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sábado, 29 de diciembre de 2018

La importancia de sentirte representado




 La entrada de hoy va a ser un poco más personal que de costumbre, pero mi intención es que, partiendo de esa reflexión personal, cualquiera que la lea pueda sacar unas conclusiones más universales. El riesgo de un blog como este (de cualquier medio de comunicación, en realidad) es que termine siendo leído por un grupo de gente "endogámico", de gente con un pensamiento afín. Y en general, y sobre todo en entradas como esta, desearía que también gente con un pensamiento completamente diferente diera un pequeño salto de fe y trataran de ponerse en el lugar de lo que digo. Así que, si eres de los que piensa que introducir diversidad en la ficción, y sobre todo en la infantil, es "inapropiado" o culpa de la "corrección política", o si piensas que los chistes de mariquitas son algo inofensivo que sólo molesta a los "ofendiditos", esta entrada también va dirigida a ti, y te voy a pedir que trates de entenderme antes de ponerme el aspa roja. Vamos allá.

De pequeño, uno puede llegar a sentirse un poco solo. Si tienes suerte, tendrás una familia que te cuidará y te acompañará, y también tendrás un cole al que ir y amiguitos a los que ver. Tu entorno puede tener las mejores intenciones respecto a ti. Pero sin embargo, la infancia es de alguna manera una época de cierta soledad, y es por eso que siempre se dice que es tan vulnerable. Porque los niños tienen un problema básico: su falta de experiencia en todo, y sus insuficientes herramientas para comunicarse. Cuando a un niño le ocurre algo más o menos infrecuente, es muy posible que piense que esto sólo le pasa a él. Puede ser incluso que piense que es culpa suya. A lo mejor piensa que vino mal de fábrica, y pocas cosas hay más dañinas que este tipo de ideas.

A mí desde pequeño me gustaban los cómics. Empecé, como tanta gente, con los tebeos de Zipi y Zape o Mortadelo y Filemón. Aquellas historias eran en general bastante infantiles y evitaban cualquier tema adulto como la sexualidad... pero de vez en cuando resquicios del mundo real se colaban por entre las páginas. Por ejemplo, recuerdo claramente un personaje secundario que aparecía en Mortadelo y Filemón, un tipo musculoso con el que el profesor Bacterio experimentaba. El giro de guión era que pese a ser musculoso era débil, y, sobre todo, tenía muchísima pluma. Al descubrirlo, los dos agentes se carcajeaban de él, haciendo claramente de avatares de los lectores (hablando en plata: tú también te tenías que reir, porque ¡resultaba que el fortachón era mariquita!). Recuerdo que se llamaba "Margarito", por si el chiste no era lo bastante obvio, y Google me informa de que su apellido era "Mariposillo", vamos, que Ibáñez no escatimó en señales. Algunos ya estarán empezando a indignarse al leerme, y dirán "¡es que eran otros tiempos!". Sí, lo eran, pero también eran los tiempos en los que yo tenía ocho, nueve o diez años, y esta una de las mil maneras en que el mundo me empezaba a decir que si yo resultaba ser mariquita, lo que me esperaba era un destino chungo; quizá en el mejor de los casos ser el blanco de las risas, como Margarito.



La otra manera eran los chistes de mariquitas que contaban mis primos o veía por la tele, en los que siempre, siempre, siempre, el mariquita en cuestión hace un papel de ridículo, tonto o ambas cosas a la vez. O quizás esas pelis en las que salía un secundario mariquita ridículo (lamento la repetición el adjetivo, pero es que esa característica era la definitoria) como para que a su lado pudiera destacar la virilidad del héroe. Espero que quien lea esto entienda que estoy usando la palabra "mariquita" porque me estoy poniendo en la piel de las personas que creaban este tipo de chistes e historias, y si algo está claro es que en sus cabezas esos personajes no eran "homosexuales" ni muchísimos menos "gays", sino mariquitas. Como mariquitas eran también los hombres que estaban en el bar La ostra azul, de las pelis de Loca academia de policía, y que a la primera de cambio trataban de bailar con los protagonistas cuando entraban al bar por accidente. El mensaje claro era esa idea aún viva en la mente de determinados hombres heterosexuales de que los gays solo piensan en violar a todo aquel que se les ponga delante, porque obviamente "bailar" era una forma de representar otros verbos acabados en "ar". Mariquita era aquel peluquero de la peli La roca que se ponía a hablar de tratamientos para el cabello mientras los machos de la peli hablaban de cosas serias, y luego le suplicaba en un ascensor a Sean Connery, tan estoico y viril él, que le dejara vivir. En fin, "mariquitas" de los que reírse había unos cuantos.

 Todas estas cosas se me quedaban grabadas porque yo por dentro empezaba a sospechar (a temerme, más bien) mi realidad, y estos personajes patéticos y ridiculizados eran mis únicos "referentes". Si los únicos espejos en los que puedes mirarte son así de chungos, ¿qué esperas que sienta un niño que aún no sabe casi nada de la vida? El mundo, simplemente, no paraba de repetirme que ser homosexual era lo peor que podías ser, una cosa indigna cuyo destino es como mucho servir de payaso, o de vara de medir para que los machotes puedan validar su virilidad.

