domingo, 30 de septiembre de 2012

Somos la noche (2010)

Director: Dennis Gansel
Guionista: Jan Berger, Dennis Gansel
Lema: Inmortales. Insaciables.
La frase: "Comemos, bebemos, esnifamos cocaína y follamos todo lo queremos, y no engordamos, ni nos hacemos adictas, ni nos quedamos embarazadas".

Cuando escuché hablar de esta película, lo primero que me vino a la mente fue que tenía todos los números para estar tan llena de subtexto (y texto) sobre feminismo, roles de género, lesbianismo y demás, que prácticamente le iban a reventar las costuras... salpicándonos a todos de sangre, claro. Y aún no sabía hasta qué punto.

La historia va así: un grupo de vampiras, una de ellas lesbiana, las otras más o menos ambiguas sexualmente, reclutan para su grupo a una joven ladrona y ex-convicta que proviene de un hogar desestructurado. Louise, la líder, controladora, eficaz y con un interior más agitado de lo que parece a primera vista, lleva buscando siglos a esa chica de ojos especiales que sustituya a su antigua novia, muerta abrasada por el sol. Nora fue transformada durante el Love Parade de 2001, y es efervescente, cariñosa e inmadura, y Charlotte, quizá la más interesante, es aparentemente fría e indiferente a todo, hasta que rascamos un poco bajo la escarcha y... Respecto a Lena, la protagonista principal, al comienzo de la película está completamente desorientada, un animal salvaje malviviendo entre los robos de poca monta, las huidas de la policia y su desamparo total ante una madre alcohólica y negligente.

La saga Crepúsculo y la última oleada de adaptación a todos los públicos del mundo del terror, con las muñecas Monster High como uno de los exponentes más claros (quién le iba a decir a Barbie que sus siguientes rivales iban a ser un grupo de adolescentes zombis, vampiras, fantasmas...) han conformado una visión muy distinta de los vampiros de la que tradicionalmente se tenía. De forma más o menos metafórica o literal, los vampiros eran un símbolo de la libertad sexual, de la amoralidad, de la ruptura con las normas. No es casual la asociación con el color rojo, el hecho de que casi todos los mordiscos son en el cuello, o la desinhibición que muestran casi todos los vampiros en casi todas las obras de ficción sobre ellos. Los vampiros son, en la psicología de Freud, el Ello personificado.

Pero donde Edward mira al infinito con gesto torturado y se niega a dejarse llevar con Bella, las vampiras de esta peli se pasan las noches de fiesta, se lían con quien les da la gana, y esnifan y chupan sangre todo lo que pueden y más, y uno no puede evitar sentir por un momento las ganas de ser también un vampiro. Además, como dice Nora en la frase que he resaltado más arriba: sin quedarse embarazadas. Si esto no parece una referencia a la aparición de la píldora y la consecuente liberación de la mujer, que baje dios y lo vea. Y aún más: en uno de los conceptos más interesantes que aporta la película, Louise explica que la población vampira se compone exclusivamente de mujeres: los hombres, ruidosos y descuidados, acabaron exterminados por su propia estupidez y por las vampiras, que decidieron que estaban mejor sin ellos. Así es: en esta película, el submundo vampiro es un matriarcado, y además un club muy reducido con sólo un centenar de integrantes en todo el mundo. Siendo sinceros, lo cierto es que el comportamieto de nuestro trío de vampiras no es que sea muy discreto, ya que el reguero de cadáveres que dejan a su paso es considerable, pero en fin, creeremos la palabra de Louise de que ellos eran aún peores.

Mientras veía la pelicula, al principio, no podía dejar de pensar si todo esto no tenía un corazón misógino y de explotación sexual: un grupo de chicas liberadas cuya libertad básicamente equivale a ser malvadas y materialistas, lesbianismo tanto insinuado com explícito entre chicas guapas y elegantes, y la guinda: un dilema amoroso entre la depredadora madura, posesiva y manipuladora, y el tierno, cálido y bonachón policía que se cruza en el camino de Lena. Es inevitable observar que la opción heterosexual se presenta aquí como la salida "moralmente correcta" en un mundo como el vampírico, corrupto y oscuro y acompañado de música tecno, indicador infalible en cualquier película de degradación moral y/o descontrol.

