miércoles, 1 de marzo de 2017

Qué es y qué no es la libertad de expresión



Esta semana la cosa ha estado movida. A causa del famoso autobús de HazteOir.org, ha habido un intenso debate social y un cruce de acusaciones. No nos pilla de sorpresa: si algo tiene nuestro país es una profunda e invisible zanja divisoria que lo parte en dos, y son situaciones como estas las que hacen que cada uno revele sus colores.

La situación se agrava si tenemos en cuenta que estamos en un momento de profundos cambios sociales, y estas cosas rara vez son una balsa de aceite. Es de libro: cuando se trata de cambiar algo, aparecen las resistencias. A medida que las voces en favor de la igualdad, en contra de la homofobia, el machismo, etc., están cada vez más presentes, aquellos a quienes molesta esta corriente también se revuelven más, y sí, efectivamente, se "hacen oír". Vaya que si lo hacen.

Y así, como era de esperar, ante la avalancha de críticas y las prohibiciones de circular, surgió el típico argumento de que el "lobby gay" estaba "coartando su libertad de expresión". Entremos de lleno en el fango y analicemos el asunto desde su base.

El autobús. El texto completo dice así: "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombres. Si eres mujer, seguirás siéndolo". Por dónde empezar. En primer lugar me llama la atención ese tono autoritario y casi amenazador que emplean: si eres mujer seguirás siéndolo. Casi les puedes ver apuntándote con el dedo, mientras vigilan atentamente no vaya a ocurrírserte algo como pensar o sentir por ti mismo, válgame dios. Por otro lado, los autores de la campaña, en todo caso, parecen no saber mucho sobre biología, o en todo caso tienen una visión bastante reduccionista de la misma. Al parecer desconocen por ejemplo la existencia de la intersexualidad, esos casos en los que la persona nace con unos órganos sexuales que se han quedado a medio camino del desarrollo de las dos posibilidades. Es un secreto bastante bien guardado que no es algo tan infrecuente como se cree. A menudo en estos casos médico y familia "deciden" de qué sexo se va a considerar oficialmente al niño/a, y toman las medidas oportunas, mientras la persona protagonista, por razones obvias, no tiene voz ni voto en la decisión... Pero claro, jugárselo a cara cruz tiene el riesgo de que el principal interesado, cuando en el futuro adquiera más consciencia de sí mismo, pueda no estar de acuerdo con la decisión que se tomó por él. Y entonces quizá resulte que esa niña, sin comerlo ni beberlo, tenga pene, y viceversa. 

En cualquier caso no es necesario en absoluto que la intersexualidad esté implicada para que una persona efectivamente sienta que no le corresponde el sexo biológico con que nació. La naturaleza no tiene esos bordes rectos y precisos que a tanta gente le gusta atribuirle, es compleja y contradictoria, y como tal no se manifiesta con la simpleza de la informática, donde sólo hay ceros y unos. La cuestión que parecen no entender los responsables de HazteOír es que la transexualidad, como tantas otras cosas, es una experiencia profunda y completamente personal: sólo quien lo es sabe lo que se siente. Nadie, repito, NADIE, puede venirte y decirte a la cara que eso que tú sientes es "un engaño", y que en realidad eres lo que esa persona quiere que seas. Queda por saber quién desearía "engañar" a un niño/ y hacerle creer que su sexo biológico y mental no coinciden. "Hummm, tengo una idea, me apetece decirle a Paquito que en realidad es Paquita. Será fantástico exponerle a todo tipo de problemas sociales, y a un largo y complejo proceso. Qué gran idea". Queda por saber por qué creen que se puede incrustar en la mente de alguien que en realidad él o ella no lo sabía, pero que en realidad era transexual (porque por supuesto esto no es una cosa que haya existido siempre, incluso en las épocas más conservadoras y agresivas con la diferencia; esto es algo que el "lobby gay" inventó repentinamente, cual conejo sacado de chistera). Queda por saber si esta organización tiene un mínimo rastro de empatía.

En un gesto que me resulta hermoso y esperanzador, gran parte de la sociedad ha puesto el grito en el cielo, y el autobús de marras ha sido retenido. Los de HazteOír, sin embargo, no se amilanan, y amenazan con aumentar la flota y denunciar a su vez al ayuntamiento de Madrid por haberles detenido. Y llegamos al plato fuerte: se quejan de que se está coartando su libertad de expresión. El Argumento, así con mayúsculas, el favorito de los todos aquellos que pretenden frenar y suprimir las libertades sociales que no les convienen. La libertad de expresión, esa carta blanca que en teoría permite decir impunemente lo que a cada uno le parezca.

No. Esto no es libertad de expresión. Expresar ideas destinadas a coartar la libertad de los demás no es "libertad de expresión". Fomentar el odio no es "libertad de expresión". Enorgullecerse de los propios prejuicios y tratar de expandirlos, como un virus, por el resto de la sociedad, no es "libertad de expresión". Y no nos engañemos, por favor. La transfobia, la LGTBfobia en general, la xenofobia, cualquier tipo de fobia irracional a un grupo de personas que no te han hecho ningún daño, matan. Esto no es una opinión, esto es un hecho, y quien no lo sepa es porque no lee noticias ni quiere enterarse de las cosas que ocurren en el mundo. Dar a la gente la posibilidad de identificarse con el sexo que sientan como propio no daña a nadie; extender la idea de que esta realidad no existe y que las personas que viven en ella son inferiores y/o están equivocadas, crea el caldo de cultivo que provoca dolor y en ocasiones muertes en todo el mundo. Promover el dolor, el acoso, la marginación y el asesinato NO ES LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Y después de este mal rato, para quitarnos el mal sabor de boca, propongo olvidarnos de ese autobús lleno de odio y maldad, y quedarnos con este otro, que tiene unos cuantos años ya pero que sólo transmite buen rollo.



Never ever forget that / I got you, and you got me, so / reach up for the stars...