jueves, 30 de junio de 2016

Orgullo Crítico VS Orgullo Gay oficial: el sentido final de todo esto


Recientemente, saltaba la polémica: los jueces y la presentadora de Master Chef iban a presentar el pregón del Orgullo Gay de Madrid de 2016. Se montó un enorme revuelo, y finalmente la idea fue desechada. El argumento, evidentemente, era que estas cuatro personas no tenían absolutamente nada que ver con la lucha por los derechos LGBT. Nada a favor, nada en contra: ponerles a ellos de mascarón de proa era arbitrario a más no poder. El propio Pepe estuvo de acuerdo.

Sin embargo, la idea original dice mucho sobre las circunstancias que rodean la celebración del Orgullo, y eso no es tan fácil de cambiar como sustituir a un presentador.

Recientemente asistí por primera vez a la manifestación del Orgullo Crítico, y la experiencia fue breve pero esclarecedora. Era una sensación rara: ninguna música de fondo, a excepción de una batucada que sonaba a ratos. Un montón de gente con banderas y pancartas (muchas banderas, de muchos tipos, y muchas pancartas, con mucho texto algunas). Ausencia total de publicidad de ningún tipo. Ausencia total de cámaras de televisión (que yo viera, al menos). Personas con un aspecto nada frecuente en el ambiente: camisetas de grupos heavies, barbas sin perfilar perfectamente, mucha ropa encima del cuerpo, muy pocos torsos al descubierto; muy pocas tabletas de chocolate y pectorales. Nadie descubre la pólvora si digo que el espectro de la gente LGBT incluye a gente de todo tipo, pero siendo justos, lo que se puede ver en la cabalgata "oficial" tiende a ser bastante menos heterogéneo. Uno podría haber pensado que gente como esta simplemente no existía bajo el paraguas arcoiris.

Foto: S.D. para Cuartopoder.es
 Pero la sensación rara de la que hablaba al principio, al final me di cuenta, provenía principalmente de esa ausencia total de publicidad y música pop. Esto era una manifestación"en serio", y aquí nadie estaba tratando de parasitar el Orgullo para sacar tajada. Vivimos tan rodeados de publicidad, en un entorno en el que todos los espacios públicos están hasta certo punto presididos por mensajes comerciales, que la impresión que produce un espacio completamente libre de anuncios ni de intenciones de venderte nada es chocante. Mencionaba también la música porque finalmente es otra manera más de de pedirte que abras la cartera: el mensaje implícito es que si te gusta cómo suena esto, debes pagar por ir a estos conciertos o al menos entrar en Youtube a ver el video gratis, pero tras unos segundos de publicidad.

El Orgullo oficial, seamos sinceros, es un mastodonte que proporciona un pastón a un montón de gente: cualquier tienda de ropa, restaurante, hamburguesería, etc., cuelga unas cuantas guirnaldas de colorines y se dedica a repartir pulseras, silbatos y los imprescindibles abanicos de cartón, y así durante unos días ven animarse sus ingresos con el dinero de un montón de gente de todas partes del mundo. En una ocasión ya hablé de esto, y por el lado positivo, quise decir que, finalmente, la rentabilidad es también una manera de abrir mentes y cambiar el mundo. Quizás el empresario más homófobo del mundo puede empezar a abrir sus miras ligeramente al ver el potencial bisnazo que tiene a su alcance sólo con teñir de arcoiris sus cajas de tabaco durante dos semanas. Y este primer paso motivado por la codicia puede seguidamente dar paso a una cambio de pensamiento más profundo, y al final un día, sin darse cuenta, habrá acabado entendiendo que oye, los mariquitas al final también son personas. Pero, consecuencias positivas o no, esto no deja de ser una pequeña prostitución de la idea original que tenían ese grupo de personas del Stonewall cuando decidieron decir basta y salir a quejarse.
 
No, su idea no era conseguir Doritos lilas

La elección de los jueces de Master Chef como presentadores del pregón, aunque finalmente no haya fructificado, es la consecuencia natural de este proceso de comercialización. El tren de pensamiento es evidente: ¿qué queremos? Que venga mucha gente de todo tipo. ¿Para qué? Para que dejen mucho dinero. ¿Cómo lo hacemos? Poniendo en el cartel a quien sea que esté de moda. Otros años se ha combinado un cierto grado de popularidad con otro de relevancia para la causa; el asunto es que este año se les fue la mano con el primer ingrediente y el plato quedó desvirtuado. 

