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martes, 27 de noviembre de 2018

Dumbledore y Grindelwald: un romance en la sombra



Durante los últimos años, J.K. Rowling, la autora de la saga Harry Potter, se ha ido encontrando cada vez con más frecuencia envuelta en controversias sobre el contenido de su obra más famosa. El mundo ha cambiado muchísimo en la última década, y como suele suceder, la nueva lupa con la que observamos las obras del pasado revela detalles y perspectivas nuevos, que no siempre dejan a los clásicos bien parados. En general se la ha acusado de falta de diversidad, por la escasez de alumnos no caucásicos en Hogwarts, que siendo un colegio situado en la Inglaterra de los años 90, parece de sentido común que debiera albergar más variedad de razas (o quizás personajes de otras razas en roles más centrales). Curiosamente esto pudo haber ocurrido con el personaje de Dean Thomas, que en los primeros esbozos de la saga iba a jugar un papel mucho más importante que el que finalmente le tocó, pero la autora descartó la idea. Cuántos quebraderos de cabeza se hubiese ahorrado quizá, de haberlo hecho...

El otro ojo del huracán de las polémicas lo encontramos en el tema de la homosexualidad de Albus Dumbledore y su relación sentimental con Grindelwald, el mago populista de oscuras intenciones que causó numerosas muertes hasta su derrota a manos del propio Albus. La revelación de que Dumbledore era gay fue muy sonada, y provocó un intenso debate en su momento. Por un lado, estaban los que ya habían notado cierto subtexto amoroso en la descripción que Dumbledore hacía de Gellert. Esto, unido al aparente celibato de Albus en la actualidad y a un no-sé-qué que los más perceptivos ya notaron en los libros a través de la voz literaria y la caracterización de Dumbledore. (Porque si hay un aspecto sobre todo en el que J.K. Rowling brilla como escritora, y esto es opinión personal, es en su portentosa capacidad de crear personajes vívidos y dotados de voz propia, más allá de su rica imaginación. Siempre digo que en Harry Potter prácticamente puedes saber quién habla sólo con leer los diálogos, sin necesidad de ningún "Snape dijo"). Para toda esa gente, el anuncio de Rowling no hizo sino confirmar su pálpito.



Otro grupo sin embargo afirmó que este tipo de anuncios era "innecesario", porque esto era una saga infantil y no había necesidad de tratar temas "adultos", como la homosexualidad. Porque, como ya sabemos (me pongo en modo irónico), la homosexualidad es un tema "adulto", y se debe ocultar a los niños, no sea que se hagan ideas raras. Porque también sabemos (sigo en modo irónico) que hablar de homosexualidad equivale a hablar explícitamente de sexo. ¿Verdad?

Pues no, obviamente. En primer lugar en las obras infantiles se está hablando de sexualidad constantemente, y desde siempre. Lo que pasa es que, en concreto, se se está hablando de heterosexualidad. A Blancanieves la despierta el beso de un príncipe: sexualidad. A la Bella durmiente, ídem: sexualidad. La sirenita desea tener piernas para estar con el príncipe: sexualidad. Incluso la aparentemente inocente Caperucita Roja es una clara metáfora de los riesgos que corren las niñas de ser violadas si se salen del camino con su cestita de miel. Los cuentos infantiles rebosan sexualidad heterosexual, y hasta en Peppa Pig la protagonista tiene a su papá y a su mamá, los cuales obviamente tienen una relación amorosa sin que esto suponga problemas para nadie. Ni nadie piense que se está aludiendo al sexo, aunque todos sabemos que Mamá y Papá se han tenido que acostar varias veces, porque si no, ¿de dónde salieron Peppa y su hermano?

De Cenicienta y su príncipe no, desde luego

Sin embargo, cuando se trata de homosexualidad, mucha gente piensa que el mero hecho de explicitar que un personaje es gay es inapropiado para niños, y que al hablar de homosexualidad también se está hablando de sexo. El doble rasero es evidente, y es algo sobre lo que creo que merece la pena reflexionar y pensar a qué se debe. Por no decir que la representación de las orientaciones no heterosexuales en la ficción es algo muy necesario para los niños, que a esas edades pueden llegar a sentirse muy solos cuando creen que lo que les pasa sólo les pasa a ellos... pero de eso hablaré otro día.

Total, que Rowling sacó a Dumbledore del armario, y cual mago que grita alohomora, abrió la caja de Pandora. Surgió también una crítica que tenía más sentido que aquello de que era un tema para adultos: estaba genial eso de saber que un personaje bueno y poderoso como el director de Hogwarts era gay, pero J.K.: ¿no podías haberlo incluido en los libros de una manera directa? ¿Quizás una escena de Albus y Gellert besándose en el pensadero? La lástima es que la saga ya estaba concluida, así que ya no se podía hacer nada. El texto era el que era.

Hete aquí que surge la idea de hacer las precuelas centradas en la figura de Newt Scamander, y su papel en el conflicto del mundo mago que enfrentó a Dumbledore con su ex, Grindelwald. Y aquí, me puedo imaginar cómo los directivos de Warner Bros. y la propia J.K. Rowling se llevaron las manos a la cabeza al darse cuenta de la patata caliente que les caía en las manos: ahora sí podían mostrar de forma textual la naturaleza de la relación entre ambos personajes, y para más inri, dicha relación es un aspecto fundamental de todo el conflicto. Si Dumbledore no hubiese estado enamorado de Grindelwald, sus sentimientos no le hubiesen obstaculizado a la hora de frenar su descenso a la maldad. Así que, ¿qué hacemos? ¿Nos tiramos al agua de lleno? ¿Quizás podemos contentar a los fans que pedían que nos dejáramos de indirectas y a la vez a los fans que creen que esto es un tema "demasiado adulto"? Algo así debieron preguntarse.

