sábado, 31 de diciembre de 2016

"Inocente, inocente" y el fútbol femenino



El pasado 28 de diciembre se emitió la tradicional gala de Inocente, inocente, el programa de bromas de TVE que trata de recaudar dinero para fines benéficos. Este año concretamente iba dedicado a reunir fondos para las enfermedades raras, lo cual me parece maravilloso porque si algo necesitan estas enfermedades es más dinero para investigación y más atención mediática. Lo digo porque puede parecer mezquino que sin embargo la entrada de hoy vaya dirigida a analizar y criticar una de las bromas que se llevó a cabo, la cual en mi opinión además de tener bastante poca gracia tenía unas implicaciones un poco desafortunadas.  Así que vaya por delante que las intenciones y el fin último del programa me parecen fantásticos, pero ojalá los guionistas se hubiesen parado a pensar un poco más en lo que hacían.

La broma que concretamente me llamó la atención fue la que “sufrió” el futbolista Antoine Griezmann.  La cosa consistía en que el jugador acudía a una entrevista en RNE, donde iba a hablar sobre las nuevas normas de la UEFA. Antes de que entrara en el estudio, un grupito de chicas, que formaban el grupo “Jugadoras en acción”, un supuesto colectivo que luchaba por una mayor presencia del fútbol femenino, abordaban a Griezmann, y entre bromas y autógrafos con un punto de flirteo, le pedían que apoyara su causa durante la entrevista. Más tarde irrumpían en la misma, gritando cánticos contra el machismo en el fútbol y demás, ante la cara de tierra trágame del futbolista. Al poco rato, le revelaban todo el montaje.

Por dónde empezamos. 

Este colectivo, “Jugadoras en acción”, por lo que indica Google, no existe: los únicos resultados son noticias sobre el programa. Es decir, que los guionistas se lo han inventado, pero la cuestión es que el retrato que hacen de ellas no es precisamente muy positivo: primero tratan de avergonzar al jugador de fútbol pidiéndole que les firme autógrafos en las piernas (“¡no me lo voy a lavar nunca!”, dice una: al parecer en el mundo del fútbol femenino aún viven en los 90 y no han llegado los móviles con cámara de fotos) y cosas por el estilo, y cuando ya entran en el tema reivindicativo, ya directamente se comportan como cuatro energúmenas, gritando y comportándose como unas locas.

La broma evidentemente se vale del cliché de que las feministas son unas histéricas y enfermas mentales que sólo piden cosas absurdas y arman bulla (aunque luego paradójicamente cuando ven a un famoso lo que más desean es flirtear con él, así en grupo, y ya luego pasan al tema serio).  Genial, TVE: esto sí que es televisión pública.

Por otro lado, la broma parte de una realidad: el fútbol femenino no tiene ninguna visibilidad. Quizás se podía haber aprovechado la ocasión para hacer en serio esta pequeña reivindicación que sin duda muchas mujeres futbolistas compartirán, pero al programa no le interesa esto, y sólo pretende usar a este colectivo ficticio y al fútbol femenino en general para hacer la broma. Así que ya ves: para una vez que hablan del fútbol femenino en la tele, es para usarlo de McGuffin y retratar al colectivo como cuatro locas. Muy progresista  todo.
En fin. Acabo la entrada con una curiosidad: al buscar en Google al supuesto grupo de “Jugadoras en acción”, la función de autocompletar me dio unas cuantas opciones muy curiosas. Por curiosidad, teclée también “Jugadores en…” a ver qué salía. Aquí abajo están las capturas de pantalla respectivas.


El deporte, siempre a la vanguardia. ¡Feliz 2017!

domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Sirve de algo la corrección política?

En los últimos años la llamada corrección política ha sido cada vez más denostada. Hace unas semanas se publicaba un artículo en la revista "Papel" del periódico El Mundo, en el que se criticaba el fenómeno y se ponían incluso motes a determinados tipos de persona que la practican con especial virulencia. El artículo me ha parecido muy interesante, y en determinados puntos estoy de acuerdo con su autor. Ahora viene el pero.

Porque en realidad estoy hoy aquí para defender la corrección política. ¿Entonces coarta o no la libertad de expresión? ¿Estamos creando un mundo en el que no se pueden hacer chistes? ¿Es todo una gran falsedad? Sí, no, a veces: el tema es complejo. Vamos por partes.

"¿Pero es que nadie va a pensar en los ninjas?"

Es cierto que nuestra sociedad, en muchas situaciones, ha tomado últimamente una deriva de caza de brujas. Como se explica en el artículo, muchas veces la gente se levanta y ataca con increíble saña cosas que... nadie se ha molestado en leer o en ver; simplemente se limitan a seguir a la masa enfervorecida, y no hay una voluntad de pararse a analizar las cosas un poco más a fondo y ver cuáles eran las intenciones del autor. Me viene a la mente esa exposición sobre el franquismo celebrada hace poco en Barcelona y publicitada con una estatua decapitada de Franco, que tanta polémica suscitó. ¿De verdad se puede considerar apología una estatua decapitada? ¿Es apología una exposición que habla de un período negro de la historia española, para que los que no lo conocieran puedan saber lo horrible que es una dictadura y lo importante que es evitar que no se repita nunca? ¿Acaso no hay una abismal diferencia entre hablar de algo, para darlo a conocer desde un punto de vista crítico, y hacer apología de ello? ¿Tenemos que prohibir también entonces los libros de historia, que están llenos de menciones a gente terrible?

Efectivamente, cuando se lleva a extremos absurdos y no hay voluntad de analizar las cosas con un poco más de sutileza, la corrección política puede acabar degenerando en censura descerebrada. Pero lo contrario, desecharla completamente y tratarla como un cáncer sin ninguna utilidad, me parece igual de dañino. En su esencia, la corrección política surgió con una intención positiva.

Con el paso del tiempo, la sociedad ha ido (más o menos) asumiendo la existencia de la diversidad como algo digno de ser tenido en cuenta y respetado. Es un desarrollo relativamente nuevo: no hace tanto la diferencia causaba horror, y así, a los zurdos se les ataba la mano y se les obligaba a escribir "como dios manda", por poner un ejemplo. En el tema que trata más específicamente este blog, las minorías sexuales eran (son) tratadas como una aberración, y el objetivo era destruirlas y/o borrarlas, verbal y literalmente. El lenguaje no es inocente, y no es casualidad que no exista ningún término despectivo para decir "heterosexual", ni para decir "blanco", ni para decir "cristiano" (y si existen, no han llegado a la cultura popular). El que está en la cúspide de la pirámide es el que elige los términos insultantes para los que están por debajo en la jerarquía social.

Sin embargo, con mucho esfuerzo por parte de los colectivos que dan voz a los afectados, la sociedad ha ido asumiendo que todo el mundo es igual de valioso, o debería serlo, y al igual que no hay un descuento en los impuestos que debemos pagar según nuestro grado de marginación por parte de la sociedad, el acceso a los derechos también debería ser igualitario, y en ello estamos. El lenguaje políticamente correcto, y a esto quería llegar, es la consecuencia natural de esta mayor sensibilidad hacia los colectivos tradicionalmente marginados. 

Desde luego mucha gente emplea palabras como "mariquita", "maricón" o "bollera" con una intención afectuosa, y evidentemente esto es todo lo contrario que un deseo de ofender; por no hablar del uso apropiativo de estas expresiones para desactivarlas y anularlas, como ha ocurrido con la palabra queer, que a día de hoy ya casi al 100% ha perdido cualquier connotación despectiva y más bien hace pensar en activismo y sociología.  Estos son casos aparte. Pero no impiden que en su origen estas palabras fueran creadas para hacer daño y establecer fronteras, para decir "tú estás ahí abajo y yo aquí arriba", y sólo puedo ver como algo positivo el que ahora se tenga asumido que un político, por la tele, no puede decir ninguna de estas palabras; y si lo hace, que se le someta al juicio público. Esto no es censura: esto es el respeto básico necesario en una interacción social, y quien falte a él, efectivamente debe ser amonestado.

"Y si no siempre nos quedan los chistes sobre terroristas islámicos"
¿Y respecto al humor? ¿Deberían Bertín Osborne y Arévalo ser libres para hacer chistes de mariquitas? Pues ocurre básicamente lo mismo. En petit comité casi todo vale (o todo lo que acepten los allí presentes), pero cuando tus palabras van a ser recibidas por un público nacional o mundial, el hecho de que estés haciendo humor no te exime del deber de respetar a la gente. Al igual que, como decía antes, hay un motivo de que exista la palabra "maricón" pero no un para decir "heterosexual" de forma despectiva, hay un motivo para que existan chistes de mariquitas pero no chistes en los que la heterosexualidad de los protagonistas sea lo gracioso del chiste.  Obviamente los chistes de mariquitas no han salido de la nada: son el producto de una sociedad homofóbica, donde la homosexualidad era (es) vista como algo negativo, o en el más condescendiente de los casos, algo intrínsecamente gracioso. A ellos, y a sus fans, les pueden parecer inocuos esos chistes, desde su posición de superioridad en la jerarquía social donde no existen los chistes "de heteros", pero esos chistes por muy inocentes que parezcan hacen daño. Desde que nacemos y empezamos a escucharlos, el mensaje que nos va calando muy claramente es que ser mariquita es algo de lo que reírse, algo un poquito asqueroso y/o gracioso, y/o ridículo. Pueden decir que esos chistes se hacen desde el cariño y sin mala intención, pero todos sabemos perfectamente que no se trata de lo que uno dice sino de lo que hace.

