sábado, 14 de septiembre de 2019

Poner nombre a las cosas: la importancia de las etiquetas



Recientemente tenía una conversación en la que el término "cishetero" salió a colación. Una de las personas comentó si era necesaria esta palabra (en particular una de sus raíces, "cisgénero"). ¿Hacía falta ponerle un nombre al hecho de no ser transgénero? ¿De verdad necesitábamos todos estos neologismos?, comentaba, me consta que sin ninguna mala intención. Y es que si desde su realidad, es muy comprensible que esta persona reaccionara a la palabra así: nunca había tenido la necesidad de utilizarla para designar su propia realidad, una que por lo demás es la más frecuente por aplastante mayoría. Las palabras aparecen cuando hay necesidad de ellas, y por eso tenemos una palabra para referirnos a las cosas relacionadas con la tierra o la luna, pero no hay ningún adjetivo que describa a las cosas relacionadas con el asteroide 2005 TN53, ni tampoco hay nombre para designar a las especies marinas  aún no descubiertas en las simas más hondas del océano, ni verbo para describir el sonido que hacían los dodos antes de extinguirse... Cuando le ponemos un nombre a algo, es porque necesitamos identificar esa realidad y hablar de ella.

Sin embargo, la palabra "etiqueta" ha ido adquiriendo connotaciones negativas. Sobre todo en los últimos años, se ha vuelto muy frecuente escuchar a la gente decir cosas como "a mí es que no me gustan las etiquetas", "prefiero no etiquetarme", y demás variaciones. Y lo entiendo: en ocasiones, ponerle un nombre a algo puede parecer una forma de limitarlo, de meterlo en formol y tratar de conservarlo intacto, inmóvil, inmutable. Pero pese a toda esta mala prensa que tienen, las etiquetas son necesarias y muy, muy beneficiosas, y si el movimiento LGBT, el feminismo y otras muchas corrientes sociales han avanzado tanto, es en gran medida gracias a ellas. Solo podemos hablar de aquello que tiene nombre, y solo aquello que tiene nombre existe, así que, ¿cómo se puede luchar por algo sin antes bautizarlo?  Las etiquetas dan visibilidad, y cuando algo es visible, podemos interactuar con ello.

Volviendo a la conversación a la que hacía referencia al inicio, al gual que la palabra "transgénero" era necesaria para describir una realidad que necesitaba ser identificada, la palabra "cisgénero" también lo era, porque no podemos entender una cosa sin tener en cuenta su contrario. Sólo sabemos que la luz existe porque conocemos también la oscuridad; las vacaciones tienen sentido porque el resto del año trabajamos. Si viviésemos en un perpetuo estado de ocio, obviamente no tendríamos ninguna palabra para definir el hecho de no estar trabajando, porque sería la única realidad que existiría. Si la persona de la que hablo que desconocía el término hubiese tenido que hablar, pongamos por caso, del hipotético hermano cisgénero y hetero de una mujer trans, ¿qué habría dicho? ¿Su hermano es... "normal"? Las palabras, como he defendido decenas de veces en este blog, son importantes, y rara vez inocentes.

Es muy posible que a menudo sientas que una palabra se te queda corta. Que si te defines como lesbiana, de alguna forma estarás prometiéndole al mundo que nunca te va a gustar un hombre, y eso quizá no sea cierto, porque, ¿quién sabe? Y quizás tampoco te va a gustar decir que eres bisexual, porque es una palabra que parece abarcar mucho, y no quieres que alguien piense que te gusta "todo el mundo" o algo por el estilo. Quizás piensas que las personas somo complicadas y variables, y que es mejor no meternos en estanterías, porque no somos libros. Y lo entiendo, y es cierto. Pero también es cierto que es gracias a palabras como esas que hemos podido empezar a hablar. Poniendo nombre a todo aquello que el mundo se empeñaba en ignorar, le hemos arrojado luz, lo hemos hecho visible, y ya la gente, le gustara o no, ha tenido que empezar a hablar de esa realidad, a interactuar con ella. A nivel individual, seguro que todos hemos tenido alguna vez esa experiencia en la que descubres que eso que te pasa a ti tiene un nombre, y entonces has sentido un enorme alivio, porque si tiene nombre es que tú no eres el primero ni el último. Si el médico identifica al microbio que te invade por su nombre y apellido, ya puede buscar el tratamiento que te curará. Si descubres que ese deporte que te gusta se llama curling, ya puedes buscar en Google dónde se practica y si hay algún club en tu ciudad. Si un niño descubre que lo que le pasa es que es transgénero, dejará de sentirse solo y extraño, y él y su familia podrán por fin saber más y buscar los recursos que necesita.