Pero, y esto es lo que salva la película, con la excepción de Tom, el policía, que es el personaje más plano, todas las chicas tienen la suficiente profundidad psicológica para ser algo más que un cliché. Sí, las vampiras son asesinas sin escrúpulos, pero también son capaces de amar y sentir intensamente: Louise busca reencontrar el amor perdido, pero es una búsqueda amarga y desesperada, porque no se engaña  a sí misma. Nora trata de frenar sus impulsos homicidas cuando alguien le importa. Charlotte, bajo la capa de indiferencia, arrastra un dolor íntimo por algo que no quiero revelar para los que no la hayan visto, sumado al desengaño que deja intuir que siente por haber sido desplazada en el ranking del harén personal de Louise. Y de Lena qué decir: si bien al principio de la película se encuentra completamente sola y desamparada, no asume en absoluto el papel de víctima: se trata de una guerrera nata, capaz de buscarse la vida con sus robos de poca monta, escapar de la policía en una tremenda persecución que incluye saltar por una valla de alambre de espino, y cuestionar las decisiones de su madre/amante vampírica. Finalmente, gracias a este desarrollo de los personajes, la película evita caer en una moralidad de blancos y negros, y por eso finalmente me quedo con la opinión de que no es ni misógina ni homofóbica, aunque por momentos flirtee con ambas cosas.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El test de Bechdel

A veces un chispazo de genialidad espontáneo puede dar pie a algo muy grande. Algo así ocurrió con esta tira cómica de Dykes to watch out for  ("Unas bollos de cuidado", en su versión española), de Alison Bechdel, que sin comerlo ni beberlo dio a luz un sencillo pero increíblemente acertado mini-test para valorar el contenido de las películas desde el punto de vista de la representación de géneros. Sólo tiene tres puntos. La película en cuestión...

1. Incluye al menos dos personajes femeninos ("que tienen nombre propio", se suele añadir),
2. que tienen al menos una conversación,
3. que no trata de un hombre en concreto o de los hombres en general.

Tremendo. Pero antes de entrar en harina, unas cuantas cosas que hay que considerar. En primer lugar, es evidente que el test no se puede aplicar siempre muy estrictamente. Una película bélica de la II Guerra Mundial centrada en el día a día del ejército americano lógicamente no puede presentar ningún personaje femenino, porque en ese contexto no los había. Por otro lado, está claro que un autor puede querer crear su obra centrándose solo en personajes masculinos o personajes femeninos, y su obra no tiene por qué ser por definición machista o feminista respectivamente, sino que por la razón que sea el autor ha decidido centrarse en un solo sexo. El test realmente se aplica bien en el contexto de películas más "generales", como comedias, cine de acción, dramas...

Por otro lado, es muy posible que una película o serie supere el test y sin embargo resulte machista. Quizás las mujeres de la película sean muchas y hablen de todo menos de hombres, pero eso no impide necesariamente que su retrato pueda resultar misógino o sexista. Una última cosa: que una película supere el test tampoco implica que sea buena, ni lo contrario si lo suspende.

Pero dicho todo esto, el test tiene un valor enorme como detector de connotaciones y mensajes implícitos en las películas, y para analizar cómo se representa a los sexos en la ficción en general. La próxima vez que veas una peli, tenlo en mente y te darás cuenta de que aprobar el test no es tan fácil como puede parecer. Las implicaciones del test, que saltan a la vista sólo con leer los puntos, son tremendas: en una gran parte de la ficción, las mujeres juegan un rol meramente de "novia de", como un satélite romántico de su protagonista. Él debe salvar el negocio, destapar la terrible conspiración, destruir a todos los enemigos. Ella sólo habla de él, sólo piensa en él y es, por encima de todo, su chica. Cuando dos o más chicas se juntan, lo hacen para hablar de él, o de "ellos".

