viernes, 26 de febrero de 2016

La revolución de Marvel



De las miles de cosas que Estados Unidos ha aportado a la cultura mundial, los superhéroes son sin duda una de las más populares e icónicas. Personajes como Spiderman, Superman, Lobezno o Iron Man son desde hace muchos años parte del imaginario colectivo, y en los últimos años más aún si cabe, con la oleada aparentemente interminable de adaptaciones al cine de estos cómics, que han permitido que una parte aún mayor del público se familiarice con ellos.

Hay muchas teorías sobre la popularidad de los superhéroes. ¿Son quizá puro escapismo? ¿Un reflejo de los valores de cada época? ¿Una manera de proyectarnos en lo que querríamos ser? ¿Una forma de hablar de manera más o menos velada de los problemas a los que se enfrenta nuestro mundo? O quizás todo eso y más. Los cómics de superhéroes sin duda mantienen un diálogo constante con la sociedad en la que se enmarcan, y desde luego notarás un enorme contraste si lees una publicación de los años 60, con su falta de ironía, su "pureza" y su luminosidad, y luego lees otra de los 90, con sus antihéroes de musculatura hipertrofiada, su cinismo y su, vamos a decir, "oscuridad".

Pero en esta entrada me gustaría centrarme en algo que se viene produciendo en los últimos años en una editorial en concreto, Marvel (aunque el fenómeno es observable en otras también), y que cada vez es más notorio: la explosión de la diversidad en sus personajes. Y cuando hablo de diversidad hablo de culturas, de razas y de orientaciones sexuales. El imperio de los rubios de ojos azules está desapareciendo, y dando lugar a un nuevo mundo en el que, al igual que los lectores, los héroes ya no son todos hombres blancos heterosexuales. Y no se trata sólo de secundarios y extras, sino de protagonistas de pleno derecho. Lo más curioso es que nuevos personajes pertenecientes a minorías están tomando el relevo de personajes clásicos, por diversos motivos argumentales, y adoptando sus identidades superheroicas. A continuación, un montón de ejemplos.

Explosión de personajes LGBT

Durante un montón de años, Estrella del Norte fue el único superhéroe gay de Marvel. Tras una convulsa historia llena de tiras y aflojas, el canadiense pudo por fin salir del armario en 1992. Y el pobre estuvo solo en el club durante mucho tiempo, pero ya no. En los últimos años los personajes LGBT han empezado a proliferar, y ahora tenemos a gente como Wiccan (uno de los magos más poderosos del universo Marvel), su novio Hulkling, Anole, Karolina Dean y su novia Xavin (que hasta cierto punto se puede considerar transexual), Rictor y Estrella Rota (otro caso en el que durante años se trató sacar adelante el tema y no hubo forma)... En el caso más reciente, el pasado año, el Hombre de Hielo, uno de los X-Men más icónicos, con años de historia a sus espaldas, salía del armario (bueno, lo hizo su yo adolescente, pero no vamos a entrar en ese jardín porque igual no salimos). Los besos entre personajes del mismo sexo ya no son tan difíciles de encontrar, y ya inluso hemos tenido alguna boda que otra.



Thor es ahora una chica

El Mjolnir, el martillo de Thor, al parecer nunca especificó que la persona que lo levantara tenía que ser un hombre... Y así, por una serie de circunstancias, desde 2014 es Jane Foster la portadora del martillo sagrado.



Spiderman es negro

Negro e hispano, para ser exactos. Se llama Miles Morales y proviene de un universo alternativo que... en fin, lamento dejar siempre la historia a medias y no entrar en detalles, pero si has leído muchos cómics en tu vida sabrás que la telenovela más enrevesada se queda en pañales al lado de estos. Al parecer sus creadores se inspiraron en Barack Obama, lo cual crea un interesante paralelismo entre lo que está pasando en los cómics con la representación de las razas en papeles de primera fila, y lo que pasó en el mundo real cuando Estados Unidos tuvo por fin al primer presidente afroamericano de la historia.







El personaje revelación de 2014 fue una adolescente musulmana

Una de las reglas "no escritas" (?) de las obras de ficción mainstream es que las chicas venden menos que los chicos como protagonistas de las historias, porque el público es principalmente varón y no es capaz de identificarse con alguien que no sea como él. Bueno, esta hipótesis a estas alturas ha sido refutada algo así como catorce millones de veces, y un magnífico ejemplo es Ms. Marvel, la serie que narra las aventuras de Kamala Khan, una adolescente musulmana que se enfrenta al crimen en las calles de Nueva Jersey. Mujer, de una religión que no está en su momento de mayor popularidad precisamente, con un punto friki, y obviamente de raza no caucásica, Kamala es la pesadilla de todo director de marketing. La serie ha sido superventas desde su inicio, ha ganado varios premios y ya es considerada una de las revelaciones de los últimos años. Y es fantástica, está llena de humor y amor por los personajes y obviamente la recomiendo muchísimo.





