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viernes, 2 de octubre de 2015

La preocupante delgadez de...


 Tras un mes de pausa (¡lo siento!) volvemos a la acción. Y para ello, antes de empezar, te propongo una curiosidad.

Ve a Google y teclea el título de esta entrada.

A continuación verás que el predictor te ofrece varias maneras de completar la frase, y si te ocurre como a mí, te presentará los nombres de tres famosos: Angelina Jolie (con y sin segundo nombre), Shaila Dúrcal y Zayn Malik. Y es que el predictor de Google, además de hacernos la vida más fácil, también tiene un cierto poder para hacer surgir análisis sociológicos improvisados. ¿Qué es lo que más busca la gente? ¿De qué cosas se habla más? (Como curiosidad, si lo que tecleas es "extrema delgadez", además de Letizia Ortiz, sale de nuevo Angelina Jolie, y otra vez por partida doble... pobre mujer).

Sin duda la frase de marras es ya un cliché del mundo de la prensa rosa. Uno de los temas favoritos, además de las bodas, emparejamientos y rupturas son los cambios de peso. Existe un franja tácita de peso aceptable (¿quizás la que propone el Índice de Masa Corporal, IMC?), y cualquier famoso que se pase de la raya por encima o por debajo se expone al implacable juicio de los medios. Antes de continuar quiero aclarar que evidentemente un peso excesivo o excesivamente bajo puede ser desde luego un problema, y por el bien de la salud de uno mismo lo mejor es tratar de mantenerse dentro de unos ciertos límites. Lo que pasa es que cuando se establece un estándar, una media a la que todo el mundo debe aspirar, se está olvidando que más allá de eso cada persona es diferente y no siempre es posible, ni siquiera positivo, ajustarse a esa media. No somos muebles de Ikea, no estamos hechos en serie, y de la misma manera que no todos tenemos el pelo negro aunque sea el color estadísticamente más común en el mundo, alguna gente simplemente tiende a pesar más o menos por su propio metabolismo, sin que eso implique ninguna enfermedad.

Es muy posible que los famosos que menciona Google (reflejando las noticias de la prensa del corazón) efectivamente tengan algún problema. Pero quien sin duda tiene un problema es un mundo que está constantemente usando esta vara de medir (¿balanza de medir?) sobre la gente. Obviamente la tendencia generalizada es a fomentar la bajada de peso y no la subida, ya que la prensa de este tipo se publica en países donde la comida disponible es más que suficiente, y no en sitios que padecen hambruna, donde el problema es subir de peso y no morir de malnutrición.

Estar gordo, en este mundo, está mal visto no porque estés empleando más recursos nutricionales de los que necesitas mientras otra gente muere de hambre, sino porque se asocia a dejadez, falta de cuidado personal, desinterés por mostrar a los demás tu mejor físico. En particular, si eres mujer, lo que la sociedad espera de ti es que trates de ser lo más mona posible para el mundo. Pero en este sentido la igualdad de sexos también se va alcanzando, aunque sea para lo malo, y al igual que la tercera predicción de Google se refiere a un chico, indicando que la prensa rosa ya empieza a dedicar a hombres este tema que antes era casi exclusivamente femenino, el porcentaje de trastornos alimentarios en hombres va en aumento.

Y así, el siempre atento ojo de los medios te exige, a través de innumerables portadas de revistas, películas y series con personajes gordos-y-ridículos, publicidad, etc., que bajes de peso y no seas una vaca, pero si te pasas y empiezas a ser anoréxico, también caerán sobre ti, te sacarán fotos, te pondrán grandes titulares y te mostrarán compasión por tu preocupante delgadez.

 Y en ningún momento se plantearán que quizás, a lo mejor, puede ser, ellos hayan contribuido a ello con ese examen permanente e implacable de la cantidad de grasa alojada en el cuerpo de los famosos, y por extensión, del resto de la gente.

martes, 26 de mayo de 2015

El complejo de Madonna-Prostituta

"Ella lleva tacones altos,
           yo zapatillas..."
                                      (Taylor Swift, "You Belong With Me")

Uno de los clichés más frecuentes en la ficción, y que lamentablemente refleja una realidad muy palpable, es el de la dictomía entre la chica virginial ("Madonna") y la "prostituta". Hoy en día, al decir Madonna, todos pensamos inmediatamente en la cantante, que desde luego no es en absoluto virginal. Irónicamente, durante gran parte de su carrera, uno de sus objetivos ha sido derribar las fronteras entre esta dicotomía que atenaza a las mujeres, y que planteó en su momento Freud. ¿Y en qué consiste?