La corrección política existe porque existe una voluntad por tratar a los demás con respeto, y esto, en principio, nunca puede ser malo. Hay determinados contextos en los que nunca escucharás usar palabras políticamente correctas, y eso será un indicativo claro del grado de progreso de esa sociedad. Muchos quizás estén pensando mientras leen esto que el respeto que ofrece la corrección política puede ser epidérmico, que la persona que te habla con educación puede estar riéndose de ti o insultándote por dentro, y que en ese caso no es más que un teatro. Por supuesto que hay que aspirar a más, a un respeto que vaya más allá del lenguaje, que sea absoluto y demostrable. Pero esto es el punto de partida, y si no se empieza por exigir respeto en la comunicación, difícilmente pasaremos al siguiente nivel.

domingo, 23 de octubre de 2016

La violencia de género como síntoma

En las últimas semanas, o quizás sólo ha sido una percepción mía, parece haber tenido lugar un paroxismo de actos de violencia dirigidos a mujeres. Y cuando digo "dirigidos a mujeres", hablo de tipos de violencia muy específicos: al agresor no le daba igual haber hecho lo que hizo a un hombre o a una mujer. En el caso del asesinato, se llama feminicidio. ¿Es necesario un término tan específico?, dirán algunos. Un asesinato es un asesinato, ¿no?


 Sin embargo, el término tiene sentido y es necesario, porque pone de relieve la realidad de que existe un tipo de violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho específico de serlo. Es una violencia que hunde sus raíces en unas determinadas circunstancias sociales, y por ello no es ninguna sorpresa que se dé con más intensidad en países de más fuerte tradición machista. A menudo hay hombres que se quejan de que ellos también pueden ser víctimas de violencia por parte de sus mujeres, y sin embargo no reciben ningún apoyo social. Es más, a menudo su caso es tratado como algo cómico ("Su mujer le pega: ja, ¡qué calzonazos!"). Para empezar tengo que decir que efectivamente es muy injusto tratar su caso como una broma y que todos los casos de malos tratos son igual de tristes (y un breve apunte: esta idea de que a violencia de género hacia hombres es graciosa no es más que otro evidente tentáculo del machismo, porque "los hombres no lloran", etc.). Pero la cuestión diferencial es que en el caso de la violencia dirigida a las mujeres tenemos un caldo de cultivo social que está fomentando este tipo de sucesos. Esta violencia básicamente es la representación visceral de un concepto muy presente en la sociedad: que las mujeres están ahí para los hombres. Para agradarles. Para ser amables con ellos. Para ser folladas cuando lo deseen (ellos).

Así, tenemos conceptos aparentemente inocuos como el del friendzone (cuando una chica trata a un chico como amigo, negándole así posibilidades sexuales o románticas). Siempre me ha resultado muy "gracioso" como este término se emplea en este caso concreto, y no cuando el que hace friendzoning a su amiga es un chico. La idea subyacente es que una chica debería siempre corresponder a los deseos del tío en cuestión, y que sentir por alguien simpatía pero no atracción es una forma de condescendencia (vamos, que la chica es una cabrona). En cambio, para un tío es completamente aceptable ver a su amiga como amiga y no estar en la obligación de liarse con ella si a ella le gusta él. Muy simétrico todo, ¿eh? Significativo me parece también como a menudo los asistentes virtuales, tan presentes hoy en día, tienen a menudo el aspecto de chicas jóvenes y guapas. Es como que todos tenemos muy asumido que el rol de estar disponibles y servir a los demás es algo intrínsecamente femenino, y ya que estamos, por qué no echarle un poco de sal y ponerle a la mujer hecha de píxeles una cara jovencita y no la de una mujer de cincuenta. O la presencia mayoritaria hasta hace no mucho de mujeres azafatas. O de enfermeras. O de...

Captura de pantalla de búsqueda en Google de "asistente virtual": solo tras hacer bastante scroll aparece el primer hombre.

Ojalá todas esas manifestaciones que se han celebrado, y el eco que se les ha dado en la prensa junto a la popularidad del término feminicidio que mencionaba antes, sirvan para hacer a la sociedad reflexionar. La violación, las agresiones y el asesinato de mujeres son la expresión más dolorosa y visible de una realidad con la que convivimos diariamente, pero lo que necesitamos es meter la cabeza debajo del agua para entender el iceberg en toda su magnitud.

Cada vez que insinuamos que una chica tuvo la culpa de ser violada porque llevaba escote y tacones de aguja, cada vez que alguien dice que nos es bonito ver a una chica fumando o bebiendo, cada vez que se desprecia a una chica por ser promiscua, cada vez que se tacha determinadas profesiones o actividades como "poco femeninas", cada vez que las empresas obligan a su empleadas a llevar falda corta y maquillaje, cada vez que decimos que cuando dicen "no" en realidad quieren decir "sí", cada vez que le decimos a un niño que debe ser "fuerte" y no llorar... estamos poniendo nuestro granito de arena para provocar el próximo asesinato, la próxima paliza, la próxima violación.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Racebending: el blanqueamiento en el cine

En los últimos años se ha ido produciendo con más frecuencia un fenómeno que hasta no hace tanto era inédito: en las adaptaciones de obras de ficción de un medio al cine, cambiar la raza del personaje en cuestión, eligiendo para ello a un actor de raza distinta a la que el personaje tenía en la versión original de la obra. Pero hay que hacer una puntualización clave: de lo que hablo es de que el personaje original fuese caucásico, y en la nueva adaptación no. Porque lo contrario, que el personaje original fuese de una raza diferente a la caucásica y el actor en la versión nueva sea blanco, NO es un fenómeno nuevo ni por asomo.

Ya en películas clásicas de Hollywood había decenas de ejemplos, con Natalie Wood, americana de ascendencia rusa, haciendo de portorriqueña en West Side Story, o Boris Karloff haciendo de asiático en La máscara de Fu-Manchú. Esta costumbre no ha terminado, y en breve por ejemplo tendremos la adaptación cinematográfica del manga Ghost In The Shell, donde Scarlett Johansson encarna a la muy asiática Motoko Kusanagi. Hablando de asiáticos, fue gracias a la polémica y fallida adaptación cinematográfica de la serie de dibujos Avatar: The Last Airbender, donde los personajes podían doblegar ("to bend", en inglés) los elementos en su favor, que se acuñó el término que describe este fenómeno: el racebending, también llamado whitewashing o blanqueamiento. 

"Lo del pelo en cambio fue porque se nos acabó el tinte morado"

Las razones de este fenómeno parecen bastante claras, y son extrapolables a otras situaciones parecidas de las que ya hablaré en otra ocasión: prevalece la idea de que para que un película sea comercial y accesible a todos los públicos, el personaje principal debe de ser alguien con quien todo el mundo se pueda identificar, y esto, entre otras cosas, implica que el actor que lo interprete sea blanco. No hace falta pensar mucho para darse cuenta de todas las implicaciones que esta estrategia trae consigo: que el ser blanco es la opción "por defecto" y las demás razas son variaciones de la misma. Que el público que importa principalmente es el blanco. Que las personas no caucásicas deben ser capaces de identificarse con personajes de otras razas sin ningún problema, mientras que lo contrario al parecer es más complicado.

Un detalle revelador en este sentido es que los personajes secundarios, a menudo el último bastión de libertad creativa de los guionistas en virtud de su condición intrínseca de personajes menos importantes y por ello menos visibles, no sufren este fenómeno tan a menudo. Y así, por ejemplo, la actriz de Anita, la amiga de la anteriormente mencionada Natalie Wood en West Side Story, sí que era latina. Los personajes secundarios, y por tanto sus actores correspondientes, no son el mascarón de proa de las películas, no salen en primer plano en las carátulas o en los pósters, no son (o no suelen ser), en definitiva, el principal reclamo comercial de ninguna producción, y por ello no hay riesgo en coger a actores de la raza correspondiente, y quizás incluso conservar así la simpatía del público no caucásico, teniendo un pequeño detalle con ellos. Sí: ¡es exactamente el mismo rol que han hecho los "mejores amigos gays" de las protagonistas en tantas pelis durante tantos años!


