismo y hasta diría rencor del comentarista, puede ir acompañada de un comentario desdeñoso sobre cómo ahora las minorías se quejan por todo, y de que si no habíamos quedado en que todos éramos iguales y merecíamos los mismos derechos, y que siendo así por qué tenían que acaparar los transexuales estos papeles. Algunos incluso añaden de coña si también se van a ofender los elfos y los xenomorfos de Alien porque sus papeles los interpreten humanos, u ordenadores. A este último comentario ni voy a responder porque... en fin, no hay mucho que explicar, ¿no?


El representante del sindicato de actores aliens expresó su malestar por la situación

Pero lo otro merece una reflexión, la cual se han encargado de hacer ya algunas de las escasas actrices transexuales de perfil ligeramente alto que trabajan a día de hoy en la industria. Bien: imagina por un momento que eres transexual, y tu carrera es la de actor. Haces papeles en pequeñas producciones de teatro. A veces te llaman los productores de alguna serie policíaca para que hagas de prostituta transexual que aparece muerta al poco rato. Cuando se hace un casting para una comedia romántica comercial, seguramente ni se te ocurre presentarte (porque que te llamen o te envíen el guión directamente no va a ocurrir nunca). Porque, ¿qué ocurriría si te presentaras al casting? Ningún director pondría estas palabras por escrito ni las reproduciría con un micrófono cerca, pero evidentemente te descartarían de inmediato, porque lo que querrían es... elegir a una mujer cisgénero, solo que no usarían ni pensarían en esta palabra. En definitiva: de los personajes cisgénero olvídate, porque a ti no te van a coger.

Ah, pero entonces sale el casting para interpretar a la transexual Lili Elbe, de La chica danesa. Pero finalmente cogen al actor cis Eddie Redmayne. Y también el cásting para Transamerica, preciosa peli de 2005 sobre una mujer transexual que ejerce de figura materna para un chico, pero al final cogen a la mujer cis Felicity Huffman. O quizás hay un papel de transexual en Dallas Buyers Club, pero al final eligen para él al actor cis Jared Leto. ¡Mira! Van a hacer una serie sobre un transexual que es padre de familia, Transparent! Qué oportunidad tan buena para lograr un papel de primera línea en una producción de calidad, ¿eh? Pero no: al final cogen a Jeffrey Tambor, un hombre cis.

¿Observas una pauta?

La actriz Daniela Vega en Una mujer fantástica, una de las escasas excepciones a la regla
Como guinda del pastel, todos estos actores recibieron premios y alabanzas por sus respectivas pelis y series. Y tú, actor o actriz transexual, cómo te quedas? Pues te quedas sin papel, porque cuando los papeles son de personaje cisgénero a ti te descartan, y cuando son de personaje transexual, también te descartan y además te dicen que no seas intolerante, que los actores son intérpretes y por tanto todos pueden hacer de todo. Así que tampoco te cogen, y cogen a Scarlett Johansson, a Jared Leto o a quien sea. Y pobre de ti como te quejes. Pero, ¿quién estaba ahí para decir la famosa frasecita de que los actores pueden hacer cualquier cosas cuando te descartaban a ti por tu circunstancia? No sé tú, pero yo estaría un poco cabreado.

Y más me cabrearía cuando viera que los actores cis, haciendo estos papeles, consiguen nominaciones, premios y aplausos, y encendidas alabanzas sobre lo mucho que están ayudando a la comunidad transexual. Porque un papel de transexual es una perita en dulce para todo actor que desee dar el do de pecho e hincharse a ganar premios. Y ahí estás tú, parte de dicha comunidad a la que están "ayudando", metido/ a en casa sin trabajar y consiguiendo papeles únicamente de pascuas a ramos, porque los papeles que tú mejor que nadie entenderías y que hablan de tu historia se los quedan esos actores. Pues sí, mira, es un poco para cabrearse, y que encima te saquen la carta de la "igualdad" para callarte es para encenderse más aún.