Pues básicamente en que las chicas, llegada la pubertad, y de forma más o menos sutil, se ven obligadas a elegir entre ser virginales y correctas, es decir, mojigatas, y ser sensuales, liberales, y promiscuas; es decir, putas. Seguramente alguna gente pensará que exagero, que eso ya no es así y que las chicas ya pueden hacer lo que deseen sin que nadie las juzgue. Bueno, desde luego no se va a mandar a nadie a la hoguera, pero las represalias sociales, siempre sutiles e invisibles, pero muy perceptibles, siguen ahí.

Del video "You Belong With Me" de Taylor Swift. Como todos sabemos, las chicas buenas cogen los libros de maneras raras, y las putillas van a la fiesta de graduación disfrazadas de artista de circo.

Hemos visto la película muchas veces: Mary es una adolescente desgarbada, estudiosa, con cero éxito entre los chicos, pero con un rico mundo interior. De repente algún compañero del instituto hace una apuesta sobre si podrán transformarla en una chica "apropiada" para salir con alguien. Tiene entonces lugar un proceso de cambio estético, durante el cual el chico en cuestión se da cuenta de que se está enamorando de verdad del patito feo de turno, y en el último acto de la historia, coincidiendo con la transformación final de Mary en cisne, le declara su amor (eso sí, después de que ella descubra todo el pastel y tengan la imprescindible discusión-de-mitad-de-la-peli). A todas estas, ella, por el camino, también ha visto que él, aunque era jugador de rugby, también era buen tío, pero eso es otra historia.


Gracias al sexo lésbico con Mila Kunis, Natalie Portman lograba liberarse de su "pureza" y se convertía en el Cisne Negro. 

La transformación de Mary en buenorra incluye indefectiblemente ponerse una ropa más provocativa, más maquillaje y adoptar un lenguaje corporal más abierto al sexo. Pero eso sí: Mary debe tener mucho cuidado de no pasarse de la raya y acabar como Kelly, el putón verbenero de la clase, que es perfecta para un polvo rápido ("¿Te la tiraste? ¡Choca esos cinco, tío!"), pero no es elegible como novia "seria".

Porque Kelly es demasiado.

Demasiado salida. Demasiado buena en la cama. Tiene demasiado kilometraje. A los ojos de la sociedad, tirársela es un orgullo, pero salir con ella, una vergüenza. Así que a lo máximo que puede aspirar esta rubia explosiva seguramente es a servir de válvula de escape para hombres que necesitan algo más. A menos que sea una de las protagonistas de la película, en cuyo caso aún tiene un posible "arreglo": abandonar la promiscuidad, buscarse un novio con el que iniciar una relación monógama y empezar a corregir su vestuario. Es decir: el arco argumental de Mary pero a la inversa. 



De esta manera, se castiga ambos extremos de la línea: si te pasas de santa eres una mojigata aburrida e invisible a ojos de la sociedad, y tal vez te quedes para vestir santos. Tal vez nadie te despreciará abiertamente ni se te negará la asistencia a ningún acto social. Pero te caerán las miradas de compasión, de condescendencia, de leve desprecio. Y si te vas al otro extremo, te ocurrirá exactamente lo mismo, sólo que las miradas irán teñidas de una cierta moralidad.

Y así, si no quieren caer en ninguno de los dos precipicios sociales, las chicas se ven obligadas a andar haciendo equilibrios por una fina cuerda. ¿Con cuántos chicos es aceptable haberse acostado antes de casarte con el "definitivo"? ¿A partir de qué punto el escote deja de ser elegante y empieza a ser de putón? ¿Cuánto maquillaje es demasiado maquillaje?

Hace ya un buen puñado de años, una cantante con un solo éxito, llamada Meredith Brooks, daba con el quid de la cuestión de toda esta historia: aunque lo fácil es colocarnos a cada uno en un compartimento, la realidad es que somos un conjunto de cosas a menudo opuestas entre sí, y se puede ser muchas cosas a la vez.  "I'm a bitch, I'm a lover / I'm a child, I'm a mother / I'm a sinner, I'm a saint / I do not feel ashamed". Amén.

Para acabar, os dejo aqui el video completo de "You Belong With Me" de Taylor Swift, que es como un resumen condensado de todo esto, con todos los clichés del tema apelmazados en rápida sucesión (la santa, la guarra, las gafas extragrandes que desapareen en el tramo final, el cambio de guapa-empollona a guapa-normal, que contradice totalmente el mensaje de la canción...) y que daría para una entrada entera él solo.


jueves, 9 de octubre de 2014

Cuerpos reales

 Este verano han sonado, y siguen coleando todavía, dos canciones con un tema similar: las curvas que una "mujer de verdad" debe tener, frente a la tiranía de los cuerpos flacuchos de las pasarelas. Las canciones en cuestión son "Anaconda", de Nicki Minaj, y "All About That Bass", de Meghan Trainor. La primera se centra específicamente en el pandero XL de Nicki, estrella absoluta del video (su culo, digo, no la propia Nicki), y la segunda en el cuerpo en general de Meghan Trainor, que tampoco se ajusta al canon de las pasarelas. Una estrella del pop y una recién llegada con un éxito veraniego bajo el brazo, reivindicando la belleza de las curvas.

