martes, 27 de noviembre de 2018

Dumbledore y Grindelwald: un romance en la sombra



Durante los últimos años, J.K. Rowling, la autora de la saga Harry Potter, se ha ido encontrando cada vez con más frecuencia envuelta en controversias sobre el contenido de su obra más famosa. El mundo ha cambiado muchísimo en la última década, y como suele suceder, la nueva lupa con la que observamos las obras del pasado revela detalles y perspectivas nuevos, que no siempre dejan a los clásicos bien parados. En general se la ha acusado de falta de diversidad, por la escasez de alumnos no caucásicos en Hogwarts, que siendo un colegio situado en la Inglaterra de los años 90, parece de sentido común que debiera albergar más variedad de razas (o quizás personajes de otras razas en roles más centrales). Curiosamente esto pudo haber ocurrido con el personaje de Dean Thomas, que en los primeros esbozos de la saga iba a jugar un papel mucho más importante que el que finalmente le tocó, pero la autora descartó la idea. Cuántos quebraderos de cabeza se hubiese ahorrado quizá, de haberlo hecho...

El otro ojo del huracán de las polémicas lo encontramos en el tema de la homosexualidad de Albus Dumbledore y su relación sentimental con Grindelwald, el mago populista de oscuras intenciones que causó numerosas muertes hasta su derrota a manos del propio Albus. La revelación de que Dumbledore era gay fue muy sonada, y provocó un intenso debate en su momento. Por un lado, estaban los que ya habían notado cierto subtexto amoroso en la descripción que Dumbledore hacía de Gellert. Esto, unido al aparente celibato de Albus en la actualidad y a un no-sé-qué que los más perceptivos ya notaron en los libros a través de la voz literaria y la caracterización de Dumbledore. (Porque si hay un aspecto sobre todo en el que J.K. Rowling brilla como escritora, y esto es opinión personal, es en su portentosa capacidad de crear personajes vívidos y dotados de voz propia, más allá de su rica imaginación. Siempre digo que en Harry Potter prácticamente puedes saber quién habla sólo con leer los diálogos, sin necesidad de ningún "Snape dijo"). Para toda esa gente, el anuncio de Rowling no hizo sino confirmar su pálpito.



Otro grupo sin embargo afirmó que este tipo de anuncios era "innecesario", porque esto era una saga infantil y no había necesidad de tratar temas "adultos", como la homosexualidad. Porque, como ya sabemos (me pongo en modo irónico), la homosexualidad es un tema "adulto", y se debe ocultar a los niños, no sea que se hagan ideas raras. Porque también sabemos (sigo en modo irónico) que hablar de homosexualidad equivale a hablar explícitamente de sexo. ¿Verdad?

Pues no, obviamente. En primer lugar en las obras infantiles se está hablando de sexualidad constantemente, y desde siempre. Lo que pasa es que, en concreto, se se está hablando de heterosexualidad. A Blancanieves la despierta el beso de un príncipe: sexualidad. A la Bella durmiente, ídem: sexualidad. La sirenita desea tener piernas para estar con el príncipe: sexualidad. Incluso la aparentemente inocente Caperucita Roja es una clara metáfora de los riesgos que corren las niñas de ser violadas si se salen del camino con su cestita de miel. Los cuentos infantiles rebosan sexualidad heterosexual, y hasta en Peppa Pig la protagonista tiene a su papá y a su mamá, los cuales obviamente tienen una relación amorosa sin que esto suponga problemas para nadie. Ni nadie piense que se está aludiendo al sexo, aunque todos sabemos que Mamá y Papá se han tenido que acostar varias veces, porque si no, ¿de dónde salieron Peppa y su hermano?

De Cenicienta y su príncipe no, desde luego

Sin embargo, cuando se trata de homosexualidad, mucha gente piensa que el mero hecho de explicitar que un personaje es gay es inapropiado para niños, y que al hablar de homosexualidad también se está hablando de sexo. El doble rasero es evidente, y es algo sobre lo que creo que merece la pena reflexionar y pensar a qué se debe. Por no decir que la representación de las orientaciones no heterosexuales en la ficción es algo muy necesario para los niños, que a esas edades pueden llegar a sentirse muy solos cuando creen que lo que les pasa sólo les pasa a ellos... pero de eso hablaré otro día.

Total, que Rowling sacó a Dumbledore del armario, y cual mago que grita alohomora, abrió la caja de Pandora. Surgió también una crítica que tenía más sentido que aquello de que era un tema para adultos: estaba genial eso de saber que un personaje bueno y poderoso como el director de Hogwarts era gay, pero J.K.: ¿no podías haberlo incluido en los libros de una manera directa? ¿Quizás una escena de Albus y Gellert besándose en el pensadero? La lástima es que la saga ya estaba concluida, así que ya no se podía hacer nada. El texto era el que era.