Y visto así, ¿a que ya no te parecen tan malas las etiquetas?

sábado, 31 de agosto de 2019

Stranger Things y la sexualidad de Will Byers



Antes de nada, quiero disculparme por la ausencia de entradas durante los últimos cuatro meses. En adelante trataré de ser más regular y al menos no dejar que pase una quincena sin su entrada correspondiente.

La entrada de hoy me obliga dar un AVISO DE SPOILERS a cualquiera que aún no haya visto la tercera temporada de Stranger Things, así que aunque el tema del que quiero hablar tiene más que ver con fantasmas interiores que con Demogorgons, ¡queda todo el mundo avisado!

Con el estreno de la tercera temporada de Stranger Things, se montó una pequeña polémica entre los fans de la serie, a resultas de cierta subtrama y cierto diálogo entre Mike y Will, en el cual Mike echaba en cara a este último que no le interesaban las chicas, quedando la frase sin respuesta por su parte. Y es que en esta tercera temporada, las relaciones de pareja han sido un tema de importancia central en el desarrollo de la trama, hasta el punto de que prácticamente todos los personajes de la serie tienen su pequeña subtrama romántica, fuente de conflictos, comedia y un puñado de escenas más emotivas de lo habitual... excepto en el caso del pobre Will, que se pasa los primeros capítulos suplicando a su amigos que se dejen de chicas y vuelvan a jugar a Dragones y Mazmorras (posteriormente la cosa se pone chunga, como era de prever, y entre persecución y persecución ya no da tiempo para besos ni  dados de ocho caras).

El follón se montó cuando una parte del público comenzó a argumentar que dicho diálogo indicaba claramente que Will era gay. En todo caso la insinuación no venía de la nada: a lo largo de la serie Will ya había sido objeto de burlas homofóbicas por parte de los abusadores de cole; por otro lado, en la temporada uno, Jim Hopper, el sheriff redneck de Hawkins, preguntaba a Joyce directamente si su hijo era gay. Y es que desde el principio Will se nos ha mostrado como un personaje con características típicamente asociadas a la homosexualidad (y digo típicamente porque no tienen por qué darse obligatoriamente, que quede claro), como su delicadeza y su sensibilidad, frente a Mike, Lucas o Dustin, más asalvajados. Como para echar más leña, se reveló que en la biblia de la serie (ese documento que emplean los guionistas en la fase de producción donde se describe a los personajes, sus relaciones y otros datos personales, de cara a la elaboración de los guiones), se decía que Will tenía "conflictos con su sexualidad". El caso es que, concluida la tercera temporada, la cosa ni está cofirmada ni desmentida, pero el subtexto está ahí bien claro, y vale la pena reflexionar sobre las reacciones que ha provocado entre el fandom.

Por supuesto, mucha gente, yo incluido, se sintió reflejada en esa situación de ver cómo tus amigos empiezan a entrar en ese mundo el que toca hablar de chicas y tú te quedas ahí de extra, porque al menos en los 80 y los 90, con 14, 15, 16 años, ni de coña se te iba a ocurrir salir de armario con tus amigos.  Con nadie, si vamos a ser sinceros. Para todos ellos no hace falta decir más, porque sabemos perfectamente lo que está pasando Will, y quizás sería poco realista para una serie ambientada en esta época llegar mucho más lejos. Pero otros fans no se han tomado muy bien este subtexto, y en cierto foro pude leer cosas como "ahora resulta que hay que saber con quién se acuesta todo el mundo", "sólo falta que en la siguiente temporada le saquen chupándosela a otro en el baño", "la gente se acabará cansando de que siempre tenga que haber un personaje gay en todas las series"... Podéis leer los divertidos comentarios aquí (por cierto, uno de los míos, donde daba un punto de vista distinto, fue borrado).

Once comprobando si Mike tiene a un Mindflayer en las encías

Es de esos comentarios de los que quiero hablar, porque curiosamente cada uno de ellos representa muy claramente ciertas ideas que imperan en gente que no es consciente de su propia homofobia. Vamos por partes:

"...siempre ávidos de saber con quién querría follar todo personaje de TV". Este en particular destaca por la hipocresía que demuestra. Porque, ¿sabéis cuál es uno de los temas principales de Stanger Thinsg y del 90% de las series y pelis que vemos? Sí: saber con quién quieren follar los personajes. Dicho menos bruscamente, las subtramas románticas son la sangre que sustenta casi cualquier ficción y desde luego ST no es una excepción: concretamente en la tercera temporada sabemos que Hopper "querría follar" con Joyce, Mike con Once, Lucas con Max, Jonathan con Nancy, Steve con Robin, la madre de Mike con Billy... ¿Hola? ¿Por qué a este usuario tan contrario a husmear en la vida de la gente no le molesta cuando se trata de todos estos personajes? ¿Por qué toda esta gente a la que le molesta el "exhibicionismo de la vida privada" y demás expresiones que suelen usar no les molesta cuando los que se besan y se acuestan son un chico y una chica? ¿Por qué ese pudor solo aparece mágicamente cuando se habla de homosexualidad? ¿Será por... homofobia?


