viernes, 23 de septiembre de 2016

Racebending: el blanqueamiento en el cine

En los últimos años se ha ido produciendo con más frecuencia un fenómeno que hasta no hace tanto era inédito: en las adaptaciones de obras de ficción de un medio al cine, cambiar la raza del personaje en cuestión, eligiendo para ello a un actor de raza distinta a la que el personaje tenía en la versión original de la obra. Pero hay que hacer una puntualización clave: de lo que hablo es de que el personaje original fuese caucásico, y en la nueva adaptación no. Porque lo contrario, que el personaje original fuese de una raza diferente a la caucásica y el actor en la versión nueva sea blanco, NO es un fenómeno nuevo ni por asomo.

Ya en películas clásicas de Hollywood había decenas de ejemplos, con Natalie Wood, americana de ascendencia rusa, haciendo de portorriqueña en West Side Story, o Boris Karloff haciendo de asiático en La máscara de Fu-Manchú. Esta costumbre no ha terminado, y en breve por ejemplo tendremos la adaptación cinematográfica del manga Ghost In The Shell, donde Scarlett Johansson encarna a la muy asiática Motoko Kusanagi. Hablando de asiáticos, fue gracias a la polémica y fallida adaptación cinematográfica de la serie de dibujos Avatar: The Last Airbender, donde los personajes podían doblegar ("to bend", en inglés) los elementos en su favor, que se acuñó el término que describe este fenómeno: el racebending, también llamado whitewashing o blanqueamiento. 

"Lo del pelo en cambio fue porque se nos acabó el tinte morado"

Las razones de este fenómeno parecen bastante claras, y son extrapolables a otras situaciones parecidas de las que ya hablaré en otra ocasión: prevalece la idea de que para que un película sea comercial y accesible a todos los públicos, el personaje principal debe de ser alguien con quien todo el mundo se pueda identificar, y esto, entre otras cosas, implica que el actor que lo interprete sea blanco. No hace falta pensar mucho para darse cuenta de todas las implicaciones que esta estrategia trae consigo: que el ser blanco es la opción "por defecto" y las demás razas son variaciones de la misma. Que el público que importa principalmente es el blanco. Que las personas no caucásicas deben ser capaces de identificarse con personajes de otras razas sin ningún problema, mientras que lo contrario al parecer es más complicado.

Un detalle revelador en este sentido es que los personajes secundarios, a menudo el último bastión de libertad creativa de los guionistas en virtud de su condición intrínseca de personajes menos importantes y por ello menos visibles, no sufren este fenómeno tan a menudo. Y así, por ejemplo, la actriz de Anita, la amiga de la anteriormente mencionada Natalie Wood en West Side Story, sí que era latina. Los personajes secundarios, y por tanto sus actores correspondientes, no son el mascarón de proa de las películas, no salen en primer plano en las carátulas o en los pósters, no son (o no suelen ser), en definitiva, el principal reclamo comercial de ninguna producción, y por ello no hay riesgo en coger a actores de la raza correspondiente, y quizás incluso conservar así la simpatía del público no caucásico, teniendo un pequeño detalle con ellos. Sí: ¡es exactamente el mismo rol que han hecho los "mejores amigos gays" de las protagonistas en tantas pelis durante tantos años!


Pero volviendo al principio de la entrada, en los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno nuevo y opuesto: personajes que eran originalmente blancos siendo interpretados por personajes de otras razas. Todos los ejemplos que me han venido a la mente mientras pensaba esta entrada, por algún motivo, provienen de películas y series de temática superheroica: Perry White, el director del Daily Planet, interpretado por Lawrence Fishburne, Samuel L. Jackson poniendo cara y voz al sargento Nick Furia, el afroamericano Mehcad Brooks encarnando al tradicionalmente blanco y pelirrojo Jimmy Olsen en Supergirl, y de propina un caso menos conocido: la japonesa Tao Okamoto haciendo de Mercy Graves, la asistente personal de Lex Luthor en Superman v Batman. Estoy seguro de que me dejo muchos ejemplos en el tintero, y sobre todo me pregunto si habrá casos de personas reales en biopics. Porque lo contrario, es decir, casos de blanqueamiento en películas que hablan de gente real, sí ha ocurrido: véase el ejemplo de Alejandro Dumas, de antepasados, haitianos, siendo interpretado por Gerad Depardieu.

Podría parecer que ambos fenómenos, el blanqueamiento y su contrario (¿el "desblanqueamiento"?) son paralelos e igualmente negativos y racistas en su intento de transformar a las personas y personajes en algo que originalmente no eran. Sin embargo, las cosas no ocurren sin un contexto específico y una historia detrás, y teniendo ambas cosas en cuenta, la conclusión a la que llego es que si bien el blanqueamiento es un fenómeno racista que debería desaparecer cuanto antes, su contrario es algo positivo. Me explico.

"Está feo señalar a la gente, Perry-del-cómic"
 Las principales industrias culturales del mundo, actualmente, con la posible excepción de Japón, provienen del mundo anglosajón y blanco, y lo han hecho desde hace muchas décadas. Siendo así, no es extraño que los personajes que producían reflejasen este hecho. Así, actualmente, una grandísima parte de los iconos culturales del mundo son hombres caucásicos. Desde hace décadas hemos consumido series, cómics y películas en las que la mayoría de los héroes eran tipos blancos. Incluso alguien como Superman, que provenía de otro planeta, parecía nacido en Kansas. El mundo ha asumido a todos estos personajes como parte del patrimonio cultural mundial. Pero la sociedad ha ido cambiando: los países están más conectados entre sí que nunca, y el mestizaje cultural y racial es mil veces mayor. En nuestro mundo ya no tiene sentido que los personajes principales de todas las historias sean siempre blancos, y ya toca desterrar la noción de que uno sólo es capaz de identificarse con un determinado tipo de personaje.