A las dos les une también el amor por el rosa, al parecer


Qué bien, ¿no?

No.

La intención quizá era buena. Desde luego una gran parte de los medios presiona para que si no encajas en esos pantalones pitillos tan ajustados te sientas culpable. Las modelos siguen prácticamente todas el patrón esquelético, y cuando alguna no lo hace, se la vitorea efusivamente por romper con los cánones, y todas sus entrevistas se centran en cómo su peso no se ajusta a lo habitual. Es decir: se la felicita por ser la excepción que confirma la regla. Eso por no mencionar que normalmente estas modelos "raras" son tratadas como elefantes blancos a los que encumbrar durante un tiempo, hasta que pase la moda y todo siga igual.


¿Alguien recuerda a Beth Ditto, esa chica que durante unos meses fue la musa de todo el mundo? (Confesión: no, yo tampoco recordaba su nombre, y me costó un buen rato de Google encontrarla).

Así pues, ¿por qué no aplaudo simplemente a ambas cantantes por su reivindicación de un cuerpo más voluptuoso y espero que esto se convierta en la norma?

Primero, porque también estaríamos mintiendo si dijéramos que este es el cuerpo "real" de la mujer, así, como norma general. Y segundo, porque ambas canciones caen en la misma falta: menospreciar a las chicas delgadas. Nicki rapea "fuck those skinny bitches" ("que les den a esas perras delgadas"), y Meghan también menciona a las "skinny bitches" en su canción, aunque es cierto que luego medio lo retira y dice "ya sabes que eres perfecta de los pies a la cabeza". Hubiera sido tan fácil ahorrarse esa primera frase y ya está...

Es muy común que a la hora de reivindicar algo, se recurra a menospreciar su contario, cuando en muchos casos, como este mismo, dos cosas opuestas pueden coexistir y ser válidas a la vez. Y es que la realidad es que no hay un cuerpo "real" de las mujeres o de la gente en general, ni una sola "belleza real", como decía una marca de cremas y jabones. Decir que sólo una mujer es "de verdad" si tiene curvas, es insinuar que que las mujeres que por naturaleza tienen un cuerpo delgado o directamente escuálido no son "reales", o pertenecen a un subgrupo inferior de la feminidad. Y así, finalmente caemos en el mismo error del que acusamos a las pasarelas del mundo cuando decimos que no representan a la mayoría de las mujeres.

Podríamos llevar a cabo una estadística de pesos y medidas, y sacaríamos una media concreta con la que comparar a todo el mundo... Lo que sería una tontería enorme, porque finalmente lo que importa es que las variedades de cuerpo son infinitas, y todas merecen el mismo respeto y consideración de "reales".

sábado, 16 de agosto de 2014

Vístela, témela, o ámala

El rosa.

Hace un tiempo ya hablaba de este color en otra entrada, y de todas sus connotaciones. Como explicaba aquella vez, esto no siempre ha sido así, pero el rosa desde hace bastante tiempo es el color "de las niñas", es el color de la feminidad, es el color de la lucha contra el cáncer de mama, es el color "los gays", es el color de Barbie, es el color de los juguetes para niñas... es el color de todo lo que es considerado dulce, cursi y/o femenino. Es el color de Hello Kitty. Y nadie podría cambiarlo.

Pero llegó el verano de 2014, y de repente una oleada de camisetas rosas se hizo un hueco en el armario de de cientos de hombres y niños de España, y seguramente de más rincones del mundo. ¿Qué une a todos ellos? El amor por... el Real Madrid.



Para más inri, el tono de rosa que ha elegido Adidas no es muy tenue que digamos: se han tirado a la piscina y han optado por un rosa fucsia resplandeciente, casi fluorescente. De repente, el mundo ha dejado de ser como lo conocíamos, y un equipo de fútbol, icono por antonomasia de la masculinidad y la heterosexualidad, ha decidido enfundarse en un color hasta ahora inédito en sus equipaciones, un color que como digo tiene las connotaciones más alejadas imaginables al mundo del fútbol. Se trata de un movimiento atrevido, que podía haber fracasado estrepitosamente. Los hinchas perfectamente hubiesen podido poner la cara del icono de Edvard Munch y huir despavoridos de la Tienda Oficial.

Pero no ha sido así: desde hace unas semanas las calles se han empezado a colorear con aficionados que visten orgullosamente la camiseta en cuestión, y si das un paseo por la ciudad (siempre que tu ciudad tenga un buen número de hinchas madridistas, claro) es más que probable que te cruces con uno o varios futboleros rosas.