"Yo con 12 años tampoco me interesaba por nadie y era tan feliz con mis juguetes, mi bici y mi pelota. No es porque el niño ha sido secuestrado, llevado a otra dimensión, usado como recipiente de un bicho asqueroso y ha cogido un trauma de cojones, no, eso no. Es homosexual por cojones. Porque sí, porque ahora la moda es pervertir a los niños a temprana edad. En la cuarta temporada lo veremos meterse al baño con otro a hacerse felaciones explícitas." Por dónde empezar con este: uno más para el club del doble rasero. Resulta que Once también ha pasado lo suyo, pero a ella no le ha impedido besarse con Mike e irse de compras al centro comercial con Max, y mira, de esto el comentarista no dice ni mú. Quizás no es muy realista que la gente supere semejantes vivencias tan rápido; pero esto es ficción, y aquí la gente puede vivir tan feliz un año después de haber sido atacada por un Demogorgon.  La segunda parte de su comentario ya casi no dan ni ganas de comentarla, pero parece que en su mente ser gay es indisoluble de pasarte el rato chupándosela a otros. Pero bueno, en esta temporada nos hemos aburrido de ver a Mike y Once haciéndose felaciones y cunnilingus, así que por otra más no se va a espantar, ¿no? Pero ya ves, resulta que tratar la sexualidad y mostrar sexo explícto son dos cosas distintas, cosa que el amigo no parece entender. Lo de "pervertir a los niños a temprana edad" es una idiotez de tal calibre que por respeto al lector no la comentar.

"Solo es un niño que quiere seguir jugando D&D y no le interesan las niñas por el momento. Pero algunos esperan ver un transexual en la próxima temporada." Es posible que así sea. De hecho, eso no sería incompatible con que además sea gay. La cuestión es que el subtexto es obvio, y como se explica en el propio artículo, intencionado por los guionistas, que quizá, solo quizá, saben más de su personaje que él. Y atención a la transfobia gratuita de la segunda frase. No sé qué le preocupa, pero en fin, con comentarios así. poco se puede añadir. A este le responde otro que merece la pena dedicarle un poco más de tiempo:

"Ya es algo casi obligatorio meter el personaje LGBT en cualquier serie o película... La inclusión no necesita esto, necesita leyes que los amparen y educación desde chicos.
Llegaremos a un punto que aburrirá y cansarán este tipo de personajes, y no hará eso nada bien a la comunidad."
A esta persona le concedo al menos que parece tener una cierta sensibilidad social; es una lástima la falta de miras que demuestra con su comentario. La importancia de la representación es un tema del que ya he hablado unas cuantas veces en el blog, pero nunca está de más volver sobre ello. Sí, la inclusión necesita que haya personajes de todo tipo en la ficción, porque las personas necesitamos vernos reflejadas en las historias que consumimos, para reivindicar nuestro lugar en el mundo y sentir que existimos y que somo miembros válidos de la sociedad. Este puede un concepto difícil de entender cuando eres una persona que, por sus características, siempre se ha visto reflejada en la TV o en el cine: si eres heterosexual, a lo largo de tu vida has visto a miles y miles de personajes como tú, enamorándose, yendo al baile de graduación y acostándote con esa chica o ese chico. Tu historia ha sido contado una y otra vez, y por ello sabes que el mundo tiene un hueco para ti, y posiblemente ni se te pasa por la cabeza que tu experiencia NO ES UNIVERSAL. Porque si has sido como Will, y sobre todo si has nacido en décadas pasadas, o en países donde simplemente sacar el tema LGTB está prohibido, seguro que la homosexualidad, y no digamos ya la transexualidad y el resto de las letras del acrónimo, sólo las has visto referenciadas en chistes chungos, en personajes hechos para que te rías de (y no "con") ellos, y en general en contextos que venían a decirte que lo llevabas crudo, amigo. El comentarista ya mete la pata hasta el fondo cuando dice que estos personajes acabarán "aburriendo", como si la sexualidad de la gente fuese una moda que antes o después se pasará. ¿También piensa lo mismo de las tramas sexuales y románticas entre hombres y mujeres? ¿O quizás ahí no, porque cada personaje y cada obra es un mundo y las formas en las que se puede explorar el tema son infinitas? ¿Será que con los personajes LGBT pasa lo mismo? 

