Sí, hija mía, se puede ser más papista que yo. Literalmente. |
De hecho no ha sido sólo una polémica, sino varias, y de todo tipo. Polémicas por los trajes de los reyes, polémicas por tener a chicas haciendo de reyes en varias cabalgatas (lo cual no es algo exclusivo de este año, y ni siquiera tampoco exclusivo de España, pero bueno, ya sabemos que la memoria y las dotes de observación pueden ser muy selectivas), y hasta polémicas por no usar animales como era tradicional.
La palabra clave: tradicional. Y es que cualquier cosa que trastoque aquello que se haya hecho siempre causa inquietud en los sectores más conservadores de la sociedad, que lo perciben como una amenaza a la cultura, al statu quo, a la propia identidad incluso. A este respecto la alcaldesa Manuela Carmena hizo un interesante comentario sobre lo importante que es dejar que las tradiciones vayan evolucionando para permitirles seguir vivas, algo que a primera vista puede parecer ilógico pero que es una gran verdad (aunque tengo que decir que los trajes, si bien la idea de la que partían de que cada uno representara un elemento es interesante, me parecieron... bastante cutrillos, la verdad).
Las tradiciones van evolucionando, adaptándose a los cambios sociales y tecnológicos, y muy rara vez permanecen completamente estáticas. Seguro que todos esos periodistas que han puesto el grito en el cielo por todos esos cambios de este año se quedarían igual de descontentos o escandalizados si viajaran en el tiempo a épocas en las que a la gente se la juzgaba llevándola a la guillotina, o no existía el divorcio, etc.
A todas estas, irónicamente los Reyes Magos si algo son es una representación más o menos icónica de la multiculturalidad. Si indagamos un poco en el origen de estos personajes, resulta que su aspecto no es casual, ni está basado estrictamente en la realidad histórica, sino que se les definió así, como un trío compuesto por un hombre de raza negra, otro de larga barba blanca y otro pelirrojo, para representar de forma icónica las tres razas que entonces se conocían (así como las tres etapas básicas de la vida del hombre, desde la juventud hasta la vejez).
Para acabar, quisiera hacer una reflexión acerca del tuit de ese periodista, Federico Quevedo, de El Confidencial, que definió a las tres reinas magas laicas de Valencia (las cuales, hago un inciso largo pero importante, NO formaban parte de ninguna cabalgata, y sólo realizaban una especie de performance en el ayuntamiento en representación de una asociación cultural, que ADEMÁS tuvo lugar unos días antes de la cabalgata) como "feas y gordas". Dejando por un momento de lado esta falta de respeto espectacular, sus palabras dan para reflexionar. ¿Alguna vez has visto a los actores que interpretan a los Reyes Magos ser definidos como guapos y esbeltos? ¿O quizás a Papá Noel? De hecho, ¿alguna vez has visto que se juzgue a estos personajes desde el punto de vista de su belleza o su peso? No: Papá Noel es gordo sin que nadie se lo eche en cara, y los reyes pueden ser gente normal y corriente, como estas tres mujeres, y nadie pestañea ni cree necesario hacer ningún comentario. Interesante.
Y es que, si el año pasado hablaba de cómo Anne Igartiburu pasaba frío por cumplir su obligado rol de florero, este año estamos en las mismas pero de manera más sutil: cuando se trata de mujeres, no importa sólo lo que estén haciendo, sino si quedan decorativas o no.