Pero volviendo al principio de la entrada, en los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno nuevo y opuesto: personajes que eran originalmente blancos siendo interpretados por personajes de otras razas. Todos los ejemplos que me han venido a la mente mientras pensaba esta entrada, por algún motivo, provienen de películas y series de temática superheroica: Perry White, el director del Daily Planet, interpretado por Lawrence Fishburne, Samuel L. Jackson poniendo cara y voz al sargento Nick Furia, el afroamericano Mehcad Brooks encarnando al tradicionalmente blanco y pelirrojo Jimmy Olsen en Supergirl, y de propina un caso menos conocido: la japonesa Tao Okamoto haciendo de Mercy Graves, la asistente personal de Lex Luthor en Superman v Batman. Estoy seguro de que me dejo muchos ejemplos en el tintero, y sobre todo me pregunto si habrá casos de personas reales en biopics. Porque lo contrario, es decir, casos de blanqueamiento en películas que hablan de gente real, sí ha ocurrido: véase el ejemplo de Alejandro Dumas, de antepasados, haitianos, siendo interpretado por Gerad Depardieu.

Podría parecer que ambos fenómenos, el blanqueamiento y su contrario (¿el "desblanqueamiento"?) son paralelos e igualmente negativos y racistas en su intento de transformar a las personas y personajes en algo que originalmente no eran. Sin embargo, las cosas no ocurren sin un contexto específico y una historia detrás, y teniendo ambas cosas en cuenta, la conclusión a la que llego es que si bien el blanqueamiento es un fenómeno racista que debería desaparecer cuanto antes, su contrario es algo positivo. Me explico.

"Está feo señalar a la gente, Perry-del-cómic"
 Las principales industrias culturales del mundo, actualmente, con la posible excepción de Japón, provienen del mundo anglosajón y blanco, y lo han hecho desde hace muchas décadas. Siendo así, no es extraño que los personajes que producían reflejasen este hecho. Así, actualmente, una grandísima parte de los iconos culturales del mundo son hombres caucásicos. Desde hace décadas hemos consumido series, cómics y películas en las que la mayoría de los héroes eran tipos blancos. Incluso alguien como Superman, que provenía de otro planeta, parecía nacido en Kansas. El mundo ha asumido a todos estos personajes como parte del patrimonio cultural mundial. Pero la sociedad ha ido cambiando: los países están más conectados entre sí que nunca, y el mestizaje cultural y racial es mil veces mayor. En nuestro mundo ya no tiene sentido que los personajes principales de todas las historias sean siempre blancos, y ya toca desterrar la noción de que uno sólo es capaz de identificarse con un determinado tipo de personaje.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Cazafantastamas (2016): carta abierta a los fans posesivos


 Recientemente fui a ver Cazafantasmas, y salí indignado del cine.

¿Porque es mala? ¿Porque se burla del clásico de los ochenta? No. Porque me parece flipante e indignante que esta película haya fracasado en EEUU y lo vaya a tener difícil para recuperar la inversión, mientras que algo como Escuadrón Suicida haya sido un taquillazo. Y no puedo evitar pensar que el machismo ha jugado un importante rol en este devenir de los acontecimientos. Me explico.

Cuando se difundió la noticia de un remake de Cazafantasmas protagonizado por cuatro chicas, para mucha gente saltaron las alarmas. Estaban "mancillando nuestra infancia", las feminazis ya estaban otra vez jodiendo a todo el mundo, bla bla bla. Por supuesto toda esta bilis se producía sin haber visto la película, para poder juzgarla con objetividad, o con una subjetividad argumentada, al menos. El trailer, en YouTube, es uno de los contenidos de la página con más "No me gusta" de la historia.

Como cualquier otra cosa, la opinión de cada uno es cuestión de gustos, pero creo que no me dejo llevar mucho por la subjetividad cuando pienso que Cazafantasmas, como película palomitera, es una excelente comedia, protagonizada por cuatro actrices poseedoras todas ellas un visible timing cómico (de diferente estilo en cada caso). Incluso Liam Hemsworth, a quien consideraba un buenorro estereotípico de limitado talento dramático, se revela aquí como excelente cómico, capaz de dejar la épica y solemnidad de Thor a un lado y entregarse sin una brizna de vergüenza a un papel ridículo y divertido. La peli posee verdaderos personajes, que cuentan con verdaderas motivaciones, y además de hacerte reír (y mucho, y cada cinco minutos, por lo menos en mi sala), te permite sentirte implicado con ellos y cogerles aprecio, con la única excepción del malo de la historia, que quizás hubiera requerido un poco más de desarrollo.

¿Qué "falla" entonces? Pues aquí expongo mi teoría, desglosada en puntos:

1. Ausencia de buenorras
Es lamentable tener que decir lo que voy a decir, pero afrontémoslo: al margen de su calidad como actrices, la primera cualidad que tienen siempre las actrices protagonistas de casi todo, pero en especial de cine comercial es estar buenas. Luego ya pueden ser buenas o malas intérpretes, pero la primera es condición sine qua non. Trata de encontrar ejemplos de lo contrario: te sobrarán dedos de una mano. Las cuatro mujeres protagonistas son básicamente gente normal, y la única que podría ser la fantasía del público masculino hetero, resulta ser lesbiana. Eso por no decir que las cuatro llevan uniformes holgados y cómodos y no hay ninguna escena de cómo se visten, se bañan en una piscina, etc. Quien único tiene escenas en las que se explota su belleza es Chris Hemsworth. Las mujeres llevan toda la vida sentándose a ver pelis en las que los personajes de su mismo sexo son constantemente usadas como reclamo, y no les ha dado ningún infarto, pero ¿parece que lo contrario es mucho pedir? Comparémoslo con Escuadrón Suicida, donde una de las dos únicas chicas del grupo tiene una escena dedicada a enseñarnos cómo se viste, sensualmente. Ninguno de sus compañeros hombres tiene una escena similar. La escena es tratada como una broma (todo el mundo, incluidas otras mujeres, se le quedan mirando babeantes), pero resulta un poco hipócrita cuando el propio director, con sus planos recreándose en el cuerpo de Harley Quinn, hace y nos invita a hacer de voyeur.

"¿A quién miráis? ¿Es que nunca habéis visto a una tía siendo usada de reclamo?"
2. Protagonistas que no son satélites de hombres
Muy relacionado con lo anterior. Estamos tan acostumbrados a ver películas y series en las que las chicas son las novias de, las hijas de, el objetivo romántico de, que resulta casi revolucionario que en una película las protagonistas prescindan de la preposición "de". Aquí todas tienen sus vidas y sus motivaciones personales, y su existencia misma no se apoya ni se justifica en su relación con ningún hombre. Esto evidentemente no implicaque sean misándricas ni nada por el estilo, simplemente no son el satélite de nadie, como ocurre en la vida real. Comparémoslo de nuevo con Escuadrón Suicida, donde Harley Quinn se convirtió en supervillana por amor al Joker, Katana lleva en su espada el alma de su difunto marido, y la Encantadora, que lo primero que hace es resucitar a su hermano para que la ayude, y su derrota conlleva que vuelva a transformarse en la bella, frágil y casi carente de frases Cara Delevigne, novia del coronel Flagg. Excepción honrosa la de Amanda Waller, único personaje femenino sin subtrama romántica. Atención, pregunta difícil: a ver si adivinas cuál de las dos pelis supera el test de Bechdel. La respuesta, al final de la entrada.

3. La posesividad de cierto sector del público
Este factor, del que hablaba al inicio de la entrada, es extrínseco al film, y me temo que es el que al final pesó más. La industria del entertenimiento desde siempre ha tratado a los hombres como los reyes de las pelis de acción y comedia. Como ocurre con tantísimas otras cosas, nunca, nadie, se pregunta por qué los cuatro cazafantasmas originales eran hombres. Simplemente eran esos cuatro hombres los protagonistas, y nadie se planteó jamás si eso daba un toque "masculino" a la peli, o si eso la hacía estar dirigida únicamente al público masculino. Ya ves tú qué cosas: en un mundo en el que aproximadamente el 50% de la población es de un sexo y el otro 50% del otro, a menudo se trata al sexo femenino como "la excepción", la "versión diferente" de la opción básica por defecto, que sería ser hombre. En ese contexto cultural, y vista la reacción de un sector del público ante la nueva versión de Cazafantasmas, parece que a nivel sociológico, la hermana pequeña del que antes era hijo único le ha cogido prestado su juguete al rey de la casa, y este se ha cogido una pataleta monumental, berreando "¡los ochenta son míos!". A este sector del público sólo le diría que primero vieran la peli para poder juzgar. Y entonces descubrirían los numerosos guiños cariñosos a la franquicia, porque esta peli está hecha con la bendición del cast original, y dedicada al fallecido Harold Ramis, por lo que el respeto a la fuente es absoluto. Y en segundo lugar, si finalmente no les hace gracia, que es totalmente respetable, que tengan en cuenta que nadie ha borrado de la historia las pelis originales, y ahí seguirán, siendo para siempre dos clásicos inolvidables del cine comercial de los años 80.

