sábado, 18 de marzo de 2017

Buffy, the Vampire Slayer: 20 años luchando

 "Estoy de pie sobre la boca del infierno, y me va a tragar entera. 
  Y se va a atragantar conmigo". 


 Este mes, concretamente el día 10, se cumplían diez años del estreno en televisión de Buffy, the Vampire Slayer, Buffy cazavampiros en España.

En gran parte de las entradas de este blog hablo de obras de la cultura popular y su relevancia en cuestiones de política de género, sexualidad... Sin embargo, en esta ocasión ocurre que lo popular y lo social se juntan de una manera especial con lo personal, porque Buffy, además de haber marcado una época y haber influido muchísimo en la sociedad y la televisión que vendría después, es concretamente mi serie favorita.

El paso del tiempo ha sido inclemente con sus efectos especiales, sus monstruos de gomaespuma y sus escenarios de cartón piedra, pero la realidad es que si sabes ver más allá de todo ello (o si eres capaz de verlo con un cierto aprecio a lo que se puede hacer con un presupuesto reducido y un montón de cariño y amor al arte), te darás cuenta de que Buffy es mucho más que eso. En las listas de mejores series de la historia seguramente no la vareás aparecer, y si lo hace será en los puestos más bajos, casi como pididiendo perdón, mientras los primeros puestos estarán indefectiblemente copados por abogados, mafiosos, químicos, etc. Sin negar la calidad de esas series, voy a hacer de abogado del diablo y preguntarme hasta qué punto no es un tanto facilón poner estos temas "oscuros" y "adultos" en lo más alto, y qué grado de influencia real tienen en el mundo y la cultura popular más allá de salir en muchas camisetas con memes graciosos.

Mientras, Buffy, la adolescente rubia de la serie, no sólo mataba a vampiros y otros demonios, sino que a nivel metalinguístico, su serie también derribaba a monstruos televisivos (¿momias?) y creaba nuevos iconos y espacios para la mujer en la cultura popular. Buffy the Vampire Slayer, ahí donde la tienes, fue la primera serie en tener entre sus personajes principales (el segundo en importancia después de la propia Buffy, concretamente) a una lesbiana que no sólo lo era a nivel "teórico", sino que efectivamente tenía novias con las que se besaba en pantalla, y hasta le hacían cunnilingus camuflados en canciones. Por otra parte, para una serie centrada en la acción y el terror, la serie ponía en el centro y a los lados, a toda una serie de mujeres que jugaban un papel mucho más definitivo  que la novia de, la mujer de, la hija de. El otro día veía un episodio de Dragon Ball Super, la nueva temporada de la clásica franquicia, y me quedaba asombrado al ver cómo la mayoría de los personajes femeninos de la serie se limitan a orbitar en torno a sus maridos... Pero no me voy a meter en ese jardín porque esto casi merece una entrada aparte. En Buffy, las mujeres obviamente tienen relaciones sentimentales o familiares con otros personajes masculinos, pero no es eso lo que las define ni la única cosa que marca sus vidas. Por otra parte, no son una simple colección de Barbies intercambiables, sino que cada una de ellas tiene una marcada personalidad propia, y ninguna de estas formas de ser es jamás señalada como "poco femenina", algo que haya que " corregir".



Así, Buffy parece encarnar el cliché de la animadora rubia descerebrada, bastante inepta académicamente... Pero resulta que además de eso tiene una enorme inteligencia estratégica y creatividad a la hora de enfrentarse a amenazas que a menudo la superan en número o fuerza física, y aunque ha sufrido grandes pérdidas en su vida y se enfrenta a menudo a situaciones espantosas, conserva rasgos tradicionalmente "femeninos", como su interés por la moda y el romanticismo. Lo importante es que la serie jamás la ridiculiza por ello, ni insinúa que debe dejar esas cosas de lado para ser "fuerte", como ocurre tantas veces en la ficción.

Luego tenemos a Willow, su mejor amiga, una muchacha (al principio) muy tímida e insegura, con aficiones tradicionalmente "de friki" como la lectura, la informática... Con el paso del tiempo Willow llegaría a ser la bruja más poderosa de la tierra, más fuerte, excepto a nivel físico, que la propia Buffy, descubriría su verdadera sexualidad, y dejaría atrás todos sus complejos. Pero eso sin dejar nunca de ser una friki, porque de nuevo, la serie jamás insinuaba que eso la hacía "poco femenina".

