Fase Uno: Las aventuras de los seres invisibles
Pues poco que añadir al título. Al principio simplemente los personajes gays y lesbianas eran inexistentes o casi invisibles. El matiz es importante, ya que en ocasiones los creadores trataban de incluir sutiles insinuaciones de relaciones homosexuales. Tan sutiles que a veces ni los propios actores lo sabían... el ejemplo más famoso es el de Charlton Heston en Ben Hur, donde sólo el director y el actor coprotagonista sabían lo que pasaba (al parecer, corrían el riesgo de que si Charlton Heston se enteraba del subtexto de su relación con el coprotagonista, abandonara la producción). Por supuesto nada se materializaba explícitamente.
Fase Dos: El bufón y la psicópata entran en acción
Entramos en una fase que vista hoy resulta impactante y tremendamente ofensiva. Los personajes homosexuales comenzaban a salir a la luz, pero su retrato no es que resultase muy positivo. En el caso de los chicos, principalmente desempeñaban el papel del gracioso-ridículo-imbécil de la película. Invariablemente eran personajes muy amanerados, con la libido siempre debordante (cualquier personaje heterosexual les atraía inmediata y visiblemente; y cuando digo cualquiera es cualquiera), y aparentemente cobardes y poco inteligentes, nunca tomando parte en la acción y limitándose a chillar y a flirtear con el protagonista heterosexual, aparentemente incapaces de ver que a éste le gustaban las chicas. Este cliché en la tele está bastante desterrado, pero en la mente de determinadas personas lamentablemente sigue muy presente.
Lo de las chicas era incluso peor: en el caso de ellas, se trataba siempre se psicópatas que rompían las normas de la sociedad bienpensante, mostrando descaradamente su independencia de los hombres. Por supuesto, su lesbianismo provenía de algún trauma de juventud o de su misandria congénita (misandria: lo contario de la misoginia. El hecho de que una cosa sea mucho más desconocida que la otra da que pensar). La lesbiana loca, al igual que el gay payaso, tenían muchos números para morir antes de que llegasen los créditos finales, aunque en el caso de él, por su cobardía y su estupidez, y en el de ella, porque su psicopatía en algún momento se volvía en su contra. Como ejemplo de las chicas, tenemos la famosísima Instinto Básico, de los 90, y respecto a los chicos, miles de comedias españolas de los 70-80.
Fase Tres: El anzuelo para testosterona y el paño de lágrimas que todo lo sabe
La siguiente fase ya no es tan abiertamente homofóbica: a primera vista incluso puede parecer que se ha avanzado mucho. Y supongo que de cierta manera es cierto, y que quizás hacía falta esta fase para poder llegar a una situación mejor posteriormente. Pero esto no impide que un análisis un poco más profundo revele la condescendencia, el machismo y la homofobia sutil que hay en esta fase de los estereotipos. Vamos allá.
Las chicas, llegado este punto, ya no estaban locas y no merecían morir. La progresiva apertura de miras cultural las había convertido en algo mucho más goloso y vendible de cara a la audiencia: ¡un reclamo para los tíos! Como bien sabemos todos, una de las fantasías más comunes de un hombre heterosexual son dos chicas guapas liándose. Pero estas chicas tenían/tienen que cumplir una serie de requisitos: en primer lugar una apariencia muy femenina, es decir: pelo largo y sedoso, curvas, ropa sexy, uñas pintadas, pintalabios, maquillaje, etc. La presencia de una "caminonera" de pelo cepillo y maneras rudas provocaría un gatillazo instantáneo, así que en esta fase de la evolución, nunca vamos a ver a ninguna chica de este perfil ni tampoco a ninguna chica a la que le gusten este tipo de mujeres. Además, las chicas involucradas no deben ser técnicamente lesbianas... sino bisexuales, para que así se cumpla totalmente la fantasía masculina de participar en el trío y darles a ambas lo que "les falta".
Respecto a los hombres, su representación no tiene este punto de explotación como reclamo sexual (porque al espectador medio la sola idea le pone los pelos de punta). En este estadio de la evolución, aparece el "mentor gay": ese mejor-amigo-de-la-protagonista que sabe de todo y ofrece una dosis de comedia facilona al asunto. Los rasgos típicos de este personaje son: de nuevo, una pluma o amaneramiento visible, un acentuado sentido de la estética (si es peluquero, puntos extra), un humor sarcástico y, la guinda, un gran conocimiento de todo lo relacionado con, valga la redundancia, las relaciones. Él sabe cómo debe comportarse nuestra la chica delante del chico a conquistar, qué ropa llevar, cómo enviarle señales, y de regalo, qué pretende el guaperas en cuestión. Lo gracioso es que uno se pregunta de dónde procede toda esta sabiduría, ya que otro de los rasgos del gay-mentor es que nunca sale con nadie. Única excepción: quizás al final de la película la chica se saque de la manga un nuevo conocido gay, y zas, compatibilidad inmediata. Pero no esperes ver ningún desarrollo de personajes ni nada que justifique su atracción: los dos son gays, por tanto tienen que gustarse, nos dice la película.
Fase Final: Pinocho y la muñeca inflable cobran vida
Y llegamos por fin a la fase en la que por fin tanto el gay como la lesbiana se convierten en personajes de carne y hueso, y se les permite tener sus propios problemas, deseos y aspiraciones. Ya no son un satélite de nadie, ya no son una herramienta de guión, ya no son un truco para subir los demográficos alimentando el morbo. Por otro lado, individualmente, se empiezan a hacer retratos que indagan más allá del estereotipo, y aparecen hombres a los que no les gusta la música disco ni los musicales de Broadway, chicas con cualquier longitud de pelo imaginable y profesiones no forzosamente relacionadas con el transporte de mercancías... (Apunte: es perfectamente válido y realista encajar dentro de un cliché, pero la clave está en si la caracterización va más allá de esto. Dos personas pueden ser gays y peluqueros, pero es no significa que sean clones).
En esta fase a los personajes ya se les permite tener una vida sentimental y sexual más o menos explícita, con todas las consecuencias argumentales que esto conlleva. Como ejemplos, tenemos evidentemente las dos series bandera The L Word y Queer As Folk. Una última puntualización: al igual que CSI o El Padrino no recogen TODAS las posibilidades de los "tipos" de heterosexuales que existen, tampoco lo hace ninguna de las dos series que nombro. Ninguna serie o película o libro o etc. del mundo puede llegar a retratar toda la variedad de personas que existen, han existido y existirán.