Si te salta el buzón de voz de ellas, llámanos a nosotros.
Teniendo todo esto en cuenta, acabamos con que una película como Escuadrón Suicida, llena de agujeros argumentales y mucho menos graciosa, sin embargo gana la partida a la hora de sumar dólares. Una peli que se amolda perfectamente al canon de toda la vida, con sus buenorras como dios manda y sus tipos duros... En fin.

*Respuesta a la pregunta: ¡las dos lo superan! Sólo que en el caso de Cazafantasmas la chicas hablan constantemente de todo tipo de temas, y en el de Escuadrón Suicida, hay una escena en la que Harley le pregunta de pasada a Katana qué perfume lleva. Algo es algo...

miércoles, 27 de julio de 2016

Wonder Woman: el nacimiento de un icono


Voy a empezar con una confesión: hasta hace muy poco, mi percepción de Wonder Woman era muy tenue: ese personaje de DC que tenía una soga mágica y era muy fuerte y... Sin embargo, los astros se han alineado en este, el año de su 75 aniversario, y de repente Diana Prince ha regresado con mucha fuerza al imaginario colectivo. Y mi descubrimiento fue que tanto el personaje en sí mismo como todo lo que la rodea estaba lleno de cosas fascinantes por descubrir.

Todo empezó hace unos pocos meses, en la oscuridad literal y metafórica de la sala de cine donde veía Batman V Superman: el Amaneceer de la Justicia. Yo, como gran parte del público, estaba un poco abotargado ante tanta escasez de luz, tanto rictus serio y distante de Henry Cavill, tanta destrucción masiva. Ya sabéis, las pelis de acción desde hace ya un tiempo son "oscuras". El monstruo de la peli estaba a punto de exterminar al pobre Batman (dato curioso: el "oh, mierda" que suelta ante su inminente muerte fue improvisado por Ben Affleck, y significativamente es otra de las cosas más memorables de la peli) y toda esperanza parecía perdida... Hasta que de repente se interpone Wonder Woman, salvándole.

Y la adormecida platea soló un grito ahogado de admiración colectiva.

"He venido aquí a salvar la tierra y de paso la película"
Tras unos pocos minutos de metraje, quedó clarísimo para todo el mundo que la Wonder Woman de Gal Gadot era de lo mejor de la peli. Y tiene gracia, porque unos meses atrás, en muchos foros de internet, se criticaba el casting, diciendo que Gal Gadot era excesivamente plana, y otras consideraciones de similar calado (también criticaban la elección de Affleck, que resultó ser lo segundo mejor de la peli: el valor de las primeras impresiones). El año que viene por estas fechas podremos ver su primera película en solitario, y ojalá con ella podamos enterrar para siempre ese mito de que las películas de superhéroes protagonizadas por mujeres no funcionan.

Remontándonos al origen de Wonder Woman, parece que desde el principio este era un personaje llamado a convertirse en un icono cultural, feminista concretamente. Su creador, William Moulton Marston, creía que el cómic de superhéroes tenía un potencial mucho mayor por explotar, y DC le encargó la tarea de crear un personaje nuevo. Significativamente, fue su esposa Elizabeth Holloway la que le sugirió que fuese una mujer, y Marston se basó en ella para crear a Wonder Woman. Holloway en sí misma merecería otro artículo para ella sola, pero a modo de aperitivo, lo que inspiró a Marston fue su personalidad liberal y poco convencional, y para los brazaletes indestructibles de WW se basó en los que llevaba Olive Byrne, otra mujer que vivía con ellos en una relación poliamorosa. En los años 40. Por cierto, además de crear a Wonder Woman y vivir en un trío, el matrimonio inventó el polígrafo. No perdían el tiempo, desde luego.

Según explicaba Marston, muchas niñas se sentían inferiores por su sexo, que culturalmente parecía relegarlas a ser delicadas, sumisas y pacíficas, si querían ser consideradas buenas. Por ello, creó a Diana con el objetivo explícito de dar una vuelta de tuerca a estas cualidades, y sin renunciar a lo bueno de ellas, quitarles esa connotación de pasividad, y crear un icono feminista que aunara lo mejor de ambos mundos. Un personaje que sirviera de espejo en el que mirarse para todas esas niñas que deseaban ser más que floreros. Y lo logró: Wonder Woman era efectivamente dulce y amante de la paz, pero tenía, según sus propias palabras, "la fuerza de Superman".

A lo largo de su sus muchísimos años de recorrido, el rol de Wonder Woman ha ido evolucionando, y no siempre de la mejor manera: durante una época, por ejemplo, fue la "secretaria" de la Liga de la Justicia. Ejem.

Además seguro que Flash hacía más pulsaciones por minuto
Tampoco le faltaron las críticas de que era una "lesbiana que odiaba a los hombres", porque como todos sabemos ser amante de la acción significa ser lesbiana, y ser lesbiana significa odiar a los hombres. En fin. Lo cierto es que no, no lo era, pero sí una mujer progresista y defensora del amor y la libertad, y como tal ofició una boda entre dos mujeres en agosto del año pasado. Dato curioso: Lynda Carter, la actriz que encarnó a WW en la serie de los 70, es también una activista en pro de los derechos LGBT. Llegados a este punto ya empiezo a pensar que este personaje y todas las personas que lo rodean son como un enorme faro de luz y progresismo, y estoy deseando ver si Gal Gadot continúa la tradición.

Una de las cosas más interesantes de Wonder Woman es que representa una tercera vía en lo que a igualdad se refiere. Desde su creación, el personaje nunca aspiró a ser una mera copia de Superman con vagina. Como comentaba más arriba, su creador no pretendió anular todas esas cualidades típicamente consideradas femeninas y fabricar a un tipo duro con cuerpo de mujer, sino destilar todo lo positivo de aquellas cualidades (el pacifismo, la defensa del amor, la dulzura) en un personaje que a la vez sabía ser fuerte y firme y perfectamente capaz de entrar en acción si la situación lo requería. ¿Qué tal sería crear ahora un personaje inverso, que siendo hombre también tuviera un fuerte componente femenino y mezclara las características estereotípicas de cada sexo de una manera positiva? Todo apunta a que la sociedad tiene más problemas a la hora de aceptar este perfil de hombre, pero mi sensación es que a día de hoy estamos en el momento exacto para que un superhérore así salte al mainstream y cambie las reglas del juego una vez más.

jueves, 30 de junio de 2016

Orgullo Crítico VS Orgullo Gay oficial: el sentido final de todo esto


Recientemente, saltaba la polémica: los jueces y la presentadora de Master Chef iban a presentar el pregón del Orgullo Gay de Madrid de 2016. Se montó un enorme revuelo, y finalmente la idea fue desechada. El argumento, evidentemente, era que estas cuatro personas no tenían absolutamente nada que ver con la lucha por los derechos LGBT. Nada a favor, nada en contra: ponerles a ellos de mascarón de proa era arbitrario a más no poder. El propio Pepe estuvo de acuerdo.

Sin embargo, la idea original dice mucho sobre las circunstancias que rodean la celebración del Orgullo, y eso no es tan fácil de cambiar como sustituir a un presentador.

Recientemente asistí por primera vez a la manifestación del Orgullo Crítico, y la experiencia fue breve pero esclarecedora. Era una sensación rara: ninguna música de fondo, a excepción de una batucada que sonaba a ratos. Un montón de gente con banderas y pancartas (muchas banderas, de muchos tipos, y muchas pancartas, con mucho texto algunas). Ausencia total de publicidad de ningún tipo. Ausencia total de cámaras de televisión (que yo viera, al menos). Personas con un aspecto nada frecuente en el ambiente: camisetas de grupos heavies, barbas sin perfilar perfectamente, mucha ropa encima del cuerpo, muy pocos torsos al descubierto; muy pocas tabletas de chocolate y pectorales. Nadie descubre la pólvora si digo que el espectro de la gente LGBT incluye a gente de todo tipo, pero siendo justos, lo que se puede ver en la cabalgata "oficial" tiende a ser bastante menos heterogéneo. Uno podría haber pensado que gente como esta simplemente no existía bajo el paraguas arcoiris.

Foto: S.D. para Cuartopoder.es
 Pero la sensación rara de la que hablaba al principio, al final me di cuenta, provenía principalmente de esa ausencia total de publicidad y música pop. Esto era una manifestación"en serio", y aquí nadie estaba tratando de parasitar el Orgullo para sacar tajada. Vivimos tan rodeados de publicidad, en un entorno en el que todos los espacios públicos están hasta certo punto presididos por mensajes comerciales, que la impresión que produce un espacio completamente libre de anuncios ni de intenciones de venderte nada es chocante. Mencionaba también la música porque finalmente es otra manera más de de pedirte que abras la cartera: el mensaje implícito es que si te gusta cómo suena esto, debes pagar por ir a estos conciertos o al menos entrar en Youtube a ver el video gratis, pero tras unos segundos de publicidad.