"Pues lo tenéis chungo, ¿eh?"
La respuesta la tenemos por fin en esta segunda película de la pentalogía, donde se profundiza bastante más en la figura de Gellert Grindelwald, una especie de político populista de vastísimas habilidades mágicas, que suma adeptos mostrando una cara amable y apelando a los deseos de libertad de muchos de sus congéneres magos, mientras en secreto desprecia a los muggles y oculta su megalomanía. El Gellert que nos muestra la peli ya es un hombre hecho y derecho, y su relación con Albus queda en el pasado. La cuestión es que las fuerzas políticas, ante el temor de que Grindelwald provoque un derramamiento de sangre, solicitan a Dumbledore, el único mago que rivaliza con él en cuanto a poderes, que se enfrente a él. Pero no puede. ¿Por qué?

Y llegamos al meollo. En la primera escena donde se trata este tema, aparece en el espejo de Oesed, que muestra tu más profundo deseo, que el mayor anhelo de Dumbledore es Grindelwald. Jude Law hace una matizada interpretación, y la cara de sentimientos encontrados que pone es muy significativa. Se hace el silencio, y el empleado del gobierno se marcha exasperado. Sí, el mensaje está clarísimo: no puede matarlo porque le quiere. Pero nadie ha dicho ni una palabra.

En la segunda escena relevante, descubrimos que Albus y Gellert, de jóvenes, sellaron un pacto mágico de sangre, y este al parecer les impide enfrentarse. ¿Entonces el motivo de la reticencia de Dumbledore de derrotar a este asesino es de naturaleza mágica y no sentimental?



Mi opinión es que este pacto, y la joya de metal que lo contiene, es una clarísima metáfora del amor que ambos magos sentían el uno por el otro. Y este ha sido el recurso empleado por J.K Rowling para que la película se pueda ver en Rusia y China contente a todos los bandos. Debo reconocer que me parece muy inteligente por su parte. Si tienes dos dedos de frente, entenderás perfectamente que los personajes interpretados por Johnny Depp y Jude Law tuvieron una relación sentimental; y si quieres mantener tu cabeza metida bajo la tierra y seguir pensando que los niños no deben saber que existe la homosexualidad, probablemente te alegres de ver que aquí nadie se besa ni se dice te quiero, y posiblemente a los más pequeños el trasfondo de estas escenas les pase muy por encima de sus cabecitas. Si es que hay algún nene tan pequeño viendo esta peli tan siniestra, dicho sea de paso.

Personalmente pienso que es una lástima. Esta era la oportunidad de oro para que J.K. Rowling se reafirmara en su compromiso y pusiera por fin en el texto de manera explícita sus intenciones. Muchos fans se lo habríamos agradecido muchísimo, y pienso que gran parte de la sociedad ya está preparada para que estos temas se traten abiertamente en el cine infantil. No puedo evitar pensar que gran parte de la culpa la tiene el que la franquicia de los magos se ha convertido en un monstruo empresarial de implicaciones económicas masivas, y ya sabemos que cuando se trata de grandes estudios, grandes franquicias y grandes fajos de dólares, la consigna es jugar seguro y hacer un producto que no moleste a nadie.

Estamos en la segunda peli y quedan tres. ¿Es posible que en las siguientes el guión abandonde por fn las metáforas y el subtexto y entre por fin en el terreno de la explicitud? ¿Que esto sea solo una preparación del terreno? Me temo que voy a ser pesimista, y que el plano de Albus y Gellert juntando sus manos y mezclando dos gotas de sangre es lo más concreto que vamos a ver sobre su relación. Esperaremos a ver qué pasa.

viernes, 23 de marzo de 2018

Black Panther (2018) y El Rey León (1994): 24 años y seguimos sin reinas

 Recientemente, al salir de ver la nueva peli de Marvel, Black Panther, comentaba con una amiga la gran diferencia en la representación femenina con respecto a otras películas de de su universo cinematográfico, donde como mucho siempre había una chica o dos en un elenco de muchos, muchos hombres (y por falta de fuentes no es, porque si hay hay algo que los cómics tienen para dar y regalar son mujeres heroínas). En Black Panther, sin embargo, la presencia femenina era abundante, y por esta vez la peli conseguía incluso aprobar el test de Bechdel. Además el papel de las mujeres no es algo anecdótico tipo "novia/madre de", sino con gran peso en la trama, teniendo en cuenta que la guardia real, las Dora Milaje, son un ejército compuesto por mujeres, y que la principal ingeniera de la tecnificada sociedad de Wakanda es Shuri, la hermana de T'Challa.


Sin embargo mi amiga observó un detalle que se me había pasado por alto y que me hizo matizar un poco el grado de progresismo de la película: "Sí, hay muchas mujeres y todas hacen cosas, pero al final es lo de siempre: se muere el rey y a nadie se le pasa por la cabeza que su esposa, la reina, podría seguir reinando. Y cuando hay un combate para decidir el siguiente gobernante, no se presenta ninguna de esas mujeres guerreras", dijo. Ups. Pues es cierto. Pese a la abundante presencia femenina en la historia y el peso que tienen en esta, la realidad es que al nivel más profundo siguen siendo los hombres los que marcan el transcurso de la historia, y finalmente todas esas mujeres no dejan de ser sus comparsas. Fuertes e inteligentes, pero comparsas en definitiva. Y es que el rayo de esperanza para que acaben ganando los buenos llega cuando se descubre que Black Panther en realidad no había muerto, y puede volver a tomar la Hierba en Forma de Corazón que le otorga superfuerza y demás (de nuevo, obsérvese que de manera significativa durante la película sólo se ve a hombres tomando esta hierba). En fin, que está muy claro. Es un hombre el que tiene que ser el rey y salvar a los demás, y las mujeres pueden ayudarle.