Con el paso de los años, según iba entrando en la adolescencia, empecé a desear encontrar un tipo de identificación distinta en esas historias que consumía. Con la edad empiezan a entrarte inquietudes sexuales y románticas, y de nuevo las obras de ficción son una de las principales fuentes donde uno trata de encontrar referentes. Quieres leer un libro o un cómic, o ver una película, donde a los personajes les pase lo mismo que a ti. Todos podemos empatizar con una peli romántica con personajes de cualquier tipo, porque en definitiva el amor es el amor, pero las particularidades de ese amor cambian cuando cambian las características de los interesados, como por ejemplo su orientación sexual o su raza. Quizá algunos se molesten leyendo esto, y digan "¡Es pensando de esa manera como creáis un gueto! ¡Las personas somos todas iguales!". Y yo digo, muy bien, lo somos, pero nuestras circunstancias no lo son. ¿Sabe una pareja heterosexual lo que es arriesgar su integridad física cuando se besa o se coge de la mano en un lugar público? ¿En algún país del mundo se ven obligados a coger camas de hotel separadas y fingir que son amigos? ¿Alguna vez ha estado prohibido el matrimonio entre un chico y una chica blancos? ¿Alguna vez, al ver a una chica y un chico blancos besándose en un coche, la policía ha supuesto que ella era prostituta? (Como curiosidad, mientras buscaba información para esta entrada, he encontrado páginas y páginas de noticias en las que a personas negras les ocurrían cosas absurdas porque alguien sospechaba de ellos automáticamente, sin haber hecho nada).

Y es por esta diferencia de circunstancias, y por un puro de deseo de no sentirte como un perro verde (o invisible), que uno deseaba verse alguna vez reflejado en esas obras de ficción. Una y otra vez, al ver a ese personaje que parecía "muy amigo" de otro, me ilusionaba pensando que quizás esta vez iba a ser que sí, que no se iba a quedar todo en una insinuación y efectivamente los dos iban a tener una relación romántica. En este sentido recuerdo muy claramente lo que ocurrió en el cómic de Marvel X-Force durante los 90 con el personaje de Estrella Rota. Su guionista por aquel entonces, Jeph Loeb, comenzó a introducir insinuaciones de que Estrella Rota estaba enamorado de su amigo Ríctor. Todo empezó de manera muy sutil: Estrella Rota acudía al rescate de un chico que estaba recibiendo una paliza a manos de una pandilla, a la salida de un bar. En ningún momento se pronunciaba la palabra "maricón", pero se daban suficientes pistas como para imaginar lo que ocurría, y la escena evidentemente no era gratuita. Durante los siguientes números Loeb continuó dejando indirectas más o menos claras... hasta que el cómic cambió de guionista y toda esta subtrama fue abandonada. (Años después, el guionista Peter David volvió a coger el toro por los cuernos y ¡por fin! permitió que la relación de Estrella y Ríctor tuviese lugar. La lástima es que ya me pilló en la treintena, y aunque me alegró mucho y mi yo adolescente se sintió reivindicado, para entonces no lo necesitaba tanto como cuando tenía 16...).




Y termino ya. Ojalá esta entrada haya hecho reflexionar a alguien, aunque solo sea una persona, y por un momento haya podido ponerse en mi piel y en la de tantas otras personas que han vivido lo mismo. Como nota positiva, el panorama ha cambiado y está cambiando muchísimo, y sin duda los niños de hoy tienen la suerte de contar con un montón de productos audiovisuales donde los personajes LGBT empiezan a ser mucho más visibles, y sobre todo representados de maneras positivas. Como muestra, termino la entrada con este bonito vídeo procedente de la serie Steven Universe (¡gracias a Valle san por hacerme saber de ella!).

sábado, 15 de abril de 2017

Dragon Ball, los roles de género y el "efecto mamá"


 
Recientemente, impulsado quizá por el cariño a los personajes y quizá por esta corriente de nostalgia que invade a nuestra sociedad desde hace unos años y que hace por momentos que la cartelera de los cines y las pantallas de nuestras televisiones (u ordenadores o tablets) parezcan salidas de los 90 y hasta de los 80, me puse a ver Dragon Ball Super, la nueva temporada de la mítica saga de manga y anime.

No se le pueden pedir peras al olmo: Dragon Ball siempre ha sido eso que llamamos un placer culpable. Aún así, en sus mejores momentos, Akira Toriyama demostraba una imaginación desbordante, un gran sentido del humor, un don para la progresión narrativa (¡esa primera batalla de Goku contra Vegeta! ¡Ese clímax de Son Gohan con un brazo roto borrando a Célula de la faz de la tierra!), y una capacidad difícil de definir para crear personajes icónicos. Prueba de ello es cómo, en su momento, de niño, me interesé por la serie mucho antes de poder verla, sólo con ver el merchandising que llegaba a mi ciudad en forma de tazos, gomas de borrar y demás. O cómo la serie ha seguido de forma casi permanente en antena, siendo referente de ya varias generaciones.