El Orgullo oficial, seamos sinceros, es un mastodonte que proporciona un pastón a un montón de gente: cualquier tienda de ropa, restaurante, hamburguesería, etc., cuelga unas cuantas guirnaldas de colorines y se dedica a repartir pulseras, silbatos y los imprescindibles abanicos de cartón, y así durante unos días ven animarse sus ingresos con el dinero de un montón de gente de todas partes del mundo. En una ocasión ya hablé de esto, y por el lado positivo, quise decir que, finalmente, la rentabilidad es también una manera de abrir mentes y cambiar el mundo. Quizás el empresario más homófobo del mundo puede empezar a abrir sus miras ligeramente al ver el potencial bisnazo que tiene a su alcance sólo con teñir de arcoiris sus cajas de tabaco durante dos semanas. Y este primer paso motivado por la codicia puede seguidamente dar paso a una cambio de pensamiento más profundo, y al final un día, sin darse cuenta, habrá acabado entendiendo que oye, los mariquitas al final también son personas. Pero, consecuencias positivas o no, esto no deja de ser una pequeña prostitución de la idea original que tenían ese grupo de personas del Stonewall cuando decidieron decir basta y salir a quejarse.
 
No, su idea no era conseguir Doritos lilas

La elección de los jueces de Master Chef como presentadores del pregón, aunque finalmente no haya fructificado, es la consecuencia natural de este proceso de comercialización. El tren de pensamiento es evidente: ¿qué queremos? Que venga mucha gente de todo tipo. ¿Para qué? Para que dejen mucho dinero. ¿Cómo lo hacemos? Poniendo en el cartel a quien sea que esté de moda. Otros años se ha combinado un cierto grado de popularidad con otro de relevancia para la causa; el asunto es que este año se les fue la mano con el primer ingrediente y el plato quedó desvirtuado. 

Para acabar, una cosa quiero dejar clara: el Orgullo oficial es un monstruo de muchas cabezas, y aún con todo, finalmente creo que su impacto es completamente positivo. Es una fiesta comercializada, sí, pero una fiesta en la que lo que se festeja es la libertad, y aunque el 90% sea diversión, también están ahí las charlas, los talleres, las muestras de cine, los discursos. Divertirse por otro lado no tiene nada de malo, sino todo lo contrario; y es pefectamente posible mezclar de manera indisoluble la fiesta con la reivindocación; porque en sí misma la fiesta es una manera de reivindicación.

Y si algo sabemos todos es que dentro de cada gran fiesta hay miles de pequeñas fiestas individuales y colectivas: relaciones nuevas que surgirán y otras que terminarán, experiencias que te cambiarán, conversaciones que te harán reír y también pensar, pequeñas epifanías personales de mucha gente que quizá nunca antes pudo experimentar la libertad real, y todo eso, aunque sea a un nivel emocional, finalmente no te lo puede vender nadie.

viernes, 17 de junio de 2016

La homofobia interiorizada, el machismo y sus consecuencias


En este blog a menudo he expresado la idea de que el machismo es dañino para toda la sociedad. A primera vista mucha gente puede pensar que las únicas damnificadas son las mujeres, que ven mermados sus derechos en aquellos contextos en los que el machismo impera. Pero la realidad es que esta mentalidad es un cáncer que daña a todo el mundo, y recientemente hemos tenido una demostración trágica y evidente. Hablo, está claro, del atentado en la discoteca Pulse de Orlando. 

Según se van sabiendo más datos sobre el atentado, las cosas van quedando más claras... O más turbias, en realidad. Algunas fuentes de información indican que Omar Mateen era homosexual y que de hecho visitaba a menudo esa misma discoteca; otras lo niegan. También se ha especulado sobre si su padre se burló de él diciéndole "gay". Su vinculación con ISIS o posibles motivaciones religiosas tampoco quedan del todo claras... aunque podría dedicar todo un artículo a cómo la religión, y hablo de la religión en general, aunque supuestamente promueve el amor, es la causante de manera indirecta de gran parte de la homofobia en el mundo; y para ello no hay más que ver cómo sociedades en las que las relaciones homosexuales no eran ningún tabú, cambiaron radicalmente con la llegada del cristianismo, por poner un ejemplo.

Quién sabe. Es posible que Omar Mateen no fuese un homosexual reprimido y que su padre nunca le maltratase por este motivo. Pero qué más da: el mundo está lleno de potenciales Omar Mateen, que por causas culturales y religiosas, son obligados a tratar de reprimir su sexualidad. Y si algo nos enseñó Freud, es que reprimir ciertas cosas no hace sino provocar que broten con más fuerza y de maneras dañinas y distorsionadas. Lo sabe el enésimo político ultraconservador pillado en un baño tratando de ligar con un hombre. Lo sabe cualquiera de los cientos de curas que han abusado de menores y que me hace preguntarme por qué a día de hoy tanta gente les sigue confiando a sus hijos. La hipocresía tiene un precio, y el problema es que quien lo paga no sólo es la persona culpable.

Fianlmente uno es dueño de sus actos, y por ello quiero que quede claro que de ninguna manera estoy disculpando a Omar Mateen. Sin embargo, en ocasiones como esta, puede haber un culpable "directo" y otro mucho más difuso, más extendido: la propia sociedad, con su machismo. Cada vez que alguien hace una broma homofóbica a un niño ("sólo es un chiste"), enviándole el mensaje implícito de que ser gay es algo desagradable o ridículo, está poniendo su granito de arena en perpetuar una sociedad machista. Cada vez que alguien llama calzonazos a un hombre por cuidar de sus hijos, cada vez que tratamos de que los niños jueguen al fútbol y no a las cocinas o a las muñecas aunque lo prefieran, cada vez que bromeamos sobre el que un hombre haya sido violado o maltratado por su pareja, estamos contribuyendo a crear una sociedad hostil donde sólo determinados perfiles de persona son aceptables, y los que no encajen deben ir guardándoselo todo dentro, como una olla a presión a la que vamos subiendo más y más la temperatura. ¿De verdad es una sorpresa lo que ocurre a continuación?

sábado, 30 de abril de 2016

Juego de Tronos y el sexo: oscuridad (Parte II)

"¿Por qué sigues vestido? No sabes nada, Jon Snow".
 (Ygritte, que en este caso era la que no sabía nada)

Y es que si en la anterior entrada comentaba la mentalidad progresista que la serie transmite, el respeto hacia sus personajes femeninos y su interés por meterse bajo su piel y mostrar su punto de vista, tampoco podemos dejar de lado la otra cara de la moneda: la objetificación del cuerpo femenino, no sólo dentro de la historia (que tendría sentido, visto que el mundo que se retrata es profundamente machista y propenso a tratar a las mujeres como moneda de cambio, instrumento de placer o decoración), sino en el estilo de dirección de la serie en sí misma.

Hablando en plata, la serie está repleta de desnudos femeninos totalmente gratuitos, y en decenas de momentos, emplea a las extras como decoración sexy. Mientras dos personajes hablan, la chica se desnuda. Dos personajes tienen sexo, y sólo la chica está desnuda (este cliché visual es especialmente apreciado por el cine comercial). Dos personajes discuten, y de fondo, una o varias chicas están ahí desnudas porque sí, quizás liándose. En general, y sin recurrir a la calculadora, se hace evidente muy rápido que la aparición de desnudos femeninos es mucho más frecuente que la de desnudos masculinos. Pero no es simplemente una cuestión de cantidad, sino de sentido argumental. La mayor parte de estos desnudos no tienen ninguna justificación argumental, y están ahí como reclamo.
 
Y a las pruebas me remito. En el audiocomentario del capítulo "Aguas negras", el director, Neil Marshall, relata de pasada una significativa anécdota. Hablando de los abundantes desnudos de la serie, y las escenas expositivas que incluyen a alguna chica desnuda en primer plano o de fondo, explicaba:

"Era bastante surrealista. En mi películas nunca he hecho nada así. Pero lo más raro es cuando te encuentras con uno de los productores ejecutivos, que se me acerca y me dice al oído, «Puedes sacar desnudos frontales, ¿sabes? Estamos en la tele, ¡puedes hacer lo que quieras! Y yo te insto a que lo hagas», y lo le dije, ah, bueno, pues si tú lo... Tú eres el que manda. (...) Este productor ejecutivo en concreto me llevó  una esquina y me dijo, «Mira, yo represento el lado pervertido del público, ¿vale? Los demás están aquí por la parte dramática seria... Yo represento al lado salido del público, y te digo que quiero un desnudo frontal en esta escena». Así que no tienes más remedio que hacerlo."

