sábado, 9 de febrero de 2019

Una recomendación: Obscenidad, de Rokudenashiko



Cuando se piensa en Japón, mucha gente tiene la idea de que es un país "avanzado". Yo mismo lo creía. En este blog me parece haber hablado alguna vez de cómo viendo sus series y mangas uno podía llegar a pensar que también era una sociedad muy avanzada a nivel de derechos e igualdad. Al fin y al cabo no era difícil encontrar personajes LGBT o al menos de sexualidad ambigua, chicas guerreras, a menudo un contenido sexual mucho más claro en obras juveniles que otras obras occidentales...

Lamentablemente, esta imagen no se corresponde con la realidad social del país. Los derechos LGBT en Japón, si bien no están al nivel de atraso de otros países, y tu vida digamos que no corre peligro por salir del armario, están aún en pañales, y me temo que todo indica que es una sociedad muy reacia al cambio, por lo que mientras el resto del (¿primer?) mundo vamos a buen ritmo, allí la cosa va a ir con mucha calma hasta que se pongan al día. Y si hablamos de igualdad entre sexos, bueno, bueno, digamos que esto junto com el nivel de mojigatería y atraso del país en materia de sexualidad queda reflejado con total claridad en el manga del que quería hablar hoy, Obscenidad, de la artista Megumi Igarashi, también conocida con el nombre artístico de Rokudenashiko ("inútil").

Un buen día, la autora tuvo la inocente idea de hacer un molde con arcilla de su manko (vagina, en japonés). A continuación lo decoró con purpurina y colorines, y empezó a crear todo tipo de obras de arte a partir de esa forma básica, que hay que decir que pese a lo que pueda parecer, eran muy infantiles y graciosas, perfectas para cualquier amante de lo cuqui.


En un momento dado, la artista tuvo la idea de crear una canoa en la que el hueco para meterse era una gran vagina. Para poder llevar a cabo su idea, Rokudenashiko puso en marcha un crowdfunding, y el regalo para los colaboradores consistió en enviarles el archivo 3D de su vagina, para que pudiesen imprimir en cualquier impresora 3D los objetos que quisiesen con esa forma. Lo que no se imaginaba la pobre es que la policía llevaba un tiempo siguiéndole la pista (al parecer cierto comisario fue a ver exposiciones manko suyas en dos ocasiones), y un día de repente presentó en su casa para arrestarla. Y llevarla a la cárcel. Sí, todo esto ocurría en pleno 2014.

Lo que siguió fue un vía crucis por el sistema penitenciario japonés, que este manga refleja en toda su arcaica e hipócrita gloria. Resulta que el código penal japonés considera delito de obscenidad el mostrar explícitamente genitales por ningún medio público, ni siquiera cuando la obra en cuestión va dirigida a adultos. El quid de la cuestión es que esta prohibición ha sido ignorada en multitud de ocasiones, y la autora pone dos ejemplos indignantes por lo significativos que resultan. El primero de ellos es el Kanamara matsuri o  festival del pene de acero de Kawasaki, donde desfila por las calles un enorme falo rosa. En Google encontrarás cientos de imágenes de gente encantada con la estatua y chupando piruletas conmemorativas sin que ningún policía trate de detenerlos ni enviarlos a una cárcel donde no se les permita ni hacer una simple llamada a los familiares. El doble rasero es tan obvio que no me voy a parar más en esto.

En el festival también venden piruletas




El otro ejemplo que pone es una publicidad de revistas porno que vio en un tren, donde se veía a unas chicas desnudas; y de ese ejemplo hay más que decir. ¿Por qué la policía no actuaba contra eso, y para colmo en un contexto público como es un tren? Porque, como la propia Rokudenashiko explica, lo que en el fondo les molestaba es que sus creaciones de arte vaginal están creadas y controladas por ella misma. Es una mujer explorando su propio cuerpo de una manera divertida, desenfadada y no sexualizada. Sus figuritas, su canoa y todo lo demás no están hechas para excitar a ningún nombre, y no la cosifican como objeto sexual lista para el consumo. La consideraban obscena porque en su obra ella es la protagonista, y no una víctima ni un objeto de deseo. En última instancia, lo que ocurría es que la sociedad japonesa, profundamente sexista y patriarcal, trataba de poner a esta rebelde en su sitio, de hacerla callar y volver a ponerla en el estrecho cajón de las muchachitas tímidas-pero-sexys, de las lolitas en mini falda levemente sonrojadas, de las superheroínas de grandes escotes y de las amitas de casa mojigatas y dulces que están en casita preparando las cenitas de sus mariditos.



Mientras nos narra la odisea que vivió, Rokudenashiko reflexiona sobre el enorme tabú que existe en Japón en torno a los genitales femeninos (hay varias escenas en las que la autora se ríe porque debido a la causa de su encarcelamiento, durante su proceso judicial en varios hombres formales y "respetables" se ven obligados a decir la palabra manko, para su gran incomodidad), y a través de sus talleres varias mujeres llegan a conocer y apreciar sus propias vaginas, que hasta ese momento estaban invisibilizadas... Y todo ello contado con una sencillez y una espontaneidad que engancha.

En fin, no me quiero extender más porque de verdad  creo que merece la pena hacerse con este manga y descubrir todo lo que nos tiene que contar. Rokudenashiko es una persona increíble, espontánea y divertida, y es emocionante la humildad con que reconoce que toda su campaña por la liberación del manko empezó de la manera más frívola e inocente, sin que pretendiese hacerse abanderada de ninguna causa, sino por simple deseo de divertirse y experimentar con su cuerpo para hacer arte. Partiendo de su situación, el cómic, narrado de una manera muy amena y divertida pese a que en muchas ocasiones el contenido es indignante, nos muestra una interesante y crítica visión del Japón actual, del sexismo que impera y de su corrupto sistema penitenciario.

Y si alguien se anima a comprar una de sus encantadoras figuritas, dejo aquí el enlace a su tienda.