Y qué decir de Cordelia, uno de mis personajes favoritos y seguramente el que más evolucionó a lo largo de sus tres temporadas en Buffy y casi cinco en Angel, el spin off de la serie. Al principio de la serie Cordelia representaba al "mal" en su versión escolar: la reina de la popularidad y acosadora oficial de la clase, insultando y degradando a todo aquel que considerara inferior en la jerarquía social. Sin embargo, a través de su contacto con Buffy y los Scoobies, Cordelia fue desarrollando el increíble potencial que tenía. Aunque evidentemente su retrato inicial es bastante crítico, la serie tiene entre sus aciertos el que Cordelia nunca se transforma en una pobrecita que renuncia a su sex appeal y a su descaro como forma de redención o castigo para mostrar que "se ha vuelto buena", sino que simplemente recanaliza esa lengua viperina y esa fuerza de carácter que necesitaba para ser la "hembra alfa" de la clase y los convierte en instrumentos para hacer el bien. Cordelia llegaría a mostrar la capacidad de ser empática, pero la serie nunca la "castra" ni la castiga por ser excesivamente fuerte e independiente, como hemos visto en tantas ocasiones. Un detalle inolvidable de su personalidad se muestra en el capítulo "Earshot" ("El alcance del oído", en España), en el que Buffy adquiere temporalmente la capacidad de leer los pensamientos, y descubre cómo la gente está constantemente mintiendo por miedo a desagradar... excepto Cordelia, que siempre dice exactamente lo que piensa.



Podría hablar durante párrafos y párrafos de la serie, sobre cada uno de sus personajes, sobre cómo la serie contrasta con algo como Crepúsculo partiendo de una historia similar en el rol que otorga a la protagonista, cómo muestra el amor como un motor de nuestras vidas pero ni remotamente la única cosa por la que vale la pena vivir, la importancia de los lazos de amistad sin caer en esas estúpidas tramas de rivalidades amorosas en las que tantas series "femeninas" caen, sobre ese final que no deja de ser una gran metáfora sobre el empoderamiento y el sufragio universal (Buffy deja de ser "la elegida" y comparte el poder de ser La Cazadora con cientos de mujeres de todo el mundo). Podría hablar de obras maestras como los episodios "Hush", que prescinde de diálogos durante el 90% de su duración, sobre el inolvidable episodio musical "Once More With Feeling", sobre "The Body", que trató la muerte con infinitamente más realismo que cientos de series supuestamente basadas en el mundo real. Sobre la relación de Buffy y Ángel, cómo la primera vez a menudo va seguida de una gran decepción, y cómo a veces el mayor acto de amor es cortar una relación. O la de Buffy y Spike, y cómo deconstruye y derriba horribles clichés románticos sobre el "romanticismo" de la posesividad o la violencia de género y el abuso como supuestas manifestacioes de amor. Sí, te estoy mirando a ti, "50 sombras de Grey". Podría escribir un montón de cosas, porque no en vano hay todo un submundo de libros, estudios, tesis y cursos universitarios sobre la serie, de los cuales hay un enorme listado en este artículo de Wikipedia.

Pero no quiero aburrir, así que lo dejo aquí. Han pasado veinte años desde la primera vez que Buffy mató a un vampiro, pero desde luego el pueblo sigue necesitando a su cazadora. Así que ya sabéis, como dijo la propia Sarah Michelle Gellar en su tuit conmemorativo...

"Si llega el Apocalipsis, dame un toque".

miércoles, 1 de marzo de 2017

Qué es y qué no es la libertad de expresión



Esta semana la cosa ha estado movida. A causa del famoso autobús de HazteOir.org, ha habido un intenso debate social y un cruce de acusaciones. No nos pilla de sorpresa: si algo tiene nuestro país es una profunda e invisible zanja divisoria que lo parte en dos, y son situaciones como estas las que hacen que cada uno revele sus colores.

La situación se agrava si tenemos en cuenta que estamos en un momento de profundos cambios sociales, y estas cosas rara vez son una balsa de aceite. Es de libro: cuando se trata de cambiar algo, aparecen las resistencias. A medida que las voces en favor de la igualdad, en contra de la homofobia, el machismo, etc., están cada vez más presentes, aquellos a quienes molesta esta corriente también se revuelven más, y sí, efectivamente, se "hacen oír". Vaya que si lo hacen.

Y así, como era de esperar, ante la avalancha de críticas y las prohibiciones de circular, surgió el típico argumento de que el "lobby gay" estaba "coartando su libertad de expresión". Entremos de lleno en el fango y analicemos el asunto desde su base.