Termino ya el larguísimo post con una reflexión. Lo sucedido con Will y Stranger Things solo viene a demostrar que en ocasiones la cantidad de homofobia más o menos oculta (incluso para sí misma) que tiene la gente puede llegar a ser mayor de lo que imaginamos. Fíjate en que ninguno de ellos emplea términos insultantes, y en casi todos los comentarios, el mensaje más o menos implícito es "yo no tengo nada en contra de los gays, pero ¿por qué tienen que meterlos en mi serie?". Lo cual es básicamente lo mismo que preguntarse por qué la gente no puede ser "discreta", por qué hay que "ir anunciándolo", "por qué no hay un día del orgullo hetero". Lo cual es lo mismo que decir: yo no tengo nada en contra de ti, pero ¿por qué no desapareces de mi vista? 

Y ahí lo dejo. 

miércoles, 24 de abril de 2019

Juego de Tronos S08x02: ¿el episodio más feminista de la serie?



Seamos sinceros: el episodio anterior no fue muy halagüeño en lo que al subtexto feminista de la serie se refiere (que lo tiene, y en gran medida). Por un lado tuvimos esa escena de Bronn en el burdel, con esos desnudos gratuitos cortesía de secundarias random que ni pinchaban ni cortaban. ¡Era como estar viendo otra vez la temporada 1! Ya sabéis, esa donde a la primera de cambio cualquier chica se quitaba toda la ropa frente al varón de turno (el cual como mandan los cánones televisivos apenas sí se quitaba la camiseta; ya sabemos que en el mundo mágico del cine y la tele al los hombres les encanta dejarse toda la ropa puesta cuando tienen sexo). Y luego estaban esas escenas de tensión entre la guardiana del Norte Sansa y la recién llegada y ya líder Daenerys. ¿Eran celos de hermana? ¿Era una pelea de gatas en ciernes? ¿Era ese cliché según el cual dos mujeres poderosas deben ipso facto pelearse entre sí (y si entre medias hay un hombre mejor)? Tengo muy poca paciencia con este tipo de argumentos, y teniendo en cuenta la situación a la que se enfrenan los protagonistas, me parece mucho más urgente sobrevivir que ver quién corta el bacalao en Poniente si no acaban convertidos todos en cubitos de hielo de ojos azules.

Pero llegó el capítulo dos, y como para compensar, resulta que van y nos cascan el capítulo más feminista de toda la serie. Y está clarísimo que esta fue la intención de los guionistas desde el mismo momento de sentarse a redactar la trama de este episodio, trufado de momentos en que todas y cada una de las mujeres de la serie (con alguna notable excepción, entre ellas Cersei) sacan a relucir sus mejores cualidades y consiguen cada una una pequeña culminación de sus arcos personales. Y es que lo mejor de todo es que en nngún caso lo mostrado en el capítulo resulta gratuito, sino que todo es el resultado coherente y ganado a pulso de años de desarrollo de personajes. Vamos por partes.

En primer lugar, Sansa y Daenerys tienen por fin tiempo de expresar sus diferencias de una manera profunda y razonada, más allá de miradas gélidas e indirectas sibilinas, y parecen llegar a un cierto nexo de un unión en el amor (de diferente tipo) que ambas sienten por Jon. Sansa quiere saber quién es esta mujer por la cual su hermano ha renunciado a su rol de rey del norte, y hay que reconocer que su desconfianza es razonable: al fin y al cabo en el Norte Daenerys es una desconocida con una familia con muy mala prensa. Es también un hermoso momento de madurez para Sansa cuando le pregunta a Daenerys, con total franqueza y sin atisbo de inseguridad, quién será el rey de Norte una vez que toda esta guerra por la supervivencia termine. Esta ya no es la niña malcriada e ingenua de la primera temporada, sino una Stark de los pies a la cabeza, capaz de medirse de igual a igual con quien sea, incluso con la Madre de los Dragones. El rol de Daenerys, por el contrario, comienza a enturbiarse cada vez más en vista de su gesto de duda y la verdad sobre Jon que descubre al finalizar el episodio.