Scarlett Johansson me parece una fantástica actriz, y probablemente haga un gran papel. Los otros ejemplos que nombro en la entrada fueron también grandes interpretaciones (bueno, de Transparent no puedo opinar porque no la vi, pero se decían cosas buenas de ella); y estoy seguro de que en todos los casos los actores involucrados tenían las mejores intenciones respecto al colectivo transexual. Es más, seguro que con esas películas y series han puesto su granito de arena para luchar por los derechos de la comunidad transexual. Pero dicho esto, si de verdad les importan, ¿no deberían ponerse un poco más en su piel y pensar en cómo se sienten al ver que nunca son ellos quienes pueden contar su propia historia? Y tú, ¿cómo te sentirías si unos productores japoneses rodaran una peli sobre la guerra civil protagonizada por actores japoneses tratando de imitar acento castizo?

Termino la entrada con este enlace donde se pueden leer directamente las palabras de dos actrices transexuales al respecto, Jamie Clayton, Nomi de Sense8, y Trace Lysette, de Transparent, en Twitter.

martes, 12 de junio de 2018

Jurassic World: El reino caído, la maternidad y la masculinidad


Cuando hace un par de años salí del cine tras ver Jurassic World, estaba indignado. Aquí podéis leer la versión larga de lo que me pareció esa película, pero en resumen el problema es que su mensaje de fondo respecto al personaje de Claire (Bryce Dallas Howard) era extremadamente retrógrado: venía a decir que toda mujer tiene que desear ser madre, y si no lo hace es una frígida que debe ser curada por un macho alfa. Y efectivamente, cuando acababa la película, Claire había asumido finalmente un rol maternal respecto a sus sobrinos, y había abandonado su rol de ejecutiva inhumana para abrazar su lado más aventurero y sensual junto al machote de Owen ("¿Quieres consultarlo aquí o en mi bungalow?").

Así pues, ¿qué nos encontramos en esta segunda parte? ¿Seguimos en las mismas o hemos avanzado? Pues debo decir que, si bien en esta ocasión dirige J. Bayona y no sentí indignación cuando llegaron los créditos, el guión sigue siendo obra de Colin Trevorrow, y esto se nota porque el trasfondo temático de la peli continúa regando la semilla que la anterior peli plantó. Me explico.

Al comenzar Jurassic World: El mundo caído, Claire es una persona muy diferente. Sigue siendo una mujer poderosa, pero ya no habita ese mundo corporativo que la hacía tan antipática en la primera parte; y ahora dirige una especie de ONG dedicada a defender los derechos de los dinosaurios (lo sé, la idea es un tanto ridícula por inverosímil, pero la peli dentro de lo que cabe la defiende lo mejor que puede). Ahora es simpática, ya no lleva tacones y tampoco mira a la gente por encima del hombro. Punto para Claire. Durante el primer acto de la película Claire se reencuentra con Owen, y tienen una conversación bastante divertida sobre quién dejó a quién; y de nuevo tengo que concederle a Trevorrow que esta vez la cosa es bastante ecuánime y no se intenta hacer quedar mal al personaje de Bryce Dallas Howard para que el público tome partido por Owen, como se hacía claramente en la primera parte. En las siguientes escenas nos siguen presentando a nuevos personajes, y resulta que uno de ellos es Maisie, una niña huérfana de madre. Ups.

Y así, según avanza la película, todo conduce inexorablemente a ese final que ya nos podemos oler en cuanto conocemos a la niña. Su padre resulta a) no ser su padre y b) ser malvado, y dos dos figuras familiares más importantes pronto son eliminadas de la ecuación. Un poco más tarde, nos enteramos de que la niña es en realidad un clon de su madre; y en otra escena bastante desconectada del resto de la película, el doctor Wu echa en cara al falso padre de Maisie que su nueva y más mortífera creación, el Indosaurus, necesita a una madre, por causas totalmente cogidas por los pelos y que nunca más son desarrolladas a lo largo de la película. Es evidente por qué: en realidad el guión no está hablando del Indosaurus, sino de la pequeña Maisie, la otra obra de ingeniería genética sin madre de la peli. ¿Y qué personaje tiene como trama central el cuidar (es decir: hacer de madre) de todos esos dinosaurios creados artificialmente que los demás quieren matar o explotar?