El autobús. El texto completo dice así: "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombres. Si eres mujer, seguirás siéndolo". Por dónde empezar. En primer lugar me llama la atención ese tono autoritario y casi amenazador que emplean: si eres mujer seguirás siéndolo. Casi les puedes ver apuntándote con el dedo, mientras vigilan atentamente no vaya a ocurrírserte algo como pensar o sentir por ti mismo, válgame dios. Por otro lado, los autores de la campaña, en todo caso, parecen no saber mucho sobre biología, o en todo caso tienen una visión bastante reduccionista de la misma. Al parecer desconocen por ejemplo la existencia de la intersexualidad, esos casos en los que la persona nace con unos órganos sexuales que se han quedado a medio camino del desarrollo de las dos posibilidades. Es un secreto bastante bien guardado que no es algo tan infrecuente como se cree. A menudo en estos casos médico y familia "deciden" de qué sexo se va a considerar oficialmente al niño/a, y toman las medidas oportunas, mientras la persona protagonista, por razones obvias, no tiene voz ni voto en la decisión... Pero claro, jugárselo a cara cruz tiene el riesgo de que el principal interesado, cuando en el futuro adquiera más consciencia de sí mismo, pueda no estar de acuerdo con la decisión que se tomó por él. Y entonces quizá resulte que esa niña, sin comerlo ni beberlo, tenga pene, y viceversa. 

En cualquier caso no es necesario en absoluto que la intersexualidad esté implicada para que una persona efectivamente sienta que no le corresponde el sexo biológico con que nació. La naturaleza no tiene esos bordes rectos y precisos que a tanta gente le gusta atribuirle, es compleja y contradictoria, y como tal no se manifiesta con la simpleza de la informática, donde sólo hay ceros y unos. La cuestión que parecen no entender los responsables de HazteOír es que la transexualidad, como tantas otras cosas, es una experiencia profunda y completamente personal: sólo quien lo es sabe lo que se siente. Nadie, repito, NADIE, puede venirte y decirte a la cara que eso que tú sientes es "un engaño", y que en realidad eres lo que esa persona quiere que seas. Queda por saber quién desearía "engañar" a un niño/ y hacerle creer que su sexo biológico y mental no coinciden. "Hummm, tengo una idea, me apetece decirle a Paquito que en realidad es Paquita. Será fantástico exponerle a todo tipo de problemas sociales, y a un largo y complejo proceso. Qué gran idea". Queda por saber por qué creen que se puede incrustar en la mente de alguien que en realidad él o ella no lo sabía, pero que en realidad era transexual (porque por supuesto esto no es una cosa que haya existido siempre, incluso en las épocas más conservadoras y agresivas con la diferencia; esto es algo que el "lobby gay" inventó repentinamente, cual conejo sacado de chistera). Queda por saber si esta organización tiene un mínimo rastro de empatía.

En un gesto que me resulta hermoso y esperanzador, gran parte de la sociedad ha puesto el grito en el cielo, y el autobús de marras ha sido retenido. Los de HazteOír, sin embargo, no se amilanan, y amenazan con aumentar la flota y denunciar a su vez al ayuntamiento de Madrid por haberles detenido. Y llegamos al plato fuerte: se quejan de que se está coartando su libertad de expresión. El Argumento, así con mayúsculas, el favorito de los todos aquellos que pretenden frenar y suprimir las libertades sociales que no les convienen. La libertad de expresión, esa carta blanca que en teoría permite decir impunemente lo que a cada uno le parezca.

No. Esto no es libertad de expresión. Expresar ideas destinadas a coartar la libertad de los demás no es "libertad de expresión". Fomentar el odio no es "libertad de expresión". Enorgullecerse de los propios prejuicios y tratar de expandirlos, como un virus, por el resto de la sociedad, no es "libertad de expresión". Y no nos engañemos, por favor. La transfobia, la LGTBfobia en general, la xenofobia, cualquier tipo de fobia irracional a un grupo de personas que no te han hecho ningún daño, matan. Esto no es una opinión, esto es un hecho, y quien no lo sepa es porque no lee noticias ni quiere enterarse de las cosas que ocurren en el mundo. Dar a la gente la posibilidad de identificarse con el sexo que sientan como propio no daña a nadie; extender la idea de que esta realidad no existe y que las personas que viven en ella son inferiores y/o están equivocadas, crea el caldo de cultivo que provoca dolor y en ocasiones muertes en todo el mundo. Promover el dolor, el acoso, la marginación y el asesinato NO ES LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Y después de este mal rato, para quitarnos el mal sabor de boca, propongo olvidarnos de ese autobús lleno de odio y maldad, y quedarnos con este otro, que tiene unos cuantos años ya pero que sólo transmite buen rollo.



Never ever forget that / I got you, and you got me, so / reach up for the stars...