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viernes, 4 de julio de 2014

Queercore: no todo es pop al otro lado del arco iris


Estos días, con motivo de las fiestas del Orgullo Gay, si te acercas a celebrarlo, sin duda oirás un montón de música de determinados estilos sonando con fuerza. Las líneas maestras son bastante específicas: se tratará de música bailable, con abundancia de tintes electrónicos (o íntegramente electrónica), mucho pop y muchas chicas con voces que van desde la omnipotencia vocal hasta la necesidad absoluta del auto-tune. Oirás un montón de letras sobre la importancia de ser uno mismo, o sobre salir a pasarlo bien, o sobre el amor, o quizás todo a la vez.
 
Evidentemente, es esa la música asociada al "mundo gay". Difícilmente escucharás, pongamos, heavy metal, o rap (bueno, admitámoslo, el rap no es que sea el género más gay friendly del mundo la verdad), ni tampoco indie ni nada mínimamente rebuscado. Aquí hemos venido a ver comer naranjas a bailar. Y muy bien que está la música para bailar y pasarlo bien.

Pero sin embargo... la diversidad que representan las franjas de la bandera también se manifiesta en el tipo de música que una persona LGTB puede apreciar. No, pese a lo que pueda parecer, no somos tuercas y tornillos fabricados en serie, cada uno tiene sus gustos; y no estaría de más que ya que celebramos la diversidad y las diferencias individuales, nos saliéramos un poco de lo homogéneo y se diera también una oportunidad a la gente LGTB que anda por el mundo cuyos gustos musicales no se adaptan al estereotipo, y que quizás en estos días participan (o no) en las fiestas sintiéndose un pelín desplazados.

"¡¿Y yo qué?! ¿Eh?" (Rob Halford)
Esa gente pueden ser, por ejemplo, los amantes del queercore. No voy a entrar en una explicación muy detallada porque para eso está la Wikipedia, pero el fenómeno me parece bastante interesante y desconocido y desde luego merece unas líneas. Si bien los estilos que se engloban dentro del queercore pueden ser muy variados, en general se puede decir que sus raíces se hunden en el punk, y por consiguiente, una de las claves de este submundo es la rebeldía y el cuestionamiento de lo establecido. El queercore a menudo cuestiona los valores consumistas que poco a poco han ido impregnando la cultura LGTB "mainstream" (es posible que quizás alguna vez, leyendo alguna revista de temática, después de ver varios anuncios sobre viajes a sitios paradisíacos o relojes y ropa cara, hayas sentido que la publicación en realidad no iba dirigida exactamente a ti, pobre sub-mileurista, por mucho que seas gay). De la misma manera, también cuestiona la idea tan común de que los lugares de ocio de ambiente deben de estar segregados por género. Los temas políticos y las letras explícitas también se dan a menudo, en fuerte contraste con la música tradicionalmente asociada al mundo LGTB, que rara vez por no decir nunca entra en el terreno de la política, y suele tratar el amor y el sexo en términos "positivos" y aptos para todos los públicos. 

 
 
Evidentemente el mundo del queercore es más bien pequeño y no recibe mucha publicidad de los medios normales. Como música obviamente no resulta muy comercial ni radiable, sus canciones no son aptas para ambientar un anuncio de champú o ir en promoción conjunta con la peli de moda, y las obras de Limp Wrist o Pansy Division nunca se convertirán en la canción del verano. Pese al nombre de este blog, mentiría si dijera que me gusta la música punk (aunque he de decir que "Oi Oi! We Fuck Boys!" es pegadiza), pero creo que vale la pena no quedarse con lo de siempre y admirar la creatividad, la libertad en todos los sentidos, el compromiso y la capacidad de ser uno mismo que estas bandas reflejan. En ocasiones, cuando veo a la enésima cantante de limitada voz enarbolando la bandera de colorines con la esperanza de convertirse en una diva más, no sé tú, pero yo siento que apuntan más a mi bolsillo que a mi corazón, y se hace cansino. 
 

Y frente a ello, la honestidad de unas bandas que hacen lo que les da la gana y no tienen miedo a provocar incomodidad o rechazo ni a salirse del camino establecido. El yo en estado puro. Y de eso, de no tener miedo a ser uno mismo, es de lo que se trata, ¿no?

miércoles, 17 de julio de 2013

Desde ambos lados del arco iris

No hace falta conocer mucho sobre Rusia para saber lo difícil que es la situación allí para las personas LGTB. Recientemente se aprobaba una ley que prohibía cualquier muestra de afecto pública entre dos personas del mismo sexo, o cualquier otro tipo de "propaganda" de sexualidad no heteronormativa; y evidentemente las fiestas del Orgullo Gay, que recientemente se celebraban sin problemas en muchas otras partes del mundo, están totalmente prohibidas.

Pero en medio de las dificultades siempre han surgido grupos de personas dispuestas a enfrentarse al statu quo por lo que consideran correcto, y concretamente me voy a centrar en dos, ambos provenientes del mundo de la música pero completamente opuestos en todo lo demás: las desaparecidas t.A.T.u y el grupo punk Pussy Riot.