Todos estos detalles me hicieron recordar una película de 1994 que emplea tramas y temas similares, y que en definitiva cae en lo mismo: El Rey León, de Disney.

Y tanto que era un "ciclo sin fin", que veinticinco años después seguimos igual.
Con la diferencia de que en aquella la diferencia de trato del personaje de Simba y el de Nala era aún más obvia y estaba más subrayada todavía. Desde que era un cachorro Simba ya sabía que antes o después él iba a ser el rey, como se encargaba de recordar a todo el mundo en la famosa canción. Lo curioso es que la película incluía dos escenas de peleas entre Simba y Nala, su futura esposa, una cuando eran pequeños y otra cuando eran adultos, y en ambas ocasiones era Nala quien ganaba. Es decir: los guionistas estaban estableciendo hasta en dos ocasiones que Nala peleaba mejor que Simba. En un buen guión nada es gratuito, nada ocurre porque sí, sino que cada cosa que se dice y ocurre significa algo. Sin embargo, en una peli con un guión tan bien construido como El Rey León, sorprende que finalmente este detalle no tenía ninguna relevancia en el final. Una vez Simba había huido al exilio, el último papel de Nala era ir en su busca y convencerle de que su pueblo le necesitaba. Seguía siendo algo coherente con la psicología de Nala, de la que se nos había mostrado que era valiente y decidida, frente a Simba, más inmaduro y con tendencia a eludir las responsabilidades. A nivel temático era coherente: Simba por fin se hacía adulto y asumía su obligación, volviendo al reino y enfrentándose a Scar. Pero argumentalmente, la pregunta del millón era: Si Nala, como la propia peli había mostrado, era mejor guerrera que Simba, ¿por qué no luchó ella misma contra Scar?

Porque Simba tiene algo que ella no tiene. No me refiero a la melena.
 A lo largo del vasto mar de Internet encontrarás a más gente que se hace esta pregunta, y buscan complejas explicaciones que racionalicen esta decisión de los guionistas (eso los que no se tapan las orejas y gritan "es sólo una peli"); porque no olvidemos que toda ficción sale de la cabeza de alguien. La respuesta en mi opinión está muy claro que no está en el propio guión, sino en el mundo que nos rodea; ese mismo mundo por el que las monarquías se heredan de padres (varones) a hijos (varones) y las hijas, o las mujeres en general, sólo son candidatas si no hay ninguna opción más de cromosoma XY por delante de ellas.

Hacemos fast forward a 2018 con Black Panther y seguimos básicamente en el miso punto, aunque ahora tengamos a muchas Nalas rodeando al Simba de esta ocasión. La historia ha ido transformando y ampliando el rol que las mujeres pueden ocupar, en la ficción y en la realidad, pero el hecho es que a nivel profundo, aquí el que corta el bacalao sigue siendo el hombre. 

lunes, 15 de mayo de 2017

2017: Un pequeño paso del subtexto al texto

 Recientemente vi Alien: Covenant, la nueva entrega de la franquicia de terror espacial. Justo cuando estaba a punto de empezar, ya sentado en la butaca, me enteré de que al parecer entre los miembros de la tripulación había una pareja gay. ¿En serio? Si así era, me sorprendía que el dato había pasado bastante desapercibido, a diferencia de otra peli reciente aspirante a blockbuster de la que hablaré en un momento.

A sabiendas de esto, me dediqué a escudriñar a cada secundario de la peli, en busca de alguna pista (porque evidentemente no iba a ser ninguno de los principales, o el tema habría tenido mucho más bombo). A media peli ya empecé a pensar que estábamos ante un nuevo "caso Dumbledore", en el que nos enteramos de que tal personaje es gay porque el creador de la peli, libro o etcétera lo anuncia en una entrevista, pero en la obra en sí no hay ninguna referencia explícita. Es un fenómeno mucho más frecuente de lo que uno podría creer, y tiene una explicación muy simple: por un lado el creador entrega a sus seguidores LGBT una migajita con la que saciar su sed de verse representados; por otro, conjuramos el peligro de que nos prohíban publicar la obra en Malasia o Alabama.

El caso es que finalmente, a media peli, viene la esperada señal: cuando cierto personaje muere, otro de los tripulantes, con el cual le hemos visto mantener una única conversación previamente, exclama "¡amor mío!". Fin del contenido gay de la peli.

"Teníamos otra escena más, pero el Xenomorfo dijo que le estábamos eclipsando"
Hoy, mientras escribía esto, me enteré de que existía este clip promocional que sirve de prólogo, y que sólo se puede ver en YouTube, en el que todos los tripulantes tienen una cena distendida, y la pareja en cuestión echan un pulso, se muestran más cariñosos y hasta se dan dos besos rápidos... Una pena que la escena haya quedado como clip promocional (y no sólo por el contenido gay, sino porque no le habrían venido mal a la peli más escenas de desarrollo de personajes).

El caso es que me vino a la mente ese otro caso reciente y similar del que hablaba al principio: la peli de los Power Rangers (la cual, dicho sea de paso, disfruté mucho, más que esta de Alien). Según había leído ya en la prensa, Trini, la Yellow Ranger, iba a revelarse como lesbiana. La noticia en este caso sí saltó a los medios, porque tratándose de una peli dirigida a un público más bien infantil, incluir estos contenidos "adultos" (porque la propia existencia de la homosexualidad, para mucha gente, es un tema "delicado" al que los niños no deben ser expuestos demasiado pronto) resultó más polémico, y así, en Rusia le pusieron una calificación de "Para mayores de 18 años". Sin duda Power Rangers debe de ser la peli más blanda e inocente del mundo en compartir esta calificación con cosas como la saga Saw... Aunque tiene una competidora, y de este mismo año: la versión en imagen real de La Bella y la Bestia, a la cual le pasó exactamente lo mismo por su "contenido" gay.