"Lo de firmar los papeles de adopción lo dejamos para otro día que no no persigan dinosaurios, ¿vale?"
Evidentemente los caminos de Claire y Owen no tardan en cruzarse con el de Maisie, y de inmediato  se convierten en sus padres adoptivos de facto. Y así, la película continúa la subtrama de Claire y la maternidad como único destino apropiado para una mujer. Si en la primera parte Claire debía desprenderse de su coraza de hielo y aprender a querer a sus sobrinos, en esta parte ya ha madurado y por fin está lista para el siguiente paso: adoptar a su primera hija. En esta ocasión al menos el mensaje está transmitido con mayor sutileza y sin humillar al personaje, y probablemente por ello no me produjo la misma indignación que Jurassic World.

La película presenta otra subtrama que vale la pena analizar desde la perspectiva de los roles de género, y aquí en cambio no es nada sutil. Entre los compañeros de la ONG de Claire está Franklin (interpretado por Justice Smith), que hace el rol de experto en ordenadores del grupo. Franklin es la antítesis de Owen, si bien de manera distinta a como también lo era Claire en la primera parte. Donde Owen, que representa en esta saga al ideal de hombre ("yo soy el macho alfa, chaval", decía en la primera parte), es valiente, resolutivo, pragmático y en definitiva viril, Franklin es miedoso, delicado, intelectual y claramente femenino. Tanto que incluso usa crema antimosquitos, que es la primera forma del guión de decirnos "mira, ¿ves qué mariquita es?" Por si no queda claro, la peli lo subraya más incluyendo una escena humorística en la que la gracia está en que Franklin da un grito agudo de chica al ver a un dinosaurio. Y para terminar de mandar el mensaje, tenemos unas cuantas escenas en las que Owen debe salvarle de diversos peligros. En resumen, Franklin es la damisela en apuros de la peli. Y como ya puedes imaginar, su subtrama básicamente consiste en aprender a ser un poco "más hombre" (de manera paralela a como Claire debía aprender a ser "más mujer"); dejar un poco de lado el uso de su intelecto, lo cual queda reflejado simbólicamente cuando pierde las gafas en el agua, y aprender a usar su cuerpo para salvar a su compañera, incluso usando la pistola de dardos tranquilizantes (pocas cosas más viriles en el mundo de la ficción que usar una pistola). En las películas de acción, ser muy intelectual, frente a ser un tipo de acción, es algo bastante mal visto, así que si bien la subtrama de Franklin me parece machista, también debo reconocer que al menos la película también le muestra siendo útil a los demás personajes en su papel de experto en informática.

Tú también pondrías esta cara si te persiguiera un dinosaurio

En definitiva, si bien la peli ha logrado no ser tan machista y retrógrada como su predecesora, si la miramos un poco más de cerca vemos que continúa lanzando mensajes bastante conservadores en lo que a los roles de género se refiere. Solo queda esperar a ver qué nos traen en la tercera parte, y ver si con suerte las cosas siguen yendo a mejor. Y una última cosa: por favor, señor Trevorrow, a ver si nos curramos más el guión para justificar que los dinosaurios escapen de sus jaulas. Que ya todos sabemos que al final lo van a hacer, pero es que a ratos los personajes parecen tontitos...