El nuevo Hulk es coreano-americano

¿Vas notando el patrón? Como se puede ver, varios de los héroes más icónicos de Marvel están siendo relevados por personas que no son de raza caucásica. En este caso se llama Amadeus Cho, es una de las ocho personas más inteligentes de la tierra y está encantado de ser el gigante verde.



El Capitán América es ahora afroamericano

Se llama Sam Wilson y este no es ningún recién llegado, porque le conocemos desde hace décadas como Halcón, e incluso ha hecho ya su aparición en un par de películas del Universo Cinematográfico Marvel. Por una serie de circunstancias, Steve Rogers, el Capitán de siempre, ha perdido sus poderes, y le ha pasado el testigo a Sam. De nuevo seguimos con el mismo patrón, y no se puede dejar de resaltar que hablamos de uno de los principales iconos no ya solo superheróicos del mundo, sino también de EEUU en general, llevando en su mismo nombre clave el nombre del país y representando sus principales valores. Decir que esto es significativo es quedarse corto.


Dicen que algo que se repite tres veces o más ya no es una casualidad, sino un patrón, y de la misma manera me parece evidente que toda esta explosión de diversidad no es coincidencia, sino algo muy intencionado por parte de Marvel. En este blog he hablado multitud de veces sobre cómo, en los medios, se insinúa la idea de que "la persona estándar", ese protagonista quintaesencial con el que todo espectador puede identificarse, es un varón blanco heterosexual. Es el ser humano "por defecto", y todo lo que no sea así es "una variación". Y por ello, supuestamente al público masivo le cuesta más conectar con esos personajes, con lo que las obras protagonizadas por dichas "excepciones" van dirigidas a nichos de mercado específicos, y no al gran público. El cómic de superhéroes no es precisamente una manifestación cultural underground (y sus adaptaciones cinematográficas mucho menos), y por ello me parece tan notable lo que Marvel está haciendo. El mensaje claro es ni más ni menos que esta noción de la "persona estándar" en la que todos nos podemos reflejar es una patraña, y que si un guión está bien escrito y un personaje es interesante, da igual cuál sea su raza, su sexo o su orientación, que cualquiera se podrá identificar con él.

Está claro que el panorama ha cambiado muchísimo, y estamos ante un despliegue de diversidad en la representación como no se había visto nunca. Queda por ver si todos estos cambios serán duraderos o quizá quedaran sólo como un golpe de efecto y con el tiempo todo volverá al statu quo. El mundo del cómic está en constante evolución, y las cosas no suelen permanecer mucho tiempo inalteradas. ¿Seguirá Marvel por esta misma senda, o esto es sólo un espejismo y pronto volverán al punto de partida? ¿El público estña preparado para esto, o tienen razón los ejecutivos? ¿Es valioso que los personajes más icónicos sean ahora encarnados por minorías raciales o mujeres, o quizá sería mejor que se crearan personajes nuevos que tuviesen valor por sí mismos y no estuviesen a la sombra de nadie? Pase lo que pase, esto es una bocanada de aire fresco, y me parece un gran paso hacia delante que una gran empresa que mueve millones se atreva a romper con ese viejo cliché. 

Así que ahora nos toca a nosotros, el público. Nos toca a todos demostrar que lo que queremos son buenas historias y personajes bien desarrollados, que estamos muy por encima de otras cuestiones como la raza, el sexo o la orientación. La pelota está en nuestro campo.

domingo, 7 de febrero de 2016

Carol (2015): lo universal y lo específico

Este fin de semana se estrenó en España Carol, una hermosa película de temática lésbica. Como es habitual, su estreno ha venido arropado de toda una serie de entrevistas promocionales por parte de sus actrices principales, donde explican cómo se metieron en la piel de sus personajes, su relación con el director; en fin, todo ese tipo de cosas. Normalmente cuando hablo de una película en este blog explico por qué vale la pena verla, o quizás qué elementos interesantes tiene de temática LGBT, ya sean explícitos o sugeridos. Sin embargo en esta ocasión voy a hacer algo un poco distinto, y voy a centrarme más bien en lo que ha comentado Cate Blanchett en esas entrevistas. Y no es que no merezca la pena hablar de la peli en sí misma: quizás ya hayas leído acerca de las espectaculares interpretaciones, de la química entre sus protagonistas, de la cuidada fotografía y del fantástico guión; es todo cierto, así que no voy a repetirlo yo otra vez.

La cuestión es que, en las entrevistas promocionales que mencionaba, Cate Blanchett está haciendo bastante hincapié en que lo más importante de esta historia es que trata del surgimiento del amor entre dos personas, y que lo de menos es si se trata de dos chicas o de un chico y una chica, ya que la experiencia de enamorarse es algo universal. Y aquí, aunque admire las increíbles dotes interpretativas de Blanchett y me parezca una persona muy razonable (en todo caso desde luego es consciente de que el director, Todd Haynes, está muy involucrado con la causa LGBT en su cine), tengo que decir que discrepo con ella.