El "contenido gay" de ambas, al igual que en Alien, es de menos de un minuto de duración: como te despistes, entre sorbo del refresco y puñado de palomitas te lo pierdes. La Yellow Ranger tuerce el gesto cuando el Black Ranger le pregunta si sus problemas con chicos son en realidad problemas con chicas. LeFou mira a Gastón con más admiración de la cuenta, y en medio de un baile acaba emparejado, durante un fotograma y medio, con otro hombre. Si en algún país han decido cortar estas escenas o la de Alien por este contenido "controvertido", me imagino los sudores que habrán pasado los censores para mantener la continuidad sin estas largas y detalladas subtramas, tan íntimamente entretejidas con el resto del argumento de sus respectivas pelis que... en fin, me dejo de ironías.

"No, Gastón, lo dice de broma, es solo que me gusta tu tupé"
Con todo esto, parece que 2017 es el año en que hemos subido al siguiente y pequeño escaloncito: del subtexto de antaño hemos pasado al texto. Ya no se trata solo de dos personajes que se miran mucho, o de insinuaciones más o menos de broma con las cuales el espectador podía pensar lo que quisiera. Eso sí: es un texto pequeñito, sin trascendencia en la trama y apenas notorio. Pero no quiero ser desagradecido, porque la intención es buena y al menos ninguno de los directores implicados ha rehuído el tema en sus entrevistas, aún cuando estos pequeños experimentos, como comentaba más arriba, han provocado reacciones negativas en determinados sitios y seguramente dañado la vida comercial de estas pelis...

Las películas que aspiran a blockbusters, como estas tres que menciono, tienen campañas de marketing que son casi estrategias militares, en las que se invierte muchísimo en publicidad, con la esperanza de que tengan un gran rendimiento económico que siga bombeando sangre a la industria. Por ello, están medidas al milímetro para gustar; blanqueadas y descafeinadas hasta quedar del todo desprovistas de cualquier elemento transgresor que pueda ahuyentar a parte del público. Es por eso que incluso pequeños pasos como estos me parecen dignos de respeto, y sólo espero que las grandes productoras sigan este camino, aunque pierdan posibilidades en determinadas taquillas. Y es que sólo arriesgando se puede cambiar el mundo...

jueves, 29 de enero de 2015

Personajes gays de Disney: dentro del armario de papel

¿Disney? ¿Personajes gays? Quizás al leer el título, más de uno se quede incrédulo. La productora de dibujos animados más famosa del mundo no parece muy propensa a reflejar la diversidad social, a primera vista. Tardamos un montón de años en poder ver a la primera princesa Disney negra (aprovecho el paréntesis para reivindicar la maravillosa Tiana y el sapo, de 2009, y lamentar que después de ella hayan abandonado la animación tradicional), y entre tanta caucásica frecuentemente rubia sólo me vienen a la cabeza una princesa india, Pocahontas, y otra asiática, Mulan. Y respecto a la sexualidad, pues peor todavía. Hace un par de años, Frozen pareció tantear el asunto entre metáforas y guiños semiocultos... sin embargo, pese a lo que parezca, esta no era la primera vez que lo hacían.

Y es que seguro que más de una vez te ha pasado. Vuelves a ver una película de cuando eras pequeño, y de repente caes en la cuenta. Todos aquellos chistes que de niño no pillabas, todas aquellas subtramas que pasaron volando muy por encima de tu tierna cabecita, todo aquel subtexto que el guión escondía y entonces eras incapaz de ver... Estaban ahí, esperando ser decodificados por una mente adulta. Aunque los dibujos animados y las películas infantiles, en general, tienen un público diana muy concreto, los animadores y guionistas no dejan de ser gente adulta, y a veces son un poco traviesos y meten determinados elementos que sólo los adultos pillarán a ver la peli.

Fue pensando en todo esto que empecé a caer en la cuenta de que incluso una compañía tan orientada a la familia como Disney, estandarte de la moral tradicional, ha ido metiendo sus pequeños mensajes subversivos. El otro día, en los comentarios de la entrada sobre Frozen, un lector anónimo opinaba que, aunque aún no son capaces de pronunciarse abiertamente sobre estos temas, Disney en varios detalles ha demostrado una actitud muy gay friendly, dedicando por ejemplo días a colectivos LGTB en sus parques de atracciones. Y respecto a las películas en sí, concretamente en lo que a sexualidad se refiere, hay un puñado de personajes que no tienen para nada pinta de ser heterosexuales. ¿No te lo crees? Pues acompáñame por este recorrido y analizaremos unos cuantos...

La Sirenita (1989):  Úrsula
Este personaje tiene truco. Sí, efectivamente se trata de una mujer (bueno, una mujer-pulpo). Lo que pasa es que la inspiración de Úrsula, con esa mirada penetrante, esas cejas imposibles, ese maquillaje y ese pelo alocado, venía ni más ni menos de Divine, una famosa drag queen. Esto no es una teoría mía, sino algo confirmado por los creadores.

Imagen obtenida de http://asylumfornerds.blogspot.com.es/2014/06/5-reasons-why-ursula-from-little.html

La bella y la bestia (1991): Lefou y los tres amigos de la taberna
"Vaya tiarrón es Gastón", cantaba Lefou ("el loco", en francés) en su canción dedicada a babear sobre describir a su alto y viril amigo Gastón. Lefou en general tiene bastante pluma, y su interés principal en la vida parece ser Gastón... Respecto a los tres compis del bar, ellos también brindan por Gastón al oir la frase "You can ask any Tom, Dick, or Stanley / And they'd tell you whose team they'd prefer to be on!", es decir, "Pregúntale a fulanito o menganito, y te dirán en qué equipo querrían jugar". En inglés, la expresión "jugar para el otro equipo" significa ser gay, ¡y no me lo invento!