Todo esto me ha llevado a reflexionar sobre el enorme poder que tiene el fútbol sobre la gente, al menos en un gran número de culturas. Aficionados que apenas leen, tragándose la prensa deportiva enterita. Gente que roza el analfabetismo aprendiéndose nombres extranjeros que incluyen apóstrofes, vocales dobles, uves dobles, acentos circunflejos y cualquier combinación de consonantes que exista. Y ahora, introduciendo el rosa como color "aceptable" para lucir por un macho ibérico.

Dan Hibiki, de Street Fighter, un hombre adelantado a su época

Y siendo así, sólo puedo pensar en el enorme poder como fuerza de cambio social que el fútbol podría tener. Imagínate que un jugador de primera línea saliera del armario. Y a continuación otro, y después otro; porque al igual que con las fichas de dominó en cadena, cuando uno da el primer y más terrorífico paso, los siguientes le siguen mucho más fácilmente. Sí, habría burlas, al principio. El jugador en cuestión tendría que tener una piel de enorme grosor para soportar la que se le vendría encima. Los aficionados más "creativos" se inventarían motes, comparaciones, etc. Aquel tipo que lanzó un plátano a Dani Alves, un jugador negro, para insultarle, se frotaría las manos.

Pero el mundo cambia inexorablemente, y después de la tormenta las cosas se irían transformando. Los niños tendrían nuevos referentes. La ecuación homosexualidad = debilidad se iría difuminando, igual que la camiseta de fútbol rosa desafía los clichés sobre este color. Uno de los sectores más conservadores y sexistas de la sociedad, el del deporte y todo lo que abarca, empezaría a abrirse y sus efectos se harían sentir en todos los ámbitos.

El lema elegido por Adidas dice "Wear it or fear it", vístela o témela, pero tanto si eres madridista como si no, no hay nada que temer. Lo que hay que hacer es mantener la esperanza. Hay que esperar, hay que insistir...

...porque el milagro que esperamos va a ocurrir.

viernes, 1 de agosto de 2014

Privilegio

Varón, raza blanca, entre 18 y 49 años: ¡todo el mundo te hace caso por muy bobas que sean tus sugerencias!
(Homer Simpson, agarrando un bote de nueces con chicle)

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como en la Constitución española y, supongo, en cientos de otros documentos oficiales de todo el mundo, uno de los primeros artículos, si no el primero, habla de la igualdad de derechos de todo el mundo, sin importar sexo, raza, etc. Es incluso posible que a un nivel estrictamente legal y abstracto, esto sea cierto. Sin embargo, el mundo va mucho más allá de lo abstracto, y en la realidad tangible, además de las diferencias sociales por razones económicas, hay también diferencias más sutiles a nivel cultural, que provienen de tu equipaje digamos "biológico" al nacer, y el que vas adquiriendo con la edad. Tu color. Tu sexo. Tu orientación. Tu edad. Y es aquí donde entra en juego el concepto del privilegio, empleado por primera vez en 1910 por el sociólogo William Edward Du Bois.

El privilegio es algo así como el aire: es invisible, pero está ahí, e influye en todo. Y seguramente sólo pensarías en él, sólo pensarías en su importancia, si te faltara. El privilegio es también algo así como un pódium de muchos escalones fabricado con un material invisible, que sin embargo nos clasifica a cada uno de nosotros en una determinada altura. En general, basta observar un poco el mundo que nos rodea para observar quién ostenta la medalla de oro: Homer Simpson lo dijo muy claro. En las películas que vemos, en los libros que leemos, en las series, en los cómics, la figura central, la "persona por defecto" que representa al hombre medio, es habitualmente un varón adulto de raza blanca heterosexual. Todo lo que no sea eso, es la excepción, y por tanto, un peldaño más abajo en el escalafón.

Cuando una banda de música está formada sólo por mujeres, es algo notable. Cuando en una peli de acción el protagonista es una chica, es algo notable. De la misma manera, la mayor parte de presidentes del mundo se ajustan a ese molde, con un puñado de excepciones bastante... notables.


El primer presidente... hawaiano. ¿Qué pensabas que iba a decir?
 Hace unos meses, coincidiendo con el estreno de Noé, de Darren Aronofsky, se le preguntaba al guionista por qué todos los humanos de la película eran de raza blanca. ¿Su respuesta? Que se trataba de una fábula mítica, y no querían acabar con un anuncio de Benetton o llamar la atención sobre las razas, que sus personajes sólo pretendían hacer el rol de "huecos" en los que el público medio podía proyectarse. El subtexto, evidentemente, es que la raza blanca es la opción por defecto, y las demás son "excepciones" que llaman la atención. Realmente tampoco se puede culpar demasiado al guionista porque en defintiva, de forma seguramente subconsciente, estaba reflejando el mensaje que nos rodea en todo momento. 