Desde su creación, el ya extinto grupo t.A.T.u podría ser considerado una pesadilla a nivel ideológico, ético, social... Eran dos adolescentes rusas que fingían tener una relación lésbica como truco de mercadotecnia. Su mánager, Ivan Shapovalov, admitía que la inspiración para crear la imagen del grupo le vino al darse cuenta de existía un gran mercado potencial para algo así. Se podía sacar mucho dinero exprimiendo el estereotipo morboso de dos chicas guapas, en edad escolar, besándose y posando en posturas insinuantes con sus uniformes y sus minifaldas. Sí, lo de t.A.T.u bordeaba el límite de la ética, y más aún cuando se supo que ni siquiera eran verdaderamente lesbianas, algo que de todas formas ya todo el mundo sospechaba. A todas estas, he de decir también que el grupo hacía una especie de tecno-pop melancólico y ansioso que dejó unos cuantos clásicos, como la inolvidable All The Things She Said (que hacía una curiosa denuncia de la homofobia en su vídeo), Not Gonna Get Us o Dangerous and Moving, así que el éxito del grupo, siendo justos, también tuvo que ver en parte con la música y no sólo con la polémica.

Las chicas, guionizadas por la mano de Shapovalov, protagonizaron varios escándalos, dijeron innumerables barbaridades y dividieron la opinión del sector LGTB (¿eran una representación positiva y valiente del lesbianismo, o sólo una explotación interesada del morbo?).

Pero ya ves, de entre toda esta turbiedad surgió algo valioso: actrices o no, las chicas creían de verdad en la libertad sexual y defendían los derechos de las minorías sexuales. Y así lo demostraron en mayo de 2007, cuando volaron desde Los Ángeles, donde grababan un álbum, hasta Moscú, con el propósito de participar en la manifestación del Orgullo Gay. El acto consistía en entregar un documento firmado al ayuntamiento apoyando los derechos LGTB. Varios activistas y miembros del Parlamento Europeo participaban. Sin embargo, la situación rápidamente degeneró en una batalla campal, en la que opositores de todo tipo, desde skin heads, hasta gente mayor portando cruces (!), se dedicaron a golpear e insultar a todo el que se ponía a tiro, incluidas las chicas del grupo, una de las cuales incluso estuvo a punto de ser atacada con un cuchillo.

Una vez acabada la operación, las chicas manifestaban su horror y su tristeza por todo lo sucedido, y lamentaban que su país, al que tanto amaban, diera ese espectáculo al mundo. Tampoco dejaban de comentar lo hipócrita de manifestarse en nombre de Dios y usar la violencia para ello. No es muy frecuente escuchar a un grupo de pop comercial hablar en profundidad sobre sus opiniones sociales y políticas y mojarse tanto en un tema que les puede afectar bastante (la opinión pública rusa es mayoritariamente homofóbica según las encuestas), y por eso mismo considero especialmente valioso lo que hicieron. Si quieres leer el artículo de prensa y la entrevista con ellas donde se detalla todo lo ocurrido, lo puedes hacer aquí, y desde luego creo que vale la pena. 

Unos años más tarde, en el polo opuesto del espectro musical, nos encontramos a las Pussy Riot, grupo de punk compuesto por varias chicas (la formación es variable) que se enfrentan a la clase política rusa ataviadas con sus icónicas ropas de colores y telas cubriendo sus rostros. Ellas por su parte participaron el cancelado Moscow Pride de 2011. Las Pussy Riot, con sus canciones llenas de guitarras estridentes y su estilo vocal de gritos según la tradición de las riot grrrls (grupos punk femeninos que tienen entre sus señas de identidad las letras "gritadas"), defienden el feminismo, los derechos LGTB y luchan contra las políticas de Vladimir Putin, el cual tristemente ya se ha cobrado venganza y ha enviado a tres de ellas a la cárcel por su actuación reivindicativa cantando una canción en contra de él en una iglesia. Pese a todo, las Pussy no se rinden y recientemente han publicado un nuevo vídeo atacando a las petroleras.

Desde luego, las Pussy Riot tienen poco o nada que ver con t.A.T.u, y seguramente les ofendería verse comparadas. El compromiso político y social de las guerreras de colorines es obviamente infinitamente más profundo, y donde las segundas emplearon el lesbianismo explotándolo como arma de marketing, las primeras se niegan a ser vistas como objetos sexuales y luchan por los derechos LGTB de forma "pura", sin intereses comerciales.

Sin embargo, una mano amiga siempre es bienvenida venga de donde venga, y en esta ocasión es inspirador ver que incluso personas que provienen de mundos tan opuestos pueden, aunque en momentos distintos, arrimar el hombro por una misma causa. La ley rusa ha prohibido la celebración del Orgullo Gay "durante los próximos 100 años", así que la batalla probablemente va a ser larga.

Pero por suerte, siempre habrá quien no dé su brazo a torcer.