Pocahontas (1995): Wiggins
Wiggins era el ayudante de Ratcliffe, el malo de la peli, pero a diferencia de este, en el fondo no era mal tipo, aunque tuviera que trabajar para él (¡y eso que le vino recomendadísimo!). En fin, Wiggins es uno de esos casos que comentaba al principio de la entrada de cosas que a uno se le pasan por alto cuando es pequeño. Si vuelves a ver la película, no te cabrá duda de que los creadores de la peli (y los actores de voz) lo concibieron como un personaje gay. 


Mulan (1998): Chien Po
Aquí, a diferencia de otros casos, estamos ya hilando bastante fino, y tampoco se puede hablar un subtexto claro de que este personaje sea gay. Pero algo hay. Veamos: Chien Po es uno de los tres amigos que Mulan conoce durante su estancia en el ejército; se trata de un hombre gordito, grande y de buen carácter. El caso es que en un momento dado, los tres guerreros se ponen a cantar sobre las ganas que tienen de acabar la guerra y estar con una mujer. Y mientras los otros dos se imaginan cómo serían sus chicas, el bueno de Chien Po se imagina a su hipotética mujer cocinando para él. La canción da a entender que lo que ellos echan de menos es, ejem, un tipo de necesidades que en una peli de Disney no se pueden explicitar, y a todas estas, Chien Po, si piensa en una chica, no es a nivel sexual, sino para que le haga la cena. Da que pensar...


Atlantis (2001): Helga Sinclair
Vale, volvemos al terreno de la ambigüedad. La ayudante del malo principal de la peli en ningún momento se define sexualmente como lesbiana, pero si nos ponemos a mirar, la verdad es que la chica tiene bastante pluma. Y de echo, el personaje, aunque la peli no dejara mucha huella en la cultura popular, se convirtió en un pequeño icono lésbico para algunas chicas. (Ahí tienes tres enlaces, pero si buscas en Google hay más).


Lilo & Stitch (2002): Wendy Pleakley
Wendy Peakley, el simpático y nervioso alienígena de esta maravillosa peli, parece algo así como el resultado de una apuesta de los guionistas de cuántos guiños sobre la ambigüedad sexual pueden meter en un personaje. Para empezar, aunque es extraterrestre y por tanto técnicamente ajeno a los conceptos humanos de género y sexualidad, está claro que Wendy, como personaje, está diseñado para que nosotros, el público, le percibamos como de sexo masculino. Sin embargo, ocurre que es bastante femenino en comparación con su compañero Jumba, y se viste de chica a menudo (en la adaptación animada para la tele lo seguía haciendo), lo cual según él mismo explica le encanta. Su relación con Jumba da la impresión de matrimonio bien avenido aunque con sus peleas sin importancia... Ah, y no sé si mencioné ya que se llama Wendy.



Enredados (2010): el bar The Snuggly Duckling y sus clientes
En cierto momento de esta fantástica película, Rapunzel y Flynn entran en un tenebroso bar, donde pasan el rato, medio en penumbra, un montón de tíos muy viriles y de aspecto un tanto amenazador, vestidos con todo tipo de armaduras, máscaras, cuero... Finalmente los muchachos resultan ser encantadores, y se hacen amigos de la entusiasta y alocada Rapunzel. Esta peli ya me pilló más mayor, y en este caso, la fuente de inspiración de los animadores de Disney me pareció bastante evidente desde el primer momento: es un bar de ambiente en plan leather. El giro interesante y divertido es que estos personajes con ropas de aspecto un tanto sadomaso y en un primer momento tan inquietantes, resultan ser unos tipos simpáticos y dispuestos a compartir con ella una canción sobre sus sueños por cumplir en la vida (unos sueños que, por cierto, parecen un catálogo de clichés sobre los gays: decoración de interiores, repostería, danza...). En una peli infantil, el hecho de que unos personajes buenos tengan un diseño así es algo para subrayar, ya que normalmente la ecuación es "oscuro = malvado". Por cierto, en cierto modo esta escena del bar  me da la impresión además de ser una parodia de la Ostra Azul, aquel pub de ambiente en el que siempre entraban por accidente los polis de Loca academia de policía, y donde los clientes, hombres con bigotes y ropa de cuero, compartían un casto baile de tango con los protagonistas. Una curiosidad: mientras me documentaba para esta entrada, descubrí que existe realmente un bar gay llamado The Snuggly Duckling en Orlando, Florida.



Y aquí lo dejo. ¿Se te ocurren más ejemplos?

miércoles, 4 de junio de 2014

Maléfica (2014), algo pasa con Disney

Director: Robert Stromberg
Guión: Linda Woolverton
La frase: "Tuve alas una vez, pero me las robaron. Y eran poderosas". 

A menudo se dice que Hollywood se está quedando sin ideas. Puede ser que sea un cliché cierto, o puede ser que no, pero en todo caso, este supuesto agotamiento de ideas al menos nos está trayendo giros de tuerca inesperados a cosas que ya conocemos, y como muestra, esta Maléfica, o lo que es lo mismo, La Bella Durmiente contada desde el punto de la malvada bruja. ¿Pero de verdad es esta la historia que conocíamos... o es algo más? A continuación va a haber todo tipo de SPOILERS, así que si no la has visto, ya sabes.