Con motivo de la llegada del verano, y los blockbuster que vienen cada año a animar a esta época las carteleras, en esta página se publicó un estudio sobre porcentajes de representación en una lista de las 100 películas más taquilleras, y bueno, los resultados son bastante reveladores... Como nota curiosa, resalto que, "de los ocho personajes de color, seis de ellos eran Will Smith", y el porcentaje de personajes LGTB era de, ejem, el cero por ciento. Aquí tienes el gráfico, cortesía de http://blog.leeandlow.com


Muchas gracias a Hannah Ehrlich de Lee & Low Books por dar su consentimiento para reproducirlo aquí.

¿Alguien se anima a hacer un estudio parecido sobre las caracterísiticas de los personajes que hacen el rol de mejores amigos de los protagonistas? Porque me apuesto lo que sea a que los resultados saldrían un pelín distintos...

viernes, 4 de julio de 2014

Queercore: no todo es pop al otro lado del arco iris


Estos días, con motivo de las fiestas del Orgullo Gay, si te acercas a celebrarlo, sin duda oirás un montón de música de determinados estilos sonando con fuerza. Las líneas maestras son bastante específicas: se tratará de música bailable, con abundancia de tintes electrónicos (o íntegramente electrónica), mucho pop y muchas chicas con voces que van desde la omnipotencia vocal hasta la necesidad absoluta del auto-tune. Oirás un montón de letras sobre la importancia de ser uno mismo, o sobre salir a pasarlo bien, o sobre el amor, o quizás todo a la vez.
 
Evidentemente, es esa la música asociada al "mundo gay". Difícilmente escucharás, pongamos, heavy metal, o rap (bueno, admitámoslo, el rap no es que sea el género más gay friendly del mundo la verdad), ni tampoco indie ni nada mínimamente rebuscado. Aquí hemos venido a ver comer naranjas a bailar. Y muy bien que está la música para bailar y pasarlo bien.

Pero sin embargo... la diversidad que representan las franjas de la bandera también se manifiesta en el tipo de música que una persona LGTB puede apreciar. No, pese a lo que pueda parecer, no somos tuercas y tornillos fabricados en serie, cada uno tiene sus gustos; y no estaría de más que ya que celebramos la diversidad y las diferencias individuales, nos saliéramos un poco de lo homogéneo y se diera también una oportunidad a la gente LGTB que anda por el mundo cuyos gustos musicales no se adaptan al estereotipo, y que quizás en estos días participan (o no) en las fiestas sintiéndose un pelín desplazados.

"¡¿Y yo qué?! ¿Eh?" (Rob Halford)
Esa gente pueden ser, por ejemplo, los amantes del queercore. No voy a entrar en una explicación muy detallada porque para eso está la Wikipedia, pero el fenómeno me parece bastante interesante y desconocido y desde luego merece unas líneas. Si bien los estilos que se engloban dentro del queercore pueden ser muy variados, en general se puede decir que sus raíces se hunden en el punk, y por consiguiente, una de las claves de este submundo es la rebeldía y el cuestionamiento de lo establecido. El queercore a menudo cuestiona los valores consumistas que poco a poco han ido impregnando la cultura LGTB "mainstream" (es posible que quizás alguna vez, leyendo alguna revista de temática, después de ver varios anuncios sobre viajes a sitios paradisíacos o relojes y ropa cara, hayas sentido que la publicación en realidad no iba dirigida exactamente a ti, pobre sub-mileurista, por mucho que seas gay). De la misma manera, también cuestiona la idea tan común de que los lugares de ocio de ambiente deben de estar segregados por género. Los temas políticos y las letras explícitas también se dan a menudo, en fuerte contraste con la música tradicionalmente asociada al mundo LGTB, que rara vez por no decir nunca entra en el terreno de la política, y suele tratar el amor y el sexo en términos "positivos" y aptos para todos los públicos. 

 
 
Evidentemente el mundo del queercore es más bien pequeño y no recibe mucha publicidad de los medios normales. Como música obviamente no resulta muy comercial ni radiable, sus canciones no son aptas para ambientar un anuncio de champú o ir en promoción conjunta con la peli de moda, y las obras de Limp Wrist o Pansy Division nunca se convertirán en la canción del verano. Pese al nombre de este blog, mentiría si dijera que me gusta la música punk (aunque he de decir que "Oi Oi! We Fuck Boys!" es pegadiza), pero creo que vale la pena no quedarse con lo de siempre y admirar la creatividad, la libertad en todos los sentidos, el compromiso y la capacidad de ser uno mismo que estas bandas reflejan. En ocasiones, cuando veo a la enésima cantante de limitada voz enarbolando la bandera de colorines con la esperanza de convertirse en una diva más, no sé tú, pero yo siento que apuntan más a mi bolsillo que a mi corazón, y se hace cansino. 
 