viernes, 23 de marzo de 2018

Black Panther (2018) y El Rey León (1994): 24 años y seguimos sin reinas

 Recientemente, al salir de ver la nueva peli de Marvel, Black Panther, comentaba con una amiga la gran diferencia en la representación femenina con respecto a otras películas de de su universo cinematográfico, donde como mucho siempre había una chica o dos en un elenco de muchos, muchos hombres (y por falta de fuentes no es, porque si hay hay algo que los cómics tienen para dar y regalar son mujeres heroínas). En Black Panther, sin embargo, la presencia femenina era abundante, y por esta vez la peli conseguía incluso aprobar el test de Bechdel. Además el papel de las mujeres no es algo anecdótico tipo "novia/madre de", sino con gran peso en la trama, teniendo en cuenta que la guardia real, las Dora Milaje, son un ejército compuesto por mujeres, y que la principal ingeniera de la tecnificada sociedad de Wakanda es Shuri, la hermana de T'Challa.


Sin embargo mi amiga observó un detalle que se me había pasado por alto y que me hizo matizar un poco el grado de progresismo de la película: "Sí, hay muchas mujeres y todas hacen cosas, pero al final es lo de siempre: se muere el rey y a nadie se le pasa por la cabeza que su esposa, la reina, podría seguir reinando. Y cuando hay un combate para decidir el siguiente gobernante, no se presenta ninguna de esas mujeres guerreras", dijo. Ups. Pues es cierto. Pese a la abundante presencia femenina en la historia y el peso que tienen en esta, la realidad es que al nivel más profundo siguen siendo los hombres los que marcan el transcurso de la historia, y finalmente todas esas mujeres no dejan de ser sus comparsas. Fuertes e inteligentes, pero comparsas en definitiva. Y es que el rayo de esperanza para que acaben ganando los buenos llega cuando se descubre que Black Panther en realidad no había muerto, y puede volver a tomar la Hierba en Forma de Corazón que le otorga superfuerza y demás (de nuevo, obsérvese que de manera significativa durante la película sólo se ve a hombres tomando esta hierba). En fin, que está muy claro. Es un hombre el que tiene que ser el rey y salvar a los demás, y las mujeres pueden ayudarle.

Todos estos detalles me hicieron recordar una película de 1994 que emplea tramas y temas similares, y que en definitiva cae en lo mismo: El Rey León, de Disney.

Y tanto que era un "ciclo sin fin", que veinticinco años después seguimos igual.
Con la diferencia de que en aquella la diferencia de trato del personaje de Simba y el de Nala era aún más obvia y estaba más subrayada todavía. Desde que era un cachorro Simba ya sabía que antes o después él iba a ser el rey, como se encargaba de recordar a todo el mundo en la famosa canción. Lo curioso es que la película incluía dos escenas de peleas entre Simba y Nala, su futura esposa, una cuando eran pequeños y otra cuando eran adultos, y en ambas ocasiones era Nala quien ganaba. Es decir: los guionistas estaban estableciendo hasta en dos ocasiones que Nala peleaba mejor que Simba. En un buen guión nada es gratuito, nada ocurre porque sí, sino que cada cosa que se dice y ocurre significa algo. Sin embargo, en una peli con un guión tan bien construido como El Rey León, sorprende que finalmente este detalle no tenía ninguna relevancia en el final. Una vez Simba había huido al exilio, el último papel de Nala era ir en su busca y convencerle de que su pueblo le necesitaba. Seguía siendo algo coherente con la psicología de Nala, de la que se nos había mostrado que era valiente y decidida, frente a Simba, más inmaduro y con tendencia a eludir las responsabilidades. A nivel temático era coherente: Simba por fin se hacía adulto y asumía su obligación, volviendo al reino y enfrentándose a Scar. Pero argumentalmente, la pregunta del millón era: Si Nala, como la propia peli había mostrado, era mejor guerrera que Simba, ¿por qué no luchó ella misma contra Scar?