Maléfica, si bien personalmente como película me ha parecido flojilla, contiene en su guión un puñado de ideas interesantes, además de una carismática interpretación por parte de Angelina Jolie, que se funde en el papel a la perfección. Para empezar, la malvada bruja no es ni bruja ni "malvada", o no mucho, en todo caso. Resulta que era un hada madrina (y al parecer, ya en las notas de producción de la peli original de 1959 se establecía este dato), y su supuesta maldad tenía una causa muy concreta, esa sí, inventada para esta película: le robaron las alas, es decir, su libertad, y el padre de la rubísima y monísima Aurora fue el traidor que la engañó. Ya el punto de partida de la peli da para detenerse a pensar: ¡un historia para justificar, y finalmente redimir a la mala!

A lo largo del film, y alejándose cada vez más del original, se nos revela que en realidad casi desde el principio Maléfica no pudo evitar sentir afecto por la pequeña Aurora, y si no llega a ser por ella, las incompetentes de las hadas madrinas la habrían matado con su negligencia (!).

Pero quizás lo más llamativo de la película es que, por segunda vez en un corto espacio de tiempo, nos encontramos con un film en el que el amor romántico pasa a un segundo plano, y es otro tipo de amor el que resuelve el conflicto principal. Los que la hayan visto, recordarán que en Frozen (SPOILERS) era el beso de amor fraternal de Elsa el que salvaba a su hermana Anna. Por otro lado, el príncipe de turno resultaba ser un psicópata, y el novio del que posteriormente se enamoraba la hermana menor era importante en la trama pero no el centro y fin de la misma, y su relación no acababa en boda.

En Maléfica, quizás inspirándose en dicha peli, o quizá porque es el signo de los tiempos y algo va cambiando en Disney, resulta que ¡es el beso de amor casi materno-filial de la supuesta malvada bruja el que despierta a Aurora de su sueño! Para ser sincero, según se aproximaba el momento, no era muy difícil predecirlo, pero lo verdaderamente bueno y rompedor ocurre un momento antes: las torponas hadas madrinas convencen desesperadas al muy secundario príncipe Philip para que bese a la muchacha... ante los razonables reparos de este, que explica que está dormida y que además la acaba de conocer, y bueno, aunque no lo diga explícitamente, da a entender que le parece guapa y simpática, pero amor, lo que se dice amor, (al menos de momento) no siente por ella. Su beso, evidentemente, fracasa.

"¿Seguro que no le huele el aliento?"

Y así, sin más miramientos, la película se burla de la noción del amor a primera vista, y cuestiona leve pero inequívocamente hasta qué punto es ético besar a un persona a la que acabamos de conocer y está dormida y/o en coma. Dos conceptos fundamentales en la película original de animación, así como en otras obras, tanto de Disney como de otras compañías.

Así que como decía, por segunda vez en muy poco tiempo, Disney nos sorprende con una nueva película en la que subvierte los clichés que ella misma ha afianzado e incluso creado durante tantos años, y no sólo eso, sino que se burla de ellos. ¿Es una casualidad? ¿El hecho de que la autora del guión sea una mujer, igual que en Frozen, ha influido en algo? ¿Estamos viendo el inicio de una nueva era en los guiones, o es todo un chispazo de originalidad y progresismo que se desvanecerá pronto?

Estaremos pendientes a la próxima peli de la factoría...

miércoles, 12 de marzo de 2014

El sexo por defecto

En alguna ocasión, James Cameron, el director de cine, ha explicado su truco para crear los numerosos personajes femeninos independientes y bien definidos que ha creado (la teniente Ripley de Alien, Rose de Titanic, Sarah Connor de Terminator...). El truco es simple y al mismo tiempo muy revelador: empieza escribiendo el guión como si fuesen personajes masculinos, y al terminar, les cambia el sexo. Como quien le da la vuelta a un calcetín.

En definitiva el truco digamos que funciona. Se pueden decir un montón de cosas sobre James Cameron y sus películas, cosas buenas y malas, pero es innegable que ha dejado para el recuerdo un buen puñado de personajes femeninos icónicos, y no todos ellos giraban siempre en torno a un hombre; la teniente Ripley siendo el ejemplo perfecto. Pero es inevitable plantearse las implicaciones del truco de marras. Para crear un personaje femenino, partimos de uno masculino.

Suena un poco a Adán y la costilla, ¿no?

La realidad es que en el mundo de la ficción, el masculino es el sexo por defecto, y el femenino la excepción. Cuando hablamos de una peli de acción, y esta está protagonizada por una chica (mi debilidad en cuanto a pelis de acción, debo decir), en seguida se subraya el hecho de que quien reparte las hostias es una chica. Quizá, y yo el primero que lo hace, se buscan subtextos feministas en la trama. Cuando una película está protagonizada sólo, o principalmente por chicas, es etiquetada como película "de mujeres". Si la protagonizan hombres, esto es lo "normal", y por tanto las etiquetas son más bien sobre el contenido en sí de la película: terror, drama, comedia, etc. Cuando se crea una serie infantil, el público al que irá dirigida, niños o niñas o ambos, es lo que decide el sexo de la mayor parte de los personajes. Entre las productoras de animación, el mantra es que algo protagonizado por niños puede ir dirigido a todos los públicos, pero algo protagonizado por niñas, va dirigido exclusivamente a niñas.

Si queréis un ejemplo reciente, cuando hace un par de años Disney lanzó su película Enredados, el título escogido (Tangled, en inglés), no fue desde luego casual. El cuento en el que se basaba era Rapunzel, nombre de la muchacha protagonista de la historia. Pero el temor de los altos mandos de Disney era que si le plantaban a la peli un título de nombre de niña, sumado a que la protagonista era una ídem, los niños correrían en dirección contraria, quizás a ver Transformers XXVIII: la venganza. ¿Solución? Un nombre que es un adjetivo, y por tanto carente de género en inglés, y una campaña promocional que dejaba clarito, me estáis oyendo, niños del mundo, que junto a la rubita de pelo largo había un muchachote fuertote.