Sin embargo, incluso mi yo adolescente fanático no podía evitar notar ciertas cosas. Como que los dos únicos personajes abiertamente homosexuales que aparecían en la saga eran, uno malvado (aunque muy fuerte para su época, eso sí), y muchos años después, un secundario cómico. Este, por el lado positivo, era "bueno", pero de cierta manera su caso era aún peor porque su "comicidad" radicaba en el mismo hecho de ser mariquita y gustarle Trunks. No, Toriyama no era de ideas muy avanzadas en este sentido... Yo, que en aquella época necesitaba de referentes en los que poder reflejarme, me conformaba con hacer la vista gorda y elaborar mi teoría secreta (¡aún no desmentida!) de que Ten Shin Han, que sí era un personaje digno, también era gay. Al fin y al cabo nunca muestra ningún interés por ninguna chica y siempre está junto a Chaozu (Kaos en la versión española).

No, Toriyama no era muy sutil
Y respecto a las chicas las cosas no eran mucho mejores. En Dragon Ball las chicas caen en unos arquetipos muy específicos: la tontita frívola (la madre de Bulma; Ran Fan, aquella "guerrera" del torneo de artes marciales), la irascible irracional (Bulma, Chichi), o incluso ambas a la vez (Lunch). Por supuesto ninguna peleaba bien.

El soplo de aire fresco vino con las dos sagas siguientes, que nos trajeron a Nº 18 y a Videl. La primera era, por primera vez en toda la trama, una guerrera fuerte y con un rol determinante en la historia. Además tenía un argumento interesante y con matices: era una humana convertida en androide y programada para matar a Goku. Pero su programación no pudo ser completada, y eso hacía que, aunque efectivamente quería matar a Goku y eso la convertía en antagonista, por otro lado era una buena persona y conservaba en gran medida su humanidad, con lo cual en realidad no tenía malas intenciones. Por otro lado no caía en ninguna de las categorías que mencionaba antes, y era apacible y segura de sí misma. Videl, por su parte, era una muchacha independiente, alegre, segura de sí misma, inteligente y con fuerte carácter. No es de extrañar que Gohan acabara enamorado de ella.  Fue una lástima que, a medida que avanzaba la saga final de Dragon Ball, su rol se vio mermado porque, al igual que les ocurría a todos los personajes sin sangre saiyajin, era incapaz de luchar a esos niveles. Por cierto, a lo largo de esta saga, Nº 18, ya emparejada con Krilín e integrada al 100% en el bando de los buenos, desarrolló una obsesión materialista y no movió un dedo en las batallas contra los enemigos que pretendían destruir la tierra. Ejem.

Y llegamos por fin a Dragon Ball Super, la saga actual. El rol de ambos personajes queda muy bien definido en la imagen que sirve de cabecera a la serie y que abre esta entrada: ahora Nº 18 y Videl son, sobre todo, madres.

En el caso de Nº 18, es como si los guionistas (ahora ya no se le puede echar toda la culpa a Toriyama) hubiesen tenido un brote de amnesia y hubiesen olvidado que esta chica tenía una fuerza superior a la de un Super Saiyajin de nivel 1. No se ha implicado en ninguna pelea, y se limita a llevar en brazos o de la mano a Marron, su hija. En un determinado momento, su marido, sale volando para ir a luchar contra la amenaza del momento, exclamando que deben proteger el mundo en el que vive su hija. Nº 18 se queda asombrada por la valentía de su marido, viendo como este parte volando hacia la pelea. Todo eso estaría muy bien si no fuera porque Nº 18 es bastante más fuerte que él y lo lógico sería que fuera ella a pelear. La implicación es que ella es la mamá, y por tanto su rol es quedarse en casita con su bebé...

Y con Videl la cosa es incluso peor. En su caso, más que por un parto parece que haya pasado por una lobotomía. En realidad ya desde el inicio de la saga tiene un comportamiento anormal, todo el tiempo con una delicada sonrisita en su cara y apenas hablando. Durante el capítulo dedicado a su cumpleaños, apenas sale unos minutos y dice dos o tres frases (le regalan un agua con propiedades cosméticas, "que es algo que a Bulma le gusta"). Posteriormente "juega" un papel importante cuando necesitan al bebé que se está gestando en su interior para completar al grupo de saiyajins necesarios para transformar a Goku. Esto de que que Videl sea "necesaria" como mero recipiente humano de otro saiyajin ya tenía unas implicaciones un poco cosificadoras, a todas estas. Por supuesto, cuando acaba el proceso, se desmaya, como buena damisela dulcita y flojucha que es ahora. Ni rastro de la Videl adolescente que se peleaba con matones que la doblaban en peso y talla. Y el resto de la saga, ahí está, llevando a Pan en sus brazos, con su nueva personalidad consistente en limitarse a sonreír y quedarse un poco al margen de todo. Y servirle a Gohan tacitas de té.


 Me temo que en el caso de ambos personajes los guionistas están simplemente reproduciendo, quizás incluso de manera inconsciente, algo muy presente en la sociedad japonesa, dónde frecuentemente las chicas realizan unos estudios universitarios e incluso trabajan durante un tiempo, hasta que se casan y entonces esa progresión profesional se detiene ipso facto, pasando a quedarse en casita limpiando, cocinando y cuidando de los nenes, mientras el hombre se pasa el día ausente peleando contra seres malvados el mundo laboral. Sí, va a resultar que Dragon Ball es una metáfora bastante próxima a la realidad de la sociedad japonesa en lo que se refiere a roles de género. A menudo las obras de fantasía son un espacio ideal en el que mostrar ideas subversivas sobre la sociedad, porque los límies los pone la imaginación. Es una lástima que esta no es una de esas ocasiones...