Porque Simba tiene algo que ella no tiene. No me refiero a la melena.
 A lo largo del vasto mar de Internet encontrarás a más gente que se hace esta pregunta, y buscan complejas explicaciones que racionalicen esta decisión de los guionistas (eso los que no se tapan las orejas y gritan "es sólo una peli"); porque no olvidemos que toda ficción sale de la cabeza de alguien. La respuesta en mi opinión está muy claro que no está en el propio guión, sino en el mundo que nos rodea; ese mismo mundo por el que las monarquías se heredan de padres (varones) a hijos (varones) y las hijas, o las mujeres en general, sólo son candidatas si no hay ninguna opción más de cromosoma XY por delante de ellas.

Hacemos fast forward a 2018 con Black Panther y seguimos básicamente en el miso punto, aunque ahora tengamos a muchas Nalas rodeando al Simba de esta ocasión. La historia ha ido transformando y ampliando el rol que las mujeres pueden ocupar, en la ficción y en la realidad, pero el hecho es que a nivel profundo, aquí el que corta el bacalao sigue siendo el hombre. 

miércoles, 24 de enero de 2018

La bella y el gracioso



Un año más, a la hora de ver las campanadas desde la Puerta del Sol, gran parte de los españoles eligieron Antena 3, expectantes por ver el revelador modelo que Cristina Pedroche se ponía esta vez. ¿He venido aquí a hablar de que es sexista que ella siempre se ponga trajes que la dejan casi desnuda? No, o no exactamente. El tema es más complicado de lo que parece y me gustaría hacer más una reflexión sociológica que personal y centrada en ella.

Cristina Pedroche tiene todo el derecho del mundo de ponerse la ropa que desee cuando desee. Ser feminista no va necesariamente unido a esconder tu cuerpo, y a la inversa, llevar poca ropa, o ninguna, no me parece intrínsecamente degradante. Al final siempre estamos hablando de si la mujer es más o menos libre por ir casi totalmente tapada, o por ir casi desnuda, y parece que haga lo que haga todo es motivo de escrutinio. Pero el problema lo veo cuando alejamos un poco la cámara del caso anecdótico de Pedroche, y observamos el panorama global.

Y el panorama global es que el modelo de pareja de presentadores que representaban Pedroche y Chicote está muy extendido, y lleva años estándolo. A saber: presentadora guapa, con más o menos gracia, y presentador normal y corriente. Puntos extra si él ejerce el rol del gracioso, incorrecto, irreverente o patoso, y ella es la voz de la razón que reconduce las cosas cuando al otro se le va mucho la pinza.

Un programa fantástico y dos presentadores excelentes, pero que caen de lleno en este modelo.
A lo largo de este artículo pondré fotos y citaré ejemplos de muchas presentadoras que entran en este modelo, y puede parecer que estoy cayendo en el mismo prejuicio: que las estoy juzgando solo por su físico, y que no estoy valorando la inteligencia, la simpatía o la gracia que todas estas presentadoras tienen. Pero es que no estoy diciendo que estas mujeres sean un mero florero sin nada que decir; el problema es que me parece obvio que para llegar a donde están su belleza física ha sido condición sine qua non, mientras que en el caso de sus compañeros masculinos sólo ha bastado con sus cualidades personales como comunicador. Y por supuesto cualquiera es libre de encontrar atractivos a Ramón García, Chicote, Matías Prats y tantos otros, pero tampoco vamos a engañarnos y fingir que no se sabe quiénes entran en el canon de grandes bellezas y quiénes no.


El listón, está claro, no es el mismo para ambos sexos. La belleza física es evidente que va muy unida a la edad, y parece claro que si bien muchos de estos presentadores siguen consiguiendo trabajo con el paso de los años y la aparición de canas, arrugas y demás marcas del paso del tiempo, la edad máxima de sus compañeras parece tener un tope, algo así como lo que ocurre con las parejas de cine, donde año tras año vemos a Jennifer Lawrence o a Scarlett Johansson emparejadas con actores que en casi todos los casos superan tienen muchos más años que ellas (sí, alguien incuso hizo ya gráficas sobre esto, que puedes ver en este enlace).

