miércoles, 17 de septiembre de 2014

Yo no soy feminista, pero...

"Yo no soy feminista, pero [insertar aquí frase expresando el deseo de alcanzar la igualdad en determinado campo]". (Cientos de personas, diariamente).

Mucha gente teme definirse a sí misma como feminista. Y sin embargo, por puro sentido común y humanidad, rechazan el machismo, y expresan opiniones que, lo pongas como lo pongas, son... feministas. ¿Qué está pasando?

Sí, hay que afrontarlo: la palabra feminista, en los últimos años, ha ido adquiriendo connotaciones negativas a ojos vista, y desde hace relativamente poco se empieza a oír la palabra "feminazi" con frecuencia creciente. "Las" feministas, según la percepción de una parte considerable de la sociedad, son unas locas radicalizadas que odian a los hombres (cuando no son directamente lesbianas, ya sabes, esas chicas que odian a los hombres pero en lo que realidad necesitan es que un tío las folle bien tienen relaciones con otras chicas), van hechas un desastre y están todo el rato amargadas y quejándose por todo. Menudo grupito, las feministas, ¿eh?

Rebobinemos. Y empecemos a cortar los metros de tela que el asunto tiene.

No: el feminismo no es apoyado únicamente por las mujeres ni tiene por objetivo aplastar los hombres. El feminismo busca la igualdad de derechos para las mujeres respecto a los hombres. Y entonces, si busca la igualdad de todos, ¿por qué se llama entonces feminismo y no "personismo"?, alguno podría decir. Pues muy fácil. Porque históricamente, adivina quién ha ocupado una posición de inferioridad. Quién no podía votar. Quién tenía que pedir permiso a su marido para abrir una cuenta bancaria. Quién sólo podía dedicarse a un puñado de trabajos "aceptables" (cuando no considerados "indignos" para los hombres). Y adivina quién a día de hoy sufre estas y otras clases de discriminación aún peores a lo largo y ancho del mundo. Pues sí, evidentemente el nombre de esta corriente tenía que ser "feminismo", porque estaba claro quiénes estaban siendo ninguneadas.

Desear la igualdad respecto a otro grupo social, por mucho que nos empeñenemos en simplificar, no implica despreciar a ese grupo. Eso tiene otro nombre, en este caso misandria, que es exactamente lo opuesto de la misoginia, y curiosamente es una palabra muchísimo más desconocida a nivel popular; lo cual da que pensar bastante (dato curioso: mi corrector ortográfico conoce la palabra "misoginia", pero no "misandria"). En la cultura popular (los chistes, las comedias, las series, etc.) se alude a menudo a una interminable "guerra de sexos" en la que los participantes de cada bando tienen unas características estereotipadas que a fuerza de machacar muchos dan por ciertas, como si viviésemos todos en una telecomedia donde en vez de seres complejos fuésemos clichés bidimensionales caminando por un decorado. "A las mujeres no hay quién las entienda", "Los hombres son tontos y simples", "Cuando se juntan varias amigas hablan exclusivamente de hombres", "A los hombres sólo les interesa el fútbol y el sexo", y un largo, estúpido y simplificador etcétera.

Piensa por ti mismo y olvídate de los clichés que gran parte de la cultura trata de inculcarte por pura inercia, por pereza, por dejadez, por falta de la independencia necesaria para usar tus ojos y tu mente por ti mismo y no adoptar ideas de segunda mano. Sí, evidentemente existen mujeres que mezclan el feminismo con la misandria, y para mucha gente su presencia tiñe de negatividad todo este movimiento social. En todas las doctrinas y corrientes de pensamiento existen manzanas podridas: hay ecologistas dispuestos a matar, hay abogados corruptos, hay miembros de ONGs que roban dinero de los donativos. ¿Estas personas definen a todo el resto, definen la propia idea original? No, por supuesto que no. Con el feminismo pasa lo mismo. Tampoco las lesbianas son por definición odiadoras de hombres, obviamente.

No hay ninguna necesidad de disculparse por expresar el deseo de igualdad entre sexos. No hay ninguna necesidad de matizar que no se es feminista, como si fuera algo vergonzoso serlo. Cuando denuncias y hablas abiertamente sobre una desigualdad social entre hombres y mujeres, estás expresando una idea feminista, y eso nunca será algo malo ni vergonzoso.

Así que, para acabar, te propongo algo. La próxima vez que sientas la necesidad de hacer una aclaración como la que abre esta entrada, o añadir ese "pero" matizador totalmente innecesario... párate un segundo y plantéate por qué sientes la necesidad de hacerlo.