Imagínate uno de sus pelos en la sopa...

Como todas las reglas, esta ha tenido sus excepciones que la confirman, y así tenemos clásicos modernos de la animación como Las Supernenas, o más recientemente el increíble caso de Mi Pequeño Pony: la magia de la amistad, la versión más reciente de la franquicia basada en los famosos juguetes. La serie en cuestión evidentemente iba dirigida a un demográfico concretísimo: sexo femenino y corta edad. Pero, gracias a un buen trabajo de guión, un humor algo iconoclasta, una animación colorida y vitalista pero no ñoña, y unos personajes bien perfilados e interesantes, oh milagro, se desató el fenómenos de los bronies: fans de la serie que ni eran niñas ni eran de corta edad.

Las chicas son guerreras. Y ponys.

Los ejemplos en el mundo de la ficción son innumerables y podría seguir y seguir, pero ocurre que, como suele pasar con la ficción, esta no es más que un reflejo de la realidad. Como explicaba al principio, la cosa no es nueva, y ya desde los tiempos de la Biblia con el tema de Adán y la creación de Eva a partir de él, el concepto de que el masculino es el sexo por defecto siempre ha estado presente. Esta idea, que me temo que todos tenemos enraizada en la cabeza fuertemente, y yo el primero, tiene un montón de consecuencias prácticas, negativas para ambos sexos. Ahí van unos ejemplos y alguna excepción de las que confirman la regla:

  • En una situación de guerra o catástrofe, se consideran más valiosas las vidas de las mujeres, y los hombres digamos que son hasta cierto punto "desechables". Sí, desde luego no se me escapa que hay una posible explicación a esto en tanto que sólo las mujeres pueden quedarse embarazadas y procrear... 
  • Vas por la carretera, y el conductor de delante hace determinada maniobra peligrosa. ¿Qué ocurrirá si se trata de un hombre? Que le pondremos a caldo. ¿Qué ocurrirá si se trata de una mujer? Que alguien dirá la frase lapidaria: "Mujer tenía que ser". Cuando un hombre hace algo, le calificamos a él personalmente. Cuando una mujer hace algo, representa a la totalidad de las mujeres del mundo. Dado que el hombre es el sexo por defecto, lo que hace la excepción adquiere valor universal.
  • En el mundo anglosajón, y otras culturas, una mujer al casarse adopta el apellido de su marido. Quizás en algunos caso lo une al suyo con un guión. En extrañísimas y contadas ocasiones, él adopta el apellido de ella. Es decir: el apellido de él es el apellido por defecto.
  • Los nombres de muchas profesiones se utilizan en masculino, evidentemente porque hasta no hace tanto sólo las desempeñaban hombres. Llegada la situación actual, o bien es necesario especificar el género pegándole la palabra "mujer" (mujer policía, mujer bombero), o bien, en español por ejemplo, encasquetamos una -a al final, y conseguimos un palabro que no termina de sonar muy normal: la médica.
  • Un ejemplo inverso: en el mundo anglosajón un enfermero es definido como male nurse. Ya sabemos de qué sexo eran históricamente la gtan mayoría de las enfermeras... 
  • En política, un alto cargo ostentado por una mujer es siempre algo digno de resaltar. No es sólo un político, es una mujer que es político (¿política?). El hecho de ser mujer la define, se especulará sobre la forma en que su feminidad influye en sus decisiones como político, y desde luego se mirará con lupa la ropa que lleva. De un político hombre se analiza exclusivamente su labor, porque no es un hombre-político, es un político a secas.
  • La ropa unisex es básicamente ropa masculina apta para mujeres, no viceversa. Lo que viene a decir que el cuerpo de un hombre es el cuerpo por defecto. 

Y podríamos seguir y seguir. Hace unos días se celebraba el Día de la Mujer Trabajadora. Aquí tienes un puñado de ejemplos más de por qué dicho día sigue siendo, desde luego, necesario.


martes, 21 de enero de 2014

Frozen (2013) y la princesa que se sentía distinta

Una de las cosas que más me divierte a la hora de ver las películas animadas de Disney es buscar interpretaciones metafóricas a sus argumentos: La Sirenita como metáfora de de la inmigración (abandonar tu pasado y tu cultura en busca de un futuro mejor), o Enredados y la melena de Rapunzel como metáfora de la ruptura del cordón umbilical materno-filial (esto prácticamente subrayado por el propio guión). Y quién nos iba a decir que en Frozen: el reino de hielo, la última incorporación a la familia, el mensaje semi-oculto iba a ser una historia de autoaceptación de una princesa angustiada por sentirse distinta a los demás, una princesa posiblemente... lesbiana. ¿Que no te lo crees? Sigue leyendo.

Antes de nada, quiero aclarar que en el análisis que hago a continuación no descubro nada que no hayan analizado antes muchas otras personas en todo el mundo. Sí, el potencial de Elsa como icono LGTB fue percibido al instante por cientos de espectadores en todo el mundo, y sin duda esto fue en gran parte gracias a la magnífica canción Let It Go, de la que hablaré luego.

Para empezar vale la pena resaltar que Frozen se aparta muy conscientemente de los estereotipos mil veces tratados por la propia Disney en varios aspectos. Cuidado si no la has visto aún porque aquí empiezan los SPOILERS.