Allá por los noventa, cuando comenzaba Telecinco su andadura en nuestro país, muchos se asombraban al ver el increíble machismo de sus programas, donde sin venir a cuento salían un coro de bailarinas rollo brasileño a dar un par de vueltas contoneándose por el escenario (¿ya tienes la canción pegada en tu cabeza?), o, más flipante aún a día de hoy, aquellas otras que cantaban alegremente del acoso sexual al que las sometía un tal Chicho. ¿Y qué tal aquel otro programa donde Jesús Gil se bañaba en un jacuzzi rodeado de buenorras que se limitaban a sonreír y no decían ni pío?

Como todos sabemos el máximo deseo de toda mujer es formar parte del harén de algún Gil... y Gil

 Vemos la foto de arriba y flipamos, ¿verdad? Porque hoy en día sería inaceptable algo así, y puede parecer que la cosa ya ha cambiado totalmente. Y quiero pensar que vamos por el buen camino, pero tampoco nos pasemos de optimistas. Ahora las chicas que rodean al hombre también hablan, también tienen gracia e ingenio, no están únicamente ahí para hacer bonito. Pero si quieren llegar ahí, ellas además, y para empezar, tienen que estar buenas, y a ellos con la simpatía les basta.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Harvey Weinstein y las consecuencias de dudar por sistema de las víctimas




La entrada de hoy es algo así como un complemento actualizado de la anterior, porque el momento lo pide, y el paralelismo entre ambas situaciones es evidente.

Y es que estos días el mundo ha descubierto que Harvey Weistein, cofundador de la productora Miramax, llevaba décadas utilizando su posición de poder para intimidar, abusar y tratar de conseguir favores sexuales de decenas de mujeres del mundo del espectáculo. Ha sido como quitar la anilla de una botella de refresco agitada: después de la primera oleada de acusaciones de la que se hacían eco The New York Times y The New Yorker, otras muchas mujeres han empezado a dar su testimonio, y ahora descubrimos que muchísimas actrices que todos conocemos habían pasado por trances parecidos con Weinstein. Desde luego, su comportamiento era algo a todas luces recurrente. ¿Y cómo es que nos venimos todos a enterar ahora? Pues ahí está el quid de la cuestión, y de eso quiero hablar en la entrada de hoy.

En realidad ya había habido unas cuantas insinuaciones, por no decir acusaciones, desde hacía años. Están recopiladas en esta entrada de la Wikipedia, y la verdad resulta impactante ver que esto, en el mundillo de Hollywood, era en realidad un secreto a voces. Gwyneth Paltrow dejó el texto entre líneas muy claro ("Weisntein te coaccionará para que hagas alguna cosa"), la malvada Courtney Love lo dijo más claro todavía ("Si Weinstein os invita a una fiesta privada en el Four Seasons, no vayáis"), y más recientemente, en 2013 el humorista y guionista Seth McFarlane hizo una broma de significado bastante evidente en una entrega de premios ("Felicidades, vosotras cinco ya no tendréis que fingir que os atrae Harvey Weinstein"). Al parecer fue su pequeña venganza en nombre de una amiga suya. La broma además tiene su miga, porque incluso si la entendemos como una ironía sobre el cliché del productor que abusa de sus inferiores, queda claro que como sociedad tenemos asumido que estas cosas pasan. Pero no fue hasta ahora, en 2017, que la verdad se ha destapado completamente, y Weinstein empieza a pagar por el daño que ha hecho. Años y años de abusos, y no pasaba nada. ¿Qué ocurría?

