miércoles, 15 de julio de 2015

Plumofobia

Ayer me tropecé con un blog que "comentaba" este vídeo creado por Aless Gibaja, uno de los videobloggers que animan YouTube con su desparpajo y carisma. El bloguero decía que "podías sentir la homosexualidad entrado por cada poro de tu piel".



Los comentarios, lamentablemente, no se quedaban atrás, y se podían leer frases bastante tristes dirigidas a Aless. Cosas como "he ido a donar sangre y no me han dejado después de esto", "la medicina está lo bastante desarrollada como para permitirlos nacer, pero no para curarlos", "nadie critica la orientación, pero llévala con dignidad...", "no estoy en contra de la homosexualidad pero lo de este tio no es normal, MARICON", "Gente como él es el arma que usan decir [sic] que no podemos adoptar y nos estereotipan como seres ridículos y afeminados, que lo único que queremos es salir por la noche a que nos peten el culo". También, gracias a dios, se pueden leer algunos comentarios que piden un poco de respeto. No quiero poner un enlace a este blog, pero en fin, si alguien quiere buscarlo, con todos los datos que he dado supongo que no le será difícil llegar.

En julio de 2015, con el matrimonio homosexual legalizado en un montón de países (y contando), con marchas del Orgullo que son verdaderas fiestas regionales donde pasarlo todos (repito, todos) bien y permitir a un montón de establecimientos hacer caja, con una tele donde en todas las comedias y series hay personajes gays o lesbianas que son tratados con respeto y normalidad, con una sociedad donde está guay tener a un amigo gay o lesbiana y queda muy viejuno y casposo ser un homófobo... Ya seas neoyorquino, del centro de Madrid o de un pueblo de siete habitantes, la  plumofobia sin embargo sigue viva y coleando.

Y la plumofobia, amigos, no es más que homofobia con ropa de camuflaje.

A Freddie Mercury en cambio lo de camuflarse no le iba.
 Y está tan extendida, que es virtualmente omnipresente. Lo "bueno" de esos comentarios que mencionaba al principio es que ilustran uno de los aspectos más significativos de la plumofobia: no entiende de orientación sexual, y es perfectamente posible ser gay y sentirse asqueado y hasta damnificado por personas como el chico en cuestión. La plumofobia, en su origen, es simplemente el viejo machismo de toda la vida sacando sus rejos moralistas y dictatoriales: un "hombre de verdad" tiene que ser de una determinada manera, y todo el que no se ajuste a ello debe ser colocado en el paredón virtual para acribillarlo. La novedad es que ahora, si el el tipo es gay pero no se le nota, le perdonamos. Como se puede observar, algunos de los comentaristas se apresuran a asegurar que no tienen nada contra los homosexuales, pero es que este chico no es homosexual; es "maricón". Algún otro se define como gay, pero deja muy claro que él no es así, y que este chico y los que son como él son la causa de la homofobia en el mundo.

Hay tanto, tanto que decir sobre todo este asunto.

Quisiera empezar con una breve reflexión sobre la forma en que evoluciona la sociedad. Roma no se hizo en un día, se dice en ocasiones, y con los cambios sociales ocurre lo mismo. Tiempo atrás lo imperdonable era no ser heterosexual: fuera de ahí, todo era (o sigue siendo, según para quién) un error de la naturaleza, una enfermedad, una perversión, un insulto a Dios. Pasito a pasito una gran parte de la sociedad comenzó a ver que los mariquitas y las marimachos, aunque defectuosos, podían ser gente maja y que los pobres no hacían mal a nadie. Un poco después se empezó a descubrir que como estilistas o mejores amigos-mascota, podían ser muy útiles (y uso el adjetivo con toda la intención del mundo). Llegado el momento actual, digamos que en determinados contextos la homofobia está incluso mal vista, y tus amigos y compañeros de trabajo se apresurarán a dejarte muy claro que ellos te valoran igual. Y llegado el momento, y si en tu caso no te ven mucha pluma, comentarán con un sutil tono de halago que a ti no se te nota, a diferencia de Fulanito. Si alguien lee esto y se siente identificado, quiero aclarar que sé muy bien que su intención es buena, pero esta forma de pensar delata una innegable homofobia latente. La igualdad total sólo se logrará cuando deje de existir una jerarquía invisible entre la gente con y sin pluma. No hay gays de "mejor calidad" por tener poca pluma, ni se es más o menos gay por tener más o menos pluma. 