Hete aquí que surge la idea de hacer las precuelas centradas en la figura de Newt Scamander, y su papel en el conflicto del mundo mago que enfrentó a Dumbledore con su ex, Grindelwald. Y aquí, me puedo imaginar cómo los directivos de Warner Bros. y la propia J.K. Rowling se llevaron las manos a la cabeza al darse cuenta de la patata caliente que les caía en las manos: ahora sí podían mostrar de forma textual la naturaleza de la relación entre ambos personajes, y para más inri, dicha relación es un aspecto fundamental de todo el conflicto. Si Dumbledore no hubiese estado enamorado de Grindelwald, sus sentimientos no le hubiesen obstaculizado a la hora de frenar su descenso a la maldad. Así que, ¿qué hacemos? ¿Nos tiramos al agua de lleno? ¿Quizás podemos contentar a los fans que pedían que nos dejáramos de indirectas y a la vez a los fans que creen que esto es un tema "demasiado adulto"? Algo así debieron preguntarse.

"Pues lo tenéis chungo, ¿eh?"
La respuesta la tenemos por fin en esta segunda película de la pentalogía, donde se profundiza bastante más en la figura de Gellert Grindelwald, una especie de político populista de vastísimas habilidades mágicas, que suma adeptos mostrando una cara amable y apelando a los deseos de libertad de muchos de sus congéneres magos, mientras en secreto desprecia a los muggles y oculta su megalomanía. El Gellert que nos muestra la peli ya es un hombre hecho y derecho, y su relación con Albus queda en el pasado. La cuestión es que las fuerzas políticas, ante el temor de que Grindelwald provoque un derramamiento de sangre, solicitan a Dumbledore, el único mago que rivaliza con él en cuanto a poderes, que se enfrente a él. Pero no puede. ¿Por qué?

Y llegamos al meollo. En la primera escena donde se trata este tema, aparece en el espejo de Oesed, que muestra tu más profundo deseo, que el mayor anhelo de Dumbledore es Grindelwald. Jude Law hace una matizada interpretación, y la cara de sentimientos encontrados que pone es muy significativa. Se hace el silencio, y el empleado del gobierno se marcha exasperado. Sí, el mensaje está clarísimo: no puede matarlo porque le quiere. Pero nadie ha dicho ni una palabra.

En la segunda escena relevante, descubrimos que Albus y Gellert, de jóvenes, sellaron un pacto mágico de sangre, y este al parecer les impide enfrentarse. ¿Entonces el motivo de la reticencia de Dumbledore de derrotar a este asesino es de naturaleza mágica y no sentimental?



Mi opinión es que este pacto, y la joya de metal que lo contiene, es una clarísima metáfora del amor que ambos magos sentían el uno por el otro. Y este ha sido el recurso empleado por J.K Rowling para que la película se pueda ver en Rusia y China contente a todos los bandos. Debo reconocer que me parece muy inteligente por su parte. Si tienes dos dedos de frente, entenderás perfectamente que los personajes interpretados por Johnny Depp y Jude Law tuvieron una relación sentimental; y si quieres mantener tu cabeza metida bajo la tierra y seguir pensando que los niños no deben saber que existe la homosexualidad, probablemente te alegres de ver que aquí nadie se besa ni se dice te quiero, y posiblemente a los más pequeños el trasfondo de estas escenas les pase muy por encima de sus cabecitas. Si es que hay algún nene tan pequeño viendo esta peli tan siniestra, dicho sea de paso.

Personalmente pienso que es una lástima. Esta era la oportunidad de oro para que J.K. Rowling se reafirmara en su compromiso y pusiera por fin en el texto de manera explícita sus intenciones. Muchos fans se lo habríamos agradecido muchísimo, y pienso que gran parte de la sociedad ya está preparada para que estos temas se traten abiertamente en el cine infantil. No puedo evitar pensar que gran parte de la culpa la tiene el que la franquicia de los magos se ha convertido en un monstruo empresarial de implicaciones económicas masivas, y ya sabemos que cuando se trata de grandes estudios, grandes franquicias y grandes fajos de dólares, la consigna es jugar seguro y hacer un producto que no moleste a nadie.

Estamos en la segunda peli y quedan tres. ¿Es posible que en las siguientes el guión abandonde por fn las metáforas y el subtexto y entre por fin en el terreno de la explicitud? ¿Que esto sea solo una preparación del terreno? Me temo que voy a ser pesimista, y que el plano de Albus y Gellert juntando sus manos y mezclando dos gotas de sangre es lo más concreto que vamos a ver sobre su relación. Esperaremos a ver qué pasa.