Un dato que resulta hasta gracioso es que no hay que fijarse mucho para caer en la cuenta de la cantidad de escenas que tienen lugar casualmente en el prostíbulo de Meñique, donde los personajes, además de hacer lo que toca en tal sitio, mantienen largos debates políticos. Con un decorado de fondo de chicas desnudas, en ocasiones liándose entre sí. Por no hablar de aquella subtrama humorística en la que Tyrion lleva a su escudero Podrick al burdel a que pierda la virginidad, y además de aprovechar la oportunidad para sacar a más buenorras enseñando las tetas, sacan humor del hecho de que Podrick resulta ser tan buen amante que al final ni siquiera le cobran, para sorpresa (¿y ligera envidia?) de Tyrion. En un serie con un guión tan brillante y concentrado, en el que prácticamente en cada capítulo hay algún diálogo memorable, y ninguna frase ni escena es gratuita, donde todo lo que hacen y dicen los personajes conduce a algo, mientras la veía me preguntaba qué relevancia tendría esta línea argumental en la historia global. La respuesta fue que ninguna. Como curiosidad, investigué un poco y confirmé la sospecha que tenía de que toda esta subtrama no aparece en los libros y fue un invento de los guionistas de la serie.

En realidad es la forma más cómoda de sentarse a ver la tele

Por otro lado, tenemos escenas como la de una chica de los Yunkai siendo utilizada como premio en una apuesta (para resaltar la naturaleza de lo que se está apostando, si no recuerdo mal, el tipo que la está utilizando la agarra de los muslos). Está claro que la escena sólo trata de indicar que el tipo en cuestión es despreciable. Pero la clave está en que el director no llega a mostrarnos el punto de vista de la chica en todo esto: no tiene una mísera frase, o un primer plano de su cara que la humanice y nos haga recordar que se está utilizando a una persona, con su personalidad y deseos propios, como premio. El punto de vista de la cámara es distante, y de esta manera, el director, mediante el uso del lenguaje cinematográfico, está siendo cómplice de esta objetificación de una persona. Los personajes la consideran un objeto de atrezo, y el director también.

Por lo que he leído, este artículo debería incluir algún comentario sobre la trama de Sansa en la temporada 5, su violación a manos de Ramsay, su gratuidad y falta de sentido en la progresión del personaje de Sansa (de nuevo, al parecer todo esto es invento de la serie, robando la historia de otro personaje), y del uso generalizado y un tanto perezoso de la violación como forma de crear drama de forma rápida y facilona, sin molestarse en profundizar en cómo viven las víctimas un trauma así. Pero como expliqué en la entrada anterior, no he llegado a ver la quinta temporada, y todo lo que sé de ella es de segunda mano, por lo que no puedo hablar en profundidad de ello. Así que a menos que en el futuro lo vea y decida hacer una tercera parte de esta serie, no voy a entrar en ese tema y lo voy a dejar aquí de momento.

Con el paso de las temporadas, muchas de sus actrices se han ido convirtiendo en estrellas y con ello su poder de decisión ha aumentado. Como consecuencia, fue muy significativo el caso de Emilia Clarke, Daenerys, que a partir de cierto punto se plantó y exigió reducir el número de desnudos que el guión le exigía y que, era evidente, no aportaban nada a la trama. ¿Creéis que Daenerys tendría el rostro de Emilia Clarke si, durante al cásting inicial de la serie, la actriz hubiese puesto estas condiciones? Exacto.

Y ahí es donde está el problema.

sábado, 16 de abril de 2016

Juego de Tronos y el sexo: luz (Parte I)

Antes de empezar este artículo debo confesar dos cosas.

La primera es que tardé muchísimo en subirme al carro con Juego de Tronos. Las historias ambientadas en la Edad Media, aunque sea en versión fantasiosa, no son lo mío, y me temía que me iba a acabar durmiendo en medio de algún diálogo pomposo entre nobles y demás cosas por el estilo. La segunda cosa es que aún no he visto la quinta temporada, y aunque poco a poco me he ido haciendo a la idea de verla, me ha costado. Cierta muerte ocurrida a finales de la cuarta temporada, y otra que supe que tendría lugar en la quinta, acabaron con mi paciencia.

Una de las cosas que todo el mundo alaba de esta serie es el valor y la falta de escrúpulos de George R.R. Martin, y por extensión de los guionistas, a la hora de matar a personajes importantes (y secundarios, y terciarios). Pero, ¿es de verdad una virtud? Ya sabemos que la vida real es así, la gente muere de repente, los poderosos prosperan, los inocentes son sacrificados y muchas "tramas" acaban inconclusas, pero, ¿en el terreno de la ficción no podemos saltarnos un poco el realismo para crear historias más interesantes? En fin, aunque no sé si podré perdonarle nunca a GRRM lo que les hizo, no hemos venido aquí a hablar de los pobres Oberyn Martell y Shireen Baratheon.

El caso es que la serie, cuando por fin me senté a verla, me sorprendió de muchas maneras. Todo el mundo habla de los fantásticos diálogos, del excelente nivel interpretativo medio, de la calidad del diseño de producción, etc. Sin embargo, un detalle del que nunca oía hablar y que me parece fundamental en la obra, es el enorme contenido que tiene Juego de Tronos sobre política de género y sexualidad. El mensaje de la serie es claramente feminista y progresista, y no sólo porque cuente con un variado plantel de personajes de sexo femenino muy bien desarrollados y que son mucho más que meros satélites de sus novios/maridos/hermanos/padres y con personajes de variada sexualidad, sino porque las políticas de género juegan un papel crucial en la trama.



El mundo que retrata Juego de Tronos es terriblemente machista y patriarcal. Las mujeres son básicamente una simple moneda de cambio, un adorno, un instrumento sexual, o una máquina de parir. ¿Cómo es que en un entorno así podemos hablar de una serie "feminista"? La clave, como en tantas cosas, están en el punto de vista, y es que, de la misma manera que en los libros varios personajes son los encargados de hacernos ver la historia a través de sus ojos, en la serie, a través del guión, se nos pone en la piel de las mujeres que están sometidas a esa sociedad, y cómo cada una se enfrenta a ella como puede. Cada una de ellas es un icono femenino y muestra una actitud y una estrategia ante esa sociedad que no las deja situarse en el mismo sitio que los hombres.

Cersei está consumida por la rabia, porque el hecho de ser mujer es lo único que se interpone entre ella y el trono, y sin duda se considera a sí misma mejor candidata que su marido, su hermano o su hijo. Su estrategia es la manipulación, la corrupción y el abuso de poder que su situación económica y social le permiten. Margaery es algo así como el reverso luminoso de Cersei, y aunque su estrategia también es la manipulación, su especialidad es ganarse el aprecio y la confianza de la gente para lograr sus objetivos. No se puede decir que sea particularmente noble, pero tengo que decir que en un mundo tan turbio como el de esta serie, Margaery, con sus maquinaciones, que a diferencia de Cersei no desembocan en ejecuciones y humillaciones, sino más bien en contactos estratégicos, información útil y favores, es de mis personajes favoritos y un soplo de aire fresco. Arya está frustrada porque en un mundo donde a las de su rango les toca ser princesitas delicadas, ella lo que desearía es ser una guerrera. Quién le iba a decir que la vida, de la manera más cruel, la pondría en ese camino. Brienne es algo así como lo que podría ser Arya cuando crezca, y su experiencia muestra el precio que tiene que pagar por ello: todos aquellos con los que se cruza se burlan de su sexo y de su físico corpulento, cuestionan burlonamente su sexualidad y en general se niegan a admitir la evidencia de que esta mujer es uno de los mejores guerreros de la serie. Pero si algo le sobra a Brienne es integridad y valentía, y es con estas armas sobre todo con las que se se enfrenta al mundo que la rodea.

Para humillar a Brienne, no sólo le dan una inútil espada de madera con la que luchar, sino que además, la "ponen en su lugar" vistiéndola de doncella

La pobre Sansa en cambio es el polo opuesto: una princesita que estaba encantada con su rol, y que deseaba tener una historia convencional de cuento de hadas. Sin embargo su príncipe azul acaba siendo un monstruo, y Sansa termina convertida una víctima a la que todos utilizan y de la que todos abusan... excepto, irónicamente, el guerrero sucio, malhablado y moralmente gris que es quien más se acaba pareciendo al príncipe que ella quería. Hasta el final de la temporada cuatro, si algo caracteriza a Sansa frente a las otras chicas que menciono es precisamente su indefensión, su rol absoluto de víctima, pero por lo que sé esto cambia a partir de la quinta temporada. Y por supuesto no podemos olvidarnos de Daenerys, que representa la forma más "pura" de poder femenino en esta serie. Daenerys no necesita de ninguna estrategia retorcida (más allá de ganarse el respeto de su marido cuando aún vivía) para llegar a lo más alto, porque si algo exuda a borbotones es poder. Alguien que se apoda "De la tormenta", "La que no arde", "Rompedora de cadenas", y desde luego "Madre de dragones" desde luego no puede ser ninguna mindundi. Esta dama de rubia cabellera destaca, entre otras cosas, por ser el único personaje de sexo femenino de toda la serie que no depende de ningún hombre y ante quienes los demás se postran.
 