Y frente a ello, la honestidad de unas bandas que hacen lo que les da la gana y no tienen miedo a provocar incomodidad o rechazo ni a salirse del camino establecido. El yo en estado puro. Y de eso, de no tener miedo a ser uno mismo, es de lo que se trata, ¿no?

domingo, 2 de marzo de 2014

Campo de batalla: la alfombra roja

Esta noche tendrá lugar la ceremonia de entrega de los Oscar, y habrá un momento en particular que muchas personas esperarán con intriga: el momento en que Cate Blanchett cruce la alfombra roja. La cuestión es: ¿qué harán los cámaras? ¿Qué hará ella? ¿Se repetirá esto?



Para los quien no la hayan leído, en la gala de los SAG, un cámara hizo un barrido de los pies a la cabeza del vestido dentro del cual estaba metida Cate Blanchett. La actriz se sintió tan despersonalizada como la frase que acabo de escribir, y en un gesto sin precedentes en una alfombra roja, se agachó para buscar con la vista el objetivo, y le preguntó al cámara si este tipo de planos se los hacían a los chicos también. Evidentemente la pregunta era retórica...

Por otro lado, en otro acto de rebeldía alfombril, en la ceremonia de los Globos de Oro (sí, ya sabes, "la antesala de los Oscar") de este 12 de enero, la actriz Elizabeth Moss, cuando se vio expuesta a la Mani-Cam (un invento del canal E! que consiste en una mini alfombrita roja donde las actrices exponen su manicura), ni corta ni perezosa giró la mano y le sacó el dedo corazón a la cámara, la cual cortó la toma al instante y con increíbles reflejos. Pero ahí quedaba la pequeña declaración no verbal de principios de Moss.


Entre esto y lo de antes, los cámaras de E! no ganan para sustos

El análisis de los modelitos que lucen las actrices en las entregas de premios se ha convertido, desde hace ya mucho, en una parte crucial de todo asunto. Algunas revistas de cine le dedican secciones. Las revistas del corazón se lanzan en plancha al asunto, y elaboran listas de la más elegantes, las más atrevidas, las peores vestidas, etc. Según el medio que cubra el asunto, el interés de todo se desplaza desde su sentido digamos primigenio (los logros artísticos de los intérpretes) hasta prácticamente sólo el aspecto estético. Sí, sí, vale, Fulanita Pérez estaba nominada al Óscar por su emocionante interpretación de una campeona de natación que lucha por la gloria mientras se enfrenta una enfermedad incurable a la vez que descubre que fue adoptada. Pero aquí lo que de verdad nos importa es saber si iba guapa o qué. Mención aparte merece todo el tema de la relación edad-belleza de Fulanita, y ay de ella si el cirujano de turno no ha logrado hacer un buen trabajo: la misma industria que la presiona para que se mantenga permanentemente atractiva, le caerá encima salvajemente para despedazarla.

Generalmente, los hombres se han visto más a salvo de este juicio y ejecución pública, partiendo ya de la base de que sus trajes de etiqueta son infinitamente más homogéneos y uniformes (el esmoquin y el traje de chaqueta tienen sus límites, aunque los hay que están dispuestos a ponerlos a prueba), y los peinados y complementos masculinos tampoco tienen un gran peso. Sí es cierto que desde hace unos años hemos empezado a ver, con cuentagotas, a algún que otro hombre siendo objeto del escrutinio público tras haber pasado por el quirófano sin resultados positivos (el pobre Mickey Rourke es casi el Santo Patrón de los Hombres Mal Operados: en cualquier reportaje que hable de este tema, ten por seguro que le nombrarán, con la fotito de rigor del antes y el después).

Así que una vez más nos encontramos con un ejemplo más de la mujer empleada como florero, como objeto bello y decorativo, que no sólo debe responder de su trabajo oficial como actriz o cantante o abogada, sino que también está tácitamente obligada a ser bella y seductora. Sí, lo entiendo: finalmente las entregas de premios son fiestas, y como tales cada uno trata de llevar sus mejores galas y estar lo más guapo/a posible, pero ¿justifica esto que en muchos casos se termine hablando más del look que del mérito artístico de las actrices? ¿Deben las mujeres aceptar que las cámaras las escaneen de arriba abajo cual código de barras?

Veremos si la gala de esta noche nos trae alguna sorpresa más de este tipo. Para acabar, una foto para el recuerdo de otra actriz nominada que decidió también pasarse las normas no escritas por el forro...

En la redacción de esta entrada ningún animal sufrió daños


miércoles, 9 de enero de 2013

Pelear por el pelo

El día 1 de octubre del pasado año, un usuario dejó un comentario en la página de facebook de una cadena de televisión estadounidense, explicando que la señorita negra que presentaba el tiempo era muy agradable, pero que tendría que llevar una peluca o dejarse el pelo más largo, y a continuación se preguntaba si quizás la chica padecía algún cáncer.