Arya por su parte sigue aproximándose al rol que desde el comienzo de la serie estaba llamada a ocupar: el de una guerrera de primer nivel. Creo que para cualquier espectador a estas alturas ya era obvio que esta chica es dura de pelar como la que más, pero por si había alguien como Gendry al que le quedaban dudas, ahí tenemos esa escena que demuestra la puntería que la Stark más joven viva ha adquirido a través de sus odisea vital. Respecto a la escena polémica de marras, tengo que admitir que me resultó incómoda de ver. Quizá porque hemos conocido a Arya desde que apenas levantaba un metro del suelo, quizá, sobre todo, porque aunque ya es mayor de edad (y la actriz también) sigue teniendo cara y cuerpo de niña. Pero dicho esto, hay que darle al César lo que es del César, y es de aplaudir que esta es una escena de sexo como las hay pocas en esta serie: una en la que hay consentimiento y disfrute por ambas partes, y nadie es víctima de una dinámica de poder opresiva. Arya se acuesta con el chico que le gusta, así que muy bien por ella aunque a mí no me apetezca nada verla hacerlo.



La ESCENA con mayúsculas de la noche fue obviamente la del nombramiento como caballera de Brienne. Voy a confesarlo: me pareció un capítulo un tanto soso, y por momentos me pareció que estiraban un poco el chicle, lo cual sorprende teniendo en cuenta el poco tiempo que hay para atar todos los cabos. Pero lo entiendo: ahora toca una batalla épica, y antes de tirarnos a esa piscina de barro necesitamos tiempo para conectar con los personajes y permitirles una (posiblemene última) culminación a sus respectivos arcos argumentales. Y en este contexto, la escena de Brienne brilló con luz propia. Por fin, después de innumerables humillaciones, de burlas, de insinuaciones homofóbicas de lesbianismo (por parte del propio Jaime), Brienne recibe el reconocimiento que merecía, y de manos de una de las personas que más se ha burlado de ella. Brienne logra por fin que la vean como lo que verdaderamente es, y es un hermoso momento para el personaje, ganado a pulso. Dicho sea paso, yo sin embargo siento que Brienne tuvo ya su nombramiento como caballero aunque fuera de forma extraoficial, y este ocurrió en la que posiblemente es mi escena favorita de la serie: cuando Brienne y Podrick salvan a Theon y Sansa, y esta última realiza el juramento de fidelidad (con la ayuda de Pod) que le otorga a Brienne el cargo de su defensora oficial. En todo caso, lo bonito de la escena actual es que Brienne en esta ocasión es reconocida por un igual, que para más señas es hombre y quizás el caballero más famoso de Poniente.


De Lyanna Mormont poco se puede añadir. Esta niña ya daba miedo desde el primer momento en que abrió la boca para cerrar otras, y estaba claro que a la hora de luchar no se iba a quedar atrás. Me temo que, siendo un personaje importante pero a la vez secundario, sería una víctima ideal de los guionistas, por lo que su futuro en esta guerra está bastante crudo. Ya veremos.

Gilly tiene también su pequeña escena, que de nuevo viene a subrayar el carácter fuertemente feminista del capítulo. Otra niña pequeña, mientras recibe su ración de comida, expresa su deseo de participar en la contienda ante Davos. En su caso es bastante obvio que la niña es demasiado joven para firmar semejante sentencia de muerte, y es Gilly la que dulcemente le hace saber que también necesitarán a gente para que les defienda en los sótanos donde aquellos que no pueden pelear se resguardarán, ofreciéndole así una manera de salvar su orgullo al mismo tiempo que su vida. Es una bonita manera de recordar que no todo el mundo está hecho para pelear en primera línea, y eso no tiene nada de malo... Lo cual nos lleva al siguiente punto: Tyrion y Sam.



Y es que ambos ocupan un rol muy particular en la serie: en un mundo donde lo más valorado es ser un tipo duro y un excelente luchador, al estilo del soporífero valiente Jon Snow, Tyrion y Sam son el cerebro que cualquier ejército necesita detrás si tiene alguna esperanza de ganar. Tyrion no está muy contento con la idea, pero Daenerys le recuerda qué es lo que necesita de él; y respecto a Sam, desde el principio él mismo ha tenido claro que su aportación al conflicto nunca iba a ser blandiendo una espada, sino dándoles a los guerreros una posibilidad de ganar gracias a sus conocimientos (por mucho que presuma de haner matado ya a un Caminante). Y con estas dos líneas argumentales el capítulo pone la guinda de su mensaje. Porque el feminismo no significa ni que todas las tías tengan que ser unas guerreras natas, ni todo lo contrario, ni que los hombres de igual manera tengan que ser un modo un otro para ser valiosos. Hay mujeres como Brienne, mujeres como Sansa y mujeres como Gilly, y cada una de ellas puede brillar siendo fiel a su esencia, y de la misma manera hay hombres como El Perro y hombres como Sam; y nadie es más hombre o más mujer por cumplir o no con los roles tradicionalmente estipulados para su sexo.