Ya más en general, la serie muestra su tono progresista con la actitud de los personajes respecto a los roles de género y la sexualidad. Desde luego se trata de un mundo de moralidad muy gris, pero si hay una forma infalible de saber la alineación moral básica de los personajes, es ver su actitud frente a estas cuestiones. Dicho de otro modo: en general los personajes "buenos" tratan a las mujeres con respeto, y no hacen bromas ni juicios homofóbicos al menos de manera explícita o implícita. Los personajes "malos" son violadores, misóginos y homófobos. Tenemos a Tyrion, que aunque es asiduo de los burdeles, jamás falta al respeto a ninguna de las prostitutas. A Ned, que anima a su hija Arya a aprender el arte de la espada, e incluso le regala una y le contrata a un maestro. O cualquiera de los hijos Stark, que establecen relaciones basadas en el respeto con el sexo opuesto. Respecto a Jaime, uno de los personajes más ambiguos moralmente, empezamos a ver señales de su evolución como persona cuando comienza a respetar a Brienne, e incluso en un momento dado señala de pasada que le da igual la orientación sexual de la gente. Por otro lado, entre los personajes LGBT de la serie tenemos a Renly, que es siempre mostrado como un candidato a rey justo y bondadoso, su amante Loras, uno de los mejores guerreros de la serie, o al inolvidable Oberyn, orgullosamente bisexual y amante del sexo sin las cortapisas morales del resto de la sociedad, que además es es un tipo noble y un guerrero formidable. Y, ay, un tanto arrogante y confiado.



Y por otro lado tenemos a Joffrey, que entre otras muchas cualidades horribles, se divierte maltratando a las mujeres (y a casi todo el mundo, la verdad), su visión del sexo parece ser únicamente una forma de tortura, y pretende establecer un ley que prohiba la homosexualidad en cuanto suba al trono. A Tywin, que se niega a otorgarle a su hija el poder que esta desea e incluso la fuerza a contraer matrimonios concertados. A la perversa Cersei, que denomina a Loras "muerdealmohadas". A Craster, que se dedica a violar a sus mujeres y les obliga a matar a sus bebés de sexo masculino. A Melisandre, una asesina y fundamentalista religiosa que en alguna ocasión insinúa a Renly que arderá en algún infierno, como castigo a su orientación, en clara alusión a la moral religiosa sobre la homosexualidad.

Por todo ello queda claro que Juego de Tronos es una serie de mensaje claramente progresista y feminista, donde las políticas de género juegan un papel fundamental. Y sin embargo... hay una razón por la que le he puesto a esta parte del artículo el subtítulo "luz". En la próxima parte explicaré por qué al mismo tiempo, y aunque parezca contradictorio, pienso que la serie está rodada de una manera bastante sexista y explotadora. Y digo "rodada" y no "escrita" porque a menudo es claramente una cuestión de decisiones de dirección, y no del guion en sí mismo. Pero de todo esto hablaré en la próxima entrada...

viernes, 26 de febrero de 2016

La revolución de Marvel



De las miles de cosas que Estados Unidos ha aportado a la cultura mundial, los superhéroes son sin duda una de las más populares e icónicas. Personajes como Spiderman, Superman, Lobezno o Iron Man son desde hace muchos años parte del imaginario colectivo, y en los últimos años más aún si cabe, con la oleada aparentemente interminable de adaptaciones al cine de estos cómics, que han permitido que una parte aún mayor del público se familiarice con ellos.

Hay muchas teorías sobre la popularidad de los superhéroes. ¿Son quizá puro escapismo? ¿Un reflejo de los valores de cada época? ¿Una manera de proyectarnos en lo que querríamos ser? ¿Una forma de hablar de manera más o menos velada de los problemas a los que se enfrenta nuestro mundo? O quizás todo eso y más. Los cómics de superhéroes sin duda mantienen un diálogo constante con la sociedad en la que se enmarcan, y desde luego notarás un enorme contraste si lees una publicación de los años 60, con su falta de ironía, su "pureza" y su luminosidad, y luego lees otra de los 90, con sus antihéroes de musculatura hipertrofiada, su cinismo y su, vamos a decir, "oscuridad".

Pero en esta entrada me gustaría centrarme en algo que se viene produciendo en los últimos años en una editorial en concreto, Marvel (aunque el fenómeno es observable en otras también), y que cada vez es más notorio: la explosión de la diversidad en sus personajes. Y cuando hablo de diversidad hablo de culturas, de razas y de orientaciones sexuales. El imperio de los rubios de ojos azules está desapareciendo, y dando lugar a un nuevo mundo en el que, al igual que los lectores, los héroes ya no son todos hombres blancos heterosexuales. Y no se trata sólo de secundarios y extras, sino de protagonistas de pleno derecho. Lo más curioso es que nuevos personajes pertenecientes a minorías están tomando el relevo de personajes clásicos, por diversos motivos argumentales, y adoptando sus identidades superheroicas. A continuación, un montón de ejemplos.

Explosión de personajes LGBT

Durante un montón de años, Estrella del Norte fue el único superhéroe gay de Marvel. Tras una convulsa historia llena de tiras y aflojas, el canadiense pudo por fin salir del armario en 1992. Y el pobre estuvo solo en el club durante mucho tiempo, pero ya no. En los últimos años los personajes LGBT han empezado a proliferar, y ahora tenemos a gente como Wiccan (uno de los magos más poderosos del universo Marvel), su novio Hulkling, Anole, Karolina Dean y su novia Xavin (que hasta cierto punto se puede considerar transexual), Rictor y Estrella Rota (otro caso en el que durante años se trató sacar adelante el tema y no hubo forma)... En el caso más reciente, el pasado año, el Hombre de Hielo, uno de los X-Men más icónicos, con años de historia a sus espaldas, salía del armario (bueno, lo hizo su yo adolescente, pero no vamos a entrar en ese jardín porque igual no salimos). Los besos entre personajes del mismo sexo ya no son tan difíciles de encontrar, y ya inluso hemos tenido alguna boda que otra.



Thor es ahora una chica

El Mjolnir, el martillo de Thor, al parecer nunca especificó que la persona que lo levantara tenía que ser un hombre... Y así, por una serie de circunstancias, desde 2014 es Jane Foster la portadora del martillo sagrado.



Spiderman es negro

Negro e hispano, para ser exactos. Se llama Miles Morales y proviene de un universo alternativo que... en fin, lamento dejar siempre la historia a medias y no entrar en detalles, pero si has leído muchos cómics en tu vida sabrás que la telenovela más enrevesada se queda en pañales al lado de estos. Al parecer sus creadores se inspiraron en Barack Obama, lo cual crea un interesante paralelismo entre lo que está pasando en los cómics con la representación de las razas en papeles de primera fila, y lo que pasó en el mundo real cuando Estados Unidos tuvo por fin al primer presidente afroamericano de la historia.







El personaje revelación de 2014 fue una adolescente musulmana

Una de las reglas "no escritas" (?) de las obras de ficción mainstream es que las chicas venden menos que los chicos como protagonistas de las historias, porque el público es principalmente varón y no es capaz de identificarse con alguien que no sea como él. Bueno, esta hipótesis a estas alturas ha sido refutada algo así como catorce millones de veces, y un magnífico ejemplo es Ms. Marvel, la serie que narra las aventuras de Kamala Khan, una adolescente musulmana que se enfrenta al crimen en las calles de Nueva Jersey. Mujer, de una religión que no está en su momento de mayor popularidad precisamente, con un punto friki, y obviamente de raza no caucásica, Kamala es la pesadilla de todo director de marketing. La serie ha sido superventas desde su inicio, ha ganado varios premios y ya es considerada una de las revelaciones de los últimos años. Y es fantástica, está llena de humor y amor por los personajes y obviamente la recomiendo muchísimo.





El nuevo Hulk es coreano-americano

¿Vas notando el patrón? Como se puede ver, varios de los héroes más icónicos de Marvel están siendo relevados por personas que no son de raza caucásica. En este caso se llama Amadeus Cho, es una de las ocho personas más inteligentes de la tierra y está encantado de ser el gigante verde.



El Capitán América es ahora afroamericano

Se llama Sam Wilson y este no es ningún recién llegado, porque le conocemos desde hace décadas como Halcón, e incluso ha hecho ya su aparición en un par de películas del Universo Cinematográfico Marvel. Por una serie de circunstancias, Steve Rogers, el Capitán de siempre, ha perdido sus poderes, y le ha pasado el testigo a Sam. De nuevo seguimos con el mismo patrón, y no se puede dejar de resaltar que hablamos de uno de los principales iconos no ya solo superheróicos del mundo, sino también de EEUU en general, llevando en su mismo nombre clave el nombre del país y representando sus principales valores. Decir que esto es significativo es quedarse corto.