En muchas ocasiones (en el cine de acción de los 80 y 90 puedes ver decenas de ejemplos clarísimos), "la chica" (sólo una) únicamente es utilizada por los creadores para introducir unas gotitas de romanticismo a la trama principal y dejar clara la sexualidad del protagonista (no vaya a pensar el espectador que ese héroe tan musculoso y viril es, glups, ya sabes); o quizás ella misma es la excusa argumental que pone en marcha la trama, cumpliendo el arquetipo de la damisela en apuros. Ya sea una compañera o un trofeo, lo que queda claro es que todo lo que ella es o deja de ser, lo es en relación a él. Otras películas, y paradójicamente muchas dirigidas al público femenino, presentan un grupo de chicas protagonistas, las cuales... se pelean entre sí por conseguir al guapo de turno, con lo cual todas sus interacciones giran en torno a él, o bien todo en sus vidas está centrado en una constante búsqueda del chico perfecto, con lo que, de nuevo, todos los diálogos son sobre, todos a coro, el sexo opuesto. Si te parece que el test es exagerado y que tampoco hay que ponerse así, prueba a hacer el Test Inverso de Bechdel, o sea, lo mismo pero cambiando mujeres por hombres, y verás que, de pronto, conseguir el aprobado ya no es tan difícil para casi ninguna peli o serie.

Pese a la evolución social, el hombre sigue siendo "el sexo por defecto", y esto se refleja en el rol que juegan a menudo las chicas en las obras de ficción. Si lo que le define a él son su personalidad y sus circunstancias en la obra, y lo que la define a ella es que es chica y "por tanto" está enamorada de él y su presencia sólo sirve para añadir romance a la historia o servirle al chico de premio, es que algo está pasando, ¿no?

En esta página se puede encontrar una lista enorme de películas calificadas según el test, algunas con comentarios adicionales. Si te pasa como a mí, verás que cuando uno lo conoce, ya es un impulso casi automático aplicárselo a cualquier película o serie que estamos viendo, y es entonces cuando descubres cosas curiosas, como por ejemplo que algunas películas pensadas "para mujeres"... no logran aprobarlo. Da que pensar.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Matar marcianos es tarea de todos


Muchos habrán oído hablar de Kickstarter, una página web donde se proponen proyectos con los que la gente puede colaborar desinteresadamente. Y cuando digo "colaborar", me refiero a donar dinero ;) La idea es muy buena, llena de potencial y aunque parezca mentira, ha funcionado y sigue funcionando en multitud de casos. Sólo lamento que, por lo que he podido ver, todas las categorías son, digamos, artísticas, es decir, que se puede ayudar en la financiación de películas, videojuegos, exposiciones de arte, alimentación... Pero no hay una sección de proyectos "sociales", con el potencial que esto podría tener. Quizás los creadores han pensado que para eso exactamente están las ONGs, lo que no deja de ser cierto, y por otro lado, los proyectos de Kickstarter, de manera oblicua, también pueden contribuir a cambiar el mundo, quizás permitiendo que un director de cine con muchas cosas que decir pero ningún estudio que se atreva a financiar su película, logre llevar a buen puerto su idea... O quizás permitiendo que se realice el proyecto del que voy a hablar hoy: la feria GaymerCon 2013.


Si nada se interpone y el mundo no termina a finales de 2012, el 3 y 4 de agosto de 2013 se celebrará la GaymerCon, la primera feria de videojuegos especialmente dedicada a jugadores LGTB, a la que obviamente puede asistir cualquier persona tenga la orientación que tenga, como se sobreentiende que ya era el caso con las demás ferias. ¿Y de qué sirve esto entonces? Pues de bastante, en mi opinión, ya que esto abre una grieta más en el muro de los estereotipos. El mundo de los videojuegos era tradicionalmente considerado un gueto para hombres, principalmente adolescentes etiquetados como "frikis". Sin embargo, pronto los departamento de marketing del mundo vieron lo absurdo que era centrarte en una pequeña porción del mercado, cuando podían darle un bocado mucho más grande al pastel.

Es un poco triste, si lo piensas, cómo uno de los factores principales para superar prejucios y fomentar el respeto por los grupos marginados es convertirlos en un segmento de mercado lucrativo. ¿Quién quiere que los videojuegos sean sólo cosa de hombres cuando el otro 50% de la población tiene la billetera disponible también? ¿Tiene sentido que el director de un hotel sea homofóbico cuando, con un poco de publicidad extra, su hotel puede aumentar sus reservas con parejas gays y lesbianas, probablemente sin hijos y por tanto con más dinero para gastar en otras cosas? El respeto y la igualdad se consiguen muy rápido por la vía de la rentabilidad.