Veamos qué nos depara la serie en sus próximos episodios, y crucemos los dedos para que la evolución de los personajes siga este curso ascendente, aunque ya sepamos que de algunos (¿muchos?) de ellos  nos tendremos que despedir más pronto que tarde...

lunes, 4 de marzo de 2019

Queridos haters de Capitana Marvel: ¿queréis esperar a ver la p*ta película?




Esta semana se estrena por fin la última película del Universo Cinematográfico Marvel o UCM, y cierto sector del público no se lo está tomando muy bien. Una visita a YouTube te descubrirá varios vídeos analizando por qué la peli tiene toda la pinta de que va a ser "un panfleto feminista". Otros hacen cábalas de cómo va a fracasar. En Rotten Tomatoes la peli tenía un porcentaje de "intención de verla" bajísimo, antes de que la web retirara este absurdo parámetro. El cabreo de estos "fans" parece centrarse en varios puntos, que desgloso y comento a continuación.

La primera polémica surgió con el trailer. Muchos lo consideraron poco impactante, y le veían cara de aburrida y seria a Brie Larson en el papel. Pues oye, sobre esto poco puedo decir, porque finalmente es una cuestión de gustos. A mí mismo no me ha parecido un gran trailer, y es cierto que Larson no transmite mucha intensidad. Además tengo el problema de que las space operas no me gustan nada (las dos entregas de Guardianes de la Galaxia y Thor: Ragnarok han sido mis dos pelis menos favoritas del UCM), y me temo que en esta ocasión los tiros van a ir por ahí. En definitiva a lo que voy es que criticar un trailer me parece legítimo: lo has visto y no te ha gustado, perfecto. Ahora bien, no nos olvidemos de que los trailers engañan, y de muchas maneras: con un montaje que puede dar a entender muchas cosas que luego no son ciertas, con una música que puede ni tan siquiera aparecer en la peli, con unas escenas que asimismo quizás ni salgan en el montaje final... Hay trailers maravillosos de pelis que son pésimas, y a la inversa. Si quieres ver el poder del montaje y la música, te recomiendo que entres en YouTube y veas los trailers recut. Y descubrirás que Mary Poppins puede parecer una peli de terror gótico, Top Gun un romance gay, El resplandor una alegre comedia familiar... Conclusión: espera a ver la peli y no le des demasiada importancia al trailer.

Respecto a la "seriedad" de Larson, la cosa es más espinosa, y una serie de fans tuvo la idea de retocar los carteles para poner a la Capitana sonriendo. Lo irónico del caso es que cuando se enteró de esto, la actriz comentó que este tipo de críticas ya se las esperaban, y al parecer la peli incluye una escena en la que un hombre le pide a Carol Danvers que sonría, una experiencia que las mujeres a menudo viven. Y en esta ocasión, la misma campaña de plantarle una sonrisa en la cara a Danvers es en sí misma un ejemplo perfecto de esto y una muestra del doble rasero con que se la juzga porque... ¿en alguno de los carteles de las otras pelis del MCU ves a algún tío sonreír? ¿Dónde estaba esa gente tan ansiosa de ver sonrisas todos estos años?



Pero luego vino lo chungo de verdad. En una entrega de premios (los Women In Films Crystal + Lucy Awards, los premios con el nombre más largo y complejo de la historia), Brie Larson dijo que sería necesario que el perfil de los críticos de cine fuese más variado. En su propia experiencia en las ruedas de prensa, estos suelen ser varones blancos. Una parte del público reaccionó con furia ante este comentario. ¡Otra vez atacando al varón blanco heterosexual! Este pobre colectivo, tan oprimido y ausente en las anteriores veinte películas del UCM, así como en el resto de pelis, series, libros, cómics y cualquier otra cosa, reclama su huequito en el mundo. ¿Es tanto pedir? MODO IRONÍA OFF.