Pero no todo va a ser malo, y para acabar la entrada me gustaría hablar de esas maneras en las que esta nueva saga está también mostrando un lado mucho más progresista. La primera de quien hay que hablar es de Bulma. Y es que Bulma es el descubrimiento (o redescubrimiento, más bien) de la saga. A diferencia de Nº 18 y de Videl, Bulma tiene importancia en la trama y su rol no se limita al de "mamá de Trunks". Desde el principio de este manga Bulma siempre fue un personaje muy divertido, porque ponía el punto de vista "cotidiano" a las cosas que ocurrían en este manga, y si bien era buena en el sentido más vago del término, no llegaba al grado de virtud de Goku, siendo un tanto mezquina y egoísta en cuanto a su propia supervivencia, dos rasgos que la hacían muy cercana. Además de un genio de la tecnología, Bulma es una mujer intrépida, y en esta saga, aunque no pelee como los saiyajins, tiene un peso importante en las tramas. Una ovación para Bulma y para los guionistas que han sabido verla como algo más que una cuidadora de niños.

El otro gesto de progreso de Dragon Ball Super es aún más sorprendente conociendo los antecedentes de Toriyama. Se trata de Whis, el vigilante de Beerus. El de Whis es un caso particular, porque es un personaje sin precedentes en Dragon Ball. Whis es alegre, tranquilo, educado, amante de la comida... Y además tiene muchísima pluma y es uno de los personajes más poderosos del universo. Al igual que en el caso de mi teoría personal respecto a Ten Shin Han, no hay ninguna confirmación oficial respecto a la sexualidad de Whis, si es que la tiene, pero queda clarísimo por su voz, gestos actitudes (se sonroja cuando ve accidentalmente a Beerus) y forma de hablar que el concepto de su personaje es el de un hombre muy afeminado. Y lo bueno es que esto no le resta ni un ápice de poder ni de aplomo, y absolutamente ningún personaje le falta al respeto a causa de este afeminamiento. Whis posee un aura de respetabilidad y autoridad a su alrededor que nadie cuestiona. Toriyama lo creó con la intención de que fuera un hombre guapo, y le tiene aprecio al personaje, así que no se puede negar que en esto sí que ha avanzado. Y a todas estas aún no he nombrado a su hermana Vados, poseedora de una fuerza y carácter similar (si bien algo más serio). 


Para terminar el artículo, me pregunto qué derroteros seguirá la historia respecto a Pan, la hija de Son Gohan y Videl. Se trata de la primera mujer con sangre saiyajin de la saga, un factor que juega mucho en su favor en esta serie. Ya hemos podido ver en algún capítulo que pese a ser sólo un bebé posee una gran fuerza, y en las últimas páginas del manga, así como en la saga apócrifa de GT, ha demostrado haber heredado las dotes para la lucha y la personalidad de su madre (pre-parto, claro). Ojalá nos vuelvan a sorprender.

jueves, 26 de enero de 2017

El queer baiting: cuando es sí pero no

miércoles, 4 de junio de 2014

Maléfica (2014), algo pasa con Disney

Director: Robert Stromberg
Guión: Linda Woolverton
La frase: "Tuve alas una vez, pero me las robaron. Y eran poderosas". 

A menudo se dice que Hollywood se está quedando sin ideas. Puede ser que sea un cliché cierto, o puede ser que no, pero en todo caso, este supuesto agotamiento de ideas al menos nos está trayendo giros de tuerca inesperados a cosas que ya conocemos, y como muestra, esta Maléfica, o lo que es lo mismo, La Bella Durmiente contada desde el punto de la malvada bruja. ¿Pero de verdad es esta la historia que conocíamos... o es algo más? A continuación va a haber todo tipo de SPOILERS, así que si no la has visto, ya sabes.

Maléfica, si bien personalmente como película me ha parecido flojilla, contiene en su guión un puñado de ideas interesantes, además de una carismática interpretación por parte de Angelina Jolie, que se funde en el papel a la perfección. Para empezar, la malvada bruja no es ni bruja ni "malvada", o no mucho, en todo caso. Resulta que era un hada madrina (y al parecer, ya en las notas de producción de la peli original de 1959 se establecía este dato), y su supuesta maldad tenía una causa muy concreta, esa sí, inventada para esta película: le robaron las alas, es decir, su libertad, y el padre de la rubísima y monísima Aurora fue el traidor que la engañó. Ya el punto de partida de la peli da para detenerse a pensar: ¡un historia para justificar, y finalmente redimir a la mala!

A lo largo del film, y alejándose cada vez más del original, se nos revela que en realidad casi desde el principio Maléfica no pudo evitar sentir afecto por la pequeña Aurora, y si no llega a ser por ella, las incompetentes de las hadas madrinas la habrían matado con su negligencia (!).