A veces, cuando se avanza en una causa, es muy fácil pasarse de la raya y llegar al extremo contrario. Al principio, en los medios, la única presencia homosexual que existía, era la de hombres gays con pluma: secundarios graciosos en las comedias, o comentaristas de la prensa del corazón, por poner dos ejemplos clásicos. Muchas voces se alzaron diciendo que esta gente no representaba a todos los gays, y se exigió más diversidad en la representación. Y así, el péndulo giró al lado opuesto, y aparecieron personajes homosexuales que no tenían nada de pluma, y lesbianas femeninas al cien por cien; y en muchos casos se les hizo la ola por romper con los estereotipos. Pero igual de falso es decir que todos los gays son de una manera como decir que son de la otra, y si por luchar contra el estereotipo del amaneramiento vamos a empezar a insinuar que la pluma es un defecto y que los "verdaderos" gays o lesbianas son así o asá, pues al final estaremos cayendo en el mismo error que pretendíamos corregir. Así que por qué no asumir cuanto antes que las personas somos de cientos de maneras diferentes, y que nadie es bandera de todo un grupo. 

Respecto a la acusación por parte de otros gays de que gente como Aless retrasa la evolución de la causa, quisiera contraponer un dato histórico: quienes empezaron la cruzada por los derechos LGTB no eran precisamente un dechado de tradicional hombría.


Y la explicación es muy sencilla: cuando te puedes esconder fácilmente, porque tienes poca o ninguna pluma, es muy posible que lo hagas, por puro instinto de supervivencia. Pero cuando tu pluma te delata, te convertirás en el objetivo de mucha gente, y entonces sólo te quedarán dos opciones: huir o luchar. Y si hemos llegado al punto en el que estamos ahora, amiguitos, es porque aquella gente decidió que estaba hasta el gorro y eligió la segunda opción. Así que quizás no estaría de más un poco de agradecimiento para esa gente que tiene mucha o muchísima pluma, y que con su sola presencia y su negativa a diluirse, descafeinarse y neutralizarse para que los "normales" no se atraganten, contribuyen a recordar que el mundo pertenece a TODAS las personas de TODOS los tipos.

En cuanto a los heterosexuales que, magnánimamente, respetan a los gays "serios" pero establecen la línea roja en los maricones con pluma, quisiera decirles que quizá les toque hacer un poco de introspección, y reflexionar sobre esa plumofobia. ¿Por qué son capaces de respetar sólo aquello que es más similar a ellos mismos? Un respeto que tiene un alcance tan escaso no es un logro demasiado grande que digamos, ¿no?

Todos tenemos afinidades y diferencias, filias y fobias. Alguno, quizá, al leer lo que escribo, pensará "¡yo respeto a todo el mundo, pero es que la gente histriónica me cae mal!". Otros sentirán que, aunque sean gays, los hombres con pluma no les atraen, y no por plumofobia, sino porque, como cualquier rasgo del físico o de la personalidad (el peso, la altura, el sentido del humor, lo que sea) la pluma puede o no atraer. No hablo de eso en esta entrada. No hablo de que todos seamos amigos de todo el mundo y nos llevemos bien con gente de todo tipo, o bien nos sintamos atraídos por gente de todos los tipos. Eso evidentemente es absurdo e imposible. Hablo de respeto. 

La plumofobia está tan extendida, es tan omnipresente, y es tan fácil dejarse influir por algo tan profundamente enraizado en nuestra cultura, que así, a modo de reflexión final, diría que estoy seguro de que el 99% de todos nosotros, y me incluyo, la sentimos o la hemos sentido alguna vez.

 Así que quizás toca volver la vista hacia dentro de nostros mismos. Y reflexionar.