Ahora me pongo serio. En primer lugar, es obvio que el UCM está copado por hombres blancos heterosexuales, así que francamente, esta actitud de ponerse a la defensiva por la ÚNICA Y PRIMERA peli del UCM después de diez años protagonizada por una mujer es absurda. A nivel más sociológico, el comentario de Brie Larson tiene mucho sentido. Las películas evidentemente pueden (y deben) se disfrutadas por cualquier persona, independientemente de si sus protagonistas son de la misma raza, sexo, orientación y signo del zodíaco que tú. Pero como todo el mundo sabe, hay experiencias vitales que resuenan más intensamente con ciertos colectivos porque las han vivido. Seguramente no es lo mismo que yo vea una película bélica a que lo haga un veterano de guerra que lo ha sufrido en sus carnes. De igual manera, si en una peli se trata el racismo o la homofobia, es más fácil empatizar si por tus circunstancias has vivido esas cosas (y si no las has vivido, una peli, o cualquier obra de ficción bien hecha, es una oportunidad perfecta de ponerte en la piel de otra persona. ¡Pruébalo! ¡No te preocupes, los gays llevamos décadas viendo comedias románticas de parejas heteros y no nos ha pasado nada!). Y es por ello por lo que es importante que entre los críticos de una peli haya variedad, porque en definitiva ellos son los que nos dan a los demás un primer sesgo a la hora de valorar una peli. Si el colectivo que hace esta primera, y en ocasiones crucial,valoración, es homogéneo, cabe la posibilidad de que en sus críticas se pierdan matices que otras personas distintas con otros bagajes distintos sí iban a apreciar. Y por último: Larson no ha pedido que se vete la entrada a nadie, así que menos dramas.

Poco después, Rotten Tomatoes cambió su diseño y retiró el medidor de "intención de ver", y ahí se armó otra buena.  ¡Las feminazis otra vez tratando de censurar a los hombres! Bien, ¿pues sabéis lo que opino? Que ese parámetro era absurdo, y el bajo porcentaje con que contaba la peli era un obvio intento de troleo por parte de la tribu de los Odiadores Unidos. Las ganas que tú o un millón de personas puedan tener de ver una peli es algo completamente irrelevante y no tiene ninguna relación con su calidad. Y si efectivamente quitaron el medidor por eso, me parece perfecto, porque solo le veo utilidad para fomentar ataques malintencionados en masa de este estilo. Al hilo de esto, me gustaría recordar a la gente que Marvel es una empresa, no una ONG, y su intención última es ganar dinero; y para hacer eso uno no intenta sabotear, ofender ni ahuyentar al público, sino ampliarlo. Así que quitaos ya de la cabeza la idea de que esto es un ataque contra los hombres, o que la presencia de un superheroína poderosa os amenaza de alguna manera.


La cosa se ha ido tanto de las manos en esta estúpida campaña de odio, que al actor de Shazam!, Zachary Levy, han empezado también a acosarlo por las redes por haber quitado la razón a los trolls que decían que su personaje era el único que podía llamarse Capitán Marvel, y haberse negado a participar en un estúpido enfrentamiento entre las dos pelis (¿podemos ver ambas y dejarnos de idioteces, por favor?). Resumiendo, en efecto el nombre de su personaje fue originalmente el mismo que el de la Capitana Marvel, y fue creado antes que esta; pero Marvel lo registró legalmente en una época en la que dicho personaje no se estaba publicando y por ello DC lo renombró como Shazam, así que el asunto es puramente de índole legal y no ideológica.

En cuatro días se estrenará por fin la película, y ya podremos juzgar si es buena, mala o regular. Y por supuesto el juicio será independiente del sexo de su protagonista, lo cual espero que sea capaz de hacer cualquier persona con un criterio mayor que el de un niño de diez años gritando en el patio del colegio "¡niños contra niñas!". Hasta entonces, habrá que aguantar unos días más de rabietas chorras.

sábado, 9 de febrero de 2019

Una recomendación: Obscenidad, de Rokudenashiko



Cuando se piensa en Japón, mucha gente tiene la idea de que es un país "avanzado". Yo mismo lo creía. En este blog me parece haber hablado alguna vez de cómo viendo sus series y mangas uno podía llegar a pensar que también era una sociedad muy avanzada a nivel de derechos e igualdad. Al fin y al cabo no era difícil encontrar personajes LGBT o al menos de sexualidad ambigua, chicas guerreras, a menudo un contenido sexual mucho más claro en obras juveniles que otras obras occidentales...

Lamentablemente, esta imagen no se corresponde con la realidad social del país. Los derechos LGBT en Japón, si bien no están al nivel de atraso de otros países, y tu vida digamos que no corre peligro por salir del armario, están aún en pañales, y me temo que todo indica que es una sociedad muy reacia al cambio, por lo que mientras el resto del (¿primer?) mundo vamos a buen ritmo, allí la cosa va a ir con mucha calma hasta que se pongan al día. Y si hablamos de igualdad entre sexos, bueno, bueno, digamos que esto junto com el nivel de mojigatería y atraso del país en materia de sexualidad queda reflejado con total claridad en el manga del que quería hablar hoy, Obscenidad, de la artista Megumi Igarashi, también conocida con el nombre artístico de Rokudenashiko ("inútil").