En fin, le deseo mucha suerte a la GaymerCon. Si el evento alcanza la suficiente popularidad (y pienso que así va a ser: es una noticia curiosa), mucha gente se verá en la situación de replantearse el estereotipo firmemente plantado en sus cabezas. Revisar el concepto de que un gay sólo puede estar obsesionado con las cremas, el gimnasio y la ropa, la idea de que una chica no puede pasar un buen rato matando zombis en perspectiva de primera persona.

Y de este replanteamiento sólo pueden salir cosas buenas :)

jueves, 6 de septiembre de 2012

Evolución del rol de los personajes homosexuales

Antes de empezar, una puntualización: cuando hablo de personajes homosexuales, voy a referirme a gays y lesbianas exclusivamente. De los personajes transexuales también hay cosas que decir, por supuesto, pero creo que su evolución ha sido muy distinta y se merecerían un artículo aparte. Respecto a los bisexuales, en general parece que a los guionistas del mundo se les rompen completamente los esquemas con ellos y no tienen ni idea de cómo tratarlos, dejando de lado el cliché del "vicio" y demás. (Hay mucha tela que cortar sobre esto último... antes o después volveremos con este tema). Y una cosa más: voy a hablar de las series y películas del mundo occidental. Sin duda en otras partes del mundo la cosa ha sido muy distinta. ¡Empezamos!

Fase Uno: Las aventuras de los seres invisibles

Pues poco que añadir al título. Al principio simplemente los personajes gays y lesbianas eran inexistentes o casi invisibles. El matiz es importante, ya que en ocasiones los creadores trataban de incluir sutiles insinuaciones de relaciones homosexuales. Tan sutiles que a veces ni los propios actores lo sabían... el ejemplo más famoso es el de Charlton Heston en Ben Hur, donde sólo el director y el actor coprotagonista sabían lo que pasaba (al parecer, corrían el riesgo de que si Charlton Heston se enteraba del subtexto de su relación con el coprotagonista, abandonara la producción). Por supuesto nada se materializaba explícitamente.

Fase Dos: El bufón y la psicópata entran en acción

Entramos en una fase que vista hoy resulta impactante y tremendamente ofensiva. Los personajes homosexuales comenzaban a salir a la luz, pero su retrato no es que resultase muy positivo. En el caso de los chicos, principalmente desempeñaban el papel del gracioso-ridículo-imbécil de la película. Invariablemente eran personajes muy amanerados, con la libido siempre debordante (cualquier personaje heterosexual les atraía inmediata y visiblemente; y cuando digo cualquiera es cualquiera), y aparentemente cobardes y poco inteligentes, nunca tomando parte en la acción y limitándose a chillar y a flirtear con el protagonista heterosexual, aparentemente incapaces de ver que a éste le gustaban las chicas. Este cliché en la tele está bastante desterrado, pero en la mente de determinadas personas lamentablemente sigue muy presente.
Lo de las chicas era incluso peor: en el caso de ellas, se trataba siempre se psicópatas que rompían las normas de la sociedad bienpensante, mostrando descaradamente su independencia de los hombres. Por supuesto, su lesbianismo provenía de algún trauma de juventud o de su misandria congénita (misandria: lo contario de la misoginia. El hecho de que una cosa sea mucho más desconocida que la otra da que pensar). La lesbiana loca, al igual que el gay payaso, tenían muchos números para morir antes de que llegasen los créditos finales, aunque en el caso de él, por su cobardía y su estupidez, y en el de ella, porque su psicopatía en algún momento se volvía en su contra. Como ejemplo de las chicas, tenemos la famosísima Instinto Básico, de los 90, y respecto a los chicos, miles de comedias españolas de los 70-80.