Y pensar que no nos han nominado a mejor pelicula, Therese

¿Estoy diciendo que la experiencia de enamorarte de alguien no la vive igual una persona heterosexual que otra no heterosexual? No, me refiero a eso. La película, entre sus virtudes, tiene la capacidad de evocar claramente esa sensación que cualquiera puede haber sentido alguna vez de que aparezca esa persona y de repente todo cambie y hasta el tiempo parezca transcurrir de otra manera. En este sentido es inolvidable la escena en que Carol y Therese viajan juntas en coche, y de pronto las luces comienzan a reflejarse en los cristales mientras la narración se frena suavemente y adquiere un tono de ensoñación, en una hermosa metáfora visual sobre la misma sensación de estar enamorándose.  Cualquiera, sea hombre o mujer y sea cual sea su orientación sexual, puede sentir perfectamente lo que está pasando en esos instantes.

Sin embargo, pese a su belleza formal y esta cualidad ensoñadora que la impregna, la película está firmemente enraizada en el mundo real de los años 50, y por tanto no nos esconde los problemas reales a los que una pareja de dos chicas tiene que enfrentarse. Problemas que son específicos del colectivo LGTB y que por tanto no son una experiencia universal.

En el contexto de la película, Carol se ve enfrentada a su marido en una batalla legal por la custodia de su hija. Su marido ya ha descubierto la atracción por las mujeres de su esposa, y no duda en emplearlo como arma legal. Evidentemente se trataba de los años 50, y una "conducta inmoral" así era inaceptable. Por otro lado Carol y Therese se ven constantemente obligadas a ocultar la naturaleza de su relación, la cual nunca podrán formalizar, dormir en camas separadas cuando van a hoteles y básicamente mirar de reojo cada vez que tienen un momento íntimo no sea que alguien las pille. Ninguna persona heterosexual del mundo se enfrenta nunca a estas situaciones.

No me mires así, que sabes a lo que me refiero

En nuestra época, y en determinados países, buena parte de esos problemas se han superado, y ya nadie puede usar la orientación sexual como argumento legal contra nadie, ni hay obstáculos para que las parejas del mismo sexo se casen y tengan todos los beneficios legales del matrimonio. Sin embargo, hasta cierto punto, las situaciones que plantea la película, y otras similares, siguen vigentes en cualquier parte del mundo, incluso la más progresista. Quizás, si eres gay o lesbiana, alguna vez en el transporte público has tenido que fingir que tú y tu pareja eran solo amigos, a causa de la presencia inquietante de gente claramente homófoba. Mientras, a tu lado, una pareja de adolescentes heterosexuales se morrea como si no hubiera un mañana, sin ninguna preocupación en el mundo. Es posible que en tu trabajo hayas tenido que sonreír forzadamente ante un chiste homofóbico contado por tu jefe, o al menos poner cara de póquer. Quizás hayas tenido que medir tus palabras cuando algún adorable ancianito/a te haya preguntado si estás casado, y con quién, y que por qué no tienes hijos. Quizá simplemente alguna vez (o cientos de veces) has revelado tu orientación a alguien, y entonces esa persona te ha preguntado que qué opinan tus padres, que a qué edad lo supiste, que si estás seguro y has probado alguna vez con alguien del sexo contrario (¡pregunta interesante y de doble filo donde las haya!), y luego añadirán, con toda la buena intención del mundo, que a ellos les parece perfecto y que hay que ser abierto. Pequeños diálogos que te llenan de vergüenza ajena y que las personas heterosexuales nunca se ven obligadas a experimentar. Y obviamente, si nos salimos del ámbito de los países del primer mundo, las cosa puede llegar a ponerse mucho peor, mil veces peor que lo que esta película muestra.

Por todo ello, creo que, aún sabiendo que la intención de Blanchett al decir esas palabras era buena, me parece muy importante no dejar de lado el contenido político y diferenciador de esta película, no tratar de neutralizarla y hacer ver que lo que cuenta es completamente universal. No lo es y no debe serlo, porque la situación que describe tiene características específicas que solo experimentan las personas del mundo LGBT, y si queremos hacerles justicia, no podemos dejar eso de lado. Entiendo que está bien tratar de llegar al mayor público posible, pero igual que es importante allanarle el terreno a la gente ajena a este mundo, también es importante pedirles un esfuerzo y que traten de empatizar con personajes cuyas experiencias no son completamente iguales a las suyas.

La tesis de que todos somos exactamente iguales y que la orientación no importa está muy bien como concepto, como punto de partida y como punto final al que aspirar, pero no la podemos tomar como una verdad absoluta. Porque la realidad tangible y observable es que la vida no es la misma para una persona heterosexual que para una que no lo es, y en consecuencia el amor y todo lo que lo rodea tampoco se vive de la misma manera.