Pero quizás lo más llamativo de la película es que, por segunda vez en un corto espacio de tiempo, nos encontramos con un film en el que el amor romántico pasa a un segundo plano, y es otro tipo de amor el que resuelve el conflicto principal. Los que la hayan visto, recordarán que en Frozen (SPOILERS) era el beso de amor fraternal de Elsa el que salvaba a su hermana Anna. Por otro lado, el príncipe de turno resultaba ser un psicópata, y el novio del que posteriormente se enamoraba la hermana menor era importante en la trama pero no el centro y fin de la misma, y su relación no acababa en boda.

En Maléfica, quizás inspirándose en dicha peli, o quizá porque es el signo de los tiempos y algo va cambiando en Disney, resulta que ¡es el beso de amor casi materno-filial de la supuesta malvada bruja el que despierta a Aurora de su sueño! Para ser sincero, según se aproximaba el momento, no era muy difícil predecirlo, pero lo verdaderamente bueno y rompedor ocurre un momento antes: las torponas hadas madrinas convencen desesperadas al muy secundario príncipe Philip para que bese a la muchacha... ante los razonables reparos de este, que explica que está dormida y que además la acaba de conocer, y bueno, aunque no lo diga explícitamente, da a entender que le parece guapa y simpática, pero amor, lo que se dice amor, (al menos de momento) no siente por ella. Su beso, evidentemente, fracasa.

"¿Seguro que no le huele el aliento?"

Y así, sin más miramientos, la película se burla de la noción del amor a primera vista, y cuestiona leve pero inequívocamente hasta qué punto es ético besar a un persona a la que acabamos de conocer y está dormida y/o en coma. Dos conceptos fundamentales en la película original de animación, así como en otras obras, tanto de Disney como de otras compañías.

Así que como decía, por segunda vez en muy poco tiempo, Disney nos sorprende con una nueva película en la que subvierte los clichés que ella misma ha afianzado e incluso creado durante tantos años, y no sólo eso, sino que se burla de ellos. ¿Es una casualidad? ¿El hecho de que la autora del guión sea una mujer, igual que en Frozen, ha influido en algo? ¿Estamos viendo el inicio de una nueva era en los guiones, o es todo un chispazo de originalidad y progresismo que se desvanecerá pronto?

Estaremos pendientes a la próxima peli de la factoría...

jueves, 24 de abril de 2014

Derecho de admisión en los dibujos animados

Recientemente, el animador, director y productor Giancarlo Volpe (podéis seguirle en su cuenta de Twitter @Giancarlo Volpe) publicó en su página de Tumblr un interesante cómic en el que explicaba la trastienda de la creación de su serie Linterna Verde: la serie animada (Green Lantern: The Animated Series). En este pequeño cómic, que a continuación podéis leer traducido, se pueden observar una serie de cosas que llaman la atención. El cómic relata el desarrollo de un grupo focal o focus group en inglés, un tipo de estudio de mercado en el que tras proyectar al público diana un capítulo o película, durante el cual los asistentes indican con un mando lo que les va gustando y lo que no, se les hace a continuación una entrevista dirigida y se observan sus reacciones y opiniones.

A continuación os dejo con el cómic (se amplían las imágenes haciendo clic):











El cómic tiene bastante que rascar. En principio parece confirmarse que estadísticamente las niñas prefieren los contenidos "emocionales" y los niños los de acción. Sin embargo, me surgen algunas dudas. El hecho que de que la emoción de ambos vaya en aumento de forma pareja hasta llegar al clímax del capítulo me hace pensar que quizás, aunque objetivamente muestren una predilección o rechazo por cada uno de los tipos escena, la conjunción de ambas cosas les está implicando en lo que ven. Por otro lado, no sé hasta qué punto se puede descartar la presión grupal en una proyección colectiva como esta, y que la gente gire el dial según lo que sienten que "debe" gustarles.

La conclusión final del cómic y del propio Giancarlo Volpe es que este tipo de estudios dan unos resultados muy manipulados y poco fiables, pero hay otro elemento más que llama mucho la atención: si bien los grupos de niños están segmentados por grupos de edad, a las niñas las juntan todas en un mismo grupo. Sí: al parecer, para los estudiosos del marketing televisivo, es igual una niña de siete años que una de once (!). El cómic no entra en detalles, pero además parece deducirse que si esto es así, por tanto entre el público habría muchas menos niñas.

Este sesgo tan evidente y llamativo revela bastante sobre la industria de la televisión y sus opiniones sobre el público. En general, existe la creencia, de la que ya he hablado antes, de que las obras de ficción protagonizadas por chicas son percibidas como "para chicas" y espantan a los chicos, mientras que aquellas protagonizadas por chicos son para todo el mundo. Por tanto, no sólo se procura que el protagonista sea un hombre, sino que además se procura que la proporción de mujeres sea inferior sensiblemente (existen estudios que demuestran que si el número de chicas y chicos es equilibrado, la audiencia al parecer percibe el número de chicas como mayor, lo que demuestra hasta qué punto está acostumbrado a que las chicas sean la minoria). Casi siempre esto se traduce en la presencia de una única chica en un grupo de amigas, quizá dos como mucho (y entonces lo típico es que una será tradicionalmente femenina y la otra más mas viril).