Anna, la princesita idealista, ingenua, alegre y algo atolondrada pero valiente, se enamora a primera vista del príncipe Hans, con el cual comparte incluso un dueto romántico donde cantan sobre la cantidad de cosas que tienen en común. Pero algo no cuadra: estamos en los primeros minutos de la peli, y parece un poco pronto para todo esto. Y es que en seguida su hermana mayor Elsa, que está a punto de ser coronada reina y es el personaje sorpresa de la película, corta en seco todo este despliegue de almíbar y le dice que acaba de conocer al principito de marras, que apenas sabe nada del tipo y que evidentemente no le da permiso para casarse con él. Al principio puede parecer que está siendo antipática, pero más tarde... descubrimos que la chica da en el clavo. ¿Quién es es esta princesa Disney que exhibe semejante autocontrol, elegancia, buen juicio y madurez?


Adivina su color favorito. Tienes un intento

Pues sí:  Elsa no es ninguna soñadora adorable y alocada, como tantas princesas Disney anteriores. Quizás debido al terrible secreto que arrastra, Elsa ha debido madurar más rápido y ha aprendido a ser cautelosa y controlar sus impulsos, ya que desde niña, la muchacha tiene el poder de crear frío a su alrededor, lo cual casi costó la vida a su hermana Anna cuando eran pequeñas. Los padres, asustados, llevan a Elsa y a Anna en presencia de un troll druida para que salve la vida de esta última. Dicho troll pregunta a los padres si los poderes de Elsa son innatos o fueron consecuencia de una maldición, a lo que responden que lo primero. Desde entonces sus padres tapan sus manos con guantes y le insisten en que debía luchar por controlarse a sí misma, haciéndola llevar una vida de reclusión desde entonces.

Las metáforas empiezan amontonarse.

Pero espera, porque aún nos queda lo mejor: finalmente, en un arranque de angustia, los poderes de Elsa se descontrolan, y empieza a congelarlo todo a su alrededor, mientras el malo de la la función la llama engendro de la naturaleza, y los aldeanos la contemplan atemorizados. Elsa, dándolo todo ya por perdido, se marcha corriendo de su reino hacia la soledad de las montañas, donde construye un impresionante castillo de hielo (en una de las escenas más impresionantes en lo que a técnica de animación se refiere) en el que refugiarse, al tiempo que canta el catártico tema central de la banda sonora: Let It Go, "Suéltalo" en su versión española y "Libre soy" en la latina, ambas traducciones bastante aproximadas al sentido del verbo to let go, que alude a dejar de tratar de controlar o retener algo. La canción, que contiene frases (traduciendo directamente de la versión original) como "Escóndelo, no sientas, que no lo descubran / Pues ahora ya lo saben", "Suétalo, suéltalo, date la vuelta y cierra de un portazo, no me importa el qué dirán", "Nunca me verás llorar / aquí estoy y aquí me quedaré, que la tormenta estalle", se ha convertido en un clásico instantáneo de la animación Disney, y también en un himno sobre la autoaceptación que ha resonado particularmente en el interior de muchas personas del mundo LGTB.

Con Elsa se acabaron las reformas domésticas inacabables

Para cimentar más todavía el estatus de Elsa como icono lésbico, se da la circunstancia de que la chica no muestra interés por ningún muchacho a lo largo de toda la película, a diferencia de su hermana, que pasa del mentiroso de Hans al noble y tosco Kristoff (que según los trolls sólo necesita unos arreglillos, en otra subversión del cliché de antaño sobre el amor a primera vista). Es cierto que tampoco se fija en ninguna chica, pero bueno, tampoco es cuestión de pedir milagros.

Rebuscando un poco entre las curiosidades que rodeaban la creación de la película, se descubren cosas interesantes sobre el guión que se propuso en un principio y otros detalles que subrayan aún más la intención subversiva (¡y autocrítica!) de los creadores. Resulta que inicialmente Elsa iba a ser malvada, pero cuando la actriz que le presta su voz, Idina Menzel, interpretó Let It Go con inesperado sentimiento y profundidad, Jennifer Lee y Chris Buck, los guionistas y directores, tuvieron una revelación y se dieron cuenta de que Elsa daba para mucho más, y su personaje podía ser turbulento y un tanto oscuro sin ser malvado, lo que enriquecía bastante la trama. Por otro lado, existen un buen puñado de canciones que no llegaron a usarse en la película, y una de ellas, We Know Better ("Nosotras sabemos la verdad"), cantada a dúo por las hermanas cuando eran niñas, tiene una letra que critica explícitamente todos los clichés asociados por la propia Disney (y otros) al hecho de ser princesa, diciendo cosas como "Dicen que una princesa tiene saber estar (...), lleva trajes de color rosa con volantes, nunca dice lo que piensa, no lucha, no suda (...), no desea conocer el mundo que la rodea...", para terminar concluyendo "pero tú y yo tenemos nuestras propias ideas y sabemos la verdad". Lamentablemente en el mundo real estos tópicos siguen bastante vigentes; ya alguna vez he hablado de esto.

Esta foto de Olaf y la gaviota no tiene nada que ver, pero es que la escena es tan bonita y la gaviota tan linda...

La peli contiene algún que otro guiño más al mundo gay (buscando por internet confirmé que no era el único con sospechas sobre la sexualidad de Oaken, el tendero al que acuden Anna y Kristoff), y una última y hermosa subversión final cuando el beso de amor que salva a la princesita congelada no es el que todos nos esperábamos. Sí, Kristoff quiere a Anna, pero al fin y al cabo la ha conocido hace poco y su amor no es comparable al de su hermanita Elsa.

Oaken, sus dos figuritas de osos y su familia en la sauna

En fin, un interesante cambio de rumbo para Disney. Muy sutilmente, los cambios sociales que van transformando el mundo se van materializando en sus películas de animación, aunque sea de formas sutiles y metafóricas. Las princesitas van cobrando más y más complejidad, los mensajes van siendo menos simplones, los guiones empiezan a superar el test de Bechdel... Ojalá que en adelante nos sigan sorprendiendo así.