Un buen día, la autora tuvo la inocente idea de hacer un molde con arcilla de su manko (vagina, en japonés). A continuación lo decoró con purpurina y colorines, y empezó a crear todo tipo de obras de arte a partir de esa forma básica, que hay que decir que pese a lo que pueda parecer, eran muy infantiles y graciosas, perfectas para cualquier amante de lo cuqui.


En un momento dado, la artista tuvo la idea de crear una canoa en la que el hueco para meterse era una gran vagina. Para poder llevar a cabo su idea, Rokudenashiko puso en marcha un crowdfunding, y el regalo para los colaboradores consistió en enviarles el archivo 3D de su vagina, para que pudiesen imprimir en cualquier impresora 3D los objetos que quisiesen con esa forma. Lo que no se imaginaba la pobre es que la policía llevaba un tiempo siguiéndole la pista (al parecer cierto comisario fue a ver exposiciones manko suyas en dos ocasiones), y un día de repente presentó en su casa para arrestarla. Y llevarla a la cárcel. Sí, todo esto ocurría en pleno 2014.

Lo que siguió fue un vía crucis por el sistema penitenciario japonés, que este manga refleja en toda su arcaica e hipócrita gloria. Resulta que el código penal japonés considera delito de obscenidad el mostrar explícitamente genitales por ningún medio público, ni siquiera cuando la obra en cuestión va dirigida a adultos. El quid de la cuestión es que esta prohibición ha sido ignorada en multitud de ocasiones, y la autora pone dos ejemplos indignantes por lo significativos que resultan. El primero de ellos es el Kanamara matsuri o  festival del pene de acero de Kawasaki, donde desfila por las calles un enorme falo rosa. En Google encontrarás cientos de imágenes de gente encantada con la estatua y chupando piruletas conmemorativas sin que ningún policía trate de detenerlos ni enviarlos a una cárcel donde no se les permita ni hacer una simple llamada a los familiares. El doble rasero es tan obvio que no me voy a parar más en esto.

En el festival también venden piruletas




El otro ejemplo que pone es una publicidad de revistas porno que vio en un tren, donde se veía a unas chicas desnudas; y de ese ejemplo hay más que decir. ¿Por qué la policía no actuaba contra eso, y para colmo en un contexto público como es un tren? Porque, como la propia Rokudenashiko explica, lo que en el fondo les molestaba es que sus creaciones de arte vaginal están creadas y controladas por ella misma. Es una mujer explorando su propio cuerpo de una manera divertida, desenfadada y no sexualizada. Sus figuritas, su canoa y todo lo demás no están hechas para excitar a ningún nombre, y no la cosifican como objeto sexual lista para el consumo. La consideraban obscena porque en su obra ella es la protagonista, y no una víctima ni un objeto de deseo. En última instancia, lo que ocurría es que la sociedad japonesa, profundamente sexista y patriarcal, trataba de poner a esta rebelde en su sitio, de hacerla callar y volver a ponerla en el estrecho cajón de las muchachitas tímidas-pero-sexys, de las lolitas en mini falda levemente sonrojadas, de las superheroínas de grandes escotes y de las amitas de casa mojigatas y dulces que están en casita preparando las cenitas de sus mariditos.



Mientras nos narra la odisea que vivió, Rokudenashiko reflexiona sobre el enorme tabú que existe en Japón en torno a los genitales femeninos (hay varias escenas en las que la autora se ríe porque debido a la causa de su encarcelamiento, durante su proceso judicial en varios hombres formales y "respetables" se ven obligados a decir la palabra manko, para su gran incomodidad), y a través de sus talleres varias mujeres llegan a conocer y apreciar sus propias vaginas, que hasta ese momento estaban invisibilizadas... Y todo ello contado con una sencillez y una espontaneidad que engancha.

En fin, no me quiero extender más porque de verdad  creo que merece la pena hacerse con este manga y descubrir todo lo que nos tiene que contar. Rokudenashiko es una persona increíble, espontánea y divertida, y es emocionante la humildad con que reconoce que toda su campaña por la liberación del manko empezó de la manera más frívola e inocente, sin que pretendiese hacerse abanderada de ninguna causa, sino por simple deseo de divertirse y experimentar con su cuerpo para hacer arte. Partiendo de su situación, el cómic, narrado de una manera muy amena y divertida pese a que en muchas ocasiones el contenido es indignante, nos muestra una interesante y crítica visión del Japón actual, del sexismo que impera y de su corrupto sistema penitenciario.

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