La banda del patio

Al parecer, gran parte del miedo de las productoras por gustar "demasiado" a las niñas proviene de la percepción, supongo que también contabilizada estadísticamente, de que las niñas no compran muñecos. Y no nos vamos a engañar: el objetivo final de cualquier peli, serie o dibujos dirigidos a niños es vender todos los juguetes posibles. El problema es que es difícil saber si esta creencia tiene una base real, o si es lo que a veces se conoce como "profecía autorrealizada" o "Efecto Pigmalión": su poca fe en que las niñas comprarán muñecos femeninos hace que no saquen éstos a la venta o si lo hacen no los publiciten adecuadamente, con lo que finalmente ellos mismos están provocando que se cumplan sus predicciones negativas.

Mi opinión es que, finalmente, la mayor parte del público responde positivamente cuando se le ofrece algo de calidad y los altos cargos al mando le dan un verdadera oportunidad de tener éxito. Realmente da igual si dicha obra está protagonizada por un chico, una chica o un robot. A lo largo de la historia reciente ha habido un montón de obras de ficción protagonizadas por chicas que han triunfado sin ningún problema (a bote pronto me vienen a la mente los éxitos masivos de Los juegos del hambre o Frozen), así como casos de lo contrario. El verdadero problema creo que está en que los que se encargan de tomar las grandes decisiones, los que  levantan o bajan el pulgar, muchas veces se siguen aferrando a creencias que el tiempo ha ido desmintiendo...

Con suerte, el tiempo también les irá cambiando a ellos, antes o después. Esperemos.

"¿Me estás llamando anticuado?"

Esta entrada está basada en en este artículo de The Mary Sue. Gracias a Giancarlo Volpe por dar su permiso para traducir y publicar el cómic aquí, y a Andrés por su ayuda con la parte técnica al encajar los textos para la traducción.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El sexo por defecto

En alguna ocasión, James Cameron, el director de cine, ha explicado su truco para crear los numerosos personajes femeninos independientes y bien definidos que ha creado (la teniente Ripley de Alien, Rose de Titanic, Sarah Connor de Terminator...). El truco es simple y al mismo tiempo muy revelador: empieza escribiendo el guión como si fuesen personajes masculinos, y al terminar, les cambia el sexo. Como quien le da la vuelta a un calcetín.

En definitiva el truco digamos que funciona. Se pueden decir un montón de cosas sobre James Cameron y sus películas, cosas buenas y malas, pero es innegable que ha dejado para el recuerdo un buen puñado de personajes femeninos icónicos, y no todos ellos giraban siempre en torno a un hombre; la teniente Ripley siendo el ejemplo perfecto. Pero es inevitable plantearse las implicaciones del truco de marras. Para crear un personaje femenino, partimos de uno masculino.

Suena un poco a Adán y la costilla, ¿no?

La realidad es que en el mundo de la ficción, el masculino es el sexo por defecto, y el femenino la excepción. Cuando hablamos de una peli de acción, y esta está protagonizada por una chica (mi debilidad en cuanto a pelis de acción, debo decir), en seguida se subraya el hecho de que quien reparte las hostias es una chica. Quizá, y yo el primero que lo hace, se buscan subtextos feministas en la trama. Cuando una película está protagonizada sólo, o principalmente por chicas, es etiquetada como película "de mujeres". Si la protagonizan hombres, esto es lo "normal", y por tanto las etiquetas son más bien sobre el contenido en sí de la película: terror, drama, comedia, etc. Cuando se crea una serie infantil, el público al que irá dirigida, niños o niñas o ambos, es lo que decide el sexo de la mayor parte de los personajes. Entre las productoras de animación, el mantra es que algo protagonizado por niños puede ir dirigido a todos los públicos, pero algo protagonizado por niñas, va dirigido exclusivamente a niñas.

Si queréis un ejemplo reciente, cuando hace un par de años Disney lanzó su película Enredados, el título escogido (Tangled, en inglés), no fue desde luego casual. El cuento en el que se basaba era Rapunzel, nombre de la muchacha protagonista de la historia. Pero el temor de los altos mandos de Disney era que si le plantaban a la peli un título de nombre de niña, sumado a que la protagonista era una ídem, los niños correrían en dirección contraria, quizás a ver Transformers XXVIII: la venganza. ¿Solución? Un nombre que es un adjetivo, y por tanto carente de género en inglés, y una campaña promocional que dejaba clarito, me estáis oyendo, niños del mundo, que junto a la rubita de pelo largo había un muchachote fuertote.


Imagínate uno de sus pelos en la sopa...

Como todas las reglas, esta ha tenido sus excepciones que la confirman, y así tenemos clásicos modernos de la animación como Las Supernenas, o más recientemente el increíble caso de Mi Pequeño Pony: la magia de la amistad, la versión más reciente de la franquicia basada en los famosos juguetes. La serie en cuestión evidentemente iba dirigida a un demográfico concretísimo: sexo femenino y corta edad. Pero, gracias a un buen trabajo de guión, un humor algo iconoclasta, una animación colorida y vitalista pero no ñoña, y unos personajes bien perfilados e interesantes, oh milagro, se desató el fenómenos de los bronies: fans de la serie que ni eran niñas ni eran de corta edad.

Las chicas son guerreras. Y ponys.