Ocurrían dos cosas: que Harvey Weinstein era un hombre poderoso, el tiburón de la piscina, básicamente, y que en nuestra sociedad, cuando una mujer acusa a un hombre de abusos o maltrato, casi la primera reacción es dudar de su palabra. Nos escandalizamos cuando escuchamos que en tal cultura el testimonio de un hombre vale por el de dos mujeres, pero ¿sabéis qué? En Occidente, aunque no esté escrito en ninguna ley, de facto hacemos eso mismo. A menos que, como en el caso de Weinstein, haya varias o incluso muchas acusaciones, lo primero que hacemos es dudar de esa mujer, y la tachamos de cazarecompensas o desequilibrada. Ya una vez vemos que son varias las que acusan, y que sus testimonios básicamente concuerdan, es cuando decimos, ah, pues mira, parece que el río en este caso agua lleva...¿Alguien recuerda el caso de Kesha, cuando acusó al productor Dr. Luke de abusar de ella? La historia sin duda se repite.

Sin embargo, seguiremos escuchando la típica defensa de que muchas mujeres denuncian sólo para conseguir dinero y beneficios, como si esta situación fuese la más típica, y no la excepción. ¿Y todavía nos extraña que el escándalo de Weinstein haya tardado tanto tiempo en saltar a los medios? Ante el panorama de que si una mujer denuncia la van a acusar de mentirosa e interesada, y también muy posiblemente que le hagan el vacío profesional y personal, o traten de silenciarla, no es nada raro que al final las víctimas traten simplemente de escapar de la situación en silencio y por su cuenta.

Como en el caso de Zebenzuí González, lo que ha ocurrido es un síntoma más de una tendencia social fuertemente arraigada. En esta ocasión, Harvey Weinstein ya está señalado y fuera de Miramax y con suerte ninguna mujer más deberá sufrir ningún abuso ni coacción por su parte. Pero la pregunta es, ¿estamos aprendiendo algo de este caso, o vamos a seguir igual?

martes, 27 de junio de 2017

Wonder Woman (2017): hay muchas maneras de cambiar el mundo


 El recorrido que Wonder Woman, la película y el personaje, han trazado hasta llegar a la gran pantalla, ha sido largo y tortuoso. Y es que sobre los hombros de la amazona descansaban un montón de expectativas, posibilidades y responsabilidades. Esto no era solo una película: esto era una apuesta al doble o nada, de cuyo resultado artístico y comercial dependía una importante posibilidad de evolucionar para la cultura y por ello para la sociedad. Tal vez parezca que exagero, pero estoy convencido de ello, y me explico.

La última peli protagonizada por una superheroína de cómic fue Elektra, en 2005. Aquella peli, un spin-off de Daredevil protagonizado por Jennifer Garner, se pegó un importante batacazo comercial y crítico. Corrían malos tiempos para el cine de acción protagonizado por mujeres: Catwoman, Ultraviolet y Aeon Flux, aunque contaban también con actrices de primer nivel, tuveron también resultados flojísimos en la taquilla y en la crítica, y al final el subgénero entró en un largo período de criogenización, sólo interrumpido en parte por la saga de Resident Evil, que al menos a nivel comercial triunfaba, y sobre todo Los Juegos del Hambre, que esta vez sí, sumaba unas críticas bastante postivas a su buen rendimiento en taquilla.

Tengo que reconocer que tengo una cierta debilidad por todas las pelis que menciono ahí arriba (particularmente por Elektra, de la que quizá algún día hablaré), pero aunque les vea sus cualidades positivas, no puedo negar que eran flojas, y en muchos aspectos se notaba la poca fe que los estudios responsables tuvieron en ellas, más allá de poner a una actriz famosa de cabeza de cartel. Directores que en varios casos no se tomaban muy en serio a su personaje, guiones descompensados, falta casi total de respeto a las fuentes de esos personajes.. El fracaso era casi obligatorio.
 
En Wonder Woman, casi se puede palpar, el estudio puso toda la carne en el asador. Empezando con una directora potente (Patty Jenkins, autora de la inolvidable Monster), siguiendo por una protagonista que no era muy famosa (ni tan curvilínea como algunos pensaban que debía ser) pero sí perfecta para encarnar a la amazona, luego por un guión bien dosificado (aunque un tanto largo, la cruz cinematográfica de nuestro tiempo), y acabando por una maquinaria promocional a la altura.