Fase Tres: El anzuelo para testosterona y el paño de lágrimas que todo lo sabe


La siguiente fase ya no es tan abiertamente homofóbica: a primera vista incluso puede parecer que se ha avanzado mucho. Y supongo que de cierta manera es cierto, y que quizás hacía falta esta fase para poder llegar a una situación mejor posteriormente. Pero esto no impide que un análisis un poco más profundo revele la condescendencia, el machismo y la homofobia sutil que hay en esta fase de los estereotipos. Vamos allá.
Las chicas, llegado este punto, ya no estaban locas y no merecían morir. La progresiva apertura de miras cultural las había convertido en algo mucho más goloso y vendible de cara a la audiencia: ¡un reclamo para los tíos! Como bien sabemos todos, una de las fantasías más comunes de un hombre heterosexual son dos chicas guapas liándose. Pero estas chicas tenían/tienen que cumplir una serie de requisitos: en primer lugar una apariencia muy femenina, es decir: pelo largo y sedoso, curvas, ropa sexy, uñas pintadas, pintalabios, maquillaje, etc. La presencia de una "caminonera" de pelo cepillo y maneras rudas provocaría un gatillazo instantáneo, así que en esta fase de la evolución, nunca vamos a ver a ninguna chica de este perfil ni tampoco a ninguna chica a la que le gusten este tipo de mujeres. Además, las chicas involucradas no deben ser técnicamente lesbianas... sino bisexuales, para que así se cumpla totalmente la fantasía masculina de participar en el trío y darles a ambas lo que "les falta".
Respecto a los hombres, su representación no tiene este punto de explotación como reclamo sexual (porque al espectador medio la sola idea le pone los pelos de punta). En este estadio de la evolución, aparece el "mentor gay": ese mejor-amigo-de-la-protagonista que sabe  de todo y ofrece una dosis de comedia facilona al asunto. Los rasgos típicos de este personaje son: de nuevo, una pluma o amaneramiento visible, un acentuado sentido de la estética (si es peluquero, puntos extra), un humor sarcástico y, la guinda, un gran conocimiento de todo lo relacionado con, valga la redundancia, las relaciones. Él sabe cómo debe comportarse nuestra la chica delante del chico a conquistar, qué ropa llevar, cómo enviarle señales, y de regalo, qué pretende el guaperas en cuestión. Lo gracioso es que uno se pregunta de dónde procede toda esta sabiduría, ya que otro de los rasgos del gay-mentor es que nunca sale con nadie. Única excepción: quizás al final de la película la chica se saque de la manga un nuevo conocido gay, y zas, compatibilidad inmediata. Pero no esperes ver ningún desarrollo de personajes ni nada que justifique su atracción: los dos son gays, por tanto tienen que gustarse, nos dice la película.

Fase Final: Pinocho y la muñeca inflable cobran vida
 
Y llegamos por fin a la fase en la que por fin tanto el gay como la lesbiana se convierten en personajes de carne y hueso, y se les permite tener sus propios problemas, deseos y aspiraciones. Ya no son un satélite de nadie, ya no son una herramienta de guión, ya no son un truco para subir los demográficos alimentando el morbo. Por otro lado, individualmente, se empiezan a hacer retratos que indagan más allá del estereotipo, y aparecen hombres a los que no les gusta la música disco ni los musicales de Broadway, chicas con cualquier longitud de pelo imaginable y profesiones no forzosamente relacionadas con el transporte de mercancías... (Apunte: es perfectamente válido y realista encajar dentro de un cliché, pero la clave está en si la caracterización va más allá de esto. Dos personas pueden ser gays y peluqueros, pero es no significa que sean clones).
En esta fase a los personajes ya se les permite tener una vida sentimental y sexual más o menos explícita, con todas las consecuencias argumentales que esto conlleva. Como ejemplos, tenemos evidentemente las dos series bandera The L Word y Queer As Folk. Una última puntualización: al igual que CSI o El Padrino no recogen TODAS las posibilidades de los "tipos" de heterosexuales que existen, tampoco lo hace ninguna de las dos series que nombro. Ninguna serie o película o libro o etc. del mundo puede llegar a retratar toda la variedad de personas que existen, han existido y existirán.


Como veis no he asignado años, ni siquiera décadas, a las diferentes fases. La verdad es que quizás podría haber delimitado décadas para diferenciarlas, pero me parece que los límites no están tan claros. Siempre hay gente que se adelanta a su tiempo, y viceversa. Podemos encontrar los estereotipos más rancios en películas rodadas en 2010, y personajes llenos de matices y retratados con esmero y respeto en obras muy anteriores a la existencia siquiera de las siglas LGTB.