Los ejemplos en el mundo de la ficción son innumerables y podría seguir y seguir, pero ocurre que, como suele pasar con la ficción, esta no es más que un reflejo de la realidad. Como explicaba al principio, la cosa no es nueva, y ya desde los tiempos de la Biblia con el tema de Adán y la creación de Eva a partir de él, el concepto de que el masculino es el sexo por defecto siempre ha estado presente. Esta idea, que me temo que todos tenemos enraizada en la cabeza fuertemente, y yo el primero, tiene un montón de consecuencias prácticas, negativas para ambos sexos. Ahí van unos ejemplos y alguna excepción de las que confirman la regla:

  • En una situación de guerra o catástrofe, se consideran más valiosas las vidas de las mujeres, y los hombres digamos que son hasta cierto punto "desechables". Sí, desde luego no se me escapa que hay una posible explicación a esto en tanto que sólo las mujeres pueden quedarse embarazadas y procrear... 
  • Vas por la carretera, y el conductor de delante hace determinada maniobra peligrosa. ¿Qué ocurrirá si se trata de un hombre? Que le pondremos a caldo. ¿Qué ocurrirá si se trata de una mujer? Que alguien dirá la frase lapidaria: "Mujer tenía que ser". Cuando un hombre hace algo, le calificamos a él personalmente. Cuando una mujer hace algo, representa a la totalidad de las mujeres del mundo. Dado que el hombre es el sexo por defecto, lo que hace la excepción adquiere valor universal.
  • En el mundo anglosajón, y otras culturas, una mujer al casarse adopta el apellido de su marido. Quizás en algunos caso lo une al suyo con un guión. En extrañísimas y contadas ocasiones, él adopta el apellido de ella. Es decir: el apellido de él es el apellido por defecto.
  • Los nombres de muchas profesiones se utilizan en masculino, evidentemente porque hasta no hace tanto sólo las desempeñaban hombres. Llegada la situación actual, o bien es necesario especificar el género pegándole la palabra "mujer" (mujer policía, mujer bombero), o bien, en español por ejemplo, encasquetamos una -a al final, y conseguimos un palabro que no termina de sonar muy normal: la médica.
  • Un ejemplo inverso: en el mundo anglosajón un enfermero es definido como male nurse. Ya sabemos de qué sexo eran históricamente la gtan mayoría de las enfermeras... 
  • En política, un alto cargo ostentado por una mujer es siempre algo digno de resaltar. No es sólo un político, es una mujer que es político (¿política?). El hecho de ser mujer la define, se especulará sobre la forma en que su feminidad influye en sus decisiones como político, y desde luego se mirará con lupa la ropa que lleva. De un político hombre se analiza exclusivamente su labor, porque no es un hombre-político, es un político a secas.
  • La ropa unisex es básicamente ropa masculina apta para mujeres, no viceversa. Lo que viene a decir que el cuerpo de un hombre es el cuerpo por defecto. 

Y podríamos seguir y seguir. Hace unos días se celebraba el Día de la Mujer Trabajadora. Aquí tienes un puñado de ejemplos más de por qué dicho día sigue siendo, desde luego, necesario.


martes, 21 de enero de 2014

Frozen (2013) y la princesa que se sentía distinta

Una de las cosas que más me divierte a la hora de ver las películas animadas de Disney es buscar interpretaciones metafóricas a sus argumentos: La Sirenita como metáfora de de la inmigración (abandonar tu pasado y tu cultura en busca de un futuro mejor), o Enredados y la melena de Rapunzel como metáfora de la ruptura del cordón umbilical materno-filial (esto prácticamente subrayado por el propio guión). Y quién nos iba a decir que en Frozen: el reino de hielo, la última incorporación a la familia, el mensaje semi-oculto iba a ser una historia de autoaceptación de una princesa angustiada por sentirse distinta a los demás, una princesa posiblemente... lesbiana. ¿Que no te lo crees? Sigue leyendo.

Antes de nada, quiero aclarar que en el análisis que hago a continuación no descubro nada que no hayan analizado antes muchas otras personas en todo el mundo. Sí, el potencial de Elsa como icono LGTB fue percibido al instante por cientos de espectadores en todo el mundo, y sin duda esto fue en gran parte gracias a la magnífica canción Let It Go, de la que hablaré luego.

Para empezar vale la pena resaltar que Frozen se aparta muy conscientemente de los estereotipos mil veces tratados por la propia Disney en varios aspectos. Cuidado si no la has visto aún porque aquí empiezan los SPOILERS.

Anna, la princesita idealista, ingenua, alegre y algo atolondrada pero valiente, se enamora a primera vista del príncipe Hans, con el cual comparte incluso un dueto romántico donde cantan sobre la cantidad de cosas que tienen en común. Pero algo no cuadra: estamos en los primeros minutos de la peli, y parece un poco pronto para todo esto. Y es que en seguida su hermana mayor Elsa, que está a punto de ser coronada reina y es el personaje sorpresa de la película, corta en seco todo este despliegue de almíbar y le dice que acaba de conocer al principito de marras, que apenas sabe nada del tipo y que evidentemente no le da permiso para casarse con él. Al principio puede parecer que está siendo antipática, pero más tarde... descubrimos que la chica da en el clavo. ¿Quién es es esta princesa Disney que exhibe semejante autocontrol, elegancia, buen juicio y madurez?