Dicen que algo que se repite tres veces o más ya no es una casualidad, sino un patrón, y de la misma manera me parece evidente que toda esta explosión de diversidad no es coincidencia, sino algo muy intencionado por parte de Marvel. En este blog he hablado multitud de veces sobre cómo, en los medios, se insinúa la idea de que "la persona estándar", ese protagonista quintaesencial con el que todo espectador puede identificarse, es un varón blanco heterosexual. Es el ser humano "por defecto", y todo lo que no sea así es "una variación". Y por ello, supuestamente al público masivo le cuesta más conectar con esos personajes, con lo que las obras protagonizadas por dichas "excepciones" van dirigidas a nichos de mercado específicos, y no al gran público. El cómic de superhéroes no es precisamente una manifestación cultural underground (y sus adaptaciones cinematográficas mucho menos), y por ello me parece tan notable lo que Marvel está haciendo. El mensaje claro es ni más ni menos que esta noción de la "persona estándar" en la que todos nos podemos reflejar es una patraña, y que si un guión está bien escrito y un personaje es interesante, da igual cuál sea su raza, su sexo o su orientación, que cualquiera se podrá identificar con él.

Está claro que el panorama ha cambiado muchísimo, y estamos ante un despliegue de diversidad en la representación como no se había visto nunca. Queda por ver si todos estos cambios serán duraderos o quizá quedaran sólo como un golpe de efecto y con el tiempo todo volverá al statu quo. El mundo del cómic está en constante evolución, y las cosas no suelen permanecer mucho tiempo inalteradas. ¿Seguirá Marvel por esta misma senda, o esto es sólo un espejismo y pronto volverán al punto de partida? ¿El público estña preparado para esto, o tienen razón los ejecutivos? ¿Es valioso que los personajes más icónicos sean ahora encarnados por minorías raciales o mujeres, o quizá sería mejor que se crearan personajes nuevos que tuviesen valor por sí mismos y no estuviesen a la sombra de nadie? Pase lo que pase, esto es una bocanada de aire fresco, y me parece un gran paso hacia delante que una gran empresa que mueve millones se atreva a romper con ese viejo cliché. 

Así que ahora nos toca a nosotros, el público. Nos toca a todos demostrar que lo que queremos son buenas historias y personajes bien desarrollados, que estamos muy por encima de otras cuestiones como la raza, el sexo o la orientación. La pelota está en nuestro campo.

domingo, 7 de febrero de 2016

Carol (2015): lo universal y lo específico

Este fin de semana se estrenó en España Carol, una hermosa película de temática lésbica. Como es habitual, su estreno ha venido arropado de toda una serie de entrevistas promocionales por parte de sus actrices principales, donde explican cómo se metieron en la piel de sus personajes, su relación con el director; en fin, todo ese tipo de cosas. Normalmente cuando hablo de una película en este blog explico por qué vale la pena verla, o quizás qué elementos interesantes tiene de temática LGBT, ya sean explícitos o sugeridos. Sin embargo en esta ocasión voy a hacer algo un poco distinto, y voy a centrarme más bien en lo que ha comentado Cate Blanchett en esas entrevistas. Y no es que no merezca la pena hablar de la peli en sí misma: quizás ya hayas leído acerca de las espectaculares interpretaciones, de la química entre sus protagonistas, de la cuidada fotografía y del fantástico guión; es todo cierto, así que no voy a repetirlo yo otra vez.

La cuestión es que, en las entrevistas promocionales que mencionaba, Cate Blanchett está haciendo bastante hincapié en que lo más importante de esta historia es que trata del surgimiento del amor entre dos personas, y que lo de menos es si se trata de dos chicas o de un chico y una chica, ya que la experiencia de enamorarse es algo universal. Y aquí, aunque admire las increíbles dotes interpretativas de Blanchett y me parezca una persona muy razonable (en todo caso desde luego es consciente de que el director, Todd Haynes, está muy involucrado con la causa LGBT en su cine), tengo que decir que discrepo con ella.

Y pensar que no nos han nominado a mejor pelicula, Therese

¿Estoy diciendo que la experiencia de enamorarte de alguien no la vive igual una persona heterosexual que otra no heterosexual? No, me refiero a eso. La película, entre sus virtudes, tiene la capacidad de evocar claramente esa sensación que cualquiera puede haber sentido alguna vez de que aparezca esa persona y de repente todo cambie y hasta el tiempo parezca transcurrir de otra manera. En este sentido es inolvidable la escena en que Carol y Therese viajan juntas en coche, y de pronto las luces comienzan a reflejarse en los cristales mientras la narración se frena suavemente y adquiere un tono de ensoñación, en una hermosa metáfora visual sobre la misma sensación de estar enamorándose.  Cualquiera, sea hombre o mujer y sea cual sea su orientación sexual, puede sentir perfectamente lo que está pasando en esos instantes.

Sin embargo, pese a su belleza formal y esta cualidad ensoñadora que la impregna, la película está firmemente enraizada en el mundo real de los años 50, y por tanto no nos esconde los problemas reales a los que una pareja de dos chicas tiene que enfrentarse. Problemas que son específicos del colectivo LGTB y que por tanto no son una experiencia universal.

En el contexto de la película, Carol se ve enfrentada a su marido en una batalla legal por la custodia de su hija. Su marido ya ha descubierto la atracción por las mujeres de su esposa, y no duda en emplearlo como arma legal. Evidentemente se trataba de los años 50, y una "conducta inmoral" así era inaceptable. Por otro lado Carol y Therese se ven constantemente obligadas a ocultar la naturaleza de su relación, la cual nunca podrán formalizar, dormir en camas separadas cuando van a hoteles y básicamente mirar de reojo cada vez que tienen un momento íntimo no sea que alguien las pille. Ninguna persona heterosexual del mundo se enfrenta nunca a estas situaciones.

No me mires así, que sabes a lo que me refiero

En nuestra época, y en determinados países, buena parte de esos problemas se han superado, y ya nadie puede usar la orientación sexual como argumento legal contra nadie, ni hay obstáculos para que las parejas del mismo sexo se casen y tengan todos los beneficios legales del matrimonio. Sin embargo, hasta cierto punto, las situaciones que plantea la película, y otras similares, siguen vigentes en cualquier parte del mundo, incluso la más progresista. Quizás, si eres gay o lesbiana, alguna vez en el transporte público has tenido que fingir que tú y tu pareja eran solo amigos, a causa de la presencia inquietante de gente claramente homófoba. Mientras, a tu lado, una pareja de adolescentes heterosexuales se morrea como si no hubiera un mañana, sin ninguna preocupación en el mundo. Es posible que en tu trabajo hayas tenido que sonreír forzadamente ante un chiste homofóbico contado por tu jefe, o al menos poner cara de póquer. Quizás hayas tenido que medir tus palabras cuando algún adorable ancianito/a te haya preguntado si estás casado, y con quién, y que por qué no tienes hijos. Quizá simplemente alguna vez (o cientos de veces) has revelado tu orientación a alguien, y entonces esa persona te ha preguntado que qué opinan tus padres, que a qué edad lo supiste, que si estás seguro y has probado alguna vez con alguien del sexo contrario (¡pregunta interesante y de doble filo donde las haya!), y luego añadirán, con toda la buena intención del mundo, que a ellos les parece perfecto y que hay que ser abierto. Pequeños diálogos que te llenan de vergüenza ajena y que las personas heterosexuales nunca se ven obligadas a experimentar. Y obviamente, si nos salimos del ámbito de los países del primer mundo, las cosa puede llegar a ponerse mucho peor, mil veces peor que lo que esta película muestra.

Por todo ello, creo que, aún sabiendo que la intención de Blanchett al decir esas palabras era buena, me parece muy importante no dejar de lado el contenido político y diferenciador de esta película, no tratar de neutralizarla y hacer ver que lo que cuenta es completamente universal. No lo es y no debe serlo, porque la situación que describe tiene características específicas que solo experimentan las personas del mundo LGBT, y si queremos hacerles justicia, no podemos dejar eso de lado. Entiendo que está bien tratar de llegar al mayor público posible, pero igual que es importante allanarle el terreno a la gente ajena a este mundo, también es importante pedirles un esfuerzo y que traten de empatizar con personajes cuyas experiencias no son completamente iguales a las suyas.

La tesis de que todos somos exactamente iguales y que la orientación no importa está muy bien como concepto, como punto de partida y como punto final al que aspirar, pero no la podemos tomar como una verdad absoluta. Porque la realidad tangible y observable es que la vida no es la misma para una persona heterosexual que para una que no lo es, y en consecuencia el amor y todo lo que lo rodea tampoco se vive de la misma manera.