El día 1 de octubre del pasado año, un usuario dejó un comentario en la página de facebook de una cadena de televisión estadounidense, explicando que la señorita negra que presentaba el tiempo era muy agradable, pero que tendría que llevar una peluca o dejarse el pelo más largo, y a continuación se preguntaba si quizás la chica padecía algún cáncer.
Obviamente, lo que pasaba es que la presentadora en cuestión, Rhonda Lee, había decidido que su pelo tomase la forma natural que una persona de raza negra tiene: rizado y compacto, y con tendencia a crecer hacia arriba, y no en forma de larga melena lacia, como tantísimas famosas con orígenes africanos. Ante el silencio de la cadena, la propia Rhonda Lee decidió escribir una respuesta a este señor. En ella, con un lenguaje certero y respetuoso, explica que esa es la forma natural de su cabello, que le gusta tal cual es y que no desea hacerse un tratamiento de alisado como tantas otras hacen para que su cabello parezca más "europeo". Y que además con ello espera mandar un pequeño mensaje a sus espectadores, en particular a los más pequeños: que la belleza puede ser de muchos tipos, y que tu aspecto no tiene por qué condicionar tus metas.
Lamentablemente, esto último casi nunca es cierto, y en su caso tampoco lo fue: la cadena KTBS-TV decidió despedirla, basándose en una política interna por la cual los empleados no deben responder a ataques verbales vertidos en internet, a menos que sea con una "respuesta apropiada". Y si la respuesta de la presentadora no lo era, vete a saber cuál podría serlo...Como la propia Rhonda Lee explica, su decisión de llevar su pelo con este estilo le ha traído ya más de un problema, ante gente que ha opinado que quizás era demasiado "racial".
Y llegamos otra vez al corazón de la cuestión, que es como siempre el canon estético, esa camisa de fuerza que mira por encima del hombro y condena al destierro cualquier manifestación de identidad que se salga de sus márgenes. Entramos en terreno pantanoso: hay modelos y artistas de todas las razas famosas por su belleza, y es muy común que en los casos en los que la raza en cuestión no es la caucásica, estas modelos resalten lo orgullosas que están de su herencia genética y/o cultural. Y sin embargo, a menudo nos encontramos con que van...
Con el pelo alisado.
O teñido de rubio.
Con los párpados operados para variar su curvatura.
Con la piel aclarada.
Con la nariz operada para reducirla.
Con los ojos retocados con photoshop para ser verdes o azules.
En resumen: todas las modificaciones realizadas sobre el cuerpo, ya sean con medios quirúrgicos, químicos o tecnológicos, van dirigidas a hacer que la belleza en cuestión parezca más caucásica. ¿Es esto realmente una muestra de orgullo por tus raíces?
Mentiría si dijera que no lo entiendo. La presión de los medios es muy fuerte, el bombardeo es constante, y los modelos que se apartan del canon oficial son escasos... y los que hay, si se atreven a hablar, como la protagonista de esta historia, son atacados y silenciados. Nuestro cuerpo en definitiva es nuestro, y somos libres (en agunas partes del mundo, al menos) de elegir la estética que deseemos. Maquillarnos o dejarnos la cara lavada, ponernos piercings y tatuajes o no hacerlo, teñirnos el pelo de azul o raparnos al cero. Pero vale la pena pararte a pensar si eso que haces, sea lo que sea, lo haces por decisión propia o si es la mano invisible de la presión social de la estética imperante la que te está empujando. A la vez que te hace creer que eres libre.