Y el resultado es digno del nombre de la protagonista.




Patty Jekins y Gal Gadot se alejan por completo del sendero del cinismo, las caras serias y los tonos grisáceo-azulados de sus predecesoras, y componen a una superheroína que si por algo destaca es por su bondad, su optimismo, su calor humano, su, en el mejor sentido del término, inocencia. Wonder Woman se mete de cabeza en la Primera Guerra Mundial no porque la obligue a ello un árido sentido del deber, sino porque desea ayudar a la gente, detener la guerra y salvar todas las vidas que pueda.

La película está llena de momentos memorables, destacando esa icónica secuencia en la que Diana se cansa de seguir todo el rato las indicaciones de Steve, se coloca por primera vez su diadema, se quita la capa y sale a campo abierto a cambiar por sí sola el curso de la batalla. Viéndola avanzar por el campo, devolviendo las balas con sus brazaletes y defendiéndose de la artillería con su escudo, entendemos de golpe todo lo que Diana Prince representa, tanto dentro como fuera de la película.

La directora tuvo que luchar para que esta escena no fuese cortada del montaje. De repente se entiende mejor por qué el universo cinematográfico DC iba como iba... 
Las cualidades de Wonder Woman como persona y superheroína nunca dejan de estar presentes a lo largo de la película: tanto la valentía y la fuerza, como su compasión, optimismo y bondad. Y es que desde el principio el personaje fue creado con una idea en mente: representar cómo determinadas cualidades tradicionalmente femeninas y que se percibían como asociadas con la debilidad, podían ser en realidad aquello que la hacía más fuerte y heroica. La directora ha tenido esto en mente durante todo el proceso de creación de la película y podemos verlo incluso en detalles como su forma de luchar: aunque Diana porta una espada, la mayor parte del tiempo se enfrenta a sus enemigos de forma no letal, con puñetazos y patadas, golpes de escudo y con el Lazo de la Verdad. No lucha para matar, sino para conseguir la paz. El contraste con los rascacielos demolidos por Superman en Man Of Steel es abismal...

Para redondear la peli, tenemos unos cuantos secundarios entrañables (destacando a la divertida Etta Candy; y aprovecho el paréntesis para lamentar que no tenga un papel mucho, mucho mayor en la peli), y hasta el obligado personaje masculino que da pie a la subtrama romántica, está escrito e interpretado con acierto, y tiene su propio peso en la trama sin necesidad de eclipsarle o anularle para que la protagonista brille, como tantas veces ocurre en pelis de este estilo cuando se invierten los roles y él es el héroe y ella "la novia".

Otra escena icónica. Esta además dio pie a un hashtag, #WWGotYourBack en el que mujeres y niñas guardan espadas en sus vestidos. Si esto no es un ejemplo de empoderamiento a través de de la cultura que baje dios y lo vea.

Decía al principio que la peli cargaba con un gran peso a sus espaldas, mayor que el que cargan otras pelis de expectativas comerciales similares: Wonder Woman tenía que demostrar que una película de superhéroes protagonizada por una chica y dirigida por una mujer podía triunfar en taquilla. Casi me da vergüenza tener que teclear la frase anterior, pero es que esta ridícula idea estaba de verdad implantada en las mentes de los productores ejecutivos de Hollywood (para muestra, un botón: cuando rodó esta peli, Patty Jenkins no firmó un contrato que la atase a una secuela, como ocurre habitualmente con este tipo de películas, lo que muestra que los productores, pesea todo, no las tenían todas consigo). Wonder Woman ha pulverizado este prejuicio, y sólo nos queda esperar que el ejemplo cale, y la idea quede desterrada ya para siempre.

Este artículo va dedicado a Pedro y Marina. Ojalá hubiésemos podido estar juntos para verla.