Antes de entrar de lleno en el tema del queer baiting, un poco de historia personal.
Cuando era adolescente y empecé a interesarme por el manga y
el anime, una de las cosas que más me sorprendieron era la abundancia de
personajes que mostraban una sexualidad o una identidad de género distinta a la ”tradicional”. Multitud de personajes
tenían un género ambiguo, como aquel enemigo en Mazinger Z (Baron Ashura) que parecía tenía medio cuerpo masculino y medio femenino. Otros se disfrazaban de chico o chica
empujados por las circunstancias, como la protagonista de La princesa caballero.
Algunos directamente eran capaces de cambiar instantáneamente de sexo, como
Ranma. Y luego estaban todos aquellos personajes que de manera más o menos
explícita eran gays o lesbianas, como Sailor Urano y Neptuno en Sailor Moon,
aunque el doblaje tratara de ocultarlo. En fin, era algo muy notorio, y más
teniendo en cuenta que la animación y el cómic español y en general occidental
eran mucho más conservadores en ese sentido, y ni en sueños se atrevían a hacer
referencia a ese tipo de temas.
"Sólo estamos comprobando si nos huele el aliento." |
Por este motivo, en aquella época pensaba que en Japón estaban muy avanzados en lo que a derechos civiles y apertura social se refería; muchísimo más que nosotros, en todo caso. Sin embargo, con el paso del tiempo, cuantos más mangas y animes leía y veía, y más aprendía sobre la cultura y la sociedad japonesas, más me iba dando cuenta de que las cosas no eran exactamente así. Por un lado, la sociedad japonesa, en lo que a libertades civiles del colectivo LGBT se refiere, se ha quedado bastante atrasada si la comparamos con una parte de occidente. Por otro, era inevitable darse cuenta de que sí, en las series japonesas era posible que aparecieran todos esos personajes alejados de lo convencional, pero la realidad era que al final toda esa diversidad no llegaba a ninguna parte. Me explico.
Los personajes gays o lesbianas prácticamente siempre eran secundarios. Sus posibles relaciones de pareja apenas tenían desarrollo en la trama. Urano y Neptuno nunca se besaban "ante la cámara". La ambigüedad sexual sólo servía para dar una pincelada curiosa a esos personajes. El travestismo era una curiosidad. En definitiva, toda esta diversidad sexual era simplemente una forma de dar una nota de color a las historias, en el mejor de los casos, y en el peor, un mero recurso cómico. Para un espectador con ganas de verse reflejado por una vez en las historias que consumía, esto era como ponerle la miel en los labios para inmediatamente quitársela.
Las cosas no han cambiado tanto, y ahora ya en la animación occidental así como en otros medios hemos entrado en una fase similar, en la que a nivel subtextual se insinúa que ciertos personajes pueden no ser heterosexuales... pero todo queda en el terreno de la insinuación y los dobles sentidos, y los autores a menudo se encogen de hombros y le dan al público la opción de pensar "lo que ellos quieran". En este blog ya hablé del caso de Frozen. En otros casos los autores confirman verbalmente, en entrevistas y demás, que tales o cuales personajes efectivamente eran homosexuales... Pero en la obra en sí misma nada se muestra con inequívoca claridad.
Al hilo de esto, hace unos meses se publicaba el octavo “libro” en la saga
Harry Potter: Harry Potter y el legado maldito. Dejando de lado el contenido del libro en sí mismo (tendría mucho que comentar, pero me saldría del tema de este blog), una de las cosas que más polémica generó fue el desarrollo de la relación entre Albus y Scorpius. Una curiosidad: compré el libro en edición digital para Kindle, y eso me permitió ver los subrayados que otros lectores habían hecho previamente mientras lo leían. Principalmente a través de determinados fragmentos, que cientos de personas habían subrayado ya, parecía estarse insinuando que ambos personajes estaban enamorados, escenas de celos y miradas anhelantes incluidas. Para más inri, las dos candidatas a novias de ambos eran un poema: una resultaba ser maléfica al final, y la otra era antipática en todas sus escenas, y en los últimos momentos de la obra se introducía con calzador una indicación de que Scorpius y ella acabarían juntos. Era como si un grupo de censores hubiese cogido el texto original armados con un rotulador rojo, y hubiesen reescrito el final para reconducir a los personajes por el camino de la heterosexualidad.
"¿Sabes qué, Scorpius? ¡Rose, esa chica antipática y llena de prejuicios que te ha tratado fatal durante toda la obra es ideal para ti!" |
Miles de lectores casi gritaron al unísono: ¡queer baiting! O lo que es lo mismo, dar gato (hetero) por liebre (lesbiana). El queer baiting, vamos a traducirlo como anzuelo queer, es algo que se ha vuelto omnipresente en las historias que consumimos. Se insinúa, se dejan caer cosas, se introducen determinadas bromas... pero al final todo termina en farol. ¿Qué sentido tiene esto?
La teoría más extendida es que, estando como estamos en un momento de cambio en que la sociedad ha ido avanzando hacia una mayor apertura, sigue sin embargo existiendo un gran conservadurismo, que pone a los creadores de historias ante un dilema. Por un lado, tienen un considerable público LGBT que desea y reclama una mayor presencia en las historias, y ya no sólo como secundario de lujo, sino como protagonista de pleno derecho. Por otro lado, el público no LGBT es obviamente mucho mayor, y este puede sentirse incómodo y alienado con una excesiva presencia de estos personajes (por no hablar de determinados países que directamente vetarían la emisión de esos productos: adiós, mercado chino y ruso). La pela es la pela, así que la solución que han encontrado es insinuar y hacer guiños a todo aquel que sepa entenderlos ("¡eh, sabemos que estáis ahí y os queremos!"), para no perder ese mercado alimentándolo con migajas, pero a nivel puramente textual mantenerse en parámetros convencionales. Se pueden meter todas las insinuaciones homoeróticas que se quieran siempre y cuando los chicos acaben casándose con las chicas y viceversa.
Las productoras de cine y televisión no son ONGs y aspiran a ganar dinero, eso está claro, y cerrarse mercados no es la mejor estrategia comercial, así que es todo comprensible. Sin embargo, es de desear que con el paso del tiempo vayamos superando esta fase de queer baiting, y al igual que hoy en día ya no es aceptable que el malo de la historia sea un gay cuya homosexualidad forme parte de su maldad, espero que dentro de no mucho llegue el día en que dejemos definitivamente atrás el subtexto y los personajes puedan por fin ser lo que estaban destinados a ser.
Actualmente está en preparación el remake de Xena, la princesa guerrera, un ejemplo de queer baiting de libro, y si los creadores no mienten, en esta ocasión la relación de Xena y Gabrielle será mostrada con autenticidad y sin rodeos. Me parece una señal de que vamos por buen camino, y ojalá todo siga así.
"Esta es la nuestra, cari" |