Adivina su color favorito. Tienes un intento

Pues sí:  Elsa no es ninguna soñadora adorable y alocada, como tantas princesas Disney anteriores. Quizás debido al terrible secreto que arrastra, Elsa ha debido madurar más rápido y ha aprendido a ser cautelosa y controlar sus impulsos, ya que desde niña, la muchacha tiene el poder de crear frío a su alrededor, lo cual casi costó la vida a su hermana Anna cuando eran pequeñas. Los padres, asustados, llevan a Elsa y a Anna en presencia de un troll druida para que salve la vida de esta última. Dicho troll pregunta a los padres si los poderes de Elsa son innatos o fueron consecuencia de una maldición, a lo que responden que lo primero. Desde entonces sus padres tapan sus manos con guantes y le insisten en que debía luchar por controlarse a sí misma, haciéndola llevar una vida de reclusión desde entonces.

Las metáforas empiezan amontonarse.

Pero espera, porque aún nos queda lo mejor: finalmente, en un arranque de angustia, los poderes de Elsa se descontrolan, y empieza a congelarlo todo a su alrededor, mientras el malo de la la función la llama engendro de la naturaleza, y los aldeanos la contemplan atemorizados. Elsa, dándolo todo ya por perdido, se marcha corriendo de su reino hacia la soledad de las montañas, donde construye un impresionante castillo de hielo (en una de las escenas más impresionantes en lo que a técnica de animación se refiere) en el que refugiarse, al tiempo que canta el catártico tema central de la banda sonora: Let It Go, "Suéltalo" en su versión española y "Libre soy" en la latina, ambas traducciones bastante aproximadas al sentido del verbo to let go, que alude a dejar de tratar de controlar o retener algo. La canción, que contiene frases (traduciendo directamente de la versión original) como "Escóndelo, no sientas, que no lo descubran / Pues ahora ya lo saben", "Suétalo, suéltalo, date la vuelta y cierra de un portazo, no me importa el qué dirán", "Nunca me verás llorar / aquí estoy y aquí me quedaré, que la tormenta estalle", se ha convertido en un clásico instantáneo de la animación Disney, y también en un himno sobre la autoaceptación que ha resonado particularmente en el interior de muchas personas del mundo LGTB.

Con Elsa se acabaron las reformas domésticas inacabables

Para cimentar más todavía el estatus de Elsa como icono lésbico, se da la circunstancia de que la chica no muestra interés por ningún muchacho a lo largo de toda la película, a diferencia de su hermana, que pasa del mentiroso de Hans al noble y tosco Kristoff (que según los trolls sólo necesita unos arreglillos, en otra subversión del cliché de antaño sobre el amor a primera vista). Es cierto que tampoco se fija en ninguna chica, pero bueno, tampoco es cuestión de pedir milagros.

Rebuscando un poco entre las curiosidades que rodeaban la creación de la película, se descubren cosas interesantes sobre el guión que se propuso en un principio y otros detalles que subrayan aún más la intención subversiva (¡y autocrítica!) de los creadores. Resulta que inicialmente Elsa iba a ser malvada, pero cuando la actriz que le presta su voz, Idina Menzel, interpretó Let It Go con inesperado sentimiento y profundidad, Jennifer Lee y Chris Buck, los guionistas y directores, tuvieron una revelación y se dieron cuenta de que Elsa daba para mucho más, y su personaje podía ser turbulento y un tanto oscuro sin ser malvado, lo que enriquecía bastante la trama. Por otro lado, existen un buen puñado de canciones que no llegaron a usarse en la película, y una de ellas, We Know Better ("Nosotras sabemos la verdad"), cantada a dúo por las hermanas cuando eran niñas, tiene una letra que critica explícitamente todos los clichés asociados por la propia Disney (y otros) al hecho de ser princesa, diciendo cosas como "Dicen que una princesa tiene saber estar (...), lleva trajes de color rosa con volantes, nunca dice lo que piensa, no lucha, no suda (...), no desea conocer el mundo que la rodea...", para terminar concluyendo "pero tú y yo tenemos nuestras propias ideas y sabemos la verdad". Lamentablemente en el mundo real estos tópicos siguen bastante vigentes; ya alguna vez he hablado de esto.

Esta foto de Olaf y la gaviota no tiene nada que ver, pero es que la escena es tan bonita y la gaviota tan linda...

La peli contiene algún que otro guiño más al mundo gay (buscando por internet confirmé que no era el único con sospechas sobre la sexualidad de Oaken, el tendero al que acuden Anna y Kristoff), y una última y hermosa subversión final cuando el beso de amor que salva a la princesita congelada no es el que todos nos esperábamos. Sí, Kristoff quiere a Anna, pero al fin y al cabo la ha conocido hace poco y su amor no es comparable al de su hermanita Elsa.

Oaken, sus dos figuritas de osos y su familia en la sauna

En fin, un interesante cambio de rumbo para Disney. Muy sutilmente, los cambios sociales que van transformando el mundo se van materializando en sus películas de animación, aunque sea de formas sutiles y metafóricas. Las princesitas van cobrando más y más complejidad, los mensajes van siendo menos simplones, los guiones empiezan a superar el test de Bechdel... Ojalá que en adelante nos sigan sorprendiendo así.