Para acabar, una cosa quiero dejar clara: el Orgullo oficial es un monstruo de muchas cabezas, y aún con todo, finalmente creo que su impacto es completamente positivo. Es una fiesta comercializada, sí, pero una fiesta en la que lo que se festeja es la libertad, y aunque el 90% sea diversión, también están ahí las charlas, los talleres, las muestras de cine, los discursos. Divertirse por otro lado no tiene nada de malo, sino todo lo contrario; y es pefectamente posible mezclar de manera indisoluble la fiesta con la reivindocación; porque en sí misma la fiesta es una manera de reivindicación.

Y si algo sabemos todos es que dentro de cada gran fiesta hay miles de pequeñas fiestas individuales y colectivas: relaciones nuevas que surgirán y otras que terminarán, experiencias que te cambiarán, conversaciones que te harán reír y también pensar, pequeñas epifanías personales de mucha gente que quizá nunca antes pudo experimentar la libertad real, y todo eso, aunque sea a un nivel emocional, finalmente no te lo puede vender nadie.

viernes, 17 de junio de 2016

La homofobia interiorizada, el machismo y sus consecuencias


En este blog a menudo he expresado la idea de que el machismo es dañino para toda la sociedad. A primera vista mucha gente puede pensar que las únicas damnificadas son las mujeres, que ven mermados sus derechos en aquellos contextos en los que el machismo impera. Pero la realidad es que esta mentalidad es un cáncer que daña a todo el mundo, y recientemente hemos tenido una demostración trágica y evidente. Hablo, está claro, del atentado en la discoteca Pulse de Orlando. 

Según se van sabiendo más datos sobre el atentado, las cosas van quedando más claras... O más turbias, en realidad. Algunas fuentes de información indican que Omar Mateen era homosexual y que de hecho visitaba a menudo esa misma discoteca; otras lo niegan. También se ha especulado sobre si su padre se burló de él diciéndole "gay". Su vinculación con ISIS o posibles motivaciones religiosas tampoco quedan del todo claras... aunque podría dedicar todo un artículo a cómo la religión, y hablo de la religión en general, aunque supuestamente promueve el amor, es la causante de manera indirecta de gran parte de la homofobia en el mundo; y para ello no hay más que ver cómo sociedades en las que las relaciones homosexuales no eran ningún tabú, cambiaron radicalmente con la llegada del cristianismo, por poner un ejemplo.

Quién sabe. Es posible que Omar Mateen no fuese un homosexual reprimido y que su padre nunca le maltratase por este motivo. Pero qué más da: el mundo está lleno de potenciales Omar Mateen, que por causas culturales y religiosas, son obligados a tratar de reprimir su sexualidad. Y si algo nos enseñó Freud, es que reprimir ciertas cosas no hace sino provocar que broten con más fuerza y de maneras dañinas y distorsionadas. Lo sabe el enésimo político ultraconservador pillado en un baño tratando de ligar con un hombre. Lo sabe cualquiera de los cientos de curas que han abusado de menores y que me hace preguntarme por qué a día de hoy tanta gente les sigue confiando a sus hijos. La hipocresía tiene un precio, y el problema es que quien lo paga no sólo es la persona culpable.

Fianlmente uno es dueño de sus actos, y por ello quiero que quede claro que de ninguna manera estoy disculpando a Omar Mateen. Sin embargo, en ocasiones como esta, puede haber un culpable "directo" y otro mucho más difuso, más extendido: la propia sociedad, con su machismo. Cada vez que alguien hace una broma homofóbica a un niño ("sólo es un chiste"), enviándole el mensaje implícito de que ser gay es algo desagradable o ridículo, está poniendo su granito de arena en perpetuar una sociedad machista. Cada vez que alguien llama calzonazos a un hombre por cuidar de sus hijos, cada vez que tratamos de que los niños jueguen al fútbol y no a las cocinas o a las muñecas aunque lo prefieran, cada vez que bromeamos sobre el que un hombre haya sido violado o maltratado por su pareja, estamos contribuyendo a crear una sociedad hostil donde sólo determinados perfiles de persona son aceptables, y los que no encajen deben ir guardándoselo todo dentro, como una olla a presión a la que vamos subiendo más y más la temperatura. ¿De verdad es una sorpresa lo que ocurre a continuación?