Obviamente, lo que pasaba es que la presentadora en cuestión, Rhonda Lee, había decidido que su pelo tomase la forma natural que una persona de raza negra tiene: rizado y compacto, y con tendencia a crecer hacia arriba, y no en forma de larga melena lacia, como tantísimas famosas con orígenes africanos. Ante el silencio de la cadena, la propia Rhonda Lee decidió escribir una respuesta a este señor. En ella, con un lenguaje certero y respetuoso, explica que esa es la forma natural de su cabello, que le gusta tal cual es y que no desea hacerse un tratamiento de alisado como tantas otras hacen para que su cabello parezca más "europeo". Y que además con ello espera mandar un pequeño mensaje a sus espectadores, en particular a los más pequeños: que la belleza puede ser de muchos tipos, y que tu aspecto no tiene por qué condicionar tus metas.

Lamentablemente, esto último casi nunca es cierto, y en su caso tampoco lo fue: la cadena KTBS-TV decidió despedirla, basándose en una política interna por la cual los empleados no deben responder a ataques verbales vertidos en internet, a menos que sea con una "respuesta apropiada". Y si la respuesta de la presentadora no lo era, vete a saber cuál podría serlo...Como la propia Rhonda Lee explica, su decisión de llevar su pelo con este estilo le ha traído ya más de un problema, ante gente que ha opinado que quizás era demasiado "racial".

Y llegamos otra vez al corazón de la cuestión, que es como siempre el canon estético, esa camisa de fuerza que mira por encima del hombro y condena al destierro cualquier manifestación de identidad que se salga de sus márgenes. Entramos en terreno pantanoso: hay modelos y artistas de todas las razas famosas por su belleza, y es muy común que en los casos en los que la raza en cuestión no es la caucásica, estas modelos resalten lo orgullosas que están de su herencia genética y/o cultural. Y sin embargo, a menudo nos encontramos con que van...

Con el pelo alisado.
O teñido de rubio.
Con los párpados operados para variar su curvatura.
Con la piel aclarada.
Con la nariz operada para reducirla.
Con los ojos retocados con photoshop para ser verdes o azules.

En resumen: todas las modificaciones realizadas sobre el cuerpo, ya sean con medios quirúrgicos, químicos o tecnológicos, van dirigidas a hacer que la belleza en cuestión parezca más caucásica. ¿Es esto realmente una muestra de orgullo por tus raíces?

Mentiría si dijera que no lo entiendo. La presión de los medios es muy fuerte, el bombardeo es constante, y los modelos que se apartan del canon oficial son escasos... y los que hay, si se atreven a hablar, como la protagonista de esta historia, son atacados y silenciados. Nuestro cuerpo en definitiva es nuestro, y somos libres (en agunas partes del mundo, al menos) de elegir la estética que deseemos. Maquillarnos o dejarnos la cara lavada, ponernos piercings y tatuajes o no hacerlo, teñirnos el pelo de azul o raparnos al cero. Pero vale la pena pararte a pensar si eso que haces, sea lo que sea, lo haces por decisión propia o si es la mano invisible de la presión social de la estética imperante la que te está empujando. A la vez que te hace creer que eres libre. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

El canon

En esta entrada me voy a salir un poco de los temas habituales para centrarme en algo un poco más universal: esa cosa que llamamos el canon estético.

Los cánones siempre han estado ahí, invisibles pero inevitables. A lo largo de la historia han ido transformándose y adaptándose a los tiempos, pero quizás nunca tanto como hoy en día han ejercido su influencia más dañina: hacer sentir mal. Si me preguntas en qué momento el monstruo dejó de ser una lagartija y se empezó a convertir en Godzilla, yo diría que fue la primera vez que alguien posó delante de una cámara y cobró un sueldo trabajando como... "modelo".

La palabra modelo, si nos centramos en la primera definición que da el diccionario, copio y pego del DRAE, significa:  "Arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo". Y aquí está el problema. Las personas que se dedican a trabajar como modelos están ahí para servir al resto de la sociedad de recordatorio constante de lo que deberían ser, de lo que deberían imitar, y en definitiva, de lo que nunca van a ser. Todas las operaciones, todas las dietas y todo el maquillaje del mundo nunca bastarán para otorgarte lo que la naturaleza no te haya dado. 

En los últimos años el listón ha ido subiendo poco a poco, y actualmente ni los propios modelos son ya lo bastante perfectos. El Photoshop, una herramienta tremendamente útil para retocar fotos que tenían defectos de iluminación, exposición o para mejorarlas de cualquier manera, encontró un uso inesperado: lograr que sobre el papel la gente de por sí guapa alcanzase cotas de belleza directamente imposibles en la vida real. 

