martes, 26 de marzo de 2013

El romanticismo de la posesión

Muchos conocerán la serie Glee, sobre un grupo de adolescentes que forman un coro vocal en su instituto, en el que se mezclan los estudiantes populares y los marginados de la clase. Recientemente se emitían dos episodios en EEUU, y una de las líneas argumentales impresionó bastante a algunos seguidores de la serie... para mal.

Para los que no vean la serie, les pongo en situación, y para los que sí, queda avisado que a continuación vienen SPOILERS.

Capítulo 16 de la temporada 4: "Feud" ("Enemistad"). La historia transcurre en Nueva York. Rachel, la protagonista de la serie, lleva unos meses saliendo con un chico. Su compañera de piso y amiga, Santana, sospecha algo raro de Brody, el tipo en cuestión, y pronto descubre el qué: es un gigoló. ¿Y qué hace al averiguar algo tan importante? ¿Se lo cuenta al otro compañero de piso y mejor amigo de Rachel para ver cómo se lo dicen? ¿Se lo dice ella directamente? ¿Le advierte a él que se lo confiese a Rachel inmediatamente?

No: avisa a Finn, el ex novio de Rachel, que vive en una pequeña ciudad de Ohio. Este, por su parte, se planta en NY y le hace una emboscada en una habitación. Allí le amenaza verbalmente, hasta que la cosa se va de las manos y empiezan a pelearse a puñetazo limpio. Finn gana la pelea, y le dice "¡Aléjate de mi futura esposa!". 

Montaje fotográfico de la escena realizado por alguien llamado mirisamy en DeviantArt. Con corazoncitos incluidos.


En el siguiente episodio, "Guilty Pleasures" ("Placeres Culpables"), Santana informa a Rachel sobre el trabajo secreto de Brody y lo que su novio le hizo en el capítulo anterior (sí, a estas alturas Rachel sigue sin tener ni idea de nada). La respuesta de Rachel es quedarse boquiabierta, y según refleja su mirada, impresionada.

En esta ocasión no encontré ningún montaje hecho por fans en el que añadieran corazones en los ojos de Rachel.

Muchos de los espectadores, yo incluido, se quedaron igualmente boquiabiertos e "impresionados", pero no para bien, precisamente. ¿Por dónde empezar?

Desde luego trabajar como prostituto sin que tu pareja lo sepa es algo inaceptable. Uno siempre puede reservarse parcelas para sí mismo, porque nadie tiene la obligación de contarlo todo sobre su vida, pero el hecho es que este no es un trabajo cualquiera, y evidentemente tu pareja puede verse afectada por él, no ya sólo a nivel emocional, sino en lo que respecta a la salud incluso. Dicho esto, en la serie no sólo le echan en cara al personaje que no fuera sincero con Rachel, sino también el hecho mismo de ser gigoló.

En las series suelen fantasear un poco en lo que a lo material se refiere (a menos que sea relevante para el guión del capítulo) y ahorrarnos todo lo concerniente a los gastos del día a día que harían imposibles determinadas situaciones. ¿Cómo pagan los amigos de Friends su mega apartamento en pleno Manhattan? ¿Y Carrie Bradshaw, con su sueldo de periodista? ¿Cuándo van a clase y estudian todos los adolescentes de todas las series de instituto? Para no divagar más: la educación universitaria en Estados Unidos es muy cara, y los estudiantes a menudo se embarcan en terribles préstamos para poder costeársela. Normalmente Glee no suele ser muy realista, pero resulta que en esto concretamente no se inventa nada: la prostitución es la salida que muchos estudiantes encuentran a este problema... no sólo al otro lado del océano, claro.  Y dejando eso de lado, cuando se trata una decisión personal, dedicarse a ella es una opción totalmente respetable por muy espinosa que resulte socialmente.

Pero el plato fuerte fue la frasecita de Finn. "Mi futura esposa". Y todo ello tratado como si fuera algo de gran romanticismo, un acto de caballerosidad. Tu ex novio decide por su cuenta pegarle una paliza a tu actual pareja, y también decide que, aunque tú no lo sepas, en el futuro vas a ser su esposa. Y tú mientras tanto, en la parra. Y, ¿qué haces cuando te enteras? ¿Le llamas para echarle la bronca por tomar semejantes decisiones sin ni siquiera decirte nada? No, te quedas impresionada, y te vas al chico en cuestión para decirle que cortas con él porque sigues enamorada de tu ex, y le echas la bronca por no decirte que era prostituto. Y esto último me parece bien, ¿pero no se merecía también una disculpa y una muestra de preocupación porque tu ex novio psicópata, posesivo y maltratador en potencia le haya dado una paliza?  

Irónicamente, en mismo episodio, los compañeros del coro le echan la bronca a otro miembro del grupo por pretender cantar una canción de Chris Brown, el ex novio de Rihanna, que le pegó una brutal paliza cuando salían (y con el cual la cantante volvió recientemente, tras haberle perdonado). Así que el mensaje está claro: está mal en todo caso pegarle una paliza a una chica, pero si se trata de un chico que pega a otro chico para defender el honor de su ex, entonces es algo romántico y admirable. La expresión que me viene a la mente es... doble rasero.

No es la primera vez que esta clase de posesividad es mostrada en una obra de ficción como algo romántico, hermoso y deseable. Otro día quizás hable de cierto vampiro que se dedicaba a espiar a la chica que le gustaba mientras esta dormía, que decidía a qué amigos podía ver ella y a cuáles no, llegando en cierto momento a quitarle el motor al coche de la chica para impedirle ir a visitarlo. Entre otras cosas.