Finalmente, toda la industria de la belleza (las revistas del corazón, la moda, el maquillaje...) se sustenta en una campaña constante para promover la baja autoestima. "Tal cual eres no sirves", es el mensaje, básicamente. Desde luego no es sano tener sobrepeso, pero si echas una ojeada a las revistas del kiosko, en seguida te darás cuenta de que cuando apuntan con el dedo acusador a tal famosa, la preocupación de la revista X no es la salud de Fulanita, sino que haya tenido el "atrevimiento" de irse a la playa y ponerse un bikini pese a tener michelines. ¿Cómo se ha atrevido? Como castigo, la horca pública: una portada y su nombre en letras fluorescentes. Y si el ejemplo lo pongo en femenino no es casualidad... y aquí conecto con uno de los temas centrales del blog: las chicas sin duda sufren esta campaña de acoso y derribo mucho más intensamente. Y si invertimos los roles y quizá la chica de cuerpo perfecto está en la playa acompañada de su novio, el cual, oh dios mío, tiene barriga cervecera, el veredicto es casi peor: la chica es tonta o está con él "por interés". Al parecer es imposible querer a una persona por su forma de ser, y no hablemos ya de la posibilidad de que te resulte atractiva una persona con kilos de más. ¡Herejía!

La gran mayoría nos preocupamos en mayor o menor medida por nuestro aspecto, sería hipócrita negarlo. En definitiva nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestra ropa, son la primera seña de identidad que tenemos antes de que los demás nos lleguen a conocer personalmente, y ya sea poniéndote pantalones extra anchos de cantante de hip-hop como tiñéndote el pelo de rubio o poniéndote ropa cara, estás mandando un mensaje. Pero pese al bombardeo de los medios, uno debería tratar de cerrar los ojos, taparse los oídos y decidir por sí mismo. Mirarte al espejo y pensar que, aunque no seas igual que la gente de la tele y las revistas, estás bien como estás, puede ser un reto. Pero vale la pena intentarlo, ¿no?

lunes, 27 de agosto de 2012

"Espléndida"


"Fulanita, fantástica tras su embarazo"

¿Cuántas veces al año lee uno este titular en las revistas "del corazón"? La historia siempre es similar: determinada famosa, cuya profesión siempre es modelo, actriz, cantante o presentadora (aquí las astronautas o las escritoras no valen), conocida por su belleza, es mostrada en la portada de la revista X saliendo de las aguas de alguna playa "paradisíaca" luciendo un sensual bikini y una figura "espléndida", escasas semanas o días tras haber dado a luz. Dentro de la revista, quizás la famosa en cuestión explique la "dieta" que ha llevado a cabo para lograr bajar mucho peso en tiempo récord (dietas que se resumen básicamente en morirse de hambre durante unos días). Lo que pasa es que el embarazo y el parto no suelen ser cosas muy compatibles con las figuras que estos medios consideran espléndidas. 

Y no tienen por qué serlo. La prioridad no debería ser estar guapísima diez segundos después de haber dado a luz, ni tampoco lucir las ropas de diseños más espectaculares mientras dura el embarazo. Estar embarazada y tener un hijo te puede hacer guapa de una manera muy concreta (o no: hay embarazos que llegan a ser un suplicio, y tras el nacimiento aparece el riesgo de la depresión post-parto), pero en todo caso es una belleza muy distinta a la que muestran las revistas de moda. Pero la cuestión, lo que importa de verdad, es que has dado a luz a una persona. ¿Quiero decir con esto que las madres tendrían que vestirse en chándal y camiseta de publicidad del supermercado de la esquina para mostrar que lo importante es el niño? No, a menos que a la madre le importe un pepino sus aspecto y le dé la gana llevar cualquier cosa con tal de estar cómoda, lo cual me parece totalmente defendible y válido. El problema es que tengo la sensación de que para los medios, el primer y único factor a considerar es EL ASPECTO, y lo demás da absolutamente igual.

Por cosas como esta, y por miles más, la prensa rosa y las revistas de belleza me parecen simple y llanamente uno de los cánceres de nuestra sociedad. Es posible que determinadas personas posean una genética que les permite recuperar una figura igual a la que tenían antes del parto. Es posible también que, si no la genética, otras personas posean una cuenta bancaria que les permita las cremas, los tratamientos, los preparadores físicos y todos los medios del mundo disponibles para ir en contra de la tendencia biológica natural y conseguir que las revistas te den el "aprobado" en sus portadas. ¿Poseen el 99% de las mujeres del planeta Tierra una de las dos cosas? ¿Es de verdad necesario que las posean?

Finalmente, ¿para qué sirven estas portadas? Pues para lo único para lo que suelen servir estos medios: para fomentar la baja autoestima. Para presentar modelos estéticos inalcanzables. Para servir de espejo deformante. Para decirte: Tú nunca serás así.

No todo el mundo desea ser padre. No todo el mundo que lo desea puede ser padre. Y mucha gente que lo desea consigue cumplir ese deseo. Y si este es tu caso, ¿importa de verdad algo más?